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Tibidabo (página 2)

Enviado por Felix Larocca


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El regalo, camino de dos vías

Mary Cassatt, pintora norteamericana, nos legó una serie de lienzos donde expresa la mutualidad que existe entre la madre y el niño en varias de las etapas de su desarrollo. En sus cuadros se descubre, con ternura, ese diálogo entre subconscientes neuronas espejo — que indica el comienzo de la capacidad de amar y de sentir el amor.

Porque el amor, si se ofrenda como regalo, es el de mayor trascendencia y valor.

En algunas aves, el ritual del amor, como acto, es tan elaborado que los amantes en cuestión dedican, a veces días, en el proceso de demostrar, a quien sus instintos e intuiciones le señalan ser merecedores de ese cariño especial.

En los cuentos de hadas, en los mitos universales, en las leyendas ubicuas a todas culturas, en la transmisión de las tradiciones que permiten a las tribus existir en unidad cohesiva y familiar, el regalo y el festín son asuntos de importancia singular.

Hablaremos aquí del presente, como ofrenda simbólica

Del festín hablaremos en otra ocasión.

Todo comienza con una mirada. Una impresión que viaja por nuestros sentidos a velocidad vertiginosa, porque nuestros procesos mentales son verdaderamente veloces.

Amor a primera vista

Porque es a primera vista como el amor, siempre nace. El amor es un proceso neuroquímico de pasmosa complejidad. Existe en el ser humano, despertando en el cerebro una serie de fenómenos que, finalmente conducirán al apareamiento de dos personas para que sus genes se mezclen y para que, como resultado, nazca una nueva generación.

Una unión que está naturalmente programada a perdurar unos 36 meses en su forma natural.

Para que esa relación crezca más allá del proceso reproductivo es necesario que exista un proceso de definición, ajustes, y acomodaciones mutuas. De dar y recibir y más que nada de apego y madurez.

La madurez, es esencial y sin ella, el amor "moderno", nunca existirá.

Cuando estamos enamorados, nuestras mentes pueden estar obsesionadas por el deseo de mantener cercana la persona cuya compañía extrañamos. En el sentido de que se concentran nuestros pensamientos en esa única persona, nuestra mente está reducida en su alcance; pero también es cierto que los vuelos de la imaginación resultantes, nos elevan a niveles de sublimación poética desde donde apreciamos lo bello, y creamos la belleza misma, inspirados en nuestros sentimientos por el ser ansiado.

El regalo, la ofrenda, el sacrificio. Son palabras que los textos sacros contienen miles de veces. Las contienen por razón de su importancia para nuestros equilibrios individuales, para nuestra adaptación y para nuestra supervivencia como género.

El regalo, como el lenguaje de los sueños, es rico en su simbolismo y transmite un mensaje críptico que solo puede ser descifrado por quien lo da y quien lo recibe.

Una amiga mía, hace un tiempo recibió como regalo un llavero que le diera un novio — ya ido — O no, ¿tan ido? Porque, cada vez que prende el motor de su carro, sin darse cuenta, recuerda a su ex-novio.

Otra persona a quien asimismo conozco, recuerda cuando, hace muchos años, otro amante querido le puso en sus manos un estuche que contenía una ampolla del perfume, Nuit de Nöel. Eso fue hace más de cuatro décadas, que ocurriera, pero, el aroma hoy persiste indeleblemente.

El regalo, los reyes magos en la adoración del Niño Jesús. Ceremonia que los niños de la cristiandad observan casi sin saber por qué lo hacen.

El poder de dar y el deseo de recibir. La existencia de neuronas espejo que nos permiten transmitir información imperceptible para los demás y descifrable por quienes se comunican de este modo tan especie-específico.

El regalo de leer la mente de quienes amamos y la utilización de esa comunicación tan compleja para enriquecer nuestros vínculos emocionales y estrechar nuestras relaciones afectivas.

Nunca regalemos sin pensar en lo que vamos a regalar y en el impacto y significado que lo que ofrezcamos tendrá en quien lo va a recibir. Recordemos que el regalo es un mensaje que altera el equilibrio de nuestras neuronas cerebrales.

Nuestros regalos deben de expresar que nos conocemos a nosotros mismos, que conocemos a quienes pretendemos halagar y que por medio del obsequio queremos dejar una huella de permanencia indeleble en quien, o en quienes lo reciban.

Para regalar de esa manera es necesario haber rebasado las etapas del narcisismo primario y haber adquirido la capacidad de ofrecer y de dar, sin espera de retribución — más allá del haber hecho a alguien, a quien queremos — más feliz por nuestra devoción y cariño.

Punta Cana. República Dominicana

Tristemente, muchas personas no piensan así, procurando ofrecer a otros lo que para sí mismos, con egoísmo, desean. En esos casos los resultados son patéticos. Aunque siempre se les dan las gracias…

Por ello es que, a menudo, el regalo mejor es una mirada, un gesto o una presencia y no un artículo de valor comercial.

Con ello me despido… Y que éste sea, para todos, mi regalo.

No bibliografía:

Como ofrenda final

 

 

Dr. Félix E. F. Larocca

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