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Platon, sus últimas palabras


    Platón, sus últimas palabras – Monografias.com

    Platón, sus últimas palabras

    (PRESENTACION)

    Textos universales de necesaria lectura.

    Para entender y comprender, la verdadera dimensión de Sócrates, es necesario leer el presente artículo, podrás dimensionar, la grandeza de Sócrates, en todo su esplendor de sabio, pero por sobre todo

    CONSECUENTE, CON SU FILOSOFIA Y CONDUCTA

    DIALOGO DE PLATON, FEDON

    Bien sabemos, y me permito recordarlo, que toda la investigación platónica se puede definir como una tentativa metódica de interpretación de la personalidad filosófica de Sócrates. La fidelidad a la enseñanza y a la persona de Sócrates es el carácter dominante de toda actividad de Platón. Esta fidelidad se refiere a la tentativa de profundizar una figura del hombre que, ante los ojos de Platón, ha personificado la filosofía como investigación.

    Fiel, primeramente, a Sócrates en los Diálogos de su juventud, Platón se habría ido después alejando cada vez mas de su maestro para legar a formar su doctrina fundamental, la de las ideas; pero el filósofo tuvo el escrúpulo de no hacer intervenir a Sócrates como interlocutor en los diálogos que se alejan del esquema doctrinal socrático.

    La fidelidad de Platón no solo estuvo en el fondo doctrinal sino que, también, hasta en la forma literaria. Platón dice que el discurso escrito comunica no la sabiduría sino la presunción de la sabiduría, los escritos poseen la apariencia de seres vivientes, pero ni contestan a quienes le interrogan. Platón no veía en el discurso escrito más que una ayuda a la memoria; pero decía que el pensamiento propio es un dialogo que el alma hace consigo mismo, un dialogo interior en que el alma se pregunta y se contesta así misma. El dialogo era para Platón el único medio para expresar y comunicar a los demás la vida de la investigación filosófica. E l dialogo reproduce la marcha misma de la investigación que procede lentamente y con fatiga y, sobre todo, reproduce su carácter social y de comunidad, por cuya virtud la investigación asocia y hace solidarios los esfuerzos de los individuos que la cultivan.

    Así, la forma de actividad literaria de Platón, que fuera considerada por Aristóteles un medio entre prosa y poesía es, en el fondo, un acto de fidelidad al silencio literario de Sócrates; uno y otro tienen el mismo fundamento; la convicción de que la filosofía no consiste en un sistema de doctrinas; antes bien es investigación que replantea incesantemente los problemas, para aclarar con ellos el significado y la realidad e la vida humana.

    La tradición nos ha conservado en Platón una apología de Sócrates., treinta y cuatro diálogos y trece cartas. Los criterios que, desde la antigüedad sirven para juzgar la autenticidad de las obras platónicas son la siguientes: primero, la tradición, o sea el hecho de que los escritos antiguos las hayan considerado auténticas; segundo, los testimonios antiguos, entre ellos, muy importantes, las citas de Aristóteles; tercero, l contenido doctrinal, el valor artístico la forma lingüística, son otros aspectos que han servido para dar fe de la autenticidad de Diálogos.

    Respecto del orden cronológico de los escritos platónicos, ellos se han ordenado por la confrontación de os diálogos, por el estilo literario usado y muy especialmente, por opiniones emitidas por Aristóteles y por alusiones del propio autor a sus propias obras.. Pero, en todo caso, la ordenación cronológica de los diálogos es sólo aproximativa y problemática. Es muy difícil imaginar que Platón hubiera empezado a exaltar la figura de Sócrates en vida del Maestro; toda su actividad literaria debe ser, pues, posterior al año 399 A.C. Con todas estas bases relativas es posible la ordenación de los Diálogos:

    Primer Periodo: escritos juveniles o socráticos: Apología de Sócrates, Critón, Ion, Laues, Lisis, Cármides, Eutifron.

    Segundo Periodo. De transición: Eutidemo, Hipias menor, Cratilo, Hipias mayor, Menexeno, Georgias, República l, Protágoras, Menón.

