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Jaime León Cuadra (página 2)

Enviado por Monsieur James


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No, no pretendo aquí dejar una prosa ni inventar paradigma literario alguno, solo hablarte con el lenguaje diario de la simplicidad. Se que no guardarás mi secreto, ni te lo pido. Sabiendo que es inútil.

Ya ves, me da por momentos, entristecer sin que una miserable lágrima acompañé esta maldita o dulce melancolía. ¿acaso lo entiendes tú?. son cosas que no logro concebir. sin embargo, la cosas jocosas, por nimias que ellas sean, me revuelcan de carcajadas casi enfermizas. ¿estaré, de algún modo, empezando lentamente la inmisericordia decrepitud?

No, no te alijas papel, siempre tuve un respeto irrestricto por ti, incluso en tus andanzas de cartón, de cometa, de fotografías, o allí ordenado en imperecederas bibliotecas, guardando los secretos de toda la humanidad.

Créeme que he llorado de frustración, cuando los ineptos, ignorantes, usurpadores del poder, "oligarcas a la pólvora" han hecho piras de tus tripas, solo porque llevabas un nombre poco apropiado. O por los fanáticos ortodoxos que ven siempre en ti, a su peor enemigo.

Me gusta tu paradoja, de pronto eres súplica ruego, otras arenga, grito de guerra. eres afiche de paz, o portador de una prescripción médica que calmará el dolor físico de un enfermo. En otras llevarás un poema o una palabra de afecto, incluso dejarás impreso el último dolor del suicida.

Ayer jugaba con la luz moribunda de una vela –te encontré mientras limpiaba un viejo armario- naturalmente ya era de noche, entonces vi mi sombra contorsionarse en las paredes de mi cuarto, por tanto yo permanecí inmóvil. Me figuré intranquilo, nervioso. como en tiempos de mi despertar o pubertad, de la niña aquella que provocaba sentimientos inequívocos y perturbaba mi niñez.

Te recordé como un amigo que me mostraba los primeros cuentos, que más tarde terminarían por formarme. bien o mal, poco importa. Recorrí contigo entonces, el parrón de mi casa al mismo tiempo que la ciudad turca de Antioquia, antigua ya de más de 23 siglos. En otras, te recordé como aquel boleto de carro que sin saber vino a incrustarse en mi oreja, pues contenía un torpedo que me ayudaría a salir con éxito de esa prueba de historia, ramo que tanto detestaba.

Claro, en ese momento de recuerdos, como no romper en carcajadas, cuando me apretaste los testículos mientras cumplía la ingrata tarea de otros de mis exámenes escritos.

Si, si, sé que no venía necesariamente a contarte tanta estupidez. si adivinaste. ayer supe de ella.. si huevón, incluso se del día en que nació y su nombre completo. y habría dado todo el oro del mundo porque una lágrima rebelde acompañara mis "saudades" pero me estoy riendo de nuevo, con esa carcajada enfermiza de mi propia angustia.

Ya papel, déjame en mis carcajadas enfermizas, tú, guarda mis lágrimas, no, no como un secreto, entra en la botella, quizás el océano, en su profundo latido pueda regalarle un día, mi pensamiento .

Chao papel,

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TARDES DE MAR

Descendí las gradillas que llevaban al primer piso, me detuve delante el gran ventanal del salón, aquel que daba a la eternidad salina y a ese espeso borbollón que danza salvaje en medio de ese cosmos llamado océano.

Me acomodé a mis pretéritos y me sumí en compañía de la soledad. Conversamos sin que un solo vocablo interrumpiera ese silencio que le daba un marco de insondable belleza.

Desnudo, no pude impedirme de abrir el ventanal de par en par. La magia que infundía esa naturaleza, marina entregaba energías insospechadas y me preparaba milagrosamente a una cita que se dibujó como un regalo el día anterior, mientras me encontraba vagando por la playa.

Marioska, lucía blue-jeans bien ajustados y una blusa en la que se adivinada uno pechos, aunque diminutos, de una firmeza de corales. La acompañaba en su deambular, la sensualidad exquisita de sus 40 años. El acercamiento vino con la naturalidad de un caminar sin un destino preciso. Podría asegurar, que cada uno divagaba con su propio quehacer, en un monólogo del todo indeterminado.

En única dirección, la extensión del litoral nos llevó, los pies desnudos, a rejuntar nuestras haraganas divagaciones, para concedernos una pizca de dulce alegría. Regresamos cuando el paisaje resplandecía de los colores de la tarde y parecía armonizar nuestros propios panoramas. Las manos ligadas, las empujó el embrujo del instante.

En medio de mi propio desorden, volví mis ojos al misterioso acuario salino. La sensual calidez de la tarde y la morosidad del devaneo, me iba prendiendo morbosamente a los instantes que llanamente se aproximaban.

Preparé debidamente un pequeño cóctel, con ayuda de pisco peruano, limón centro-americano y una pizca de azúcar cubana, dispuse en la cigarrera unos tabaquillos "camell" y me forré de una ligera bata de seda. La dulce espera, excitaba metáforas de onírico erotismo.

La lujuria, parecía el escenario preconcebido a la ocasión. El timbre del teléfono irrumpió con un ruido inesperado que me hizo despertar sobresaltado de una complaciente modorra. Dudé en responder, para no entorpecer esa amable y fogosa espera. La insistencia del timbre, entorpeció mi imaginario y decidí volver a la rutina; Aló, dije la voz firme. ¿Quién? . en el mismo instante sonaba el timbre de la puerta..

Soy Rosalía.. En este momento estoy en el Aeropuerto, quería darte una sorpresa, pero la huelga de taxistas. dos segundos, dije a tono de disculpas, y me dirigí a abrir la puerta. Frente a mí, ella, dispuesta, serena y con la hermosura del preludio que incita al amor. Con abierto disimulo colgué el auricular, dando por terminada la pretendida sorpresa de Rosalía.

Marioska dio un largo paseo por la casa, como fotografiando para sí todos los rincones

de la casa.. Lucía espléndida, ataviada de una blusa casi-transparente , una minifalda muy sugestiva y unos tacones que hacían de su andar una danza de extraordinaria sensualidad.

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ESCUCHA, PLUMA

Búsqueda incesante

Orillas de dudas

Abismo.

Estabas sonriendo.

Mientras desaparecías de mi razón, dejabas el alma suspendida entre las hojas; en el vuelo del ave que parece prolongar ese cielo que se va oscureciendo.

Nubarrones que como goterones implacables, martillan una soledad que se va metiendo en los huesos.

Se avecina la noche, la misma noche, eco de tantos recuerdos vanos.

Toma pluma mi lágrima, yo me cansé de la humedad en un rostro que se hace viejo.

Va toma una hoja y vierte el veneno, que ya no es veneno y conviértelo en la mejor mentira.

Escribe que a cambio de mis lágrimas quiero su felicidad, miente.

Cúlpame y blasfema mi forma de amar.

Pero sobre todo, esta vez déjala ir. La verdad no le interesa, sus ojos están mirando las mismas estrellas que refulgen, de seguro más brillantes.

Cuando vuelva, habrás terminado el verso. Déjame un vaso de agua y esa píldora para dormir.

Mañana decidí volver al amor libre y te digo papel y pluma, que nunca más pretendo ser el único ni preferido de ninguna.

Qué quieres. las amo a todas.

No, no pongas ningún copyright, menos me traiciones firmando estas letras que deben quedarse suspendidas en el mismo abismo de hojas y vuelos de pájaros que prolongan inútilmente un cielo que nació infinito.

 

 

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Monsieur James

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