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La creación de valor en las instituciones deportivas (página 2)


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Y acá claro la cosa se pone un tanto filosófica, pero no por ello demasiado abstracta o sólo útil para el floreado discurso en la tarima pre-electoral o para tranquilizar el acalorado debate con los integrantes de la subcomisión de actividades sociales.

Porqué acá es cuando, recurriendo a una trillada frase utilizada en otros tiempos, debemos pasar revista a las "joyas de la abuela".

Pero no para regalarlas o mal venderlas, sino todo lo contrario, para encontrar su verdadero VALOR, quitarles la suciedad acumulada por años de desuso, volverlas relucientes y mostrarlas con legítimo orgullo, tanto dentro como afuera del club.

Pero antes necesito saber ¿qué es el valor?.

Para la Axiología, una disciplina de la Filosofía, el valor es una cualidad que permite ponderar el valor ético o estético de las cosas, por lo que es una cualidad especial que hace que las cosas sean estimadas en sentido positivo o negativo.

Porque si de algo no debemos tener dudas, es que el cambio siempre debe realizarse hacia de adentro fuera.

Porque en la medida en que cambiemos nosotros, no solo internamente sino también en nuestra imagen externa así nos verán los demás. Reflejamos en el mundo exterior, lo que somos por dentro, dirían los metafísicos.

Ahora bien, volviendo a nuestra realidad, ¿por donde empiezo a buscar esos valores?

El secreto está en entonces en hallar el mapa del tesoro escondido, el qué sin ninguna duda, se encuentra dentro del perímetro del club.

Quizás se encuentren en el nombre y la historia del club, a través de sus logros deportivos alcanzados desde la fecha del acto fundacional plasmado en las copas y premios expuestos en las vitrinas; a lo mejor sobre el verde césped de ese terreno emblemático que es el estadio y en el cual partido tras partido la hinchada renueva su incondicional compromiso emotivo con los colores de la institución; también sobre las transparentes aguas de la piscina olímpica por la que desfilaron tantas glorias de la natación nacional, o donde tantos niños, ahora adultos, comenzaron sus primeros chapoteos bajo la mirada del atento profesor; quizás en esos enormes espacios arbolados donde se reúnen asiduamente tantas familias, para compartir un sabroso asado, celebrar un acontecimiento familiar, o simplemente disfrutar de su tiempo de ocio y esparcimiento.

En una palabra, al descubrir (o re-descubrir) los valores que poseo en el club, de alguna manera comienzo a potenciar sus virtudes en el camino hacia sus objetivos y a generar nuevas interpretaciones de los hechos provenientes del macroentorno al mismo, que producen sufrimiento, buscando el aprendizaje que hay en los mismos.

De esta manera, como gestor del cambio institucional, emprendo un proceso transformacional mediante el cual las personas, equipos y diferentes estamentos que componen la institución deportiva cuestionan la manera de estar siendo en sus vidas, con miras a redefinir sus pautas de comportamiento re-valorizándose.

Y es que, ni más ni menos, en un mundo en constante cambio se hace imprescindible aprender a aprender.

El aprender a aprender es una competencia ontológica primordial para los seres humanos, para poder crecer y desarrollarse en cualquier dominio.

¿Y qué debo aprender a aprender, para incorporar más valor a mis actividades como club?.

Por ejemplo que…

·         Las actividades y servicios deportivos que ofrezco son en realidad productos.

·         El socio al cual van dirigidos, es en realidad un consumidor, el cual se encuentra interesado en adquirirlos, en tanto y en cuanto satisfagan sus necesidades y deseos, y cumplan con sus requisitos en lo referido a la calidad de los mismos.

·         Si no logro posicionar (en el sentido marketinero del término), la pileta de natación con todas sus actividades, la cancha de rugby, la enseñanza de gimnasia artística, los productos que comercializo en el local de merchandising, o cualquier otra actividad o servicio en la mente del socio-consumidor, para que los desee, los prefiera en relación a los de la competencia, y se mantenga fiel a mi marca club, de nada sirve la publicidad o cualquier otra forma de comunicación. Y ello solo va a ocurrir, indefectiblemente si en los mismos aquél percibe valor.

·         Es mucho más fácil retener a un socio ya existente que convencer a otros para que se afilien al club.

·         Es tan importante cumplimentar las normas de seguridad e higiene de las instalaciones del club, como brindar una atención esmerada al socio en la resolución de sus trámites o respuesta a inquietudes. A este respecto, es ampliamente conocido el paradigma vigente en Disney, donde hasta el personal encargado de limpieza de los parques está entrenado (y concientizado) para cumplir, además de las funciones propias, otras vinculadas a una mejor atención del visitante a los parques, por ejemplo indicar donde se encuentra emplazada tal o cual atracción. O de repente, que en la cultura Disney, no esta concebido (y mucho menos permitido) que el personal traslade su malhumor al público (definido en los manuales de organización de la empresa como "huésped").

·         Muchos cambios significativos pueden transformar la imagen del club y potenciar su valor, sin representar erogación monetaria alguna. Aunque reconocemos que, si se trata de mejorar el perfil cultural de la institución, debe encararse un arduo y perseverante trabajo, que puede llevar mucho tiempo para arribar a la transformación deseada.

·         La mejor publicidad para la institución deportiva es la conformidad y satisfacción del asociado, lo que produce la difusión "boca a boca", la cual posee un crecimiento geométrico al ser positiva.

·         El mejor activo que posee el club es su gente, desde el encargado que custodia la puerta de acceso, pasando por los utileros, mantenimiento, personal administrativo, profesores e instructores, deportistas que representan a la institución en las diferentes actividades, hasta los dirigentes y el voluntariado que actúa en las subcomisiones de deportes. Todos conforman un equipo cuya acción apunta a un fin común: el cumplimiento de la misión de la entidad. Sin ninguna excepción todos realizan actividades generadoras de valor.

·         La flexibilidad en la estructura de la organización, su adaptabilidad a las cambiantes condiciones, en una época de transformaciones permanentes y profundas, es fundamental para la sobrevivencia del club.

De alguna manera, desde esta perspectiva multidimensional de la entidad deportiva basada en la existencia de valores que reconozco (quizás pasaban desapercibidos o estaban ocultos) empiezo a vislumbrar la posibilidad de introducir paulatinamente cambios, que deben necesariamente traducirse con el tiempo en mejoras de todo tipo.

Y a partir de ese cambio de percepción de la imagen del club, y de su fortalecimiento institucional, es factible alcanzar un mayor margen de maniobra para poder enfrentar las turbulencias del escenario en el cual nos toca desenvolvernos.

 

                  

                                        

 

 

Autor:

Ernesto J. H. De Vuono

Técnico en Dirigencia Deportiva (CETRP)

República Argentina

El autor es Contador Público (Universidad de Belgrano) y Técnico en Dirigencia Deportiva egresado del Centro de Estudios Terciarios River Plate. Además se desempeño como Presidente de la Subcomisión de Natación del Club Atlético River Plate durante los años 2003-2005, siendo además consejero titular de la Federación de Natación de Buenos Aires por el período 2002-2005. Actualmente se desempeña como Tesorero de la Asociación Civil Técnicos en Dirigencia Deportiva (A.T.DI.DEP)

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