    Tercer Periodo; escritos de madurez: FEDON, Banquete, Republica ll, y Fedro.

    Cuarto Periodo; escritos de la vejez: Parménides, Teetetes, Sofista, Político, Filebo, Critias, Leyes.

    De entre sus diálogos, el FEDON es uno de los más interesantes y, sobre todo, uno de los más dramáticos; no es como los precedentes una serie de preguntas y respuestas con el claro objetivo de poner en evidencia el error de una teoría, o la verdad de un principio, sino que es una composición de distinto género que se adentra en las complejidades del problema, a la vez psicología, de moral y, especialmente de metafísica. Obra llena de sabiduría, de serenidad, de ponderación, que, en su conjunto, constituye una hermosa lección, una de las más hermosas que nos lega lo que Renán llamara "el milagro griego".

    El relato histórico consiste en la pintura vivencial del último día y de la muerte de Sócrates. En el momento en que FEDON nos abre la puerta de la prisión, aparece Sócrates sentado al borde la cama, en medio de sus discípulos, que muy de mañana Habían concurrido a estar al lado de su Maestro. Sócrates aparece tranquilo, sonriente, sin sombra de tristeza; sus amigos, en cambio, están consternados, hay lágrimas en sus ojos. Los momentos se hacen tensos cuando viene Jantipas, su mujer, con sus hijos y al abrazarlos, irrumpen en lágrimas y lamentos dolorosos. .

    Sócrates mantiene su actitud normal, cordial, serena, a caricia los cabellos de Fedon y éste, chanceando, le dice que al día siguiente, en señal de duelo, se lo cortará Resuelto a a dar a a sus amigos el ejemplo de una vida consagrada hasta el último momento a la filosofía, Sócrates hizo retirar a una pieza contigua a su mujer y a sus hijos y diestramente provoco a Simias y a Cebes a una discusión que debía prolongarse hasta la puesta del sol, o sea hasta el instante marcado por la ley para beber la cicuta. El mismo dice que será como el canto el cisne; que para é no es un canto de tristeza sino más bien de sublime esperanza en la vida bienaventurada e inmortal.

    Emite Sócrates la opinión de que, en la esperanza de encontrar en una vida mejor que la nuestra, dioses justos, buenos y amigos de los hombres, , basta para obligar al sabio a mirar la muerte con la sonrisa en los labios. El vulgo, dice, se apega a la vida porque lo único de que se cuida es del cuerpo y de los placeres de los sentidos, olvidándose que tiene alma; y así, la muerte lo aterra, porque, al destruido el cuerpo, se ve privado de que más quiere.

    ¿Pero, de dónde procede la certidumbre del filósofo de que con la muerte no perece todo? Y , no teniendo la prueba de que el alma debe sobrevivir al cuerpo . ¿Quién asegura que no sea esto un engaño y una bella ilusión? Platón por boca de Sócrates, se resuelve firmemente a explicar y toca tras otro los puntos siguientes: la supervivencia del alma respecto del cuerpo; la reminiscencia; la pre-existencia del alma; la libertad del alma y en fin, su inmortalidad.

    Su punto de partida son las ideas pitagóricas es la estancia del alma en los infiernos y de su vuelta a la vida; éste es el sentido de la máxima " los vivos nacen de los muertos". Y viene el argumento de que todo lo que tiene un contrario, nace de este contrario, como lo más grande , de los más pequeño ; más fuerte, de lo más débil ;lo mas ligero, de lo más lento; lo peor, de lo mejor; lo más fuerte, de lo más débil; la vigilia del sueño; y la vida de la muerte. Viene luego el principio platoniano de que la ciencia es una reminiscencia, principio que supone ya la teoría de las ideas, que va a constituir el centro, el haz de luz de la filosofía de Platón. A saber, no es más que recordar y el recuerdo supone un conocimiento anterior; por consiguiente, si el alma se acuerda de cosas que no ha podido conocer en esta vida, es una prueba de alma ha existido antes. Pero Platón tiene gran cuidado de decir, enseguida, que, de que el alma tenga asegurado a causa de su naturaleza un destino futuro, no se sigue que haya de ser este destino igual para todas las almas indistintamente.

