Descargar

Permitirnos ser feliz


Partes: 1, 2

    1. Permitirnos ser feliz
    2. Permitirse a la felicidad
    3. Permitirse al amor
    4. Conclusión
    5. Bibliografía

    Introducción

    ¿Por qué nos cuesta tanto estar felices? Es una pregunta que siempre terminamos haciéndonos cuando nos sentimos con disgusto por "como" percibimos nuestra realidad. Pero raramente nos cuestionamos por que nos cuesta tanto el permitirnos ser feliz, para entender un poco ello retomaremos lo que menciona Jorge Bucay[1]en lo referente a darse permiso; de igual manera a Xavier Guix[2]cuando aborda el tema de darse permiso para ser feliz.

    Permitirnos ser feliz

    Está claro que tanto la cultura como la tradición y la moral de una sociedad se trasmiten de padres a hijos a través de mensajes directos o subliminales, verbales y no verbales, llenos de premios y castigos, sostenidos por ideologías, prejuicios, paradigmas y mandatos de todo tipo, color e intención (Bucay, 2009).

    Según el modelo transaccional, creado por el psiquiatra Eric Berne, la estructura de la personalidad se podría deconstruir en tres estados más o menos independientes: el del Padre Interno, el del Adulto y el del Niño Libre. Dice Berne que, debido a esta estructura tan particular, los mandatos recibidos en la infancia perduran en nosotros y siguen condicionándonos aunque intelectualmente los cuestionemos, pues nos hablan desde la figura introyectada de nuestros padres (Bucay, 2009).

    Este punto, el de los permisos y el de los mandatos, es fundamental si pretendemos comprender algunas de nuestras bizarras maneras de encarar o intentar resolver situaciones difíciles y, sobre todo, si tendemos a ayudar a otros durante la tarea educativa, asistencial o terapéutica diseñando formas de intervenciones eficaces y positivas.

    Todo se complica bastante cuando caemos en la cuenta de que, por fuerza, las pautas que los niños reciben en sus primeros años de vida marcan y condicionan, de forma a veces irreversible, el desarrollo y el futuro de esas personas en ciernes. Todo se agrava aún más cuando asumimos que esas pautas están, a su vez, condicionadas por las limitaciones, errores, distorsiones, mandatos y prohibiciones que esos educadores recibieron de su propio entorno cuando eran niños.

    Supongo que no exagero cuando digo que todos y cada uno de nosotros hemos sido víctimas de por lo menos uno de estos mandatos restrictivos y que nos hemos pasado gran parte de nuestra vida luchando contra él o ellos. Siguiendo la inspiración transaccionalista, podríamos enumerar aquí un decálogo de las absurdas prohibiciones que, una y otra vez, los padres nos trasmiten voluntaria o involuntariamente.

    Estas prohibiciones actúan como verdaderos mandatos vinculantes. Es imposible no escuchar estas órdenes, por condicionantes que suenen, si llegan a nosotros cuando todavía no podemos cuestionarlas y encima de la mano de las personas que más queremos y que, supuestamente, más nos quieren (Bucay, 2009).

    • Absurdo No 1: No está permitido que pretendamos ser quienes somos. Debemos ser, parecernos o actuar como nuestros educadores creen que es correcto y como ellos nos aseguran que es lo mejor para nosotros.

    • Absurdo No 2: No está permitido que nos involucremos emocionalmente, porque eso nos haría sufrir. Sin compromiso afectivo, no habrá posibilidad de que suframos.

    • Absurdo No 3: No está permitido el contacto físico. De los más inocentes acercamientos puede surgir la connotación sexual y eso es un tabú hasta la madurez.

    • Absurdo No 4: No está permitido crecer ni estar sano, porque eso dejaría en duda el rol de nuestros educadores, los cuales se significan con la actitud de cuidarnos.

    • Absurdo No 5: No está permitido perder el control de las cosas. Todo debe quedar bajo nuestra égida y nuestro dominio.

    • Absurdo No 6: No está permitido disfrutar de la vida, porque eso confronta con la idea de nacer, sufrir y morir.

    • Absurdo No 7: No está permitido correr riesgos, porque la vida es peligrosa y todo lo que hagamos, en especial lo que nos da placer, implica una amenaza a nuestra integridad.

    • Absurdo No 8: No está permitido sentirte importante. Debemos ser uno más o, por lo menos, no competir con nuestros educadores.

    • Absurdo No 9: No está permitido equivocarse. Porque eso es un fracaso y objeto de desprecio de los demás.

    • Absurdo No 10: No está permitido ser totalmente libres, ni en nuestras decisiones, ni en nuestros pensamientos, ni en nuestros sentimientos. Debemos hacer lo que se espera de nosotros, estudiar lo que es mejor, trabajar como se debe y casarnos con la persona adecuada.

    Partes: 1, 2
    Página siguiente