Descargar

La Razón y el Conocimiento Silencioso (página 3)

Enviado por Euler Ruiz


Partes: 1, 2, 3

4.- Los centros abstractos y el conocimiento silencioso

EL PRIMER CENTRO ABSTRACTO

La primera historia de brujería se llama Las Manifestaciones del Espíritu. Las manifestaciones del espíritu es realmente el primer centro abstracto alrededor del cual se construye la primera historia de brujería.

"Ese primer centro abstracto tiene en sí una historia particular. La historia dice que hubo una vez un hombre, un hombre común y corriente sin ningún atributo especial. Era, como todos los demás, un conducto del espíritu y por esta virtud, como todos los demás, formaba parte del espíritu, parte de lo abstracto. Pero él no sabía. El mundo lo mantenía tan ocupado que carecía del tiempo y de la inclinación para examinar el asunto."

"El espíritu trato inútilmente de ponerle al descubierto el vinculo de conexión entre ambos. Por medio de una voz interior, el espíritu le reveló sus secretos, pero el hombre fue incapaz de comprender las revelaciones. Oía la voz interior, naturalmente, pero creía que era algo de él. Estaba convencido de que lo que él sentía eran sus propios sentimientos y que lo que pensaba eran sus propios pensamientos."

"Con el fin de sacarlo de su modorra, el espíritu le dio tres señales, tres manifestaciones sucesivas. Tres veces el espíritu, de la manera más obvia, se cruzó físicamente en el camino del hombre. Pero el hombre permanecía inconmovible ante cualquier cosa que no fuera su interés personal."

Ese es el primer centro abstracto. Lo único que puede decir dice Don Juan es que debido a que el hombre se negó en absoluto a comprender, el espíritu se vio en la necesidad de usar el ardid. Y la treta se transformó en la esencia del camino de los brujos.

Don Juan explica que los brujos concebían los centros abstractos como planos previos de los hechos, o como patrones recurrentes que aparecían cada vez que el intento iba a mostrar algo significativo. Los centros abstractos, en ese sentido, eran mapas completos de series enteras de acontecimientos.

El modo mediante el cual cada aprendiz nagual se encontraba con esos centros abstractos permitía el desarrollo de historias entretejidas alrededor de esos centros abstractos. Lo único nuevo de cada historia eran los detalles particulares de la personalidad y las circunstancias de cada aprendiz.

¿Cuál es la historia acerca de las manifestaciones del espíritu?

Se dice que, cuando el aprendiz comprende los centros abstractos, es como si pusiera la piedra que cierra y sella una pirámide.

Un nagual crea un tremendo sentimiento de gratitud en sus discípulos. Después de todo, el nagual los modela y los guía a través de cosas inimaginables. Pero para las personas comunes, enseñar significa hablar de moldes, dice Don Juan, pero para un brujo, enseñar es lo que el nagual hace por sus aprendices. El nagual canaliza para ellos la fuerza más poderosa en el universo: el intento. La fuerza que cambia, ordena y reordena las cosas o las mantiene como están. El nagual formula y luego guía las consecuencias que esa fuerza puede acarrear a sus discípulos. Si el nagual no moldea el intento, no habría ni reverencia ni maravilla en sus aprendices. Y en lugar de embarcarse en un viaje mágico de descubrimiento, sus aprendices sólo se limitarían a aprender un oficio; aprenderían a ser curanderos, brujos, adivinadores, charlatanes o lo que fuera.

¿Qué es la percepción humana y qué es el punto de encaje?

Don Juan menciona que la percepción en los seres humanos, es como la bisagra de todo lo que el hombre es y hace, y que la percepción está regida por la ubicación del punto de encaje. Por lo tanto, si el punto de encaje cambia de posición, la percepción del mundo cambia de acuerdo con ella. Es el cambio de percepción lo que atrae el cambio de apariencia. El brujo que sabe exactamente dónde poner su punto de encaje puede transformarse en lo que quiera.

El que un brujo se transforme en cuervo, por ejemplo, es definitivamente una gran hazaña, pero requiere un enorme, y por lo tanto, tosco movimiento del punto de encaje. Pero transformarse en un hombre gordo, o en un hombre viejo es algo que requiere el movimiento más sutil del punto de encaje y el conocimiento más sagaz de la naturaleza humana.

¿Cómo se almacena la información cotidiana en el movimiento del punto de encaje?

La información se almacena en la experiencia misma; es decir, en la posición que el punto de encaje tiene al momento de la experiencia. Luego, cuando el brujo mueve otra vez su punto de encaje al sitio exacto en donde estaba, revive toda la experiencia. A eso, los brujos los llaman acordarse. Así que, acordarse es el modo de conseguir toda la información acumulada en el movimiento del punto de encaje.

Lo que los brujos almacenan es la intensidad. La intensidad es resultado automático del movimiento del punto de encaje. Por ejemplo, todo lo que nosotros vivemos en estos momentos tiene una intensidad de la que se experimenta en general; por lo tanto, debidamente hablando, estamos almacenado intensidad. Algún día cualquiera podemos revivir la intensidad de este momento, haciendo que el punto de encaje vuelva exactamente al sitio en donde está ahora. Ese es el modo como almacenan los brujos información.

La intensidad, siendo un aspecto del intento, está naturalmente conectada con el brillo de los ojos del brujo. A fin de acordarse de esas aisladas islas de percepción, los brujos sólo necesitan intentar es especifico brillo de sus ojos, asociado con el punto al que desean volver.

Como el nivel de intensidad de un brujo es mayor que lo normal, en pocas horas un brujo puede vivir el equivalente a una vida normal. Su punto de encaje, al moverse a una posición poco familiar, toma más energía que la acostumbrada. Ese flujo extra de energía se llama intensidad.

¿Qué es el intento o voluntad (esfera volitiva en el sujeto)?

La única manera de explicar el intento, dice Don Juan es experimentarlo en forma directa por medio de una conexión viva que existe entre el intento y todos los seres vivientes. Los brujos llaman intento o voluntad a lo indescriptible, al espíritu, al abstracto, al nagual.

Asegura Don Juan Matus que la primera historia de brujería, tejida en torno a las manifestaciones del espíritu, era en esencia, una descripción de la relación entre el intento y el nagual. Era la historia de cómo el espíritu le proponía una opción al nagual: un posible discípulo. Y cómo debía el nagual evaluar esa opción antes de tomar la decisión de aceptarlo o rechazarlo.

Don Juan explica que cada uno de los actos realizados por los brujos, especialmente por los naguales, tenía como finalidad el reforzar el vínculo de conexión con el intento, o eran actos provocados por el vínculo mismo. Por esta razón, los brujos y los naguales en particular, debían estar activa y permanentemente alerta en espera de las manifestaciones del espíritu. A tales manifestaciones se les llama gestos del espíritu o, de manera más sencilla, indicaciones, augurios, presagios.

Don Juan dice que la conciencia acrecentada no revelaba todo lo que se ha almacenado en ella hasta el momento en que el edificio del conocimiento de la brujería estuviera completo.

Sin embargo la verdad es que el espíritu se revela a todo el mundo con la misma intensidad y persistencia, pero sólo los brujos, y en especial los naguales, le prestan atención.

Don Juan afirma que la muerte era algo enteramente personal, de cada uno de nosotros; y que era una mancha negra permanentemente colocada atrás del hombro izquierdo. Dice que los brujos sabían cuando una persona estaba próxima a morir, porque veían que la mancha negra se convertía en una sombra móvil del tamaño y la forma exactos de la persona a la que pertenecía. La muerte es una fuerza que incesantemente golpea a los seres vivientes en una abertura en su caparazón luminosa, y que en el hombre esta abertura está localizada a la altura del ombligo. Explica Don Juan que la muerte golpea a los seres fuertes y saludables con un golpe parecido a un pelotazo o un puñetazo. Pero cuando esos seres están moribundo, la muerte los ataca con acometidos parecidas a puñaladas.

Los naguales han aprendido y aceptado que en el mundo natural no hay taller de reparaciones sino que todo se reemplaza. Y tales incidentes sirven para probar si un nagual es real o falso. Los naguales toman decisiones y, sin importarles las consecuencias, ponen manos a la obra o se abstienen de hacerlo. Los impostores reflexionan, y sus reflexiones los paralizan.