    El alma del filósofo y la del justo, depuradas mediante la constante meditación sobre esencias divinas, serán indudablemente admitidas a participar de la vida de bienaventuranzas de los dioses; pero las del vulgo y la del hombre malo, manchadas de impurezas y crímenes, serán privadas de ésta dichosa eternidad. Y sometidas a pruebas, cuya toma Platón de la Mitología. Estas postulaciones prueban la antigüedad de la fe del género humano en una sanción suprema de la ley moral y fortifican con el peso del consentimiento universal uno de los principios más ciertos de la filosofía

    Pero esta argumentación suscita dos objeciones: ¿no puede decirse de la armonía de una Lira lo mismo que del alma, que es invisible y no material? ¿Y no puede entonces temerse que suceda con el alma lo que con la armonía?, esto es, que perezca antes que el cuerpo, como la armonía perece antes de la Lira? El argumento lo había hecho Simias, parece destructora y, ante él, Sócrates responde sonriendo: Simias tiene razón, pero para tener tiempo de pensar quisiere que mientras tanto Cebes nos objetara; después: cede la palabra a Equécratas, quien se siente maravillado por el argumento de Simmias al decir que el alma no es más que una armonía. Luego Sócrates, lleno de dulzura y sonriente dijo: ¿Qué pensáis de lo que os he dicho de que aprender no es más que recordar y, por consiguiente, que es necesario que nuestra alma haya existido en alguna parte antes de haberse unido al cuerpo.

    -Yo, dijo Cebes, he reconocido desde luego la evidencia de lo que dices y no conozco principio que me merezca más verdadero

    -Lo mismo digo yo, dijo Simmias, y me sorprendería mucho si cambiara de opinión en este punto.

    -Tienes que mudar de parecer, mi querido tebano, si persistes en la opinión de que la armonía es algo compuesto y que nuestra alma no es más que una armonía que resulta del acuerdo de las cualidades del cuerpo, porque probablemente no te creerías ni ti mismo si dejaras que la armonía existe antes de las cosas de que se compone. ¿Lo dirías?

    -No, sin duda, Sócrates respondió, Simmias.

    – ¿No notas, sin embargo, pregunto Sócrates, que esto lo que dices cuando sostienes que existe antes de venir a animar el cuerpo y no obstante se compone de cosas que no existen aún? Porque el alma, no es como la armonía con la que se la comparas sino es evidente que la Lira, cuerdas, los sonidos discordante, existen antes de la armonía, la cual resulta de todas estas cosas y, enseguida perece con ella.

    En esta forma, demostramos que el alma existe antes del cuerpo y que es un absurdo suponer que exista la armonía antes que la Lira, destruye el argumento de Simmias.

    Su segunda demostración se basa en que el alma manda al cuerpo y gobierna sus órganos, al paso que es un absurdo decir que la armonía nada a las parte de la Lira.

    -Yo, dijo Simmias, nada tengo que oponer a lo que ha manifestado Sócrates, si bien confieso que la magnitud del objeto y la debilidad natural del hombre me inclinan, a pesar mío, a una especie de desconfianza

    -No sólo lo manifiestas, Simmias, dijo Sócrates, está muy bien dicho sino que, por seguro que nos perezcan nuestros principios, es preciso volver de nuevo a ellos, para examinarlos con más cuidado. Cuando lo hayas comprendido suficientemente conocerás sin dificultad la fuerza de mis razones, en cuanto es posible al hombre; y, cuando te convenzas no buscarás otras pruebas.

    -Muy bien, dijo Cebes.

