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Cambios físicos que afectan la sexualidad en la vejez

Partes: 1, 2

    Publicación original: Colombia Médica, 1998; 29: 148-154 – ISSN 1657-9534, Reproducción autorizada por: Corporación Editora Médica del Valle, Universidad del Valle, Cali, Colombia

    RESUMEN

    Las personas pueden tener una sexualidad activa en la vejez. Aquí se describen los cambios por envejecimiento que influyen sobre el sexo. En el hombre hay una disminución de la libido y de la rigidez del pene, aumento del estímulo peneano directo para alcanzar la erección, disminuye la fuerza expulsiva eyaculatoria, y se prolonga el período refractario. Sin embargo, la urgencia eyaculatoria disminuye, lo que protege de eyaculación precoz y facilita un coito prolongado. El exceso de alcohol y las enfermedades como hipertensión, diabetes y déficit de vitamina B12 afectan la sensibilidad peneana. La enfermedad vascular es la primera causa de disfunción eréctil, e incluye la enfermedad arterial oclusiva y el escape venoso peneano. En la mujer la libido disminuye por factores múltiples; si no hay reemplazo hormonal la menopausia produce cambios involutivos en los órganos urogenitales, como atrofia vaginal y disminución de la lubricación, esto es menor en las mujeres sexualmente activas. La capacidad sexual y la sensación en el clítoris permanecen intactas; el orgasmo permanece hasta edad muy avanzada pero es menos explosivo.

    Palabras claves: Envejecimiento. Sexualidad. Geriatría.

    Cambios físicos. Vejez.

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    El mito que "los ancianos ni están interesados ni son capaces de comprometerse en actividad sexual" cambia gradualmente. No obstante, aún está lejano el día por alcanzarse un conocimiento completo de la sexualidad geriátrica. Hasta hace poco, se creía generalmente que el contacto sexual era de esperarse en los adultos jóvenes, pero era "anormal" cuando aun fuera sólo deseado por los ancianos1. Los hombres ancianos que expresaban interés en el sexo se catalogaban como "viejos sucios o verdes," y las mujeres ancianas que exigían ser sexualmente activas no tenían la posibilidad de expresarlo. En la actualidad, las oportunidades para una discusión franca, la educación, y la investigación en envejecimiento sexual normal se vuelven rápidamente una realidad.

    CAMBIOS EN EL HOMBRE

    Disminución de la libido. Claramente, el interés sexual cambia con el envejecimiento. Uno solo tiene que pensar en la niñez y en la adolescencia para recordar los cambios que ocurrieron durante la pubertad. Los niños prepúberes muestran una aversión a las interacciones con miembros del sexo opuesto. Sin embargo, durante la pubertad, el comienzo del aumento de la secreción de testosterona por los testículos lleva a un cambio bastante notable en la conducta heterosexual; de repente los niños encuentran a las niñas interesantes y quizá incluso atractivas. Durante la adultez temprana, los niveles de testosterona alcanzan su pico máximo, así lo hace también la libido. En esta época muchos hombres empiezan a buscar una compañera sexual, y muchos se embarcan en una relación matrimonial. Con el comienzo de la edad madura, hay un cambio gradual en el deseo sexual, a menudo imperceptible. Los hombres en los cuarenta y cincuenta casi invariablemente permanecen libidinosos, pero encuentran que su interés en el contacto sexual empieza a cambiar. Los intentos para la relación sexual per se llegan a ser menos frecuentes y aumenta la importancia de las caricias. Aunque no es parte del envejecimiento saludable normal, algunos hombres pueden sentirse menos interesados en el sexo debido a trastornos de salud como en el caso de la enfermedad coronaria, o en respuesta a una reacción adversa a una droga legal o ilegal (ej. antihipertensivos, marihuana). Con el comienzo de la vejez, los hombres frecuentemente tienen dificultades con el retiro laboral y la pérdida asociada de la productividad financiera. Las alteraciones en la autoimagen pueden dar lugar a una disminución en la autovaloración y en el sentimiento de lucir atractivo. Estos sentimientos de insatisfacción se acompañan por la disminución progresiva con el envejecimiento de los niveles de testosterona, que muy seguramente juegan un papel en las alteraciones posteriores de la libido. Aunque los hombres muy ancianos usualmente no experimentan un interés fuerte en el sexo, como fue característico en la adultez temprana, muchos informan un interés continuo hasta un grado leve o moderado2,3.

    La causa de esta disminución gradual en la libido con el envejecimiento es obviamente multifactorial, pero la secreción testicular de testosterona juega un papel preponderante4. Al envejecer, hay disminución gradual en el volumen testicular y fibrosis global del testículo5. Aún no se sabe si estos cambios relacionados con el envejecimiento se deben a algún fenómeno celular primario, o en cambio a una insuficiencia vascular progresiva. El último resultado, sin embargo, es una disminución lenta pero persistente en la disponibilidad de la testosterona al envejecer, y una disminución asociada en el interés sexual6,7.

