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Diseño y ecosustentabilidad

Enviado por Tulio Fornari


Partes: 1, 2

    1. Clasificación de los entes materiales
    2. Objetos materiales del diseño y prácticas diseñísticas
    3. Enfoques diseñísticos
    4. Diseño con enfoque ecológico
    5. Ecodiseño sustentable
    6. Citas

    Introducción

    Hay quienes dicen que se debe impulsar sin reticencias el "círculo virtuoso del desarrollo sustentable", mientras otros, descalificándolo, aseguran que el desarrollo sustentable "es lo mismo de siempre, pero maquillado de verde". La polémica, que ya no es nueva, sigue abierta y se extiende. Mientras tanto, al margen de los predicadores, están los que se esfuerzan en llevar sus principios sustentabilistas a la práctica con buenas intenciones, en tanto otros lucran con esa etiqueta haciendo negocios y aun negociados. Pero, ¿este tema ha sido introducido en la sociedad para que se quede, o será sólo una moda "no sustentable", esto es, no duradera?. Lo cierto es que, como sabemos, esa cuestión también se ha instalado en el ámbito del diseño, dando lugar a la aparición del ecodiseño sustentabilista.

    En este texto, que resulta de la fusión sintética de otros ensayos de nuestra autoría, abordaremos los siguientes temas básicos:

    -Cuáles son los entes constitutivos del mundo material.

    -Cuáles de ellos son objetos del diseño.

    -Cuáles son los enfoques a partir de los que se los diseña.

    -Qué es el diseño con enfoque ecológico.

    -Qué es el ecodiseño sustentabilista.

    1- Clasificación de los entes materiales.

    1.1- Superación de la dicotomía Natural / Artificial.

    La natura o naturaleza es, en principio, todo el conjunto de procesos y entes materiales existentes independientemente de la acción productora o transformadora humana. A su vez, se denomina natural a lo perteneciente a la naturaleza y que ha sido producida por ella, esto es, mediante procesos naturagénicos (radiación solar, agua, ave, planta, piedra, aire….)

    Por su parte, arte es todo lo que no es "dado" por la naturaleza sino que es obra humana, es decir, producto antropogénico. Esta acepción coincide con una de las definiciones de técnica, lo que no es extraño, puesto que ese término proviene del griego tekné, que poseía aquel significado, en tanto que arte se origina en los vocablos latinos ars y artis, que eran aproximadamente sinónimos de tekné. El hecho de que actualmente se emplee la voz arte casi exclusivamente en referencia a la esfera de la producción y de los productos de índole estética, no invalida de ninguna manera la acepción mucho más amplia que se acaba de exponer.De arte procede la voz artificial, que significa "hecho por mano o arte del hombre". Y así como naturaleza proviene de natura, André Ricard [1] a partir de ese antecedente, emplea el neologismo artificialeza, originado en arte, para designar la esfera de las obras humanas materiales, a la que también se ha llamado tecnósfera. Arte es también el origen de artefacto, voz que designa a los productos antropogénicos, entre los que cabría distinguir artefactos materiales y artefactos inmateriales; así, por ejemplo, una mesa o un canal serían artefactos materiales, mientras que una teoría científica o un programa político serían artefactos inmateriales.Pero el límite entre naturaleza y artificialeza no es tajante, porque muchas veces, en el mundo real, podemos percibir una zona intermedia, híbrida, en la que se mezcla naturalidad y artificialidad en diversas proporciones, a la que llamaremos naturartificialeza, como sería el caso de un ámbito campestre, originalmente natural, al que se le haya agregado un artefacto, supongamos que una vía férrea, quedando, a nuestro criterio, convertido en un ámbito naturartificial, del mismo modo que la asociación de un ente natural buey con un ente artificial arado también genera un ente compuesto naturartificial y así siguiendo (siendo posible considerar a cada uno de esos entes mixtos como un holon –nombre dado a un todo, el cual puede estar contenido en un todo mayor a la vez que puede contener todos menores-).

    De esta manera la reduccionista dicotomía natural / artificial, de empleo tan extendido, pasa a ser reemplazada por la más matizada tricotomía natural / naturartificial / artificial.

    A los productos naturartificiales los llamamos semiartefactos (y debido a que ellos se diferencian entre sí por grados de artificialidad, cabría, a su vez, clasificarlos y denominarlos de acuerdo a tales variantes), entonces, a los productos totalmente o predominantemente artificiales podemos denominarlos simplemente artefactos, y, de ser necesario, sería posible usar la voz panartefractos, en la que el prefijo pan significa "totalidad", para aludir al conjunto formado por artefactos y semiartefactos antropogénicos.

    (Figura 1)

    En una época no muy lejana, la cuestión de la artificialización de la naturaleza podía parecer un tema de reflexión poco relevante, puesto que era sostenible que, en última instancia, en su nivel más profundo, todo lo material "artificial" es absolutamente natural en su constitución atómica, por lo cual cabría considerarse a la "artificialidad" poco más que como un "efecto de percepción a escala humana". Pero primero en 1945, con la liberación de energía de un núcleo atómico, provocada por su fisión a causa de manipulación humana, quedó demostrado que el micromundo también era "artificializable", y poco más tarde, en 1957, al colocar la U.R.S.S un satélite artificial en órbita extraterrestre, quedó demostrado que el macromundo cósmico también resultaba "artificializable", procesos que desde entonces han continuado desarrollándose continuamente en ambos niveles (como lo demuestran los notables avances realizados en los dominios de la nanotecnología y la astronáutica), dándole así plena vigencia teórica a este tema. Además, esta cuestión es de gran importancia antropológica debido a que se considera que la evolución y expansión de la artificialización antropogénica del mundo ha ido desempeñando un destacado papel en la evolución humana.

    Por otra parte, si se considera que lo artificial es lo "no existente en la naturaleza en forma ya lista", sino lo producido mediante un trabajo que agrega al mundo artefactos nuevos para su provecho, no generables directamente por fuerzas naturales, entonces pareciera que pensar, como es muy frecuente, que ello sólo proviene de una actividad humana exclusiva, es incurrir en antropolatría. Eso porque resulta totalmente subestimada la acción creadora de los animales constructores, que desde mucho antes de la aparición del hombre ya vienen ampliando el mundo con sus propias obras, agregadas incesantemente al conjunto de los objetos naturagénicos. Por eso consideramos necesario reconocer la existencia de una naturartificialeza zoogénica, es decir, de origen animal; pero la diferenciamos de la natrartificialeza antropogénica, por cuanto el hombre, además de haber creado bienes de consumo y medios de trabajo semejantes a algunos de factura animal (por ejemplo, chozas similares a nidos, percutores y cortadores de piedra, pértigas de madera, etc.), ha concebido y hecho obras privativamente humanas, a las que ha llegado a dotar de una variedad funcional, diversidad material y complejidad constitutiva tales que, en virtud del principio dialéctico de la "transformación de la cantidad en calidad", ha producido con ello un sector de naturartificialeza cualitativamente diferente de la de origen zoológico. En función de dichas razones, en este texto sólo reconoceremos como panartefactos a los productos de generación humana.

    A partir de las consideraciones anteriores, ampliando la clasificación que estamos elaborando, en oposición a artefactos, semiartefactos y panartefactos, llamaremos, respectivamente, naturafactos a los entes naturagénicos, seminaturafactos a los productos zoogénicos, y pannaturafactos a la totalidad formada por ambos.

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