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Jorge Guillén o El paraíso, no su sombra

Enviado por Daniel Nahum


Partes: 1, 2

    (Poesía española. Generación del 27. Trabajo analítico de la poesía de Jorge Guillén)

    "No sé si aún continúa la moda de elaborar largamente los poemas, de mantenerlos entre el ser y el no ser, suspendidos ante el deseo durante años; de cultivar la duda, el escrúpulo y los arrepentimientos, de tal modo que una obra, siempre reexaminada y refundida, adquiera poco a poco la importancia secreta de una empresa de reforma de uno mismo". Estas conocidas palabras de Paul Valéry, prologando su Cementerio marino se adecuan totalmente a la concepción estética del cosmos armónico que constituye la producción poética de Jorge Guillén.

    El volumen Aire nuestro, publicado en 1968, es una unidad trilógica; unidad de tres discursos poéticos escritos entre 1919 y 1966: Cántico, Clamor y Homenaje, los que fueron publicados entre 1928 y 1967. En ellos se transparenta una simetría entre geométrica y cabalística, que se nutre de la tradición judeo-cristiana y de la especulación personal. Cántico, publicado por primera vez en 1928, fue seguido de cuatro ediciones más, tituladas de igual manera, aunque con diferentes subtítulos, lo que da un total de cinco ediciones para el mismo y diverso libro porque Jorge Guillén reubica e incorpora poemas hasta alcanzar, en la edición de 1950, la que subtitula Primera edición completa, los trescientos treinta y dos poemas previstos, desde los setenta y cinco iniciales.

    La aparición de la "edición completa" fue vista por algunos críticos como la forma definitiva del volumen, sin que se haya tomado en cuenta la aparición de la Segunda edición completa, publicada en 1962, lo que transforma al libro en un libro quíntuple. La cantidad de poemas de la primera edición era quince veces cinco. En cinco secciones se divide el volumen Cántico. Muchos poemas son de cinco estrofas, cuando no se encuentran de de quince estrofas, es decir, tres veces cinco. El número tres adquiere mayor relevancia en la segunda parte de su trilogía de la existencia y el ser: Clamor. Clamor se publica en tres secciones: en el ’57 aparece la primera, subtitulada Maremagno; en el ’60, Que van a dar a la mar y en el ’63, A la altura de las circunstancias.

    El supuesto cambio temático que se opera entre Cántico y Clamor (pasaje del canto al grito) es más superficial que esencial, a mi entender, no compartiendo la idea que se ha observado, viendo en Guillén la existencia de dos poetas diferentes, o un poeta, que al igual que otros que integraron el grupo poético al que pertenecía, mantiene una concepción deshumanizada del arte, para emplear la fórmula de Ortega y Gasset, o pura, si se quiere, relacionada con los movimientos de vanguardia que influyeron en España, y que, luego de la Guerra Civil, se "retracta" y escribe una poesía social pronunciada.

    El propio Guillén ha dicho: "Quisiera que se considerase mi obra como un conjunto homogéneo, como una unidad poética que oscila entre dos niveles". Por último, Homenaje, de 1967, se divide en cinco secciones más un Fin. Por lo tanto, se observa una intención que tiende claramente a la unidad poética desde el inicio de la praxis poemática: 5+3+5, + un FIN, el que cierra la producción con un poema que objetiva la totalidad de la obra concebida: Obra completa. La numeralidad 5+3+5, que más adelante se verá reforzada con la publicación de Y otros poemas, se transforma en un significante más de los producidos por Guillén. Ordena, armoniza el espacio poético y tiende a una producción significativa infinita donde se proyecta lo imaginario. A la objetividad de la producción guilleneana se le suma el número o la cadena de números emergentes como una realidad más que puede pensarse como objetiva e infinita. Sin embargo, la finitud significante fue preconcebida por el poeta:

    Siempre he querido concluir mi obra,

    Y sucediendo está que la concluyo.

    Lo mejor de la vida mía es suyo.

    ¿Hay tiempo aún de más? Papel no sobra.

    Al lograr mi propósito me siento

    Triste, muy triste. Soy superviviente,

    Aunque sin pausa mane aún la fuente,

    Y yo responda al sol con nuevo aliento.

    ¡Dure yo más! La obra sí se acaba.

    Ay, con más versos se alzaría obesa.

    Mi corazón murmura: cesa, cesa.

    La pluma será así más firme y brava.

    Como a todos a mí también me digo:

    Límite necesario nos defina.

    Es atroz que el minero muera en mina.

    Acompáñame la luz que abarque trigo.

    Este sol inflexible de meseta

    Nos sume en la verdad del aire puro.

    Hemos llegado al fin y yo inauguro,

    Triste, mi paz: la obra está completa.

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