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La educación del futuro desde la perspectiva de Ceide


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    Aquí se plantean algunas ideas en torno a la educación del futuro tal y como las concibe el Centro de Investigación y Desarrollo Educacional, A. C. (Ceide) de México.

    Dada las profundas transformaciones de la época actual se hace necesario que todas las instituciones también se transformen.

    Desafortunadamente la escuela ha sido una de las que más se ha resistido a tal transformación, sus métodos siguen anclados en un modelo tradicionalista que otorga el protagonismo al docente, está más centrada en el producto que en el proceso.

    Al enfocarse sólo a lo instructivo como una dimensión del desarrollo humano asume una posición reduccionista. Por tanto deja de lado otras dimensiones como aquellas relativas a lo valoral o lo afectivo-motivacional.

    En CEIDE partimos de la premisa de que la escuela debe transformarse. Como es natural, también otros sectores propugnan por esta transformación, tanto grupos progresistas como grupos reaccionarios sin embargo, es necesario puntualizar que en lo que no existe consenso es en la dirección que debe seguir dicha transformación.

    La escuela nueva, desde nuestro punto de vista debe tener como pilares fundamentales:

    • 1. Una filosofía profundamente humanista.

    • 2. Una ética y una pedagogía liberadora.

    • 3. El paradigma histórico-cultural y

    • 4. Los resolutivos contemporáneos planteados por la Unesco.

    Sostenemos que la nueva escuela debe tener como fundamento una visión profundamente humanista, en el sentido más originario que planteara TEHERENCIO 2000 a C. cuando decía nada de lo que es humano me es ajeno".

    Esto se hace necesario por que la época actual, de progreso, de grandes avances científicos y tecnológicos, que los estudiosos han denominado "era del conocimiento" se ha caracterizado por una exacerbada pérdida de valores humanos donde existe mayor supremacía por el tener más que por el ser.

    Propugnamos por una escuela que permita fundar una nueva ética liberadora de los pueblos históricamente excluidos. Dado que la verdadera educación es la que permite a los sujetos y a los pueblos la comprensión de los obstáculos que impiden su desarrollo pleno.

    Necesitamos una escuela que se construya en colectivo, en función de las necesidades concretas de la comunidad, de sus intereses, de sus aspiraciones, de sus motivaciones, de su horizonte de significaciones y de sus sueños.

    Partimos de la idea de que el desarrollo del pensamiento, la construcción de la psiqué sólo tiene explicación a partir de concebirla como en un producto de una construcción social, como dijera Marx "el hombre es producto de sus relaciones sociales". Por tal motivo la categoría de otredad hoy, más que nunca cobra sentido.

    En ese sentido se asume al paradigma histórico-cultural para la explicación del desarrollo del pensamiento humano sobre todo a partir de la ley genética general del desarrollo de Lev Vigotsky que plantea que "en el desarrollo cultural del niño, toda función aparece dos veces: primero, a nivel social, y más tarde a nivel individual, primero entre personas (interpsicológica) y después en el interior del propio niño (intrapsicológica) que esclarece el surgimiento, funcionamiento y estructuración de las formas superiores de comportamiento (.) si las funciones psicofisiológicas elementales no se han modificado en el proceso de desarrollo histórico, en cambio han sufrido una transformación profunda y multilateral las funciones superiores (el pensamiento verbal, la memoria lógica, la formación de conceptos, la atención voluntaria, la voluntad, etc.". (L.S.Vigotsky, 1931:150.). Así se reconoce la mediación social y por ende la importancia de la cultura.

    Finalmente se retoman los principales resolutivos de la UNESCO, producto de sus conferencias internacionales que aglutinan a los más destacados especialistas educacionales a nivel planetario. Fundamentalmente a partir de dos documentos: el Informe de la Comisión Internacional sobre la Educación para el siglo XXI y El libro, publicado en 1999 por esta Institución, denominado Los siete saberes necesarios para la educación.

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