Introducción
Este trabajo forma parte de una investigación mayor sobre fiesta religioso-populares e identidad, hacia el sudeste de la capital de Santiago del Estero, coincidente con la localización de pueblos antiquísimos, descritos por Di Lullo en su profusa literatura. Es un trabajo etnográfico, donde se desarrollan líneas de interpretación de acuerdo a los conceptos centrales que se manejan en esta obra.
Siguiendo el camino Del Medio, y pasando por la localidad de San Pedro, zona fértil y de fincas productivas y solares de veraneo, se llega a Manogasta, ya por el Camino Real y antiguo Camino de postas. Esta población es pequeña y sus habitantes están dispersos, algunos sobre la ruta principal (único núcleo poblacional), la mayoría de las casas están diseminadas por el interior del bosque de "rehache", a las que se accede por estrechas sendas o picadas. Contrasta este lugar con la localidad nombrada anteriormente, ya que no se observa producción agrícola intensiva; el suelo es árido y arenoso, el bosque es chato y rústico. Históricamente, Di Lullo señala que este poblado es antiquísimo; su nombre deriva de los indios que poblaban este lugar en la época de las conquistas, los manogastas. La población estaba un poco más cerca de la rivera, señala Di Lullo, obligada a alejarse por los continuos desbordes del río Dulce (1.960: 154), la primera mención documentada de este paraje es del año 1.552.
El 4 de Diciembre, es la fecha en que se celebra la fiesta de Santa Bárbara en la capilla que está al lado del cementerio de esta población y que es de fundación antiquísima, según Di Lullo, pero la estructura actual es más reciente y fabricada por los devotos de la zona, puesto que la primera capilla era continuamente amenazada por las aguas del Dulce en sus desbordes (DI LULLO, ORESTES, 1.960: 154); Di Lullo la describe en su libro y hoy permanece idéntica en gran parte, sólo que se le agregó a la fachada, el campanario, ausente durante la observación del médico santiagueño. También en su fachada frontal se observa una delicada moldura que simula lejanamente un aire majestuoso de catedral románica y que Di Lullo no menciona, su interior, en cambio, parece mantener esa vetustez y digna humildad, las cumbreras de quebracho y las imágenes de santos en el altar con una gruta para un crucifijo importante. Todos, elementos que enriquecieron en algo la pobreza que acongojaba a Di Lullo. La Santa preside el altar ya vestida para fiesta con su manto rojo encendido, y rojo es el color que se observa en la mayoría de los ornamentos.
El día de la fiesta y a las 19 horas, llegan las primeras imágenes de los santos que acompañarán la misa; son recibidos con salvas de bombas de estruendo y son de campanas. Algunas imágenes, todas de capillas de parajes cercanos, ya estaban desde el día anterior en el interior de la capilla "acompañando a la Santa". La imagen venerada es preparada, vestida y adornada su anda por la esposa del presidente de la comisión de la capilla. En el proceso de preparar a la Santa, se le agrega una cabellera de mujer, sostenida por un tul que cubre su cabeza. En los momentos previos a la fiesta, un grupo de lugareños de la comisión o socios del 4 de Diciembre, se afanan en el preparativo de la fiesta posterior a la misa. Se levanta una enramada donde se descargan bebidas, frizer, cajas de verduras, pan, vasos descartables, etcétera, lo necesario para implementar una cantina para venta de sandwiches y bebidas gaseosas y alcohólicas (vino y cerveza principalmente). También se descargan sillas de madera y mesas. Otros instalan un generador de corriente eléctrica que funciona a nafta, mientras unos terceros instalan un poderoso equipo de sonido. Dentro de la capilla, las mujeres organizan la manera en que serán recibidas las imágenes, se disponen al final, mesas en el exterior, al frente de la capilla, donde también se improvisa el altar donde el sacerdote celebrará la misa. En realidad la tarea era mucha para la cantidad reducida de personas, básicamente eran una o dos por cada tarea que detallamos. Cuando empezaron a llegar las delegaciones con sus imágenes, alguna mujer suspendía su labor para tocar las campanas, y un hombre suspendía el suyo para lanzar las bombas de estruendo; la misma mujer que tocara la campana después hacía de anfitriona y señalaba el lugar donde se ubicaría la imagen de los recién llegados. Con todo este trajín, se podía escuchar alguna queja en voz baja por la falta de colaboración de los demás vecinos.
A medida que aparecían las imágenes, iban llegando grupos de jinetes a caballo. Con la llegada de la imagen de La Inmaculada Concepción de Tuama, la única que apareció por atrás de la capilla, mientras las otras lo hacían por el acceso principal, arribaron jinetes con cintas de colores rojo y amarillo en sus sombreros.
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