El cine es sin dudas la más internacional de las artes. Nace oficialmente el 28 de Diciembre de 1893 en París. Su historia se remonta mucho tiempo atrás, cuando en la prehistoria, nuestros ancestros pintaban animales– en espera de buen augurio para la caza- con manos que simulaban atraparlos o con la repetición múltiple de los miembros del mismo, deseando hacer explícita la idea del movimiento. Desde entonces fue una aspiración reflejarse y reflejar el mundo circundante.
Visto desde esta óptica: la plástica, la danza, la música, el teatro y el resto de las manifestaciones artísticas son antecedentes del cine.
Sin embargo, no cabe dudas que es la fotografía su más cercano pariente. ¿Qué es el cine, por qué no pasa de moda?
Cine es el arte de la sucesión de imágenes -hoy día comúnmente audiovisuales- recreadas (proyectadas, transmitidas) en una superficie a partir de una matriz1.
El cine no pasa de moda porque es un lenguaje, no es la copia de la realidad, es una opinión. A través del cine se expresan, se transmiten, se sugieren ideas, sentimientos y emociones. Entre otras, esta es la razón que lo convierte en el centro de miradas, especulaciones y críticas.
El espectador no recibe un simple mensaje o idea, sino que realiza todo un proceso de comprensión, interpretación, asimilación y respuestas o reacciones emocionales e ideológicas: extrae de la obra un sentido propio dado por el carácter polisémico que le caracteriza.
He aquí una de las principales causas que hacen de él un arte con tendencia a olvidar una de sus principales funciones "la estética", convirtiéndolo en un producto a la venta donde es más importante saber cuánto se recauda, que los logros artísticos que este pueda alcanzar.
El cine es hijo de la técnica y la industria contemporánea, pero ¿hasta qué punto debe ser fiel a éstas?
Remontémonos a películas como "La Guerra de las Galaxias". Indudablemente, este filme marca un hito en el implemento de la tecnología, pero arrastra detrás suyo cientos de producciones que anulan todo valor artístico obviando la importancia de la actuación, de un guión elaborado sobre sólidas bases, de un director centrado en una idea a defender, haciendo, por el contrario, de los efectos especiales y la computadora sus principales protagonistas.
También debemos hacer mención a un público marcado por el consumismo, víctima de un medio que compra -en muchos de los casos al de mayor capital– y vende al receptor estas ideas.
¿Significa esto la inexistencia de una retroalimentación o, peor aún, que el público está obligado a consumir el filme que el realizador crea? Al público va dirigido el filme y es él, quien decide qué desea ver y cómo prefiere verlo.
Debemos apostar por un cine de mayor calidad donde ésta no se mida por los golpes (de artes marciales), la cantidad de tiros o la ropa que se ponen actrices y actores, escenas éstas comunes en nuestros días, donde la violencia ha tomado auge, apoyada por un mercado que promociona un pseudoarte, igualando así la creación artística a la mercancía.
De esta manera, se deja de lado el valor artístico del arte cinematográfico, convirtiéndolo en producto a la venta. Aquí surge otra interrogante que acosa a la mayoría de las personas interesadas en ampliar su cultura y mejorar su apreciación cinematográfica.
¿Cuándo estamos en presencia de un buen filme?. ¿Por medio de cuáles parámetros lo podemos identificar? De tener estas preguntas respuestas sencillas, quizás al clasificar los filmes, le incluirían la valoración de bueno, malo, mediocre, en fin… no existen cánones que determinen si este filme tiene más o menos valores que aquel.
Muchos factores deben tenerse en cuenta, al ser una creación artística, no sólo pone de manifiesto la subjetividad de los creadores sino nuestra capacidad de percepción como acto de cocreación.
Lo cierto es que existen antecedentes que demuestran que esta no es solo una preocupación sino una ocupación de la que se han encargado no pocos creadores, críticos de arte e investigadores.
Aquí podríamos hacer referencia al cine independiente norteamericano, como contrapartida de un Hollywood provocador y consumista aunque también creador de importantes filmes en la historia de la cinematografía.
O del cine europeo, interesado en mostrar simplicidades, no de manera simplista, sino por el contrario, desentrañando esos pequeños detalles de la vida cotidiana que a veces pasamos por alto sin darnos cuenta de que es precisamente allí donde encontramos el sentido de la vida mostrada a través del prisma del cine.
Un ejemplo de ello es: "La vida es bella" de Benignei. O un Almodóvar que gusta de complejizar las relaciones humanas, acercando al público a una realidad que dista mucho de ser el paraíso prometido en filmes con bellas y carismáticas protagonistas donde la solución a los problemas está siempre a mano y resulta de antemano evidente.
Pero qué mejor exponente de esta diferente manera de crear que nuestro cine: el cine latinoamericano, caracterizado por producciones de bajo costo y en muchos casos, aunque resulte doloroso decirlo, de poca aceptación.
Mucho podría hablarse de nuestro cine, sin embargo, es mejor dejarlo a la valoración personal de cada cual teniendo como premisa que: "cine pobre" no es en ninguno de los casos sinónimo de malo o bueno, aunque si de mayor espíritu creador y sacrificio personal, características de nuestra cinematografía, que cuenta además con magníficos exponentes.
El cine cubano es, dentro del latinoamericano, uno de los más reconocidos precisamente por su carácter crítico y elevada factura. Filmes como: "Lucia", "Retrato de Teresa", "Memorias del subdesarrollo", "La muerte de un Burócrata", "Madagascar", "Fresa y Chocolate", "Guantanamera", "Suite Habana" entre otras tantas más, han mostrado la esencia de creadores que son el reflejo de la idiosincrasia del cubano.
Queda mucho por hacer, a los creadores corresponde ofrecer un arte que exhiba como premisa valores identitarios, dejando de lado temas facilistas y de rápida "venta".
Siendo el espectador el destinatario a él corresponde, quizás, la labor más compleja: formarse en el ejercicio de la crítica no solo depende de nuestra buena voluntad, sino además de lo que seamos capaces de exigirnos nosotros como mismos como receptores. Incrementar nuestra cultura general integral es condición primera para asimilar una cinematografía de mayor calidad, que no solo se encargue de distraer sino, fundamentalmente, de hacernos pensar.
En la medida que se logre crear un filme de mayor calidad se obtendrá mayor comprometimiento con el público, haciéndole percibir la obra desde otros puntos de vista, donde la cultura estética juegue un rol principal.
No se trata de obviar temas que quizás no estén estrechamente relacionados con nuestra vida cotidiana, por el contrario, se trata de crear una obra de múltiples lecturas, creada para un público capaz de percibirla desde varios puntos de vista.
Obviamente la crítica especializada debe ser el puente, no la fisura donde van a caer las creaciones estableciendo lamentablemente distancias abrumadoras entre creación artística-crítica especializada-receptor.
El cine y la crítica sólo pueden perdurar en la misma medida en que sean capaces de elevarse, crecer, pero sin perder de vista a la vida y quienes (sin excepción) la hacemos.
Bibliografía
- C/A"Cine cubano. Selección de lecturas", Editorial Pueblo y Educación, Ciudad de La habana, 1987.
- Borrero, José A."La edad de la herejíaa2, Editorial oriente, santiago de Cuba, 2002.
- Rojas, José B. "Temas y conceptos de cine", Editorial Pueblo y Educación, La Habana, 1991.
Yudelkis Calaña Guevara
Nivel académico: Licenciada en Historia del arte. Año 2003 en Universidad de Quintero, Santiago de Cuba.
Ocupación : Profesora de la Universidad de Granma.
Idioma: Cuarto nivel de Francés.