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Byte y pixel: interacción persona-computador

Enviado por Francisco Ficarra

Partes: 1, 2

    1. El píxel en las aguas turbulentas de la corrupción
    2. Un ejemplo desde el ojo del huracán
    3. Vademécum para salvarse de tifones
    4. El triángulo Baldinger y la ambigüedad del término doctor
    5. A modo de conclusión

    En las pirámides de las culturas precolombinas o del antiguo Egipto, en el vértice superior, el mundo terrenal entraba en contacto con el más allá. Dentro del triángulo de las Bermudas de la interacción personacomputador u ordenador, en las próximas páginas desvelaremos cómo, a través de la cúspide de turbulentos entresijos del bit y del píxel, radicada en Barcelona, se difunden bochornosas realidades hacia los cuatros puntos cardinales del planeta. Además, se presentan las primeras bases de un vademécum, para evitar caer ingenuamente en los vientos huracanados de la corrupción.

    Cuando hablamos de interacción persona-computador (IPC, otras siglas análogas son IPO o HCI), la pantalla del computador es considerada como el vehículo privilegiado para transmitir contenidos. En cierta medida, es una consecuencia lógica de la fruición de la televisión, ya que el ser humano capta el 70 por ciento del contenido de los mensajes a través del audio y la visión. Es decir, que somos audiovisuales por excelencia. 

    Obviamente, en el contexto digital entran en juego los píxeles, es decir, cada uno de los puntos que componen la pantalla. He aquí un auténtico epicentro de conocimientos científicos, con un potencial enorme en los próximos años, especialmente para la comunicación interactiva, para la telefonía móvil y la televisión. Empero, dicho poder en manos impúdicas se extiende como un tumor maligno hacia el resto de los contenidos de la IPO.

    El píxel en las aguas turbulentas de la corrupción

    Una vez más, se constata cómo todo aquello que está en torno al píxel es prioritario en el contexto informático. No en vano, Microsoft, para su nuevo sistema operativo Windows Vista, ha invertido millones de dólares para mejorar la interfaz y orientarla hacia el público internacional. Otros, en cambio, como Linux, no gastan ese dineral, y tienen una interfaz muy aceptable. 

    En el mundo de la comunicación social se suele decir que: "una imagen vale más que mil palabras". No obstante, con la democratización de los píxeles a través de Internet, hay quienes sostienen que la imagen ha muerto y que el poder de la veracidad vuelve a la palabra, tal como opina Régis Debray en su libro Vida y muerte de la imagen. Al respecto, basta contrastar la pujanza de los programas de autoedición, tales como: Photoshop, CorelDraw, Illustrator, etc., para modificar velozmente imágenes, independientemente de si tienen un formato bitmap o vectorial.

    En el caso de las animaciones creadas con el computador, los límites cinematográficos están en la imaginación de los autores. Hay películas realizadas 100 por ciento con el computador: La hormiga "Z", La era glaciar, Robots, entre tantas otras; o bien, insertar actores actuales con un ex presidente fallecido de los Estados Unidos, como es aquella escena del film, Forrest Gump, cuando el actor Tom Hanks hablaba con el presidente John F. Kennedy. También, es factible efectuar simulaciones virtuales, previas a las operaciones quirúrgicas (visualización científica), reconstrucciones arqueológicas, y un extenso etcétera.

    Unos excelentes ejemplos de la majestuosidad del píxel se pueden encontrar en festivales internacionales, tales como: Siggraph, Eurographics, Imagina y Future Film Festival. En la base de todas estas imágenes hay una serie de logaritmos tendientes a resolver problemas de modelado, animación, iluminación, texturas, acabado o rendering, etc.

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