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Eutanasia vs. el derecho a morir feliz

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    Publicación original: Colombia Médica, ISSN 1657-9534, Reproducción autorizada por: Corporación Editora Médica del Valle, Universidad del Valle, Cali, Colombia

     

    ************* A raíz de la aceptación de la eutanasia, con previa aceptación del paciente o de sus familiares, la sociedad en general y los médicos en particular están sufriendo una crisis de conciencia. Para enriquecer el debate, creo muy útil esbozar algunas ideas, extractadas de un estudio hecho en la Universidad de Johns Hopkins sobre pacientes terminales, por el investigador Alfred Wu, quien en sus conclusiones afirma que "los días finales gastados en el hospital fueron de dolor físico y mental innecesarios."

    Los pacientes en sus últimas semanas de vida están más preocupados por morir dignamente que en prolongar su existencia. Esta parece ser una de las principales razones por las que la Corte Suprema de Justicia respaldó el derecho a morir con dignidad y justificó el suicidio asistido por un médico. Esta posición, acorde con la ley natural, mas opuesta a la legislación de otros países, por ejemplo, los EE.UU., cuestiona el cuidado paliativo que busca aumentar la supervivencia sin tener en cuenta la calidad de vida.

    Toda esta polémica, según el Dr. Wu, se debe a que es muy poco lo que la mayoría de la gente conoce sobre el proceso de morir. Los mismos médicos, formados "para derrotar la enfermedad antes que la enfermedad derrote al cuerpo," cada día, tienen menos oportunidad de asistir a los enfermos terminales que son mercado de las unidades de cuidado intensivo en los grandes centros y de un reducido grupo de médicos especializados en combatir, con el auxilio de una amplia parafernalia electrónica, las más mínimas complicaciones que puedan acortar la vida del enfermo. Algunos de ellos, no obstante, intentan redefinir sus formas de actuación y de reexaminar los factores que se deben tener en cuenta para ayudar al enfermo a un "buen morir." En la actualidad muchos centros reconocidos por su gran habilidad para curar, analizan formas de desarrollar medidas de confort para los moribundos.

    El Dr. Wu, en colaboración con los investigadores de otros centros de los EE.UU. estudian 9,000 individuos en un programa denominado "support" para conocer el pronóstico y las preferencias sobre el futuro y los riesgos de los tratamientos. Los resultados ya se publicaron en los Anales de Medicina Interna.

    Lo que más temen los enfermos, dice Wu, es morir con excesivo dolor, en abandono y/o aislados de sus seres queridos; este temor es más notorio en quienes se hallan recluidos en hospitales o clínicas. Los investigadores encontraron que 40% de estas personas, en sus últimos tres días, sufrieron dolor severo o moderado, que se pudo aliviar con medicamentos; estos enfermos, en su mayoría, eran sujetos mayores de 80 años, con enfermedades terminales como cáncer avanzado, insuficiencia cardíaca congestiva, coma, cirrosis y falla orgánica múltiple. El programa contaba con la aprobación y ayuda de los miembros de la familia, que recibieron entrenamiento para brindar soporte al ser querido. Casi todos se mostraron agradecidos por el cuidado terminal que se brindó. No obstante, de cada diez familias una se quejó de atención poco adecuada, a pesar de las medidas extraordinarias que se tomaron para mantener vivos a los pacientes. Se comprobó que el enfermo y los familiares no eran la mejor fuente para averiguar satisfacción y calidad de la atención médica a pacientes terminales. Una verdadera paradoja, una colisión de intereses entre el médico y la familia en el afán de desafiar la muerte.

    Cuando se les preguntó a los familiares qué consideraban ellos como "un buen morir," respondieron: "una cama limpia, con toda la familia alrededor, poder cerrarle los ojos y estar al lado hasta el último suspiro." Situación hipotética, que rara vez se da cuando el paciente está en una unidad de cuidados intensivos.

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