Los brujos hablan de la brujería como si ésta fuera un ave mágica, misteriosa, que detiene su vuelo para dar propósito y esperanza al hombre; que los brujos viven bajo el ala de esa ave, a la que llaman el pájaro de la sabiduría, el pájaro de la libertad y que lo alimentan con su dedicación e impecabilidad. Los brujos saben que el vuelo del pájaro de la libertad es siempre una línea recta, ya que esa ave no tiene modo de hacer curvas en el aire, de girar y volver atrás, y que el pájaro de la libertad sólo puede hacer dos cosas llevar a la gente consigo o dejarlos atrás.

Dice Don Juan que no se debe de olvidar, ni por un instante, que el pájaro de la libertad tiene muy poca paciencia con la indecisión y que, una vez que se va jamás regresa.

A través de ejemplos y de sus actos los naguales proporcionan a sus aprendices una visión constante del mundo de los brujos; un mundo sustentador y formativo, por un lado, y excesivamente exigente por otro. Un mundo que admitía muy pocos errores.

Don Juan afirma que los lugares de poder como algunas cuevas fueron diseñadas por lo brujos de la antigüedad para servir de catalizadores. La forma ha sido medida cuidadosamente a fin de acomodar a dos personas, en el aspecto de dos campos de energía. La teoría de esos brujos era que la naturaleza de la roca, y el modo en que la tallaron, permitían a dos cuerpos, a dos bolas luminosas, entretejer su energía. Son creadas como instrumentos para empujar al aprendiz a un profundo estado de conciencia acrecentada. Pero desafortunadamente, así como ayuda también malogra: empuja a los brujos a las acciones. A los antiguos brujos no les gustaba pensar, preferían actuar.

El intento crea edificios frente a nosotros y nos invita a entrar en ellos. Este es el modo como los brujos entienden su mundo; creen que cada cosa que pasa a su alrededor es un edificio creado por el intento.

Para Don Juan lo anterior, representa dos cosas: el edificio que el intento construye, en abrir y cerrar de ojos y coloca frente a nosotros para que entremos en él, y las señales que nos da para que nos perdamos una vez adentro. A pie de todo eso está el edificio del intento.

La conciencia acrecentada es un misterio sólo para nuestra razón. En la práctica, es de lo más sencillo que hay. Como siempre somos nosotros quienes complicamos todo al tratar de transformar la inmensidad que nos rodea en algo razonable.

Las manifestaciones del espíritu es el nombre del primer centro abstracto de las historias de brujería. Obviamente, lo que los brujos conocen como centro abstracto, es algo que, por el momento, se pasa de alto. Y esa parte que se nos escapa, los brujos la conocen como el edificio del intento, o la voz silenciosa del espíritu, o el arreglo ulterior de lo abstracto.

Ulterior dice Don Juan que significa más que algo no revelado abiertamente; significa el conocimiento sin palabras; el conocimiento que quedaba fuera de nuestra comprensión racional.

La regla dice que los centros abstractos y las historias de brujería deben enseñarse en este punto – dice Don Juan – que algún día, las historias mismas revelan el arreglo ulterior de lo abstracto, que es, el conocimiento silencioso; el edificio del intento, que está indisputablemente presente en las historias.

Don Juan afirma que el arreglo ulterior de lo abstracto no es simplemente el orden en el que nos presentaron los centros abstractos, ni tampoco lo que tienen en común, y ni siquiera el tejido que los une. Más bien, es el acto de conocer lo abstracto directamente, sin la intervención del lenguaje.

¿Cuál es el elemento que impulsa a un nagual o a un guerrero?

Lo abstracto. El elemento sin el cual, no existiría el camino del guerrero, ni guerrero alguno en busca de conocimiento. Desde el momento que los guerreros son incapaces de sentir compasión por sí mismo, tampoco pueden sentir compasión por nadie. Sin la fuerza impulsora de la lástima por sí mismo, la compasión no tiene sentido.

Para un guerrero todo comienza y termina en sí mismo. Sin embargo, su contacto con lo abstracto lo hace superar sus sentimientos de importancia personal. Así, el yo se convierte en algo abstracto, algo sin egoísmo.

Don Juan comenta que su benefactor el nagual Elías sentía un gran respeto por la energía sexual, pensaba que nos había sido dada para qua la utilicemos en ensoñar. Creía que el ensoñar había caído en desuso porque podía alterar el precario equilibrio mental de la gente susceptible.

Durante los sueños, el punto de encaje se mueve moderadamente y de manera muy natural. El equilibrio mental de uno no es otra cosa que fijar el punto de encaje en un sitio específico y habitual. Si lo sueños hacen que ese punto se mueva, y si el ensoñar es el control de ese movimiento natural, y si se necesita energía sexual para ensoñar se disipa esa energía en el acto sexual, los resultados dos desastrosos.

Cuando un guerrero que es ensoñador, si no tiene cuidado con su energía sexual esto puede producir movimientos erráticos en el punto de encaje, ya que hay ciertas reacciones en él, esto se debe a que el punto de encaje se mueve sin sentido, porque la energía sexual no está en equilibrio.

Puede afirmarse con toda la seguridad de que la energía sexual, es la que gobierna el ensueño. Ya que de acuerno con el nagual Elías quien decía que, o se usa esta para tener relaciones sexuales o se utiliza para ensoñar con ella. No hay otro camino. Esta es la regla para los guerreros ensoñadores.

El nagual Elías explicaba, que existe una dificultad para comprender el espíritu, pero era algo que le pasaba a la mayoría de los brujos. De acuerdo con el nagual Elías la dificultad era nuestra resistencia a aceptar la idea de que el conocimiento puede existir sin palabras para explicarlo.

El nagual Elías decía que toda la humanidad se había alejado de lo abstracto y que alguna vez debió de haber sido nuestra fuerza sustentadora y ahora no podemos regresar a él. El nagual decía que un aprendiz tarda años para estar en condiciones de regresar a lo abstracto; es decir, para saber que el lenguaje y el conocimiento puede existir independientemente el uno del otro.

Don Juan Matus reitera que el punto crítico de nuestra dificultad de retornar a lo abstracto era nuestra resistencia a aceptar que podíamos saber sin palabras e incluso sin pensamientos. El conocimiento y el lenguaje son cosas separadas.

No existe otra manera de hablar del espíritu, porque al espíritu sólo se lo puede experimentar. Los brujos tratan de dar una noción de esto al decir que el espíritu no es nada que se puede ver o sentir, pero que siempre está ahí, vaga e indistintamente encima de nosotros. Algunas veces, hasta llega a tocarnos, sin embargo, la mayor parte del tiempo permanece indiferente.

Dice Don Juan que en gran medida, el espíritu es una especie de animal salvaje que mantiene su distancia con respecto a nosotros hasta el momento en que algo lo tienta a avanzar. Es entonces cuando se manifiesta.

¿Cómo se puede manifestar el espíritu en el sujeto?

Por otro lado, para un brujo, lo abstracto es algo que no tiene paralelo en la condición humana. Para un brujo, el espíritu es lo abstracto, porque para conocerlo no es necesario palabras, ni siquiera de pensamientos; es lo abstracto, porque un brujo no puede concebir qué es el espíritu. Sin embargo, sin tener la más mínima oportunidad o deseo de entenderlo, el brujo lo maneja; lo reconoce, lo llama, lo incita, se familiariza con él, y lo expresa en sus actos.

Los brujos conocen al abstracto sin saber lo que están haciendo, sin verlo, sin tocarlo y sin siquiera sentir su presencia.

Algunos árboles también son guerreros como los naguales. Pueden unirse a un grupo del nagual. Saben lo que sienten por ellos. El punto de encaje de los árboles esta localizado muy abajo en sus enormes conchas luminosas y esta característica les permite conocer nuestros sentimientos.

El SEGUNDO CENTRO ABSTRACTO

El segundo centro abstracto de las historias de la brujería se llama el Toque del Espíritu. El primer centro, las Manifestaciones del Espíritu, es el edificio que el intento construye y coloca frente al brujo, invitándolo a entrar. Es el edificio del intento visto por el principiante al que se le invita, o mas bien se obliga a entrar.

"Este segundo centro abstracto también podría ser una historia en sí. Y esa historia dice que, después de que el espíritu se manifestó, a ese hombre de quien ya hablábamos, sin obtener respuesta, el espíritu le tendió una trampa. Un subterfugio decisivo, no porque el hombre tuviera nada de especial, sino porque, debido a la incomprensible cadena de eventos desatada por el espíritu, el hombre estaba disponible en el preciso momento en que el espíritu tocó la puerta."

