Rol de los padres y maestros en la educación sexual de los niños del 6to grado del nivel primario de la I.E. 70045 Chanu Chanu Puno 2008
CAPÍTULO I
Planteamiento del problema
DESCRIPCIÓN DEL PROBLEMA
La educación de niños, niñas y adolescentes sobre salud sexual es una de las cuestiones más debatidas y de mayor carga emocional. Las diferencias de opinión son muy grandes cuando se trata de dilucidar hasta qué punto debe ser explícito el material utilizado, la extensión ideal, con qué frecuencia debe hacerse llegar a sus destinatarios y a qué edad debe iniciarse dicha educación. Se ha llegado incluso a formular la pregunta: ¿acaso es necesario educar a las y los adolescentes en materia de sexo y salud sexual?
A nivel mundial, la mayoría de los jóvenes empiezan a tener relaciones sexuales antes de cumplir los 18, y la mitad, al menos, en torno a los 14. La utilización de anticonceptivos y la prevención de las infecciones de transmisión sexual (ITS) varían, de acuerdo con la información disponible, según la edad de la iniciación sexual. La utilización de preservativos y anticonceptivos es más probable cuanto más tardía la iniciación sexual. Se ha constatado que la educación sobre esas cuestiones modifica los comportamientos sexuales y parece ser más eficaz si se imparte antes de la primera relación sexual, es decir, en la adolescencia o preadolescencia.
La educación sexual deberá promover la igualdad de posibilidades para ambos sexos sin que necesariamente se eliminen las diferencias. Este es el verdadero principio de la coeducación: no solamente que se pueda compartir el mismo recinto sino que se promueva el respeto mutuo y la colaboración; que se puedan desarrollar diversas aspiraciones ante la vida sin restricciones estereotipadas. Por lo general, este desarrollo integrador que deseamos estimular desde la niñez pasa por numerosos obstáculos que separan a los niños y las niñas, en un mundo de posibilidades excluyentes. Desde la asignación de colores hasta juguetes y juegos.
Si solo podemos hablar de sexualidad; si las únicas actividades sexuales legítimas son las orientadas a la procreación, todos los intereses y manifestaciones sexuales de los(as) niños(as) deben ser neutralizados. Pero no es menos cierto que la sexualidad cambia en relación con la edad de forma que en cada período de la vida tiene características propias.
Una de las etapas más complejas para la educación sexual es la que se encuentra en el paso de la niñez a la adolescencia tal como sucede con los niños del 5to grado de la I.E. 40075 Chanu Chanu pues durante ésta se producen cambios biológicos, psicológicos, fisiológicos y sexuales, entre otros, que prescinden de atención y seguimiento por parte del maestro fundamentalmente. Dada la necesidad de potenciar la educación sexual a nuestros educandos, proponemos un conjunto de actividades dirigidas a la preparación de los estudiantes en temas de educación sexual.
Se hace necesario brindarles información que favorezca su formación integral, gestando en ellos(as) características, rasgos y cualidades y modelos que contribuyan a formar una configuración psicológica que estimule el logro de nuestro objetivo final: hombre integral.
JUSTIFICACIÓN DE LA INVESTIGACIÓN
El problema no es si las niñas y los niños deben recibir educación sobre salud sexual, sino cómo y qué clase de educación van a recibir. Es imposible apartar a la población infantil de las influencias sexuales. Modelos adultos de comportamiento, la televisión y los anuncios comerciales la bombardean constantemente, pero el silencio y las respuestas evasivas suelen ser "profesores" más eficaces. Dejar de prestar a las y los jóvenes información y servicios apropiados y oportunos por temor a legitimar y alentar la actividad sexual no es una opción viable y resulta contraproducente.
Carece de fundamento la acusación de que la educación sobre salud sexual incita a la actividad sexual, pero, en contraste, se peca de optimismo y de falta de realismo al presentarla como la panacea frente a las tasas inaceptablemente altas de ITS y embarazos no deseados entre adolescentes. La educación sobre salud sexual puede lograr que las prácticas sexuales de las y los adolescentes sean más seguras, pero no es, con frecuencia, el elemento más influyente, de manera que el potencial de la educación para el desarrollo de pautas de comportamiento debe evaluarse en el contexto de otras influencias sobre la salud sexual de la población adolescente.
Desgraciadamente, si bien muchos programas educativos son innovadores y encuentran una buena recepción, sus efectos siguen sin medirse. Es muy poco probable, por consiguiente, que cualquier avance conseguido se incorpore a programas futuros. Las instancias normativas, preocupadas por la reacción de la opinión pública, carecen de datos de evaluación que respalden sus políticas. Si bien el impacto sobre el sistema educativo de una innovación como la educación en materia de VIH puede tardar algunos años en estimarse, las políticas deben contemplar la inclusión de un componente de evaluación en la planificación de los programas a fin de facilitar este proceso. Es necesario un aumento de la inversión en evaluación, en su sentido más amplio, para dar una sólida orientación a los nuevos planes de estudios y demostrar que los esfuerzos realizados benefician tanto a los participantes como a la sociedad en su conjunto
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