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La escritura, reflejo de nuestra conducta


  1. Introducción
  2. La escritura
  3. La conducta humana
  4. Escritura y conducta
  5. Conclusión
  6. Bibliografía

Introducción

El ser humano a lo largo de la historia ha expresado su mundo interior, reflejándolo en diversos y complejos sistemas basados en dibujos y signos, como por ejemplo las pinturas rupestres, los jeroglíficos, la escritura cuneiforme, entre otras muchas formas, hasta llegar a lo que hoy conocemos como alfabetos.

La escritura ha revolucionado la forma de pensar y de comunicarse que tenía el ser humano, haciéndole superar las limitaciones de la comunicación oral para otorgarle un mayor alcance, no tan sólo en el espacio sino también trascendencia en el tiempo.

La escritura se ha convertido en un medio de conocimiento de la personalidad humana, en cuanto a procesos cognitivos y conductuales se refiere, pero cómo podemos afirmar que la escritura o el dibujo, manifiestan las conductas o las actitudes de un individuo, en cuanto a respuestas a los estímulos que recibe del medio en el que se encuentra inserto. ¿Por qué podemos confiar en que el grafismo proyecta o revela aquello que la persona tiene integrado como respuesta conductual del individuo?

Desde la neurofisiología podemos dar respuesta a esta interrogante, describiendo la relación que existe entre el proceso de escritura y la conducta de la persona.

La Escritura

La escritura es un fenómeno que surge "alrededor de los dos y tres años de vida"1 (Santrock 2001) con los primeros garabatos, que adquieren mayor fineza al crecer la habilidad motriz y mayor complejidad a medida que crecen las habilidades cognitivas, proceso que tarda varios años, hasta el desarrollo del pensamiento complejo en la adolescencia.

Por tanto por medio de la escritura se advierten el perfeccionamiento de otras habilidades acordes al desarrollo biopsicosocial2 del individuo, que dependen de los "eventos neurológicos que subyacen a la maduración cerebral"3 (Céspedes Calderon 2007).

La escritura es una actividad sumamente compleja puesto que para su realización es necesaria la conjugación de diversos componentes. En primer lugar, la actividad cerebral que apela a las "funciones de las distintas zonas del cerebro"4 (Cuetos Vega 2009) seguidas por la combinación de las destrezas adquiridas tanto motrices como cognitivas.

La Conducta Humana

A partir de la maduración física-biológica y del desarrollo cerebral, "entra en acción la adquisición de experiencias de vida"5 (Céspedes Calderon 2007). Las personas van desarrollando una impronta personal para relacionarse con el mundo que le rodea, plasmadas en conductas del individuo que son respuestas adquiridas y reflejas a los estímulos del ambiente, asociadas a los procesos cognitivos, emocionales y fisiológicos de la persona.

En este sentido podemos decir que si una persona adquiere un repertorio conductual para enfrentar y relacionarse con el mundo que le rodea, esto se remite a la capacidad natural del cerebro de aprender para sobrevivir, que se fundamenta en varias funciones entre las que destacan "la memoria y un sistema de administración de los recursos cognitivos"6 (Céspedes Calderon 2007).

Por tanto el trabajo de los diferentes hemisferios permite que la persona ante los estímulos del medio que le rodea, pueda actuar para satisfacer la contingencia y canalizar de forma adecuada sus respuestas con la finalidad de adaptarse y sobrevivir.

Escritura y Conducta

Efectivamente si la persona tiene en su cerebro, almacenadas las respuestas que aprendió a administrar ante los sucesos contingentes, "la escritura como proceso psicomotor"7 (Aguilera Arce 2011) pone en actividad la capacidad de percepción, análisis, decisión y ejecución, mezclando las funciones cognitivas y psicomotoras, con el fin de "materializar el estímulo programado"8, es decir, la escritura.

En consecuencia, al verse enfrentado a una hoja blanca, la persona en un proceso inconsciente apela a su "memoria procedimental"9 para ejecutar la acción de escribir, en la cual no solo se deja constancia del "contenido manifiesto, es decir, lo escrito; sino también su contenido latente, es decir, los factores inconscientes que acompañan al impulso gráfico"10 (Vels 1991).