"No hace falta decir que todo cuanto el espíritu le reveló a ese hombre no solamente carecía de sentido para él, sino que de hecho iba contra todo lo que ese hombre sabía, contra todo lo que él era. Claro está, el hombre rehusó de inmediato y en forma bastante hosca a tener algo que ver con el espíritu. No iba a dejarse engañar por esas tonterías tan absurdas. Él sabía lo que hacía. Y así, el espíritu y ese hombre quedaron absolutamente estancados."

Esta historia es para los que lloran con el silencio de lo abstracto

Un aprendiz es alguien que se esfuerza por limpiar y revivir su vínculo con el espíritu. Una vez que ese vínculo revive, no puede continuar siendo un aprendiz; pero hasta ese día, necesita de un propósito indomable, un intento inflexible, del cual carece, por supuesto. Por esa razón, el aprendiz permite que el nagual le proporcione tal propósito y, para hacerlo, tiene que renunciar a su individualidad. Esa es la parte más difícil, ya que tiene que deshacerse de su importancia personal.

¿Qué es la importancia personal (yo psicológico, yo pluralizado)?

Para el nagual Julián, la importancia personal es un monstruo de mil cabezas y había tres maneras en que uno podía enfrentarse a él y destruirlo. La primera manera consistía en cortar una cabeza por vez; la segunda era alcanzar ese misterioso estado de ser llamado al sitio donde no hay compasión, el cual aniquila la importancia personal matándola lentamente de hambre; y la tercera manera era pagar por la aniquilación instantánea del monstruo de las mis cabezas con la muerte simbólica de uno mismo.

La importancia personal (yo psicológico, yo pluralizado, yoes, defectos) es la fuerza que ha desconectado al hombre del espíritu, ya que es la fuerza que mantiene fijo al punto de encaje. Así que si se restringe la importancia personal, la energía que naturalmente requiere y emplea queda libre. Y finalmente, que esa energía libre y no malgastada es la que llama al espíritu y sirve entonces como un trampolín automático que lanza al punto de encaje, instantáneamente y sin premeditación, a un viaje inconcebible.

¿Cómo romper la imagen de sí mismo (yo psicológico, yo pluralizado)?

El mundo de nuestra imagen de sí, que es el mundo de nuestra mente (procesos mentales: pensamiento, imaginación, creatividad, lenguaje, etc.), es muy frágil; y se mantiene estructurado gracias a unas cuantas ideas clave que le sirven de orden básico, ideas aceptadas por el conocimiento silencioso así como por la razón. Cuando esas ideas fracasan, el orden básico deja de funcionar.

¿Cuáles con esas ideas clave?

La idea clave es la continuidad.

¿Qué es la continuidad en el ser humano?

La idea de que somos un bloque sólido. Es nuestra mente, lo que sostiene nuestro mundo es la certeza de que somos inmutables. Podemos aceptar que nuestra conducta (personalidad) se pueda modificar, que nuestras reacciones y opiniones se pueden modificar; pero la idea de que somos maleables al punto de cambiar de aspecto, al punto de ser otra persona, no forma parte del orden básico de nuestra imagen de sí (yo psicológico). Cada vez que el brujo interrumpe ese orden básico, el mundo de la razón (mundo de las ideas) se viene abajo.

El único camino digno, tanto para los brujos como para los hombres comunes, es restringir nuestro apego a la imagen de sí (yoes, yo psicológico, yo pluralizado). Lo que el nagual trata de hacer con sus aprendices es romper el espejo de la imagen de sí. Cada uno de nosotros tiene un diferente grado de apego a su imagen de sí. Y ese apego (yo psicológico, yo pluralizado) se hace sentir como una necesidad, ya que dirige, gobierna y controla nuestra personalidad en la iteración interpersonal e intrapersonal.

Pero hay ejemplos de personas, brujos o personas comunes, que no necesitan de nadie. Obtienen paz, armonía, risa, conocimiento, directamente del espíritu. No necesitan intermediarios. Los Intermediarios, además de proporcionar una mínima oportunidad, que es el darse cuenta del intento, ayudan a romper el espejo de la imagen de sí, ya que el nagual ataca constantemente la imagen de sí de sus discípulos, y de esta manera poco a poco va rompiéndose.

La ruptura es sólo un precursor. Lo que ayuda al punto de encaje a moverse es el hecho de que el nagual sin tener compasión apela directamente al conocimiento silencioso. El no tener compasión es un estado de ser, un nivel de intento. El nagual lo utiliza para provocar el descenso del espíritu y el movimiento de su propio punto de encaje o el de sus aprendices. O lo utiliza para acechar.

¿Cómo detener los acontecimientos del mundo cotidiano (mundo sensible)?

Detener el mundo de las actividades cotidianas consiste en introducir un elemento disonante se llama "no-hacer" en la trama de la conducta cotidiana, con el propósito de detener lo que habitualmente es un fluir ininterrumpido de acontecimientos comunes; acontecimientos que están catalogados en nuestra mente, por la razón. Detener el mundo cotidiano es tan necesario para los brujos como leer y escribir lo es para los niños cuando están en la escuela.

El elemento disonante "no-hacer", o lo opuesto de hacer. "Hacer" es cualquier cosa que forma parte de un todo del cual podemos dar cuenta cognoscitivamente. No-hacer es el elemento que no forma parte de ese todo conocido.

Los brujos, debido a que son acechantes, comprenden a la perfección la conducta humana. Comprenden, por ejemplo, que los seres humanos son criaturas de inventario. Conocer los pormenores de cualquier inventario es lo que convierte a un hombre en erudito o en experto en su terreno.

Los brujos saben que, cuando una persona común y corriente encuentran una falta en su inventario, esa persona o bien extiende su inventario o el mundo de su imagen de sí se derrumba. La persona común y corriente está dispuesta a incorporar nuevos artículos, siempre y cuando no contradigan el orden básico de su imagen de sí, porque si lo contradicen, la mente se deteriora. El inventario es la mente. Los brujos cuentan con eso cuanto tratan de romper el espejo de la imagen de sí mismo.

Puesto que nuestra mente es nuestra racionalidad o el inventario, y nuestra racionalidad es nuestra imagen de sí, cualquier cosa que esté más allá de nuestra imagen de sí o bien nos atrae o nos horroriza, según qué tipo de personas seamos. O nos atrae y nos horroriza en igual medida.

Si un brujo no tiene importancia personal (yo psicológico, yo pluralizado), le importa un comino perder o no el hilo de una historia (historia personal), puesto que no le queda ni un ápice de su importancia personal.

No se reciben bien a los voluntarios en el mundo de la brujería, porque ya tiene propósitos propios y eso les dificulta enormemente renunciar a su individualidad. Si el mundo de los brujos exige ideas y actos contrarios a esos propósitos, los voluntarios simplemente se enfadan y se van.

El poder del hombre (facultades cognoscitivas) es incalculable; la muerte solo ha existido ya que el hombre mismo ha aprendido a intentarla; y que el intento de la muerte podía ser suspendido al hacer que el punto de encaje cambiara de posición.

Desde el punto de vista del espíritu la brujería consiste en limpiar el vínculo que tenemos con él. El edificio que el espíritu empuja delante de nosotros, es en esencia, como una oficina de franquìa, en la cual encontramos no tanto los procedimientos para franquear nuestro vinculo con el intento como el conocimiento silencioso que nos permite ganar franquìa. Sin ese conocimiento silencioso no habría ningún procedimiento que funcionara.

Los eventos desencadenados por lo brujos con ayuda del conocimiento silencioso son tan sencillos, pero al mismo tiempo de proporciones abstractas tan inmensas, que los brujos decidieron, miles de años atrás, referirse a esos eventos sólo en términos simbólicos. Las manifestaciones y el toque del espíritu eran ejemplos de ello.

Cada uno de nosotros, como individuos, estamos separados del conocimiento silencioso por barreras naturales, propias de cada individuo. Nosotros como hombres comunes y corrientes, no sabemos que algo real y funcional, nuestro vinculo con el intento, es lo que nos produce nuestra preocupación ancestral acerca de nuestro destino.

Durante nuestra vida activa, nunca tenemos la oportunidad de ir más allá del nivel de la mera preocupación, ya que desde tiempos inmemoriales, el arrullo de la vida cotidiana nos adormece. No es sino hasta el momento de estar al borde de la muerte que nuestra preocupación ancestral acerca de nuestro destino cobra un diferente cáliz. Comienza a presionarnos para que veamos a través de la niebla de la vida diaria. Pero por desgracia, este despertar siempre viene de la mano con la perdida de energía provocada por la vejez. Y no nos queda fuerza suficiente para transformar nuestra preocupación en un descubrimiento positivo pragmático. A esa altura, todo lo que nos queda es una angustia indefinida y penetrante; un anhelo de algo incomprensible; y una rabia comprensible, por haber perdido todo.

