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Un Perfil Profesional para el Conocimiento en la Sociedad de la Información: El documentalista audiovisual

Partes: 1, 2

    1. Abstract-

    La aplicación de las Nuevas Tecnologías en el sector audiovisual está contribuyendo a valorar un profesión surgida por la apremiante necesidad de tener perfectamente organizada una sección encargada de la definición, clasificación, almacenamiento y recuperación de los Bancos de Imágenes originados por la actividad de producción propia y por la necesidad de utilizar los fondos procedentes de otros archivos, previa adquisición de los mismos.

    La creación de un archivo audiovisual exige un organigrama planificado conforme a los objetivos y fines que la eficacia y rapidez imponen en los medios que utilizan los BI, con una dinámica adecuada para óptimos rendimientos. El periodismo audiovisual, particularmente en TV e Internet, las agencias de publicidad, los productores cinematográficos y las cadenas de programación televisiva son los consumidores insaciables de Imágenes tanto fijas como móviles, por emplear términos de inmediata comprensión.

    Las imágenes en movimiento, que nacen con el cine, están produciéndose en la actualidad a unos niveles técnicos de alto alcance, pues en el campo electrónico se está trabajando ya en unos estándares que se mueven entre lo analógico y lo digital, amén de la utilización doméstica de los modernos teléfónos móviles, grabadores de imágenes fijas y móviles. Por otra parte la imagen fija, nacida con la fotografía también está desarrollando unas calidades excelentes, que contribuyen a no olvidar el celuloide como un soporte manifiestamente perfeccionable por los medios electrónicos.

    Palabras clave:· cibercultura · cibersociedad · organizaciones · sistemas de conocimiento · sociedad del conocimiento

    2. Las imágenes son un artículo de primera necesidad en este mundo icónico

    · Son de muchas y variopintas clases y con destinos y funciones también plurales.

    · Hay imágenes preexistentes que tienen un interés esencial por sí mismas y otras que pasan casi inadvertidas, quizá por su cotidianeidad, pero no por eso menos importantes, su interés puede ser incidental.

    · Hay imágenes no existentes, pero que podrán crearse en potencia, en cantidad prácticamente infinita y con gran variedad de técnicas.

    · Hay imágenes en la variedad artística, cuyo deterioro en el tiempo exige una revisión, un ‘chequeo’, un diagnóstico y una aplicación más o menos urgente de un proceso restaurador. Ello exige una política de conservación.

    · Las imágenes, cualesquiera que sea el género al que pertenezcan, nos están haciendo revisar muchos lugares comunes, muchos tópicos al uso, sobretodo, los referidos al término cultura.

    · El uso y mantenimiento de las imágenes, con la transformación tecnológica de las redes de telecomunicaciones –incluídos lo satélites–, está provocando nuevas actitudes en las empresas y en los usuarios, cara a convertir las antiguas estructuras en un inmenso mercado de la no menos inmensa aldea global.

    · En este casi inagotable trasiego de imágenes convendría reflexionar sobre la sociedad de consumo icónico que se avizora y que, iniciada por la televisión sin fronteras, puede hacernos perder el sentido de la jerarquía sociológica de valores.

    · El día en que, por las invenciones tecnológicas que aún son ciencia ficción, se materialicen –se conviertan en algo tangible– los sueños, con sus pesadillas incluídas, ese debatido mundo del subconsciente podrá ser estudiado por la psiquiatría dándose un paso gigantesco hacia el conocimiento de las funciones cerebrales como inconscientes creadoras de imágenes, pero dentro de unas claves del comportamiento consciente que se relacionarían con rigor y objetividad científicos. Una profunda inmersión en el enredado laberinto del cerebro humano, siempre en evanescente fusión de lo real–irreal.

    Muchas más reflexiones se podrán hilvanar sobre este tema, pero recuperando el hilo de la creación de un Departamento de Banco de Imágenes, vamos a concretar el estado de la cuestión hacia nuestro país, y particularmente hacia el conocimiento y conservación de nuestro patrimonio cultural. En el devenir histórico de los pueblos que se asentaron en la península ibérica durante siglos, a pesar de guerras, devastaciones, catástrofes naturales y depredadores de variado signo, se desarrolló por las élites un sentido de la conservación- aristocracia, clero, alta burguesía- dominantes de obras de arte y testimonios manuscritos primero e impresos después, que se plasmó en las colecciones que se fueron acumulando en bibliotecas, archivos y museos.

    Con el siglo XX nacen y se consolidan las primeras filmotecas, para luego, con el desarrollo de la fotografía, tomar conciencia de la necesidad de crear también fototecas. Con las nuevas técnicas de grabación sonora, y el impacto de la industria discográfica y las emisoras de radio, se crean las discotecas. Con el nacimiento de la televisión se perfeccionan los sistemas de registro y las videotecas son los almacenes de imágenes que crecerán inusitadamente, sin que los rectores de las diversas cadenas le concedan demasiada importancia en principio a esos archivos audiovisuales.

    Aquí empieza el calvario de una nueva profesión, el especialista en archivar imágenes. Y empleamos la palabra ‘calvario’ porque la trayectoria que ha seguido esta nueva profesión hasta su reconocimiento actual, ha supuesto una constante reivindicación sobre las facultades y preparación que este perfil profesional supone.

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