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Museo Nacional de Arte Decorativo (Argentina): "El mundo de las Musas y la sabiduría" (página 2)


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Este arquitecto logró darle cierta autonomía a las fachadas, y consiguió integrar los jardines a las áreas públicas de la casa, a la manera de salones exteriores. El aspecto externo es sobrio e imponente, los cuatro niveles que posee la mansión, son visibles desde afuera, el subsuelo cuyas ventanas se abren en el basamento, la planta bajo comunica con el jardín y la terraza por las puertas.

Por decisión de la Errazuriz, los elementos y artesanos de la obra del palacio, fueron importados de Europa. Los revestimientos de madera, espejos, mármoles, carpinterías, fallebas, molduras, llegaban preparados para su directa colocación. La obra se inicio en 1910, y se prolongo unos años por la escasez de materiales impuesta por la guerra. Los Errazuriz-Alvear vivieron solo 20 años allí.

En 1937 fue adquirido por el Estado argentino (con la mayor parte de su inmobiliario y decoración) y alberga desde 1944 a la Academia Argentina de las Letras, la Academia Nacional de Bellas Artes, al Museo de Arte Oriental y, el Museo Nacional de Arte decorativo. El palacio fue declararon Monumento Histórico Artístico Nacional en 1997, y es la única mansión de estilo francés en Buenos Aires, además de ser una de los más elegantes de la ciudad, abierta regularmente al público en general.

Éste magnifico edificio, ubicado en Avenida Libertador al 1900, pasa desapercibido sobre la mirada de los habitantes de Buenos Aires, como algo más que está ahí, no se lo vive, solo se lo mira. ¿Cómo un edificio con esas particularidades, en vez de ser visitado por muchísima gente, cae bajo el estigma de "museo", como algo aburrido, desolado en vez de ser un "lugar donde se encuentre la cultura y la tradición, el teatro y la poesía, donde se da cita para transmitir la capacidad creadora del hombre, para salvaguardar su memoria?" ¿Cómo puede ser ignorada esa construcción? Y no solo la construcción, sino los elementos que en ella se resguardan.

Me impactó ver semejante edificio, con esas arcadas y puertas imponentes en el medio de la Ciudad de Buenos Aires. Como si fuera una pieza de un rompecabezas del pasado que quedó en el presente, y que intenta hacerse ver, notar, ser importante de nuevo como lo era en la época en que se lo construyó, donde se llevaban a cabo importantes reuniones, hoy solo es algo que está ahí… pero podría no estarlo.

Creo yo, que la causa que me produjo ese impacto fue, además de verlo como una fracción de pasado que intenta mantenerse en el presente, el hecho de venir del interior, y descubrir un mundo distinto, agitado, con edificios como esos ignorados por la mayor parte de la sociedad. "El choque del reencuentro urbano no se debe sin embargo al choque de ideologías o de costumbres.

Ese choque puede tener el valor de un descubrimiento, de una invitación a pensar". Las personas que viven en Buenos Aires pasan junto al Museo como indiferentes, hasta podría arriesgarme a decir que no lo conocen por dentro, ya que viven inmersos en sus vidas y trabajos, llenos de preconceptos establecidos socialmente.

Un museo que por dentro es imponente, el hecho de pensar solamente que era una casa de familia, un jardín impecable con una fuente en el medio que logra en el paisaje increíble ante la vista de los visitantes. Pero "para ver una cuidad no basta tener los ojos abiertos. Es necesario (…) descartar todo lo que impide verla, todas las ideas adquiridas, las imágenes preconcebidas, que estorban el campo visual y la capacidad de comprender".

Otra explicación que me parece adecuada para demostrar esto e intentar comprenderlo, y que se mantiene desde el siglo XIX, son las críticas al carácter aburrido y anquilosado de los museos. El silencio, la falta de vida hacen que se parezcan simples contenedores sin ningún tipo de atractivo (y como dije antes bajo un "estigma" del que no se puede zafar), el Museo Nacional de Artes Decorativas no solo es grandioso en su diseños y arquitectura, sino que también conserva en él parte del pasado de nuestra sociedad.

Sin embargo, "(…) el museo cómo fenómeno social contemporáneo supone un tipo de debate, por la amplitud de cuestiones que genera, no solo como protector y guardián de nuestra memoria, sino por su responsabilidad ante la educación del colectivo humano". El fenómeno de la posmodernidad también influyó mucho, lo puedo definir a base de diccionario, o usando manuales, como: «aquel movimiento cultural que surge a mediados del siglo XX como contrapartida de los ideales propios de la modernidad», aunque con esto estaría diciendo muy poco. La posmodernidad es mucho más que eso: abarca una multiplicidad de fenómenos de todo tipo (artísticos, económicos, políticos, sociales, culturales, filosóficos, étnicos, etc.) y lo más importante, influye en nuestras vidas de múltiples maneras. Ese "no ver" que cae sobre los museos es un efecto de este fenómeno en el que estamos envueltos hoy en día.

Creo que nos tendríamos que nutrir más de edificios como el Palacio Errazuriz, de museos como esos que reflejan nuestra historia (o intentan hacerlo) y nos educan. Con todas sus ventajas deberíamos cambiar nuestros preconceptos, "desestigmatizarlos", visitarlos y formar nuestras propias concepciones. "Un museo es un oxímoron intrínseco para el presente/futuro (…) ya que trata de definir y fijar para siempre hechos y datos".

Las puertas del Museo Nacional de Arte Decorativo, y de todos los que existen en la ciudad Buenos Aires, están abiertas aguardando nuestra visita, intentando ser importantes de nuevo, ¿Qué estamos esperando?

 

Carolina González Sampaio

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