Descargar

La estructura perversa (página 2)


Partes: 1, 2

La desviación es con respecto al objeto. Aunque el fin perseguido por el instinto no se puede sustituir, es decir, siempre buscará la satisfacción aunque sea por vías alternas, el objeto sí puede ser sustituido. El perverso sustituye el objeto normal por una parte del cuerpo diferente a los genitales como una fijación en el camino normal de la realización sexual. Un dedo, un brazo, un pie, puede ser su fin sexual. O bien, un objeto asociado, como los zapatos, un cinto, el cabello, una prenda significativa para su instinto que debe estar asociada en el momento del acto sexual. La presencia de tal fetiche es lo que le brinda equilibrio a su estructura de orden perverso. El fetiche es el combustible del imaginario del perverso. Lo perverso radica en la alteración o degeneración o sustitución del objeto del instinto, más que en la maldad con la que comúnmente se asocia el término. En el mismo sentido Alzuru (n.f.) comenta con respecto a las perversiones:

"Encontramos que la perversión concierne al objeto sexual: la pareja sexual elegida puede ser un individuo del mismo sexo, muy joven o muy viejo y hasta un cadáver. El objeto sexual puede igualmente ser un animal, la ropa, zapatos y objetos del otro sexo, el perverso puede también ponerse estas vestimentas. La práctica sexual misma puede pervertirse: mostrar los órganos genitales, buscar el sufrimiento de la pareja, erotizar el propio sufrimiento, la participación de un tercero o de varios en el acto sexual, la multiplicación de estos actos, la mezcla de la orina y las heces en estos actos, etc."

Objeto y Cosa

El objeto en psicología no es precisamente un objeto inanimado la que comúnmente llamamos cosa. El objeto es el medio por el cual la fuerza del instinto encuentra su fin y el retorno al estado de equilibrio o nirvana inicial. Como lo ha ejemplificado Alzuru, el objeto también puede ser una persona en la cual está fijado el perverso en su camino al fin sexual. Sin embargo este objeto humano no es visto como tal, sino como una verdadera cosa a la cual es capaz de manipular sin los sentimientos que normalmente despierta una persona. Lastimar, castigar, erotizar, etc. no despierta en el perverso el más mínimo sentimiento de empatía hacia su objeto. Si no es capaz de sentirse a sí mismo por el vacío psicótico que experimenta, menos de otra persona. Pero mientras el psicótico ignora todo, el perverso se da cuenta de su falta y su vacío que sólo llena fantasmagóricamente a través del sentimiento de dolor causado a los demás, sentido como placer. El perverso sabe perfectamente, aunque se niega a verlo, que sin su objeto fetiche nada puede hacer, y que si lo abandona puede él mismo abandonarse a la rabia y la frustración al recordar su falta. Lo necesita para estar tranquilo. Es su mecanismo defensivo.

Secreto y Sorpresa

El equilibrio en la estructura perversa puede romperse y lanzar al sujeto a una conducta con rasgos muy típicos e identificables. Mientras el neurótico no puede guardar un secreto, el perverso es maestro del arte. Puede mantener un secreto de algún acto planeado hasta el momento "correcto" para revelarlo. El momento ideal es cuando revelarlo pueda causar el mayor sufrimiento en su víctima. Uno de sus aliados naturales es la sorpresa al revelarlo puesto que sin ella no podría causar el efecto esperado. Es decir, el perverso maquina planes, sin tener la necesidad de dar pistas de lo que está haciendo. Actúa muy precavidamente que nadie puede notar o sospechar de sus planes. No se altera al hablar aunque después de ello lance su comentario mordaz o su golpe maestro.

La mentira y la Cautela

En una primera etapa, el discurso perverso está lleno de adulaciones hacia su víctima. La hace creer que es incapaz de hacerle algún daño. Puede ostentarse como su aliado por bastante tiempo sin despertar la menor sospecha del objetivo de sus maquinados planes. Actúa con cautela y sin mostrar ni siquiera en los detectores de mentiras algún signo de culpa que pueda delatarlo. Su placer radica en atacar repentina y rápidamente. El sufrimiento del desprevenido y desarmado es la causa de su goce por momentáneo que éste sea. La secuencia conductual sería la adulación para elevar a su víctima para luego, sin piedad, dejarla caer repentinamente.