    -Amigos míos, una cosa digna de tenerse en cuenta es que, si algo es inmortal, hay necesidad de cuidarla no sólo durante la vida sino, también, para el tiempo que viene después de la muerte, porque, si bien lo reflexionarais, es muy grave el abandonarla. Si la muerte fuera disolución de toda existencia, sería una gran cosa para los malos verse, después de la muerte, libres de su cuerpo, de su alma y de sus vicios; pero supuestas la inmoralidad el alma ella no tiene otro remedio de librase de sus males ni puede procurar la salud e otro modo que haciéndose muy buena y muy sabia, porque, al salir este mundo, sólo lleva consigo sus costumbres y sus hábitos, que son, según se dice, la causa de su felicidad o de su desgracia desde el primer momento de su llegada, Es un azar precioso a que debemos entregarnos y con el que debe uno encantarse así mismo.

    Todo hombre que durante su vida ha renunciado a los placeres y a los bienes del cuerpo, y los ha mirado como extraños maléficos, que sólo se ha entregado a los placeres de la ciencia y ha puesto su alma no adornos extraños sino adornos que le son propios, como la templanza, la justicia, la fortaleza, la libertad, la verdad, semejante hombre debe esperar tranquilamente la hora de su partida para el hades, estando siempre dispuesto para este viaje cuando quiera el destino lo llame.

    Respecto de vosotros, Sinmias y Cebes, y los demás aquí presentes, haréis este viaje cuando llegue vuestro turno. Respecto a mí, la suerte me llama hoy, como diría un poeta trágico; y ya es tiempo de que me valla al baño, porque me parece que es mejor no beber el veneno hasta después de haberme bañado, y ahorrare así a las mujeres el trabajo de lavar mi cadáver. Habló luego con Critón sobre su entierro y sobre su familia; advirtió a Critón que no fuera a decir que iba a enterrar a Sócrates, sino al cuerpo de Sócrates. Después pasó a una habitación inmediata para bañarse en seguida, habló a su familia y dio sus últimas órdenes. Luego llevó la copa a los labios y bebió con una tranquilidad y una dulzura maravillosa. Critón y Apolodoro irrumpieron en llantos , gritos y sollozos.

    -¿Qué hacéis, dijo, amigos míos? ¿No fue el temor de estas debilidades inconvenientes lo que motivó el haber alejado de aquí a las mujeres? ¿Por qué he oído decir siempre que es preciso morir oyendo buenas palabras? Manteneos, pues, tranquilos y dad pruebas de firmeza.

    Sócrates, que estaba paseándose. Dijo que sentía desfallecer las piernas, y se acostó de espalda, como el hombre le había ordenado. Al mismo tiempo, este mismo hombre que había dado el veneno se aproximó y, le apretó con fuerza un pie y le pregunto si lo sentía; Sócrates respondió que no .Le estrecho enseguida las piernas y, llevando sus manos más arriba, nos hizo ver que el cuerpo se helaba y se endurecía y tocándole él mismo, dijo que en el momento en que el frio llegara al corazón, Sócrates dejaría de existir. Entonces, Sócrates, descubriéndose, dijo, y ésta fueron sus últimas palabras

    • Critón, debemos un gallo a Asclep; no te olvides de pagar esa deuda.

    • Así lo hare, respondió Critón

    -Así, dijo FEDON, fue el fin de nuestro amigo, el hombre que ha sido el mejor de cuantos hemos conocido en nuestro tiempo; y otra parte, el más sabio, el más justo de todos los hombres.

    Así termina este dialogo de Platón, que es seguramente es el más dramático y el que, a su vez, trae un mensaje más claro de esperanza para los hombres frente a sus interrogantes solemnes. Por sobre todo, es un mensaje de serenidad, basado en el fundamento de una vida dedicada a ennoblecer el espíritu; mensaje de ponderación, de coherencia, leal a sus principios; actitud de respeto y de reverencia por las leyes de la Republica ; lección imborrable de amor a la sabiduría y lección, también imborrable de fraternidad, ya que junto al grupo de sus discípulos, absorto en su medio, mantuvo su cordialidad, y dulzura hasta el último instante de su vida.

    Respetable Logia Pentalpha # 119

    Valle de Santiago, Oriente de Chile

    Cuadernillo * 9

     

     

    Autor:

    Francisco Cordero-Arellano