La dialéctica del liderazgo educacional: Una herramienta para el profesor
Enviado por César Juan Puente Garzón
- La interrelación escuela-comunidad para ser efectiva, necesita de un líder.
- El poder y la autoridad moral de la escuela, constituyen elementos claves para su influencia sobre la comunidad
- La capacidad de la escuela para transformar la comunidad es una condición indispensable para su liderazgo
- Contrarrestar las limitaciones actuales es el punto de partida para toda escuela que aspire a alcanzar el liderazgo institucional
- Conclusiones
- Bibliografía
Introducción
La formación integral del ciudadano es una tarea por todo un sistema de influencias, formales y no formales, integrado por la familia, la escuela, la comunidad, las instituciones, etc., los que tienen la responsabilidad de incidir en las personas para que estas puedan contribuir al desarrollo de la sociedad.
Cada elemento de este sistema de influencias posee sus especificidades cualitativas, sus características y funciones bien definidas, así como su autonomía e independencia relativa, pero como sistema al fin, solamente la interacción entre ellos, potencia la función formativa del ciudadano.
Actualmente en la proyección de las políticas educacionales de Cuba se ha planteado la necesidad de incorporar activamente los centros educacionales a la comunidad y de igual forma las políticas sociales de desarrollo comunitario reconocen que la escuela puede constituir divulgadora efectiva de los programas de rescate de la vida comunal.
Los vínculos e interacciones entre la escuela y la comunidad han sido objeto de múltiples investigaciones en los últimos años. Ello corrobora el reconocimiento de su importancia para el desarrollo de la sociedad. Sin embargo es evidente que no se ha logrado la deseada eficiencia de este proceso, entre otras cosas, por limitaciones en las concepciones sobre su estructuración, organización, dirección, el nivel y el carácter de la participación de cada elemento.
Los autores que han tratado el tema sustentan diferentes criterios sobre cual debe ser el elemento rector del proceso; unos definen a la escuela, partiendo de su función social; otros consideran que la comunidad, que a través de sus órganos de gobierno define, orienta y controla el papel de la escuela; un tercer grupo prefiere reconocer la existencia de una interacción recíproca, donde el elemento rector puede intercambiarse en dependencia de la proyección de líder de cada una de las partes.
Es evidente que cada enfoque puede tener su lógica interna si valoramos las muy diferenciadas condiciones en que se desempeña la escuela cubana.
DESARROLLO
La interrelación escuela-comunidad para ser efectiva, necesita de un líder.
Para tratar de llegar a un consenso sobre las características de la interrelación escuela-comunidad y las posibilidades de liderazgo de una de las partes, es necesario realizar algunas reflexiones.
Debemos partir por considerar el liderazgo como un fenómeno en que una institución aparece ejerciendo influencia decisiva sobre el comportamiento de otras instituciones o grupos de personas y los conduce a lograr objetivos específicos en una situación dada.
Esto significa que en la relación escuela-comunidad, ocupará el lugar de líder, aquella parte que sea capaz de llevar a cabo un proceso de influencia que conduzca a la otra a cumplir mejor su papel en la formación de los ciudadanos.
Para comprender mejor lo anterior, tendremos que reconocer un proceso de influencias como aquel en que una de las partes trata de producir en otras cambios de sus creencias, valores, actitudes, motivaciones, expectativas y comportamiento, lo que no significa ignorar que estos procesos suelen ser bidimensionales, debido a la relación sujeto-objeto y sujeto-sujeto que se pone de manifiesto en todo sistema de influencias.
En este punto de las reflexiones, debemos valorar el encargo social tanto de la comunidad como de la escuela y reconocer que la comunidad debe crear las condiciones para el desarrollo de la familia, la satisfacción de su necesidades, tanto materiales como espirituales y el cumplimiento de sus funciones, mientras que las políticas educacionales de nuestros países coinciden plenamente en que la escuela como institución social tiene el encargo de trasmitir todo el sistema de conocimientos, habilidades y valores acumulados, que permita al individuo desenvolverse en la vida social y contribuir al desarrollo de la sociedad.
Es evidente que ni la comunidad ni la escuela pueden lograr su encargo social sin la participación de la otra parte. La comunidad, para cumplir su rol, necesita crear una infraestructura basada en instituciones de todo tipo, entre ellas educacionales. Esta realidad ha servido de base al criterio de que la escuela, como institución creada por la comunidad debe ser liderada por esta.
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