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Estudiando la naturaleza de la cerca. (A propósito del debate educativo uruguayo)

Enviado por Douglas Ifrán


Partes: 1, 2

    1. Una historia ya vieja
    2. La indigencia teórica
    3. Buscando los verdaderos ejes
    4. Revalorizando la reflexión
    5. Desafíos paralelos

    "Un león fue capturado y encerrado en un zoo, donde se encontró con otros leones que llevaban muchos años. El león no tardó en familiarizarse con las actividades sociales de los restantes leones, los cuales estaban asociados en distintos grupos. Un grupo era el de los socializantes; otro el del mundo del espectáculo: incluso había un grupo cultural, cuyo objetivo era preservar las costumbres, la tradición y la época en que los leones eran libres; había también grupos religiosos, que solían reunirse para entonar canciones acerca de una futura selva en la que no habría vallas. Y había finalmente revolucionarios que se dedicaban a conspirar contra sus captores. Mientras lo observaba todo, el recién llegado reparó en la presencia de un león que parecía dormido, un solitario no perteneciente a ningún grupo. Le dijo:

    Ten cuidado. Esos pobres locos se ocupan de todo menos de lo esencial: Estudiar la naturaleza de la cerca"

    En estos últimos años la fábula citada se ha empleado como recurso en muchos cursillos y como encabezado o cierre de ponencias. Sin embargo, seguimos sin analizar la cerca, sin atender al viejo león. Es tiempo de centrar las miradas en ella.

    En 1963 la Comisión de Inversión y Desarrollo Económico (C.I.D.E) se pronunciaba en estos términos sobre la problemática educativa.

    " La escuela uruguaya es actualmente inadecuada para superar los factores que inciden en ella. Su eficacia pedagógica y cultural se compromete día a día al no crear nuevos tipos de enseñanza para esta realidad en la que está inscripta."

    Han pasado los años. Se han levantado infinidad de propuestas y discursos desde un extremo al otro del abanico ideológico. Se han sucedido las autoridades y casi tres generaciones de docentes han transitado por las aulas, sin embargo seguimos en el fondo frente al mismo problema. Determinadas estrategias han fracasado una y otra vez, sumando más que solucionando problemas. Si entonces se señalaba la inadecuación de aquel presente con la acción educativa, ¿qué podemos decir hoy? ¿No será hora de tratar de recorrer otros senderos? ¿No será tiempo de ocuparnos en primer lugar de la cerca, como se nos aconseja? Estoy convencido que sí.

    La década de los noventa asistió a una intensa actividad reformista impulsada a través de los modelos impulsados por las grandes agencias financieras internacionales. De norte a sur a lo largo del continente asistimos a la aparición de un nuevo discurso educativo que lamentablemente no ha pasado en vano. Ha dejado secuelas y entre otros debes, deudas a largo plazo en lo financiero y en lo social. Entre las que merecen mayor destaque están las que se refieren a las múltiples deformaciones que introdujeran dentro del funcionamiento de las organizaciones. Desde estructuras como Mecaep o Memfod, se generaron mensajes que circularon por los canales educativos sin que mediaran espacios de discusión ni controles democráticos sobre los mismos.

    Ahora en Uruguay revemos aquellos pasos y se procura colocar en primer plano un debate educativo como forma de encontrar una salida. En sí misma la iniciativa no es mala, pero cae en una serie de errores que limitan su horizonte. No parte de abordar el análisis de la cerca; seguimos sin preocuparnos de ella.

    Más allá de nuestros buenos propósitos seguimos tras la panacea que solucionará de un plumazo las dificultades que nos afectan y sin embargo… Una ley de enseñanza por más que surja de cien o mil asambleas populares, no solucionará los problemas educativos de fondo que afectan a las nuevas generaciones. Al parecer no hemos aprendido nada de nuestro pasado. En buena medida estamos repitiendo el error de la generación romántica del siglo XIX. Aquellos se empeñaron en crear leyes creyendo que con eso bastaba para transformar la realidad. Hoy parecemos querer transitar el mismo camino.

    Las soluciones implican coparticipación de todos los actores pero no podemos limitarnos que la luz surja mágicamente. En un debate como el planteado y de acuerdo a las características de nuestra sociedad, hemos de cuidarnos de las voces corporativas que tienden a hegemonizar la palabra. Lo anterior nos debe servir de advertencia sobre la complejidad que enfrentamos y que la solución no la encontraremos a través de promedios matemáticos entre las diferentes visiones que confluyen.

    Los problemas educativos son de naturaleza político – cultural y como tal deben ser enfrentados y reclama de las autoridades la definición clara de su posición al respecto. Exige a su vez la materialización de mecanismos eficientes de circulación de ideas y voces, garantizando que ellas lleguen a todos.

    Una historia ya vieja.

    Suma ya varias décadas el convencimiento de que la educación atraviesa un terreno de dificultades cada vez más serio. La insatisfacción con respecto a la educación penetra en mayores sectores sociales, más allá de que adopte formas totalmente diferentes. En 1970 la publicación El Correo de UNESCO presentaba en su tapa un título removedor para la época: La crisis de la educación. Las dificultades que mostraban los sistemas educativos para adaptarse a las nuevas circunstancias pasaban a estar en primer plano.

    Mucha agua ha corrido desde entonces y aún seguimos buscando un camino de salida. Lo preocupante es que con terquedad insistimos en los mismos errores una y otra vez. Estamos aún lejos de tener una visión más o menos certera de la naturaleza de esta crisis que nos atraviesa. La complejidad de esta y las particularidades de cada sociedad dificultan la reflexión.

    Comencemos por entender por crisis lo siguiente:

    "…es sobre todo un estado donde afloran contradicciones que permanecieron rezagadas por mucho tiempo, un momento de rupturas, desacuerdos, desconciertos, perplejidades y paradojas y muy especialmente de ambigüedades, pues las relaciones de poder y las acciones institucionales vacilan frente a sus propias conductas; en la crisis la normalidad queda en suspenso y la certeza de las políticas es inconcebible."

    Todos y cada uno de los elementos señalados se verifican en el presente estado de situación. Las vacilaciones se multiplican y gana espacio el desconcierto y la disconformidad. Se amontonan las disposiciones de control mientras el problema se va de las manos y mientras se mantiene un discurso se ejecuta una práctica que nada o muy poco tiene que ver con aquel.

    Hace casi tres lustros Ettore Gelpi aportaba lo siguiente:

    "La falta de confianza en el sistema de educación formal, estimula muchas veces a los padres, a los jóvenes y a los adultos a buscar soluciones particulares para satisfacer a sus necesidades educativas… esta tendencia puede ser peligrosa para la democracia educativa de cada país como a nivel internacional"

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