En este sentido la escritura revela aquello que "acompaña a la persona"11 (Xandró 1991), es decir, junto con las circunstancias externas que rodean el proceso escritural se dejan ver sus procesos cognitivos, emocionales, ejecutores, la administración de sus necesidades instintivas y sensoriales, además del modo de relacionarse consigo mismo y con el entorno. De modo que "la arquitectura gráfica lleva aspectos notorios de nuestra personalidad"12 (Xandró 1991)

Conclusión

El proceso escritural no tan sólo es un proceso meramente físico que tiene que ver con el desarrollo psicomotor de la persona, sino como hemos visto es una actividad compleja que articula las distintas capacidades y funciones psico-biológicas que le permiten al individuo actuar frente a los estímulos del ambiente.

Esas respuestas del individuo están automatizadas a través de la experiencia y repetición, por lo que al enfrentarse a un estímulo neutro como es la hoja en blanco sólo replica aquello que de forma usual utiliza dentro de sus repertorios conductuales, es decir aquello que ya es probado y conocido por el individuo.

Debido a lo anterior es que podemos afirmar que el escribiente manifiesta a través de su escritura variados rasgos que componen su personalidad y su forma de actuar ante el ambiente que le rodea, deposita en el escrito su conducta, pudiendo el analista decodificar y describir cómo es que el sujeto actúa tanto en lo intelectual, relacional y ejecutor.

Bibliografía

Aguilera Arce, Evelyn Isabel. Sistema Neuroescritural una Nueva Forma de Hacer Grafología.

Primera Edición. Santiago: Inie Editores, 2011.

Céspedes Calderon, Amanda Cristina. Cerebro, Inteligencia y Emoción. Santiago: Fundación Mírame, 2007.

Cuetos Vega, Fernando. Psicología de la Escritura. 8° Edición. Madrid: Wolters Kluger España SA, 2009.

Santrock, John W. Desarrollo Infantil. Undécima edición. Traducido por Leticia Esther Pineda Ayala.

Texas, Texas: McGraw Hill, 2001.

Vels, Augusto. Escritura y Personalidad. 8° Edición. Barcelona: Herder Editorial, 1991. Xandró, Mauricio. Grafología Superior. Cuarta Edición. Barcelona: Editorial Herder SA, 1991.

 

NOTAS:

1 Santrock, John W. Desarrollo Infantil. Undécima edición. Traducido por Leticia Esther Pineda Ayala. Texas, Texas: McGraw Hill, 2001. Pág 312.

2 Biopsicosocial hace referencia a la dimensión biológica, psicológica y social de cada persona.

3 Céspedes Calderon, Amanda Cristina. Cerebro, Inteligencia y Emoción. Santiago: Fundación Mírame, 2007. Pág. 18

4 Cuetos Vega, Fernando. Psicología de la Escritura. 8° Edición. Madrid: Wolters Kluger España SA, 2009. Pág. 49

5 Céspedes Calderon, Amanda Cristina. Cerebro, Inteligencia y Emoción. Santiago: Fundación Mírame, 2007. Pág. 17

6 Ibíd Pág. 31

7 Aguilera Arce, Evelyn Isabel. Sistema Neuroescritural una Nueva Forma de Hacer Grafología. Primera Edición. Santiago: Inie Editores, 2011. Pág. 70

8 Aguilera Arce, Evelyn Isabel. Sistema Neuroescritural una Nueva Forma de Hacer Grafología. Primera Edición. Santiago: Inie Editores, 2011. 70

9 Ibíd. Pág. 71

10 Vels, Augusto. Escritura y Personalidad. 8° Edición. Barcelona: Herder Editorial, 1991. Pág. 29

11 Xandró, Mauricio. Grafología Superior. Cuarta Edición. Barcelona: Editorial Herder SA, 1991. Pág. 22

12 Ibíd. Pág. 91

 

 

Autor:

Italo Antonio Araya Palominos

Diplomado Grafología Científica

Santiago

Diciembre 2013

Instituto de Técnicas Neuroescriturales

Ingpec