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La importancia del maestro constructivista, un esbozo


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    Creo que nadie pone en tela de juicio que nuestros sistemas educativos se han vuelto obsoletos, cada vez tenemos más dudas sobre su eficiencia, esto, si bien lleva a cuestionamientos severos y a la búsqueda de culpables, no permite llegar a entendimientos claros y menos a soluciones precisas; sin embargo, nos obliga a redoblar esfuerzos para encontrar caminos que nos permitan reorientar nuestras perspectivas educativas. Esta inquietud universal, de un tiempo atrás viene dando frutos que parten indiscutiblemente de la preocupación por una Calidad en la Educación, precepto que persigue la excelencia educativa, sustentable y para toda la vida.

    En la educación nos dice Ballenato Prieto (2008), "todos somos parte importante: padres e hijos, profesores y alumnos, la administración, los ciudadanos, la sociedad en su conjunto" y nos clarifica mas adelante "Ser parte implica que exista una participación real, responsable y activa". Esto requiere compromiso, presencia, intervención y acción. Responsabilidades compartidas de lo cual no creo existan dudas, no obstante, considero inobjetable y fundamental la participación del docente, en la medida que su intervención se pretende deje de ser jerárquica, impositiva y autoritaria (la transmisora absoluta de los conocimientos); para convertirse en mediadora, orientadora y promotora de la construcción del aprendizaje que debe realizar el estudiante.

    En este particular aspecto es donde quisiera enfocar el objetivo de este breve ensayo, sustentado, debo aclarar, en una serie de reflexiones tomadas de fuentes diversas con el único intento de promover ideas en torno al tema. La figura emblemática del profesor como generador de reflexiones y progreso en la sociedad, no puede ponerse en duda, por ello lo fundamental de comprender sus alcances y limitaciones para una revaloración de su función social, un mejor aprovechamiento de sus conocimientos y una justa retribución a su esfuerzo.

    Si aprender a aprender, deberá ser un modelo a seguir en esta búsqueda de la Calidad, el aprendizaje significativo se torna relevante (y no se trata desdeñar otros métodos de aprendizaje que tienen sus valores y aplicaciones igualmente reconocidas) pero este medio parece reunir condiciones de garantía para la formación de un ser humano íntegro, crítico y reflexivo, y una de las corrientes pedagógicas que contempla entre su dinámica estas acciones, es el constructivismo. Partiré, por lo tanto, de una revisión somera de esta tendencia para poder llegar a un elemento protagónico del modelo que es el profesor constructivista, cuya participación en este engranaje educativo, lo sitúa en un espacio muy particular.

    En opinión de Siegel y Cocking (1977), el constructivismo es una noción que se refiere a la actividad conceptual mediante la cual "en el transcurso de las interacciones con los objetos, las personas o los hechos un individuo construye una realidad de ellos. Esta construcción mental guía entonces las subsiguientes acciones con el objeto o con otros hechos". Para Carretero (1997), no es un término univoco, es una construcción que realizamos todos los días y en casi todos los contextos en los que se desarrolla nuestra actividad; particularmente nos dice:

    El constructivismo se basa en la idea de que el individuo —tanto en los aspectos cognitivos y sociales del comportamiento como en los afectivos— no es un simple producto del ambiente ni el resultado de sus disposiciones internas, sino una construcción propia que se produce día a día como resultado de la interacción entre esos factores.

    Si bien existen diversas definiciones al respecto y lo vemos como una posición compartida por diferentes tendencias de la investigación psicológica y educativa, como leemos en el artículo Un vistazo al constructivismo, Certidumbre e incertidumbre de González Dávila (2001):

    No existe una teoría constructivista, sino un conjunto de visiones epistemológicas, psicológicas, educativas y socioculturales sobre el aprendizaje que tienen sus raíces en las investigaciones de diversos autores y escuelas de pensamiento, tales como los seguidores de la corriente Gestalt, Piaget, Wallon, Vigotsky, Bruner, Dewey, Gagné, Ausubel y Novak, entre otros.

    No obstante, los constructivistas parecen estar de acuerdo en entender el conocimiento como algo "provisorio, en desarrollo, no objetivo, construido interiormente y mediado social y culturalmente" (Fosnot, 1997); esta definición no es el resultado de un descubrimiento, sino el fruto de una construcción mental que no se fija en la correspondencia con una realidad objetiva, sino en la solución de los problemas que el individuo encuentra en su relación con el ambiente. Karla Murphy (2004), lo asevera "en la perspectiva constructivista, el individuo construye el conocimiento a través de su interacción con el ambiente" intentando "dar sentido al propio mundo".

    Según Coll (1997), es posible distinguir cuatro tipos de constructivismo: el inspirado en la teoría genética de Piaget; el de las teorías del aprendizaje verbal significativo de los organizadores previos y de la asimilación propuesto por Ausubel; el inspirado en la psicología cognitiva y el que se deriva de la teoría sociocultural propuesta por Vigotsky. En otras palabras, el modelo constructivista centrado en el individuo, en sus experiencias previas de las que realiza nuevas construcciones mentales, considera que la construcción se produce: Cuando el sujeto interactúa con el objeto del conocimiento (Piaget), cuando esto lo realiza en interacción con otros (Vigotsky) y cuando es significativo para el sujeto (Ausubel).

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