Don Juan reconoce que los poetas están profundamente afectados por el vínculo con el espíritu, pero que se daban cuenta de ello de manera intuitiva y no de manera deliberada y pragmática como lo hacen los brujos.

Los poetas no tienen una noción directa del espíritu. Esa es la causa por la cual sus poemas realmente no son verdaderos gestos al espíritu aunque andan bastante cerca.

¿Soy yo quien anda, esta noche,

Por mi cuarto, o el mendigo

Que rondaba mi jardín,

Al caer la tarde?…

Miro

En torno y hallo que todo

Es lo mismo y no es lo mismo…

¿La ventana estaba abierta?

¿Yo no me había dormido?

¿El jardín no estaba verde

De luna?… …. El cielo era limpio

Y azul… Y hay nubes y viento

Y el jardín está sombrío…

Creo que mi barba era

Negra… Yo estaba vestido

De gris… Y mi barba es blanca

Y estoy enlutado… ¿Es mío

Este andar? ¿Tiene esta voz,

Que ahora suena en mí, los ritmos

De la voz que no tenía?

¿Soy yo, o soy el mendigo

Que rondaba mi jardín,

Al caer la tarde?…

Miro

En torno… Hay nubes y viento…

El jardín está sombrío…

…Y voy y vengo… ¿Es que yo

No me había ya dormido?

Mi barba está blanca… Y todo

Es lo mismo y no es lo mismo…

 

 

Autor:

Como se puede apreciar en el poema, el poeta siente la presión de la vejez y el ansia que eso produce. Pero eso es sólo una parte. La otra parte, la que nos interesa es que el poeta, aunque no mueve nunca su punto de encaje, intuye que algo increíble está en juego. Intuye con gran precisión que existe un factor innominado, imponente por su misma simplicidad que determina nuestro destino.

EL TERCER CENTRO ABSTRACTO

El tercer centro abstracto se llama los Trucos del Espíritu, o los trucos de lo abstracto, o el acecharse a sí mismo, o el desempolvar el vínculo con el intento.

Y otra vez, como en el caso del primer y segundo centro abstracto, hay una historia básica.

La historia dice que, después de tocar la puerta del hombre de quien ya hablamos sin tener ningún éxito, el espíritu siguió el único camino posible: el ardid. Después de todo, el espíritu había resuelto sus dificultades anteriores como el hombre por medio del ardid. Era obvio que si quería que ese hombre le prestara atención debía engatusarlo de nuevo. De esa manera, el espíritu empezó a instruirlo en los misterios de la brujería. Y así es como el aprendizaje de la brujería se transformo en lo que es una ruta de artificio y subterfugio.

La historia dice que el espíritu engatuso al hombre haciéndolo cambiar una y otra vez de niveles de conciencia, con el fin de explicarle en ambos reinos cómo ahorrar energía y reforzar su vinculo de conexión.

Si aplicamos esta historia a un ambiente moderno, nos encontraríamos con el caso del nagual, conducto viviente del espíritu, que repite la estructura de este centro abstracto y recurre al artificio y subterfugio para enseñar.

Cada historia es una tragicomedia abstracta con un actor abstracto, el intento y dos actores humanos, el nagual y su aprendiz. El guión era el centro abstracto.

¿Cuál es el proceso que emplea el nagual para llevar a su aprendiz al reino del espíritu?

Un procedimiento que los brujos llaman quitar el polvo del vínculo de conexión con el intento.

"Lo primero que hace un nagual con su aprendiz es jugarle una treta; en otras palabras, le da un empellón en su vinculo con el espíritu. Hay dos formas de hacerlo.

Una es por medios seminormales, con alguna planta de poder, y la otra es directamente por medio de la brujería.

El arte del acecho es un arte aplicable a todo, y que consiste en cuatro facetas o principios.

  1. El no tener compasión.
  2. El ser astuto.
  3. El tener Paciencia, y
  4. El ser Simpático.

La experiencia de los brujos es tan descabellada, que ellos se acostumbran a acecharse a sí mismos con ella, haciendo hincapié en el hecho de que somos perceptores y de que la percepción tiene muchas más posibilidades de las que puede concebir la mente.

A fin de protegerse de esa inmensidad de la percepción, los brujos aprenden a mantener una mezcla perfecta de no tener compasión, de tener astucia, de tener paciencia y de ser simpáticos. Estas cuatros bases están entrelazadas de modo inextricable. Los brujos las cultivan intentándolas. Estas bases son, naturalmente posiciones del punto de encaje. Todo acto realizado por un brujo es deliberado en pensamiento y realizado y está, por definición, gobernado por esos cuatro principios fundamentales del acecho.

Se debe de comprender que, para algunos hombres, usar ropas de mujer es la puerta de estrada a la conciencia acrecentada. De hecho, vestir a un brujo macho de mujer es más eficaz, para entrar a la conciencia acrecentada, que empujar su punto de encaje, pero más difícil de ejecutar.

Se puede decir, piensa Don Juan que algunas mujeres son acechadoras innatas. Y convencido de ello, sostenía que sólo en ropa de mujer podía el hombre común aprender el arte del acecho.

Un guerrero no debe tener compasión de nadie, pero debe ser encantador, debe ser astuto, pero muy decente, debe tener paciencia, pero deber ser muy activo, debe ser muy simpático y al mismo tiempo aniquilador.

El primerísimo principio del acecho es que un guerrero se acecha a sí mismo. Se acecha a sí mismo sin tener compasión, con astucia, paciencia y simpáticamente.

Don Juan define al acecho como el arte de usar la conducta de un modo original, con propósitos específicos. Dice que la conducta normal, en el mundo cotidiano, es rutinaria. Cualquier conducta que rompe con la rutina causa un efecto desacostumbrado en nuestro ser total.

Los brujos videntes de la antigüedad (México precolombino) vieron que la conducta desacostumbrada producía un temblor en el punto de encaje. Encontraron luego que, si se practica la conducta desacostumbrada de manera sistemática e inteligente, a la larga, esta practica fuerza al punto de encaje a moverse.

El verdadero desafío para esos brujos videntes fue encontrar un sistema de conducta que no fuera trivial o caprichoso, y que fuera capaz de combinar la moralidad y el sentido de la belleza que distinguen a los brujos videntes de los simples hechiceros. Y ese sistema se llama el arte del acecho.

Cualquiera que logre mover su punto de encaje a una nueva posición es un brujo. Partiendo de esta nueva posición, un brujo puede hacer toda clase de cosas buenas o malas a sus semejantes. Por lo tanto ser brujo, es como ser zapatero o panadero. La meta de los brujos videntes es sobrepasar esa condición. Ser más que brujo. Y para eso necesitan belleza y moralidad.

Para los brujos, el acecho es la base sobre la cual construye todo lo de más. Pero para algunos de ellos no les gusta el término acecho. Se les hace muy pesado; pero ese nombre se le aplicó porque consiste en comportarse de manera clandestina y furtiva. También se lo llama el arte del sigilo o el arte del desatino controlado, pero ambos términos es igualmente pesado.

Los brujos dicen que la conciencia acrecentada es la puerta de entrada al intento, y la utilizan como tal. Los brujos están dentro del mundo, pero ya no pertenecen al mundo cotidiano. La meta del nagual es la libertad.

Ese conocimiento está ahí a disposición de todos. Está ahí para ser sentido, para ser usado, pero no para ser explicado. El conocimiento natural del intento está a disposición de cualquiera, pero el dominarlo le corresponde sólo a quienes lo sondean. Porque el intento es una fuerza que no puede describirse y mucho menos representarse.

El descenso del espíritu es un acto de revelación. El espíritu nos espera emboscado y luego desciende sobre nosotros su presa, ese descenso siempre viene velado. Sucede, pero parece no haber sucedido en absoluto.

Este cuarto centro abstracto (el descenso del espíritu) nos acontece cuando el espíritu corta las cadenas que nos atan a nuestro reflejo. Cortar nuestras cadenas es algo maravilloso, pero también algo fastidioso porque nadie, ningún ser humano, desea ser libre, siempre tiene algún apego, o algún deseo de algo; eso es lo que le impide al hombre cotidiano aceptar al espíritu. Una vez que nuestras cadenas están rotas, ya no estamos atados a las preocupaciones del mundo cotidiano. Aún estamos en el mundo cotidiano, pero ya no pertenecemos a él.