Reglas y Desafío

La suposición natural sería que la perversión no admite ni sigue reglas en las relaciones que emprende, o que en cuanto se enfrenta a una, inmediatamente intenta romperla. Esto es cierto en algún momento de sus ciclos de conducta. Sin embargo, si alguien es fanático de las reglas ese es el perverso. Es el primero que las promueve pero no para seguirlas sino para romperlas. Pero no es como un seudo-perverso sociopata- neurótico que actúa en grupo, provoca y rompe las reglas sin ton ni son con el afán del poder. El perverso sabe perfectamente cuando hacerlo.

Aunque existe la idea de que el perverso provoca y desafía, creo que el verdadero perverso no provoca para dar a conocer y desarticular sus propios planes, sino que orilla a los otros a seguir las reglas para cuando él las rompa el efecto sea verdaderamente catastrófico para su víctima: entre más sufrimiento cause, mayor será su placer. Un provocador no sería más que un neurótico o borderline jugando a ser malo. Es decir, el perverso puede ser el más grande defensor de la democracia, el líder religioso más admirado, el gran promotor del juego limpio, el más respetable vecino, donde nadie imagina hasta que ve lo contrario con sus propios ojos. Los demás no son más que caricaturas junto a él.

Paciencia y control

El perverso sabe esperar con calma hasta aprovechar el momento oportuno para llegar al momento que le brinda el mayor de los placeres que es atacar sorpresivamente a su víctima. Es capaz de evaluar la realidad, por lo tanto, es culpable de sus actos a diferencia del psicótico que actúa cegado u obnubilado porque en realidad no ve la realidad. Puede ser capaz de postergar el placer que le brindará su estruendoso golpe. No se inmuta ni cambia de color ante la posibilidad de ser descubierto, y por eso mismo no es descubierto fácilmente, a diferencia del obsesivo jugando al perverso, que cuando revela su "catastrófico" pero cantado secreto no tiene más efecto que el de un globo desinflado (Dor, 1995).

Solitud y Soledad

Por todas las características de la estructura en cuestión, el perverso no tiene otra alternativa que actuar solitario para lograr su goce. Esto no quiere decir que no conviva en grupos, pero sus planes, el secreto que guarda, la cautela, el afán de sorpresa, etc. requieren de su conducta solitaria, utilizando a los demás únicamente como colaboradores incautos de su placer perverso. El placer del que goza en momentos culminantes de su secuencia estereotipada de acciones no lo comparte. La presencia de la víctima sufriendo, cosificada, ultrajada, humillada, etc. es lo único que lo acompaña, además de la atención que los medios le pueden poner a sus actos en las notas de sociales que aluden al "desconocido" que lo hacen gozar pero nunca compartirlo.

Lo anterior puede aventurarnos a suponer también una inmensa soledad en un sujeto que como los perversos clásicos intenta poner la atención sobre él a costa de otros para tener la ilusión de plenitud que no logra fraguar.

Así pues, podemos ver que el secreto, el engaño, la cautela, la mentira, el desafío y la sorpresa, la vida solitaria, están íntimamente relacionados y todos actúan armónicamente como combustible para la narrativa y el imaginario del perverso. La forma de identificarlo puede hacerse sumamente difícil por los mecanismos que maneja pero de algo nos pueden servir estas características para sospechar de la presencia de la estructura perversa. Por la sustitución del objeto podemos encontrar perversiones normales en personas homosexuales, travestis, prostitutas, etc. pero creo que la atención en estas personas que han logrado un equilibrio de su estructura no tiene sentido, a menos que agredan a otros. Si somos objeto de su conducta entonces sí hay que poner atención.

El perfil perverso

Actitud demasiado rígida y sin alteraciones ante lo que pasa alrededor, comentarios de adulación con sonido sarcástico, gusto por los juegos reglamentados o demasiado énfasis en el respeto a la ley, falta de empatía, insensibilidad, misterio sobre lo que esa persona hace que todos se hacen la pregunta sin poder contestarla, maltrato a los animales sin el menor remordimiento, historias de rupturas inexplicables de "amistades", incapacidad de alterarse ante el relato de un hecho sangriento, predilección por algún objeto de manera obsesiva, mujeres vistas como prostitutas o vírgenes, etc., pueden hacernos sospechar de la estructura perversa detrás de una sonrisa falsa.

Referencias

Alzuru, P. (n.f) Perversión y Estética. Extraído el 11 de noviembre de 2009 de http://vereda.saber.ula.ve/estetica/gie/pedroalzuru.htm

Dor, J. (1995). Estructura y perversiones. España: Ed. Edisa.

 

 

 

 

Autor:

Psicólogo

Julio Cabrales Nevarez

Noviembre, 2009

Durango, Dgo. México

Partes: 1, 2
 Página anterior Volver al principio del trabajoPágina siguiente