Resumen
En este trabajo se presentarán los aspectos que se relacionan con la producción del discurso historiográfico dando cuenta de su complejidad desde el abordaje de distintos autores que proponen una critica al modelo occidental sobre como hacer la historia, sus procedimientos, su lugar, las condiciones de producción, entre otros.
Desarrollo
A partir de la puesta en cuestión acerca del cómo y desde donde se narra la historia aparece el sujeto, el cual está situado en relaciones de producción y de significación, en relaciones de poder que son extremadamente complejas. El que enuncia es el sujeto pero lo que se objetiva es el discurso. Se trata de un discurso que intenta organizar un sentido de la realidad, la cual intenta imponerse y legitimarse como la única posible y digna de ser escrita.
La operación histórica, según Michael de Certeau, se refiere a la combinación de un lugar social, de prácticas científicas y de una escritura. El análisis de las condiciones previas de las cuales el discurso no habla permite precisar las leyes silenciosas que organizan el espacio producido como un texto. La escritura histórica se construye en función de una institución cuya organización parece invertir: obedece a reglas propias que exigen ser examinadas en sí mismas (Michael de Certeau, E H.Pág. 68). Este autor hace referencia a un enlace con un lugar de producción socioeconómico, político y cultural.
El lugar dejado en blanco u oculto por el análisis que exageraba la relación de un sujeto individual con su objeto es la institución del saber. Se trata de un sitio particular en una nueva distribución del espacio social. El establecimiento de un saber no puede separarse de la institución social (E H, Pág. 73). La institución social queda como condición de un lenguaje científico que no sólo da una base social a una doctrina sino también la vuelve posible y la determina.
De esta manera es imposible analizar el discurso histórico independientemente de la institución en función de la cual se ha organizado su silencio. Según Habermas el mismo texto confiesa su relación con la institución.
Por ejemplo, el nosotros del autor nos remite a una convención. En el texto, es la escenificación de un contrato social "entre nosotros". Es un sujeto plural que "sostiene" al discurso. Un nosotros se apropia del lenguaje por el hecho de presentarse como el locutor. De este modo, se revela prioridad del discurso histórico sobre cada obra historiográfica particular, y la relación de dicho discurso con una institución social. La mediación de este "nosotros" elimina la alternativa que atribuiría la historia ya a un individuo, ya a un sujeto global. Nos ofrece la positividad de un lugar donde se apoya el discurso sin identificarse con él. Esas leyes silenciosas organizan una verdadera "policía" del trabajo: es preciso estar "acreditado" para tener acceso a la enunciación historiográfica. (E H, Pág. 76)
La historia como práctica "científica", productora de conocimientos, es una práctica cuyas modalidades dependen de las variaciones de sus procedimientos técnicos, de normas y presiones que le son impuestas por su lugar social y por la institución del saber en donde se ejerce, y también por reglas que organizan su escritura. Todo lo cual puede enunciarse de manera inversa: la historia es un discurso que pone en acción construcciones, composiciones, figuras que son las mismas de toda escritura narrativa y también de la fábula. Pero es también una práctica que al mismo tiempo produce un cuerpo de enunciados "científicos", si uno entiende por ello la posibilidad de establecer un conjunto de reglas que permiten "controlar" operaciones proporcionadas a la producción de objetos determinados
Al respecto Foucault plantea que en toda sociedad la producción del discurso está a la vez controlada, seleccionada y redistribuida por un cierto número de procedimientos que tienen por función conjurar los poderes y peligros, dominar el acontecimiento aleatorio y esquivar su pesada y temible materialidad.
De los tres grandes sistemas de exclusión que afectan al discurso, la palabra prohibida, la separación de la locura y la voluntad de verdad, este último aparece como enmascarado pero es una maquinaria destinada a excluir.
La Voluntad de verdad es el discurso que históricamente pasa de ser considerado verdadero de acuerdo a quien lo enuncia, a ser considerado verdadero de acuerdo al enunciado mismo, su sentido, su forma, su objeto, su relación con su referencia.
Certeau sostiene que esa referencia es un sistema que circunscribe a toda interpretación histórica, dicho sistema es como una "filosofía" implícita particular, que al infiltrarse en el trabajo de análisis, organizándolo sin que éste lo advierta, remite a la "subjetividad" del autor. Así los hechos históricos se hallan constituidos por la introducción de un sentido en la "objetividad". Enuncian en el lenguaje del análisis "selecciones" que le son anteriores, que no resultan de la observación -y que no son ni siquiera "verificables" sino "falsificables" gracias a un examen critico. Esto es fuertemente criticado por De Certeau, que sostiene que la "relatividad histórica" compone un cuadro donde sobre el fondo de una totalidad histórica se destaca una multiplicidad de filosofías individuales, las de los pensadores disfrazados de historiadores. (E H, Pág. 70).
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