Los brujos creen que, hasta el momento mismo en que desciende el espíritu, cualquier brujo puede dejar la brujería, puede alejarse del espíritu, pero ya no después.

EL CUARTO CENTRO ABSTRACTO

El cuarto centro abstracto (el descenso del espíritu o el ser movido por el intento) es el golpe brutal del descenso del espíritu. El cuarto centro abstracto es un acto de revelación. El espíritu se nos revela. Los brujos dicen que el espíritu nos espera emboscado y luego desciende sobre nosotros, su presa.

La historia cuenta que, a fin de revelar los misterios de la brujería al hombre del que hemos hablado anteriormente, fue necesario que el espíritu descendiera. El espíritu eligió un momento en que el hombre estaba distraído, con la guardia baja y, sin mostrar piedad alguna, dejo que su presencia moviera, por sí misma, el punto de encaje de ese hombre a una determinada posición. Una posición que los brujos describen como el sitio donde uno pierde la compasión o el sitio donde no hay piedad. Puesto que el hombre de nuestra historia perdió allí la compasión, el no tener compasión se convirtió en primer principio de la brujería.

El primer principio nunca debe confundirse con el primer efecto del aprendizaje de brujería, que es el moverse desde la conciencia normal a la conciencia acrecentada. El moverse de un estado de conciencia al otro es lo primero que le ocurre a un aprendiz de brujo. Por consiguiente es natural para un aprendiz asumir que el movimiento del punto de encaje es el primer principio de la brujería. Pero no es así. El primer principio de la brujería es el no tener compasión.

Existe un umbral que, una vez franqueado, no permite retiradas. Normalmente, desde el momento en que el espíritu toca la puerta, pasan años antes de que el aprendiz llegue a ese umbral. Sin embargo, en algunas ocasiones se logra llegar a él casi de inmediato. El caso del benefactor de Don Juan Matus, el nagual Elías.

Todos los brujos tienen la obligación de recordar muy claramente cuándo y cómo habían cruzado ese umbral, a fin de fijar en sus mentes el nuevo estado de su potencial perceptivo. Cruzar ese umbral significa entrar a un nuevo mundo (un nuevo mundo de la percepción), y que no es esencial el ser aprendiz de brujo para llegar a ese umbral; la única diferencia entre el hombre común y corriente y el brujo, en esos casos, es lo que cada uno pone en relieve. El brujo recalca el cruce del umbral y usa ese recuerdo como punto de referencia. El hombre común y corriente recalca el hecho de que se refrena de cruzarlo y de que hace lo posible por olvidarse de haber llegado a él.

El hombre común, no puede aceptar que todo cuanto pensamos, todo cuanto decimos, depende de la posición del punto de encaje.

Como comprender que las cadenas de la preocupación que nos atan y nos aprisionan; que nos mantienen amarrados a ese reflejo nuestro a fin de defendernos de los ataques de lo desconocido.

Una vez que nuestras cadenas están rotas, ya no estamos atados a las preocupaciones del mundo cotidiano. Aun estamos en el mundo diario, pero ya no pertenecemos a él. Para pertenecer a él debemos compartir las preocupaciones y los intereses de la gente, y sin cadenas no podemos.

El nagual Elías explica que la característica de la gente normal es que compartimos una daga metafórica: la preocupación con nuestro reflejo. Con esa daga nos cortamos y sangramos. La tarea de las cadenas de nuestro reflejo es darnos la idea de que todos sangramos juntos, de que compartimos algo maravilloso: nuestra humanidad. Pero si examinamos lo que nos pasa, descubriríamos que estamos sangrando a solas, que no compartimos nada, y que todo lo que hacemos es jugar con una obra del hombre: nuestro predecible reflejo.

Los brujos ya no son parte del mundo diario, simplemente porque ya no son presa de su reflejo (deseos, yo psicológico, yo pluralizado), ya no comparten las preocupaciones e intereses de la humanidad (están en el mundo físico o sensible, pero ya no son parte del mundo).

¿Qué significa comportamiento de guerrero?

Ser un guerrero implicaba, en este caso, estar siempre en guardia contra la natural brusquedad de la conducta humana. Un guerrero es, en esencia, un ser implacable, de recursos muy fluidos y de gustos y conducta muy refinados; un ser cuya tarea en este mundo es afilar sus aristas cortantes, una de las cuales es la conducta, para que así nadie sospeche su inexorabilidad.

La muerte no es un enemigo, aunque así lo parezca. La muerte no es nuestra destructora, aunque así lo pensemos. La muerte es un pensamiento Superior.

¿Qué es el acecho?

Es un modo de conducta especial que se ajusta a ciertos principios; una conducta secreta, furtiva y engañosa, que está diseñada para darle a uno algo así como una sacudida mental. Por ejemplo, acecharse a uno mismo significa darse un sacudòn usando nuestra propia conducta en una forma astuta y sin compasión.

Cuando la conciencia de ser de los brujos se atasca debido a la enormidad de lo que perciben, lo mejor o tal vez lo único que se podía hacer era usar la idea de la muerte para provocar ese sacudòn mental que era el acecho.

La noción de la muerte es de monumental importancia en la vida de los brujos, ya que es lo que nos da cordura y fortaleza es saber que nuestro fin es inevitable.

Por tanto, nuestro error más costoso (irracional) es permitirnos no pensar en la muerte. Es como si creyéramos que, al no pensar en ella, nos vamos a proteger de sus efectos. Y es así, como los seres humanos comunes creen que dejar de pensar en la muerte ciertamente los protege de preocuparse acerca de morir.

Podemos decir que si sirve para ese propósito. Pero es un propósito indigno, para cualquiera. Para los brujos, es una farsa grotesca. Sin una visión clara de la muerte, no hay orden para ellos, no hay sobriedad, no hay belleza. Los brujos se esfuerzan sin medida por tener su muerte en cuenta, con el fin de saber, al nivel mas profundo, que no tienen ninguna otra certeza sino la de morir. Saber esto da a los brujos el valor de tener paciencia sin dejar de actuar, le da el valor de acceder, el valor de aceptar todo sin llegar a ser entupidos, les da valor para ser astutos sin ser presumidos y, sobre todo, les da valor para no tener compasión sin entregarse a la importancia personal.

…este morir incesante

Tenaz, esta muerte viva,

¡OH Dios! Que te está matando

En tus hechuras estrictas,

En las rosas y en las piedras,

En las estrellas ariscas

Y en la carne que se gasta

Como una hoguera encendida,

Por el canto, por el sueño,

Por el color de la vista.

…que acaso te han muerto allá

Siglos de edades arriba,

Sin advertirlo nosotros,

Migajas, borra, cenizas

De ti, que sigues presente

Como una estrella mentida

Por su sola luz, por una

Luz sin estrella, vacía,

Que llega al mundo escondiendo

Su catástrofe infinita.

Autor: José Gorostiza

A los brujos no les interesa de qué trata el poema. Solo les interesan los sentimientos que el anhelo del poeta les brinda. Ellos sienten su anhelo y lo toman prestado y toman prestada la belleza. Y se maravillan ante el hecho de que el poeta, como un verdadero guerrero, la derroche en los que la reciben, en los que la aprecian, ese impacto de la belleza, es el acecho.

El desatino controlado es un arte. Un arte sumamente molesto y difícil de aprender. Muchos brujos no tienen aguante para eso, no porque tenga nada de malo, sino porque hace falta mucha energía para ejercitarlo.

Los acechantes que practican el desatino controlado creen que, en cuestiones de personalidad, toda la especie humana cae dentro de tres categorías.

  1. Son los perfectos secretarios, ayudantes y acompañantes. Tienen una personalidad muy fluida, pero su fluidez no nutre. Sin embargo, son serviciales, cuidadosos, totalmente domésticos, e ingeniosos dentro de ciertos limites; chistosos, de muy buenos modales, simpáticos y delicados. En otras palabras, son la gente más agradable que existe, salvo por un enorme defecto: no pueden funcionar solos. Necesitan siempre que alguien los dirija. Con dirección, por dura o antagónica que pueda ser, son estupendos. Por si mismos, perecen.

  2. Las personas de la primera categoría:

    No tiene nada de agradable. Los de ese grupo son mezquinos, vengativos, envidiosos, celosos y egocéntricos. Hablan exclusivamente de sí mismos y habitualmente exigen que la gente se ajuste a sus normas. Siempre toman la iniciativa, aunque esto lo haga sentir mal. Se sienten totalmente incómodos en cualquier situación y nunca están tranquilos. Son inseguros y jamás están contentos; cuanto más inseguros se sienten, más desagradable es su comportamiento.

