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El "energizante proceso" de lanzar un emprendimiento


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    Quisiera compartir estas líneas con potenciales emprendedores y con profesionales dedicados a brindar servicios que desean emprender una actividad económica. Siento que este es un terreno que requiere exploración, si somos unos cuantos, seguramente nos acercaremos a una buena siembra. No pretendo convertirme en el Dr. Emprendimiento, lo único que haré es "tirar" algunas líneas en las que me propongo "rescatar" al emprendedor.

    Nos hemos acostumbrado a vivir en medio de modas. Ropa, música, libros, estilos decorativos, barrios, negocios, políticos, frases, etc. Entre estas modas se han impuesto las palabras emprendedor y microemprendimiento. Escuchamos y leemos mucho sobre el tema. Como suele suceder cuando se habla mucho de algo, son tantos los que hablan al mismo tiempo que uno termina sin entender.

    Veamos que sale de este ejercicio personal.

    Con el avance del neoliberalismo se produjo una alta concentración de la oferta en el mercado internacional y, obviamente, América Latina no es una excepción, por ende, tampoco la Argentina. Proporcionalmente, la oferta de productos (bienes o servicios) ha crecido mucho más que la demanda. Conclusión: hay mucho de casi todo o hay muchos ofreciendo lo mismo y, además, son pocos los que se llevan la gran parte de la "torta disponible" (demanda), que a su vez, también presenta una marcada concentración, como consecuencia de la disminución del poder adquisitivo del sector social medio. Esto impacta fuertemente sobre el aspecto socio-económico de la sociedad, incrementando los índices de desocupación y sub-ocupación.

    Un aspecto fundamental del capitalismo es la sobreoferta de bienes y servicios, producidos con alta eficiencia tecnológica impulsando el fenómeno de la "commoditización", es decir: la baja de los precios de venta nominales y de las utilidades promedio generadas, lo que impulsa a que las empresas deban incrementar la cantidad de unidades vendidas, lo que, a su vez, retroalimenta el círculo vicioso: aumenta la oferta y bajan los precios.

    Lo lamentable, y esencialmente contradictorio de este sistema, es que va quedando gente (empleados, comerciantes, profesionales, empresarios) en el camino con muy pocas posibilidades de reinsertarse en el circuito económico, por lo cual, se potencia la concentración de la riqueza en un sector cada vez más pequeño. Es de esperar que en algún momento suceda que la oferta desmedida ante una demanda cada vez más alejada del consumo, termine provocando una natural reformulación de las estrategias neoliberales, ya que se enfrentarían ante la falacia interna de su teoría. Por la fuerza que ha tomado el sistema no creo que los gobiernos de países emergentes puedan llevar adelante alguna acción que atenúe los efectos sociales que produce.

    Ante este fenómeno provocado por el desbande del sistema capitalista es inevitable preguntarse: ¿y mientras tanto qué pueden hacer aquellos que se encuentran fuera del sistema? Una respuesta simple es: intentar ingresar a través de emprendimientos comerciales, industriales y profesionales. Me atrevo a "casi" a afirmar, sin ánimo de críticar, que incluso esta "necesidad de ingreso" se ha convertido en un producto más de esta mercantilizada sociedad de consumo.

    Los microemprendimientos, generalmente, se lanzan sin una previa planificación, ya sea por la necesidad de generar ingresos en el menor tiempo posible o por desconocimiento del marco regulatorio del sistema comercial de libre competencia, al que, para darle un toque sensacionalista, aunque descarnadamente real, algunos autores lo definen como "el de los más aptos", tal como sucede en toda disciplina competitiva.

    Lo cierto es que ingresar en un segmento económico que presenta un alto nivel de competencia sin alguna característica diferencial es casi un imposible. Una pauta de esto es el acortamiento de los tiempos entre la apertura de negocios (lanzamiento) y el cierre de los mismos. En muchos casos, el nuevo emprendedor desestima su experiencia y trayectoria durante su actividad económica anterior, ya sea en situación de dependencia o en forma independiente. Las urgencias impulsan a iniciar actividades con el objetivo primordial, humanamente entendible, de "tener trabajo" o "sentirse productivo". Esto se agudiza en los hombres, ya que tenemos grabado a fuego el mandato ancestral "deberás proveer". Es notoria la diferencia en el approach de una mujer y el de un hombre. Los hombres difícilmente nos permitamos "divertirnos" en el período previo a la implementación de la idea. Lo consideramos cosa seria que no admite la distensión ni el juego, lo que, a su vez, atenta contra la creatividad.

    Como todo negocio, un microemprendimiento, debe surgir de una idea, sometida a un análisis de factibilidad para evitar sobrestimar los posibles resultados futuros y evitar no sólo una potencial pérdida económica, sino la inevitable frustración y angustia ante el fracaso.

    Cuando una persona desea emprender un negocio sin una idea clara respecto al rubro o segmento, es muy útil investigar la historia personal del nuevo emprendedor, para detectar los recursos genuinos (conocimiento general, trayectoria, capacitación, capital, amigos, contactos, familiares) que posee, ya que con ésos ingredientes (recursos) deberá "fabricar o crear" el producto (bien o servicio) que ofrecerá a un determinado segmento del mercado, a través de las estrategias decididas en su plan comercial.

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