Introducción
El síndrome metabólico representa un grupo de factores de riesgo interconectados, de origen metabólico, que incrementan el riesgo cardiovascular, cuyo mecanismo fisiopatológico es la resistencia a la insulina con hiperinsulinismo compensador. Trastornos metabólicos (dislipidemia, hipertensión arterial, hiperinsulinemia, intolerancia a la glucosa (prediabetes) a los que denominó síndrome X o síndrome de resistencia a la insulina, y lo reconoció como un factor de riesgo múltiple para enfermedad cardiovascular. Aunque inicialmente no se incluyó la obesidad como componente de este síndrome, hoy está perfectamente establecido que la obesidad, forma parte del síndrome de resistencia a la insulina.
Recientemente se ha acuñado también el término de prediabetes (intolerancia a la glucosa) aceptado oficialmente por la Organización Mundial de la Salud (OMS) para definir el estado de una persona previo al diagnóstico de diabetes tipo 2 y en Estados Unidos la Health and Human Services (HHS) y la Asociación Americana de Diabetes (ADA) han introducido este término para definir la condición de presentar concentraciones de glucosa más elevadas de lo normal, pero aún sin diabetes tipo 2.
Actualmente, trastornos metabólicos que en el adulto se han descrito asociados al síndrome metabólico (intolerancia a la glucosa, resistencia a la insulina, obesidad, dislipidemia, hipertensión arterial, diabetes tipo 2, bajo grado de inflamación sistémica, estado protrombótico, etc.) se inician en el niño obeso a edades tempranas, por lo tanto, las características de dicho síndrome pueden estar presentes años antes de la detección de la diabetes tipo 2. Se sabe que la resistencia a la insulina en la obesidad infantil se asocia con un perfil metabólico desfavorable (aumento de la concentración de triglicéridos y descenso de las partículas de HDL-colesterol) y con una tensión arterial elevada en niños y adolescentes.
También la resistencia a la insulina y la obesidad pueden ser las primeras manifestaciones del síndrome metabólico en niños con una historia familiar del síndrome. Actualmente, el sobrepeso y la obesidad son considerados un problema de salud pública, y esta patología, como se ha mencionado anteriormente, va de la mano con la resistencia a la insulina, diabetes tipo 2, problemas ortopédicos, apnea obstructiva del sueño, hiperandrogenismo y enfermedad cardiovascular, entre otras patologías asociadas.
En la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición del 2006, se analizó la frecuencia de sobrepeso y obesidad en población infantil y el grado de actividad en los adolescentes del país. Esta encuesta indica una alta prevalencia de sobrepeso en población infantil de 5 a 11 años de edad de acuerdo a los criterios del International Obesity Task Force (IOTF) siendo el 26% para ambos sexos y una incidencia de 39.7% entre 1999 y 2006, el incremento más importante fue en los niños de 5 a 11 años de edad pasando de 5.3 a 9.4% y en las niñas de 5.9% a 8.7%. La Encuesta Nacional de Salud y Nutrición del 2006 reporta que el aumento en la prevalencia de obesidad en los últimos siete años en México es alarmante ya que ocurre en todos los grupos de edad.
Aunado a esto, y debido a que existen reportes serios sobre la inactividad física y la ingestión excesiva de macronutrientes los cuales se asocian con problemas de salud importantes como obesidad y enfermedad coronaria y siendo en México, la enfermedad cardiovascular la primera causa de muerte, se investigó en esta misma encuesta el grado de actividad física que realizaban los jóvenes, identificando: a) una actividad física vigorosa, b) actividades moderadas, que requieren menor gasto de energía y c) actividades sedentarias, como ver televisión, jugar videojuegos. Los resultados mostraron que solamente el 38.8% de los adolescentes son activos, el 21.0% son moderadamente activos y el 40.2% son inactivos.
Justificación
Existen trabajos serios y contundentes sobre la influencia negativa que representa el sedentarismo y las horas frente al televisor en nuestros niños al incrementarse significativamente en éstos el grado de obesidad; hay trabajos que reportan sobre el cambio en el estilo de vida, para la regresión del síndrome de resistencia a la insulina, es importante conocer la prevalencia de la población infantil que se encuentra en riesgo, presentando alguno o varios componentes del síndrome metabólico, para iniciar programas de prevención efectivos en esta población de estudio, y así poder hacer frente a esta pandemia disminuyendo la prevalencia y la incidencia de las patologías que se han convertido en un grave problema de salud en nuestro país, la enfermedad cardiovascular y la diabetes tipo 2.
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