  3. Las personas de la segunda categoría:
  4. En la tercera categoría:

Están los que no son ni agradables ni antipáticos. No sirven a nadie, pero tampoco se imponen a nadie. Más bien, son indiferentes. Tienen una idea exaltada de sí mismos basada solamente en sus fantasías. Si son extraordinarios en algo es en la facultad de esperar a que las cosas sucedan. Por regla general esperan ser descubiertos y conquistados; tienen una estupenda facilidad para crear la ilusión de que se traen grandes cosas entre manos; cosa que siempre prometen sacar a relucir, pero nunca lo hacen, porque, en realidad, no tienen nada.

Somos seres simples; cada uno de nosotros pertenece a una de las tres.

¿Puede existir un camino de redención?

Los brujos habían descubierto que sólo nuestra imagen de sí caía en una de esas categorías. El problema de los seres humanos es que nos tomamos demasiado en serio. Cualquiera que sea la categoría en que cae nuestra imagen de sí, sólo tiene significado en vista de nuestra importancia personal. Si no tuviéramos importancia personal no nos atañería en absoluto en que categoría caemos.

  • Las manifestaciones del espíritu.
  • El toque del espíritu.
  • Los trucos del espíritu.
  • El descenso del espíritu.
  • Los requisitos del intento y el manejo del intento.

El manejo del intento es algo más velado, es el arte de acecho en sí, es la impecabilidad.

¿Qué es la muerte?

Los brujos dicen que la muerte es nuestro único adversario que vale la pena. La muerte es quien nos reta y nosotros nacemos para aceptar ese reto, seamos hombres comunes y corrientes o brujos. Los brujos lo saben; los hombres comunes y corrientes no.

¿Qué es la vida humana?

La vida es un proceso mediante el cual la muerte nos desafía. La muerte es la fuerza activa. La vida es sólo el medio, el ruedo, y en ese ruedo hay únicamente dos contrincantes a la vez: la muerte y uno mismo.

Nosotros los seres humanos somos seres pasivos. Si nos movemos es debido a la presión de la muerte. La muerte marca el paso a nuestras acciones y sentimientos y nos empuja sin misericordia hasta que nos derrota y gana la contienda. O hasta que nosotros superamos todas las posibilidades y derrotamos a la muerte.

"Los brujos hacen eso; derrotan a la muerte y ésta reconoce su derrota dejándolos en libertad, para nunca retarlos más.

¿Qué es un salto mortal del pensamiento a lo inconcebible?

Es el descenso del espíritu, el acto de romper nuestras barreras perceptuales. Es el momento en el que la percepción del hombre alcanza sus límites. Los brujos practican el arte de enviar precursores, exploradores de vanguardia a que sondeen nuestros limites perceptuales.

Al limpiarse, al aclararse el vinculo de conexión con el intento, la energía que de ordinario era utilizada para enturbiarlo y mantener fija su posición en el sitio habitual se liberaba y se concentraba de manera automática en el vinculo mismo. Hay técnicas preconcebidas o maniobras que un brujo pudiera aprender con anticipación para mover esa energía.

Algunos brujos se dedicaban a relatar historias. El narrar historias era para ellos no sólo el explorador de vanguardia que sondeaba sus límites perceptuales, sino también su camino a la perfección, al poder, al espíritu, al puro entendimiento.

Los indios yaquis poseen una colección oral de eventos históricos que ellos llaman "Fechas memorables". Las fechas memorables eran una compilación de relatos orales de su historia como nación en pie de guerra contra los invasores de su tierra: los españoles primero, los mexicanos después.

Miles de años, por medio de su capacidad de ver, los brujos descubrieron que la tierra es un ser vivo y consciente, cuya conciencia puede afectar la conciencia de los seres humanos. Al buscar los medios adecuados para utilizar la influencia de la tierra sobre la conciencia humana, encontraron que ciertas cuevas eran bastante efectivas. La búsqueda de cuevas se transformo, para esos brujos, en una tarea que quería la totalidad de sus esfuerzos y que a través de ellos fueron capaces de descubrir una variedad de usos para los diferentes tipos de cuevas que encontraron. Todo aquel trabajo. Lo único que interesaba a los brujos modernos era esa cueva en particular y su capacidad de mover el punto de encaje hasta hacerlo llegar a un intervalo de la percepción.

El nagual es el conducto del espíritu. Hay dos razones por las que el nagual puede dejar que el espíritu se exprese a través de él. Una es porque pasa toda su vida redefiniendo impecablemente su vínculo de conexión con el intento, y la otra es porque tiene más energía que el hombre común y corriente. Por ello, lo primero que experimenta un aprendiz de brujo es un cambio en su nivel de conciencia, un cambio provocado simplemente por la presencia del nagual. En realidad, no hay, ni se necesita ningún procedimiento para mover el punto de encaje. El espíritu toca al aprendiz a través del nagual y su punto de encaje se mueve. Así de simple.

Lo que se necesita para que la magia pueda apoderarse de nosotros es borrar nuestras dudas. Una vez que las dudas desaparecen, todo es posible.

Ser demasiado racional es una desventaja. Los seres humanos tienen un sentido muy profundo de la magia. Somos parte de lo misterioso. La racionalidad es sólo un barniz, un baño de oro en nosotros. Si rascamos esa superficie encontramos que debajo hay un brujo. Algunos de nosotros, sin embargo, tenemos una gran dificultad para llegar a ese nivel bajo la superficie; otros, en cambio, lo hacen con absoluta facilidad.

Dentro del are del acecho, existe una técnica muy usada por lo brujos: "el desatino controlado". Los brujos aseguran que esa es la única técnica con que cuentan para tratar consigo mismos en la conciencia acrecentada y con la gente en el mundo de la vida cotidiana.

Don Juan define el desatino controlado como el arte de engaño controlado o el arte de fingirse completamente inmerso en el acto del momento; fingiendo tan bien que nadie podría diferenciar esa imitación de lo genuino. El desatino controlado no es un engaño en sí, sino es un modo sofisticado y artístico de separarse de todo sin dejar de ser una parte integral de todo.

El nagual Julián explicó que la vista humana esta adiestrada para enfocarse solamente en los rasgos más salientes de una cosa, y que esos rasgos salientes son conocidos de antemano. Por lo tanto, el arte de los acechantes es crear una impresión, presentando rasgos que ellos eligen, rasgos que ellos saben que los ojos del espectador están destinados anotar. Al reforzar ingeniosamente ciertas impresiones, los acechantes logran crear en el espectador una impugnable convicción acerca de lo que perciben.

¿Cómo se desarrolló el pensamiento racional de los antiguos brujos?

Primeramente los brujos creyeron haber descubierto que el alineamiento era la fuente misma de la conciencia de ser. Mediante el ver, los brujos encontraron que el estar consciente de ser aparece cuando un grupo de campos de energía encerrados dentro de nuestro capullo luminoso se alinea, por así decirlo, con los mismos campos de energía fuera de él.

No obstante, al examinar todo eso con más cuidado, se les hizo evidente que lo que ellos llamaban el alineamiento de las emanaciones del Águila no era suficiente para explicar lo que estaba viendo. Veían que sólo una porción muy pequeña del número total de filamentos luminosos dentro del capullo estaba encendida, el resto no lo estaba. El ver encendido a ese pequeño grupo de filamentos había creado un falso sentido de descubrimiento.

Los filamentos no necesitaban estar alineados, porque los que estaban encerrados dentro del capullo eran los mismos que los que estaban fuera. Lo que necesitaban era estar encendidos. El capullo luminoso es simplemente una capsula transparente que encierra una minúscula porción de unas hebras luminosas de infinita extensión. Lo que iluminaba debía ser, en definitiva, una fuerza independiente. Consideraron entonces que lo importante era el acto de encender los filamentos luminosos. Como no podían llamarlo alineamiento, lo llamaron voluntad o la fuerza encendedora.

Al volverse su ver todavía más sofisticada y eficaz los brujos se dieron cuenta de que lo que llamaban la voluntad no es solamente la fuerza que es responsable de nuestra conciencia de ser, sino también de todo cuanto existe en el universo. Vieron que es una fuerza que posee conciencia total y que surge de los propios campos de energía que componen el universo. Decidieron entonces que era preferible llamarla intento, en vez de voluntad. Pero a la larga el nombre probó ser inadecuado, porque no hace destacar la inconcebible importancia de esa fuerza ni su activa conexión con todo lo existente.

