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En la búsqueda de nuestra identidad

Enviado por Ernesto Marcellini


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    1. Bibliografía

    "Porque cada día es un comienzo nuevo. Porque esta es la hora y el mejor momento"

    Desde los inicios de mi carrera profesional siempre tuve desafíos, encuentros y desencuentros, que a través de mi permanente capacitación y búsqueda de alternativas y además estrategias que me aporto mi otra profesión, el ARTE, pude dar respuestas, a las distintas situaciones que se fueron presentando y que luego formaron parte del caudal de vivencias para enriquecer mi praxis desde una mirada holística.

    Mi vida, como un laberinto con muchos caminos por tomar y que en el diario caminar puede haberme estrellado contra las paredes, cuando las circunstancias se me hicieron difíciles, me hizo adoptar una posición positiva y de desapego, porque nada gano con preocuparme, angustiarme, y torturarme con los problemas.

    Aprendí, que ante cualquier dificultad existía una razón que muchas veces escapaba a mis perspectivas y no entendía el porqué. Pude entenderlo cuando me elevé por encima de las paredes del laberinto y visualicé desde allí el todo. Fue en ese momento en que aparece en mi vida el desafío de poner en marcha un establecimiento educativo cuya oferta está destinada a jóvenes y adultos y que recientemente había sufrido su desarraigo, fruto de la implementación de nuevos marcos regulatorios del proyecto educativo que le dio origen e identidad.

    El primer día que llegué al establecimiento para ser puesto en funciones por las autoridades correspondientes y al bajarme del colectivo, me tomé unos segundos para observar el paisaje que enmarcaba el emplazamiento de la escuela. Parecía una fotografía de principios de siglos, la plaza, la iglesia en frente de la misma, el edificio escolar en diagonal, haciendo esquina, un viejo bar, casas antiguas, que parecía que el tiempo se había empeñado en conservar, puesto que el barrio, uno de los primeros asentamientos urbanos de inmigrantes, en la periferia de la ciudad, me hizo recordar la historia de ese espacio geográfico. La plaza era el epicentro de un barrio que comenzaba a formar parte de la historia del crecimiento poblacional, que demandaba la implementación de Políticas Públicas, para satisfacer las necesidades de dichos pobladores. En dicha plaza, denominada "PLAZA DE LOS BURROS", era el espacio, en donde los trabajadores rurales y sus familias, se concentraban para retirar el agua potable, que se suministraba a través de la única cañería de agua potable, que llegaba hasta la plaza. Allí, se refrescaban a los caballos, se lavaba la ropa y los utensilios de uso doméstico y en donde hoy funciona la escuela, eran los baños públicos, destinados a la higiene familiar.

    El edificio aún mantiene su estructura original y sólo en su interior, se pueden distinguir las intervenciones arquitectónicas que permitió ser sede de un establecimiento educativo. Sus ventanas al exterior tienen la altura suficiente para evitar que desde el exterior se pueda observar hacia adentro, y de alguna manera, esto obedecía a mantener la pulcritud y la privacidad de aquellos ciudadanos que utilizaban este espacio como baño público. Esta estructura cerrada que aún perdura, da la sensación de que los fantasmas de la historia se empeñan en conservar la privacidad de su interior.

    Ingresar era un desafío, abrir sus puertas, conectarnos con el mundo exterior fue quizás la tarea más difícil a enfrentar, puesto que la cultura institucional así lo imponía.

    Mi presencia en el establecimiento, generaba una fuerte resistencia, a tal punto, que ni siquiera un saludo, un gesto, hacía posible mi acercamiento, siendo que en un principio, mi función solo se limitaría a una tarea meramente administrativa, mientras durara el período de transferencia de dicho servicio a la órbita de la entonces Sub-Dirección de Jóvenes y Adultos, en el año 2005, dependiente del Ministerio de Educación de la Provincia de Córdoba, situación que hasta la fecha no se ha concretado. Sintiéndome encerrado en un bagaje de acciones técnicas, significando esto, entrar en un campo exclusivo de la tecnocracia, me obligaba a mantenerme en total silencio y a observar las reacciones, las respuestas, los gestos, el trato con los alumnos. Intentar a su vez, entender el porqué de la presencia de las autoridades de la escuela de origen, que se empeñaban en permanecer en los supuestos espacios de poder, como ser la Dirección, la Secretaría, etc. Supongo, que este comportamiento casi irracional, era fruto de la pérdida de un Proyecto que les pertenecía y seguramente correría por sus venas la impotencia ante la decisión política, que sin anuncios previos, les arrebató parte de su identidad. Se sentía un aire de nostalgia, de dolor y de incertidumbre, frente a sus destinos y al de sus alumnos. Ante lo expuesto, comencé a tomar nota, a registrar entre mis papeles los comentarios, algunos gestos, para intentar encontrar la fisura en ese entramado que me permitiese incorporarme a la misma.

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