Estrategia de intervención psicológica para el tratamiento del dolor crónico
Enviado por Marilín Pérez Lazo de la Vega
- Descripción de la estrategia de intervención
- Descripción detallada de las sesiones
- Conclusiones
- Bibliografía
Introducción
Los últimos años del desarrollo científico técnico en el campo de la salud humana se han caracterizado por la comprensión del papel que los factores psicológicos y sociales tienen en este proceso. El siglo anterior y el actual han servido de escenario para conformar una visión integral de la salud donde a pesar de no estar claramente explicada la forma en que dichos factores influyen en este proceso, si resulta indiscutible, su presencia significativa en el mismo.
La psicología de la salud, como rama aplicada de la psicología, ha devenido una metodología para el análisis y la comprensión de cómo los factores psicosociales, sin pretender restar valor a los factores biológicos, se encuentran presentes durante todo el proceso de enfermar. Estos factores no solo influyen sobre la etiología de las enfermedades sino que se encuentran presentes durante todo el curso de las mismas, desde las llamadas enfermedades infecto-contagiosas, hasta las enfermedades crónicas no transmisibles.
Esto ha permitido que esta área de la psicología constituye en la actualidad uno de los campos más fructíferos para la investigación científica que tiene como objetivo esencial conocer y descubrir regularidades, desde el punto de vista psicológico, que permitan la optimización de la salud de los seres humanos.
El dolor, y en particular el dolor crónico, a constituido una de las problemáticas blanco de las intervenciones psicológicas. Este constituye una de las causas más frecuentes para la búsqueda de asistencia médica. Ha sido asociado universalmente al concepto de enfermedad y se ha convertido en una de las más importantes fuentes del sufrimiento humano.
Según el Dr. J. J. Bonica, primer presidente de la Asociación Internacional para el Estudio del Dolor (IASP) este constituye uno de los problemas más apremiantes de nuestro tiempo. (Bonica, 1990). Las estadísticas acerca de este problema resultan alarmantes, por solo citar un ejemplo, valga decir que la American Arthritis Foundation, en 1976, estimo que solo en Estados Unidos entre 20 y 30 millones de personas padecen artritis con 600.000 nuevas víctimas cada año.
Este término ha sido blanco de numerosas definiciones y formas de abordarlo. En un intento de hallar una definición adecuada del termino, la Asociación Internacional para el Estudio del Dolor (IASP) lo ha definido como una "experiencia sensorial y emocional desagradable asociada con una lesión tisular potencial o actual o descrita en términos de dicha lesión".
Ha sido clasificado atendiendo a diferentes criterios. Sin embargo la clasificación que distingue al dolor agudo del dolor crónico es la que ha recibido mayor atención. El dolor agudo se refiere a aquel dolor de corta duración que ocurre generalmente como respuesta a una lesión de tipo mecánico o debido a quemaduras. En el caso del crónico se refiere a aquel dolor persistente que dura semanas, meses e incluso años, y en muchos casos no existe evidencia de un estimulo especifico que produzca daño tisular.
En los últimos años se ha llegado a considerar que estas dos modalidades de dolor, probablemente estén causadas por mecanismos diferentes y por tanto los tratamientos que pudieran resultar efectivos para el agudo pudieran llegar a ser contraproducentes para el crónico.
Los primeros modelos para el estudio del dolor, concebían al dolor directamente proporcional a la magnitud de la lesión física existente; no obstante la ineficacia del tratamiento en algunos pacientes y el hecho de que algunas personas con dolor crónico se hacían resistentes sobremanera a los tratamientos médicos estándar o que la incapacidad que producía el dolor era en ocasiones muy superior a lo que podría esperarse en función de la patología medica identificada, permitió dar paso a posiciones científicas más flexibles donde se consideraba que este problema excedía el ámbito médico y los aspectos biológicos y, por tanto, obligó a investigadores clínicos a comenzar a examinar otros factores que pudieran estar presentes en la etiología, desarrollo, duración y posibilidades de control de este tipo de dolor. Comenzó entonces, el estudio y la formulación de modelos multidimensionales que incluían factores físicos, psíquicos y sociales, así como el reconocimiento de que este problema debe ser afrontado desde una perspectiva multidisciplinar donde intervengan profesionales de todas las áreas implicadas.
En la década de los años 50 comienza la psicología sus primeros estudios sobre el dolor. Los factores psicosociales tienen una especial importancia en el origen y mantenimiento del dolor crónico, incluso en aquellos casos en los que podría hablarse de una patología dolorosa claramente somática. Los factores psicológicos se encuentran ineludiblemente presentes cuando se valora la intensidad y la incapacidad asociadas al dolor, a su vez, los problemas dolorosos tiene en si consecuencias psicológicas que afectan la intensidad del dolor y la consecuente incapacidad. Este problema, es uno de los principales responsables de pérdidas económicas a nivel mundial representadas en horas no laboradas, ausencias al trabajo, llegadas tardes, gastos enormes en adquisición de medicamentos y costos de tratamiento.
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