Don Juan Matus asegura que nuestra gran falla colectiva, es vivir esa conexión. Para nosotros, lo precipitado de nuestra existencia, nuestros inflexibles intereses, preocupaciones, esperanzas, frustraciones y miedos, tienen prioridad. En el plano de nuestros asuntos prácticos, no tenemos ni la más vaga idea de que estamos unidos con todo lo demás, o sea que somos parte de una unidad o totalidad.

¿Cuáles son los requisitos del intento o voluntad?

Un abandono y una frialdad totales.

La continuidad es tan importante en nuestra vida que, si se rompe, siempre se repara instantáneamente. En el caso de los brujos, en cambio, una vez que sus puntos de encaje llegan al sitio donde no hay compasión, la continuidad ya no vuelve a ser la misma.

El conocimiento silencioso es una posición general del punto de encaje, que milenios antes había sido la posición normal, del genero humano, pero que por motivos imposibles de determinar, el punto de encaje del hombre se había alejado de esa posición especifica para adoptar una nueva, llamada la "Razón".

Don Juan Matus observó que la mayoría de los seres humanos no son representativos de esa nueva posición, porque sus puntos de encaje no están situados exactamente en la posición de la razón en sí, sino en su vecindad inmediata. Lo mismo había sucedido en el caso del conocimiento silencioso: tampoco los puntos de encaje de todos los seres humanos estaban situados directamente en esa posición.

También dice que otra posición del punto de encaje, el "sitio donde no hay compasión", es la vanguardia del conocimiento silencioso; y que existe aún otra posición clave llamada el "sitio de la preocupación", la antesala de la razón.

¿Qué es la conciencia de ser o la conciencia de la vida cotidiana?

La conciencia de ser es como una inmensa casa. La conciencia de la vida cotidiana es como un cuarto herméticamente cerrado durante toda la vida se entra por medio de una abertura mágica: el nacimiento y se sale por medio de otra abertura mágica: la muerte.

Sin embargo, los brujos son capaces de hallar una abertura más y salir de ese cuarto herméticamente cerrado estando vivos. Un logro estupendo. Pero un logro más estupendo todavía es que, al escapar de ese cuarto sellado, los brujos son capaces de elegir la libertad. Eligen abandonar por completo esa casa inmensa, en vez de perderse en otras partes de ella.

El rito obliga al hombre común y corriente a construir enormes iglesias que son monumentos a la importancia personal, también obliga a los brujos a construir edificios de morbidez y obsesión. La tarea de todo nagual es, por lo tanto, guiar a la conciencia para que vuele hacia lo abstracto, libre de cargas e hipotecas.

Los brujos de hoy en día, en un esfuerzo por evitar pagar este exorbitante precio de dolor, habían desarrollado un código de conducta llamado "el camino del guerrero", o la acción impecable. Un código de conducta que los preparaba realzando su cordura y su prudencia.

Don Juan explica que en otros tiempos, en el pasado remoto, los brujos estuvieron profundamente interesados en el vínculo de conexión general que el intento posee con todas las cosas. Al concentrar su segunda atención en ese vínculo, adquirieron no sólo el conocimiento directo, sino también la capacidad de manejar ese conocimiento y ejecutar asombrosas hazañas. Sin embargo, no adquirieron el buen juicio necesario para manejar todo ese poder.

Los brujos, mostrando más cordura, decidieron entonces concentrar su segunda atención solamente en el vínculo de criaturas que poseen conciencia de ser. Estas excluyeron la gama entera de los seres orgánicos existentes, así como la gama total de los que los brujos llaman seres inorgánicos o aliados, a los que describen como entes que poseen conciencia de ser pero no vida, por lo menos, de la manera en que nosotros entendemos la vida. Esta solución tampoco tuvo éxito, porque una vez más, no les trajo ni sabiduría ni buen juicio.

Don Juan dice que a pesar de existir una gran diferencia entre estas cuatro áreas de interés, todas ellas eran igual de peligrosas. Así pues, al final los brujos acabaron por enfocar sólo la capacidad que posee cada vínculo de conexión con el intento para moverse más allá de todo lo concebible y permitir, así, la percepción de mundos inimaginables. Todo lo demás, pertinente al movimiento del punto de encaje lo echaron a lado.

Todos los brujos modernos debían luchar con ferocidad inigualada para lograr el buen juicio. La lucha de un nagual es especialmente feroz, porque un nagual es más fuerte, controla mejor los campos de energía que determinan la percepción y tiene más entrenamiento y más familiaridad con el conocimiento silencioso, el cual no es más que el contacto directo con el intento o la voluntad.

Ser demasiado racional es una desventaja. Los seres humanos tienen un sentido muy profundo de la magia. Somos parte de lo misterioso. La racionalidad es sólo un barniz, un baño de oro en nosotros. Si rascamos esa superficie encontramos que debajo hay un brujo. Algunos de nosotros, sin embargo, tenemos una gran dificultad para llegar a ese nivel bajo la superficie; otros, en cambio, lo hacen con absoluta facilidad.

El punto de encaje, con el más ínfimo movimiento crea islas de percepción totalmente aisladas. Información acerca de la complejidad de la conciencia de ser se puede acumular allí.

La mente es igualmente vaga y tampoco tiene forma, sin embargo confiamos en ella, porque nos es familiar.

La vista humana esta adiestrada para enfocarse solamente en los rasgos más salientes de un objeto, y que estos rasgos salientes son conocidos de antemano. Por lo tanto, el arte de acechantes es crear una impresión, presentando rasgos que ellos eligen, rasgos que ellos saben que los ojos del espectador están destinados a notar. Al reforzar ingeniosamente ciertas impresiones, los acechantes logran crear en el espectador una impugnable convicción acerca de lo que perciben.

La apariencia es la esencia del desatino controlado; por lo tanto, los acechantes crean la apariencia intentándola, en vez de lograrlo con la ayuda de disfraces. Los disfraces crean apariencias artificiales que la vista nota consciente o inconscientemente. En ese sentido, intentar apariencias es exclusivamente un ejercicio para el manejo del intento. Las apariencias se solicitan al espíritu o se les llama a la fuerza, pero nunca se las inventa racionalmente.

Los brujos pasan años en el limbo, donde no son ni hombres comunes y corrientes ni brujos. Al final, todo ellos se dan cabal cuenta de lo que son: brujos. La dificultad consiste en que el espejo de la imagen de sí es sumamente poderoso y sólo suelta a sus victimas después de una lucha feroz.

Don Juan describe el problema de los brujos en general como una doble imposibilidad. Una es la imposibilidad de restaurar la destrozada continuidad cotidiana; y la otra, la imposibilidad de utilizar la continuidad dictada por la nueva posición del punto de encaje. Esa nueva continuidad, dijo él, es siempre demasiado tenue, demasiado inestable, y no ofrece a los brujos la seguridad que necesitan para actuar como si estuvieran en el mundo de todos los días.

¿Cómo resuelven los brujos ese problema?

Ninguno resuelve nada. O bien el espíritu lo resuelve o no lo hace. Si lo hace, el brujo se descubre manejando el intento, sin saber cómo. Esta es la razón por la cual es importante la impecabilidad es lo único que cuenta. El brujo lleva una vida impecable, y eso parece atraer la solución.

¿Qué significa la impecabilidad para un brujo?

La impecabilidad es, simplemente, el mejor uso de nuestro nivel de energía. Naturalmente, requiere frugalidad, previsión, simplicidad, inocencia y, por sobre todas las cosas, requiere la ausencia de la imagen de sí mismo. Todo esto se parece al manual de vida monástica, pero no es vida monástica.

Los brujos dicen que, a fin de tener dominio sobre el movimiento del punto de encaje, se necesita energía. Y lo único que acumula energía es nuestra impecabilidad.

Don Juan Matus menciona que no hacía falta se estudiante de brujería para mover el punto de encaje. A veces, debido a circunstancias dramáticas, si bien naturales, tales como las privaciones, la tensión nerviosa, la fatiga, el color, el punto de encaje sufre profundos movimientos. Si los hombres que se encuentra en tales circunstancias lograran adoptar la impecabilidad como norma y llenar los requisitos del intento, podrían, sin ninguna dificultad, aprovechar al máximo ese movimiento natural. De ese modo, buscarían y hallarían cosas extraordinarias, en vez de hacer lo que hacen en tales circunstancias: ansiar el retorno a la normalidad.

