Tabla IX: ¿Cuál de las siguientes afirmaciones describe mejor su opinión acerca de los abogados en el Perú?
Tabla X: ¿Qué tan de acuerdo o en desacuerdo está usted con la siguiente afirmación: Las cuestiones legales son muy complejas y los abogados nos ayudan a entenderlas y usarlas?
Tabla XI: ¿Qué tan de acuerdo o en desacuerdo está usted con la siguiente afirmación: Es difícil entender a los abogados y al sistema legal, solo queda confiar en que hagan bien su trabajo?
Tabla XII: ¿Qué tan de acuerdo o en desacuerdo está usted con la siguiente afirmación:
Prefiero arreglármelas solo antes que atravesar un periodo largo de litigios o demandas en el Poder Judicial?
Tabla XII: ¿Qué tan de acuerdo o en desacuerdo está usted con la siguiente afirmación: Ni siquiera los abogados entienden al Poder Judicial?
EL SISTEMA DE JUSTICIA.
Tabla XIII: ¿Cree usted que a la hora de aplicar las leyes los jueces dan el mismo trato a todos, o se hacen diferencias según de quién se trate?
Tabla XIV: En su opinión, ¿cuál es el elemento clave para ganar un juicio en el Perú?
Tabla XV: ¿De los siguientes elementos, cuál diría usted que hace perder un juicio en el Perú con mayor frecuencia?
De los resultados se infiere que la mayoría de encuestados, ante cualquier problema o conflicto de tipo legal, prefieren solucionarlos sin intervención de las autoridades.
Ello, debido a que la mayoría piensa que el sistema legal es confuso, difícil y complicado, donde los abogados no ayudan ni parecieran entender claramente como funciona dicho sistema; se tiene como consecuencia una percepción negativa de los procedimientos legales en general.
Por eso, se podría pensar que los que recurren al sistema judicial para solucionar sus conflictos, más que confiar en este, pareciera no les quedara otro camino, en su búsqueda de soluciones.
La encuesta revela que la mayoría considera, que para ganar un juicio es necesario tener dinero e influencias; por lo cual la idea de encontrar justicia se va desfigurando y volviéndose una idea lejana. Por ello, un 37% de los encuestados, que han sido parte de un proceso judicial, del que no se han sentido satisfechos (54%), no han impuesto una queja formal por dicho proceso, pues consideran que presentar esta queja es inútil.
Pero si tomamos en cuenta que sólo el 12% de personas encuestadas han sido parte de algún procedimiento legal, por qué la gente tiene una imagen tan baja de los litigios, procedimientos, jueces y abogados.
Entonces, con esos antecedentes ¿se puede amar el Derecho?
La respuesta es: ¡sí!
PRIMERO: Porque a pesar de todo lo dicho, el derecho representa la vía de paso más accesible a la justicia; y nadie puede no amar la justicia; siendo esta como sostiene Aristóteles, "Una virtud capaz de crear o salvaguardar, en su totalidad o en parte la felicidad de la comunidad".
SEGUNDO: Porque el fin último del Derecho es el bien común, que Delos J.T. define como: "(….) el conjunto organizado de las condiciones sociales gracias a los cuales la persona humana puede cumplir su destino natural y espiritual".
TERCERO: Porque el Derecho se nos presenta como un elemento básico necesario y además omnipresente para la sociabilidad humana, Además es el instrumento cultural para orientar mediante fines y valores su conducta hacia un deber-ser que les permita asegurar la coexistencia social y su plena realización personal.
CUARTO: Porque como dice Carlos S. Nino "El Derecho como el aire está en todas partes, ya que regula casi la totalidad de los actos humanos. Todas y cada una de las etapas por las que pasa o puede pasar la vida de una persona: Nacimiento, Nombre, Mayoría de edad, Matrimonio, Divorcio, Viudez, Jubilación, Muerte, Etc., son hechos o actos regulados minuciosamente por el Derecho, es decir, son hechos o actos a los que se les asignan unas consecuencias jurídicas".
Por lo anterior, ¿Cómo no amar la profundidad, la delicadeza, la humanidad del arte del derecho? Parafraseando a Celso: IUS EST ARS BONI ET AEQUI; El derecho es el arte de la bondad y la equidad.
Entender, sentir y amar el derecho, no arranca jamás del triunfo obtenido, por mas que esto constituye gran goce, ni del honorario cobrado, aunque sin duda es honroso atender a la propia manutención con el noble esfuerzo propio; sino de la seguridad consiente de haber defendido más que una causa legal, una causa justa.
Conocer a profundidad el derecho no es sólo interpretar el texto normativo mediante el uso de las reglas lingüísticas de uso común o de uso especializado (método literal), sino conocer la historia e intención de esa letra en relación con los problemas sociales que ella estaría llamada a regular (método histórico y sociológico); es captar su sentido lógico-racional (método de la ratio legis), al mismo tiempo que entender su significación profunda según resulta de la doctrina y la jurisprudencia (método sistemático).
Se debe mantener el objetivo de estudiante, para ser capaz de pensar, sentir y querer la justicia (en sentido sustancial) como la aspiración suprema; y ser capaz de comprender el sistema de las normas vigentes como el principal instrumento axiológico racional a utilizar en la realización de dicha justicia. Por lo cual, el oficio de abogado, de notario o de juez no constituye ni puede constituir una meta académica, sino profesional.
Significa que la formación en Derecho debe incluir de modo principal, como afirma Walter Antillon:
El conocimiento fundamental del sistema del derecho positivo, nacional e internacional.
El dominio del lenguaje de la lógica moderna, instrumento indispensable, aunque no suficiente, en la tarea de la construcción dogmática de los sistemas normativos y de su interpretación.
La apropiación de metodologías y conocimientos básicos en sociología, psicología, economía, antropología e historia que le permitan moverse desde la perspectiva de un científico social.
Amar el Derecho inmerso en los ideales de justicia, solidaridad y rigor académico es iluminar la propia vida, y la de los otros; siendo la satisfacción mayor, el saber que se ha luchado por una causa justa, que se ha hecho algo en el mundo porque haya menos injusticia, que se ha librado una batalla por el bien.
Autor:
Nelson Aparicio Zea
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