    La necesidad para un mayor estímulo directo. Como un adolescente, la mayoría de los adultos jóvenes encuentran que aun una estimulación peneana mínima lleva a una erección. Unos pantalones apretados, un toque breve con la mano, o virtualmente cualquiera estimulación peneana directa causará a menudo una erección en un hombre saludable de 18 años. Con el paso de los años, aparece una necesidad casi imperceptible de una estimulación peneana adicional para alcanzar una erección8. Cuando el hombre se acerca a la edad de la jubilación, esa necesidad para una mayor estimulación llega a ser notoria, y se percibe a menudo como una franca impotencia. La causa de esta relativa insensibilidad del pene permanece incierta, pero es seguramente una combinación de degeneración neural "normal" y el desarrollo de enfermedades crónicas (p.e., diabetes mellitus) las cuales se sabe que alteran la función nerviosa.

    La necesidad de una mayor estimulación peneana con el envejecimiento se relaciona con una disminución gradual en la velocidad de conducción nerviosa y una pérdida asociada de la sensación vibratoria a nivel del pene9,10. Esta disfunción nerviosa se manifiesta no sólo como una disminución en la sensibilidad peneana sino también como una lentitud en el tiempo de respuesta a los estímulos ambientales. Las causas de esta disfunción neural son probablemente múltiples. Primero, las células nerviosas no se multiplican; las neuronas que se tienen a los 80 años son las mismas que cuando se tenían 6 meses de edad. Al envejecer, estas neuronas se deterioran, y disminuyen su capacidad para funcionar a los niveles previos de eficiencia. Adicionalmente, hay un aumento gradual en la prevalencia de las enfermedades crónicas, muchas de las cuales debilitan la eficiencia neuronal11.

    Las enfermedades que comúnmente afligen al varón anciano, y que pueden debilitar la función sexual en general, incluyen la artritis, la hipertensión, la enfermedad vascular y la diabetes12. De estas enfermedades, sólo la enfermedad vascular y la diabetes juegan un papel importante en alterar la función neural. Todos los hombres desarrollan virtualmente algún grado de enfermedad vascular ateroesclerótica en el envejecimiento. Con la disminución gradual de la capacidad de los vasos sanguíneos para enviar el oxígeno hacia los nervios, hay un deterioro lento pero progresivo en la función neural. Además, aproximadamente 20% de los varones ancianos sufren de diabetes mellitus, y más o menos la mitad desarrollarán impotencia diabética. Un pequeño porcentaje adicional sufre de otras formas no-diabéticas de disfunción nerviosa que incluyen abuso de alcohol y deficiencia de vitamina B12. Cualesquiera de estos trastornos pueden tener un efecto adverso sobre la respuesta a la estimulación peneana.

    Rigidez peneana disminuida. Cuando se es hombre joven, las erecciones son casi invariablemente rígidas y el pene erecto es difícil de doblar. Aunque la rigidez declina gradualmente, al comienzo de los sesenta la mayoría de los hombres cae en la cuenta que sus erecciones ya no tienen la misma rigidez que solía tener. Usualmente, sin embargo, las erecciones son aún adecuadas para un coito vaginal durante el período de sesenta a sesenta y cinco años. Al acercarse los setenta, a menudo hay una aceleración en la disminución de la rigidez eréctil, a pesar de una gran estimulación peneana directa, que lleva a erecciones que dejan de ser adecuadas para la penetración vaginal13. En este tiempo el varón viejo reducirá las relaciones sexuales, altera sus prácticas sexuales, o busca la asistencia de un profesional de la salud.

    Es necesario determinar si esta disminución que se asocia con la edad en la rigidez eréctil es "envejecimiento normal." Aunque hay informes de hombres que mantienen una adecuada función eréctil en edades extremas, por lo general son miembros de sociedades no-industrializadas con dietas, estilos de vida y expectativas sociales bastante distintas de las de occidente14. Casi todos los hombres, por otro lado, demuestran usualmente una relativa disminución progresiva en la función eréctil que en realidad se relaciona más con una combinación de degeneración neural y enfermedad vascular15.

    La enfermedad vascular está simultáneamente en varios lugares del organismo, y la enfermedad coronaria aun es una causa común de mortalidad. Sin embargo, la enfermedad vascular raramente se localiza sólo en el corazón, más bien es una enfermedad difusa que además afecta al pene. La incapacidad de mantener un volumen adecuado de sangre dentro del pene resulta en una rigidez peneana deteriorada. La enfermedad vascular peneana es en verdad la causa más común de erecciones inadecuadas en la vejez entre los varones. Es difícil determinar si las fallas en las erecciones se deben a enfermedad oclusiva arterial peneana o a insuficiencia venosa peneana, pero es una distinción importante.

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