Cuando se lleva al máximo el movimiento del punto de encaje, tanto el hombre común y corriente como el aprendiz de brujería se convierten en brujos, porque, llevando al máximo ese movimiento, la continuidad de la vida diaria se rompe sin remedio.

¿Cómo se lleva al máximo ese movimiento del punto de encaje?

Con la impecabilidad. La verdadera dificultad no esta en mover el punto de encaje ni en romper la continuidad. La verdadera dificultad está en tener energía. Si se tiene energía, una vez que el punto de encaje se mueve, cosas inconcebibles están al alcance de la mano.

El aprieto del hombre moderno es que intuye sus recursos ocultos, pero no se atreve a usarlos. Por eso dicen que los brujos que el mal del hombre es el contrapunto entre su estupidez y su ignorancia. El hombre necesita ahora, más que nunca, aprender nuevas ideas, que se relacionen exclusivamente con su mundo interior; ideas de brujo, no ideas sociales; ideas relativas al hombre frente a lo desconocido, frente a su muerte personal. Ahora, mas que nunca, necesita el hombre aprender acerca de la impecabilidad y los secretos del punto de encaje.

¿En que consiste el acto de despertar el intento?

La posición del conocimiento silencioso se llama el tercer punto, porque, a fin de alcanzarlo, había que pasar por el segundo punto: lugar donde no hay compasión. El punto de encaje en el aprendiz de brujo tiene que adquirir suficiente fluidez como para hacerlo doble. Ser doble significa, para los brujos que uno podía manejar intento; estar en el lugar de la razón y el del conocimiento silencioso, alternativamente o al mismo tiempo.

Todos los seres humanos se hallan capacitados para lograr esa fluidez. Sin embargo, la mayoría de nosotros solamente la almacenábamos sin usarla jamás, salvo en las raras ocasiones en que la despertaban, o bien los brujos, o ciertas circunstancias naturalmente dramáticas, como una lucha de vida o muerte.

Cualquier descenso del espíritu es como morir. Todo en nosotros se desconecta, y después vuelve a conectarse a una fuente de mucha mayor potencia. La amplificación de energía se siente como una angustia mortífera.

El hombre antiguo sabía, del modo más directo, que hacer y cómo hacerlo bien. Pero como hacía tan bien lo que hacía, comenzó a desarrollar cierto sentido de ser con lo cual adquirió la sensación de que podía predecir y planear los actos que estaba habituado a hacer tan bien.

Así surgió la idea de un "yo" individual; un yo individual que comenzó a dictar la naturaleza y el alcance de las acciones humanas.

A medida que el sentimiento de tener un yo individual se tornaba más fuerte, el hombre fue perdiendo su conexión natural con el conocimiento silencioso. El hombre moderno, siendo el heredero de tal desarrollo, se encuentra tan irremediablemente alejado del conocimiento silencioso, la fuente de todo, que sólo puede expresar su desesperación en cínicos y violentos actos de autodestrucción. Don Juan Matus asevera que la causa del cinismo y la desesperación del hombre es el fragmento de conocimiento silencioso que aún queda en él; un ápice que hace dos cosas: una, permite al hombre vislumbrar su antigua conexión con la fuente de todo, y dos, le hace sentir que, sin esa conexión, no tiene esperanzas de satisfacción, de logro o de paz.

¿Qué significa la guerra y la paz para un nagual?

La guerra para un brujo, no significa actos de estupidez individual o colectiva ni una violencia absurda. La guerra para el brujo es la lucha total contra ese yo individual que ha privado al hombre de su poder del conocimiento silencioso.

Los brujos habían descubierto que cualquier movimiento del punto de encaje significa alejarse de la excesiva preocupación con el yo individual: la característica del hombre moderno. Los brujos están convencidos de que la posición del punto de encaje es lo que hace del hombre moderno un egocéntrico homicida, un ser totalmente atrapado en su propia imagen. Habiendo perdido toda esperanza de volver al conocimiento silencioso, el hombre busca consuelo en su yo individual. Y al hacerlo consigue fijar su punto de encaje en el lugar más conveniente para perpetuar su imagen de sí. Por lo tanto, los brujos pueden afirmar con toda seguridad que cualquier movimiento que alejara el punto de encaje de su posición habitual equivale a alejarse de la imagen de sí y, por consiguiente, de la importancia personal.

Don Juan define la importancia personal o el yo individual como la fuerza generada por la imagen de sí. Reitera que es esa fuerza la que mantiene el punto de encaje fijo en donde está el presente. Por este motivo, la meta de todo cuanto hacen los brujos es el destronar la importancia personal.

Los brujos habían desenmascarado a la importancia personal, encontrando que es, en realidad, la compasión por sí mismo disfrazada. No parece posible, pero así es. El verdadero enemigo y la fuente de la miseria del hombre es la compasión por sí mismo (yo psicológico, yo pluralizado), el hombre no podría existir. Sin embargo, una vez que esa compasión se emplea, desarrolla su propio impulso y se transforma en importancia personal.

Los brujos están completamente convencidos de que, el espíritu, al mover nuestro punto de encaje, alejándolo de su posición habitual, nos hacia alcanzar un estado de ser que sólo podríamos llamar "el no tener compasión".

El sonido y el significado de las palabras son de suprema importancia para los acechantes. Ellos usan las palabras como llaves que abren cualquier cosa que éste cerrado. Los acechantes, por lo tanto, deben declarar su objetivo antes de tratar de lograrlo. Pero no pueden revelarlo así nada más, desde un principio; deben decirlo cuidadosamente y esconderlo entre las palabras.

5.- Conclusiones

Es importante reconocer y comprender que, los diferentes pensamientos filosóficos (empirismo, racionalismo, idealismo, materialismo, positivismo, neopositivismo) y científicos son producto de la razón y del pensamiento humano (de unos cuantos investigadores o pensadores), y asimismo directrices que surgen como producto de hechos históricos, y que cada uno de ellos tiene una época y un lugar determinado, y han sido el resultado de un sinfín de aspectos o elementos que contribuyeron al proceso de cambio y así también como lo anuncia la ley dialéctica de las lucha de contrarios. Pero han sido las necesidades y los deseos (aspecto afectivo y volitivo) de los seres humanos las que han guiado la evolución y desarrollo de la humanidad a través del pensamiento filosófico y científico.

Lo que seria importante identificar y comprender es, hasta donde o cuales son los límites de la razón y el pensamiento humano. Ya que hoy en día sabemos que los problemas de la humanidad aun no han sido en su totalidad resueltos, siguen los índices elevados de pobreza extrema, desigualdades sociales, económicas y políticas entre los diferentes países del mundo.

Por lo tanto, se puede decir que, la razón humana (racionalismo científico que el hombre actual ha utilizado como fuerza propulsora de sus acciones y base fundamental de cualquier actividad) no ha tenido la suficiente fuerza y principios necesarios para contribuir al logro y satisfacción de las necesidades humanas.

Por ello, se requiere de un cambio de paradigma, de un nuevo enfoque o perspectiva que permita a través de principios o ejes rectores conducir al ser humano hacia el origen de la esencia (substancia) de la cual forma parte y ello es el conocimiento silencioso.

6.- Bibliografía

  1. B. Kedrov, M y Spirkin A. La ciencia. México, Editorial Grijalbo, 1968.
  2. Carrillo, José. Problemas contemporáneos de la ciencia y la filosofía.
  3. Carlos Castaneda, Doctor en Antropología, místico y escritor Argentino. El conocimiento Silencioso, Editorial Emece, S.A., Argentina, Octubre 1996.
  4. Fingermann, Gregorio. Psicología. Argentina, Editorial el Ateneo, 1979.
  5. García M., Manuel. Lecciones Preliminares de filosofía. Décima octava edición, México, Editorial Porrùa, 2005.
  6. Gramsci Antonio. Introducción de la Praxis. Argentina, Editorial Lautano, 1979.
  7. Ruiz, Ramón. Historia y evolución del pensamiento científico. México, 2006. () en línea a partir del 25 Marzo 2007. y en www.edu.red en la sección de Epistemología en línea a partir del 28 Marzo 2007, en versión Español e Inglès.
  8. Ruiz, Ramón. Ensayo de Filosofía Neopositivista o positivismo lógico. México 2000.

It has been writting by

Ramon Ruiz

Ingeniero Civil y Doctorante en Psicología y Educación. Antología La influencia del Yo Individual en el Despertad de la Conciencia y en el conocimiento silencioso, Detroit Michigan (USA), Agosto 2000.

Partes: 1, 2, 3
 Página anterior Volver al principio del trabajoPágina siguiente