Crítica a la psicoterapia conductual (página 2)
Enviado por Dalena Hernández Urbay Gernier Rojas Carrazana
La afectividad queda relegada a un segundo plano entre (reprimida y ausente) en la práctica psicoterapéutica: lo importante es lo que el paciente hace, no lo que siente. Del mismo modo, según los designios del terapeuta conductista, la psicoterapia no corresponde sino a una programación "de premios o castigos", los cuales pueden ser extremadamente brutales: descargas eléctricas y sustancias vomitivas (esto sucedía en los años anteriores al 79).
Para los terapeutas conductistas, los criterios que influyen en la elección de las técnicas de modificación están planteados en ausencia o independientemente de consideraciones éticas: sólo son función de los objetivos deseados. Los modificadores de la conducta, suelen utilizar, como sujetos de experimentación a individuos que por diversas razones (niños psicóticos, presos, etc.) se encuentran privados de la posibilidad de ejercer sus derechos y capacidad de autonomía. En suma, el "amoralismo" conductista nos arrastra inevitablemente a negar la dignidad humana: en la medida en que rechazan la ética, todo está permitido y la divisa maquiavélica (el fin justifica a los medios) puede tener en la práctica conductista su mejor exponente.
El conductismo no es más que una mercancía de consumo que, como cualquier otra, sigue las mismas leyes e intereses de mercado y de los empresarios.
Según los marxistas es una fuerza productiva de orden. Es casi siempre nacionalizada. Y se sabe que el estado en general, es el principal productor de orden. El conductismo proporciona un sistema explicativo al estado– tecnocrático moderno. Su verdadero y profundo significado consiste, entonces, en enmascarar las verdaderas razones y la naturaleza misma de los problemas humanos y sociales, en medida que ignora la lucha de clases y los fenómenos de toma de conciencia.
La noción de "control de la conducta" suscita las más vivas reacciones. Ella encarna una justificación ideológica y la producción de nuevas y más perfeccionadas herramientas de represión. Que los controladores provengan de izquierda o de derecha, no cambian nada el significado del control: impedir las manifestaciones auténticas y espontáneas de los individuos y, fundamentalmente de su autonomía.
Las críticas que se hacen al conductismo no difieren demasiado de las críticas que se le hacen al mecanicismo en cualquier otra área del conocimiento, es decir su tendencia a sobre simplificar fenómenos de probada complejidad estructural, tal como es la mente, y cuyos elementos son en parte mensurables y en parte no. En términos generales, la psicología le critica al conductismo:
Desprecia lo congénito a favor de lo puramente adquirido. No olvidemos que es el mismo Watson quien en 1925 llegó a afirmar que un recién nacido tiene un repertorio de reacciones muy limitado tales como reflejos, reacciones posturales, motrices, glandulares y musculares que afectan al cuerpo pero que no son rasgos mentales puesto que el niño nace sin instinto, inteligencia u otras dotes innatas y será sólo la experiencia ulterior la que caracterizará su formación psicológica. Watson proponía que se le diesen una docena de niños sanos. Mediante la aplicación de técnicas conductistas, él los transformaría en doctores, magistrados, artistas, comerciantes, independientemente de sus hipotéticas "tendencias, inclinaciones, vocaciones, raza de los antepasados".
Ataca al síntoma sin tener en cuenta la causa.
No presta atención a la vida psíquica del individuo reduciendo al Hombre a una máquina simple.
Es altamente reduccionista pues el psiquismo, atributo solo del Hombre, aquí no se estudia.
Sus aportes se reducen solo al campo de la farmacología.
Novedades del tratamiento conductual de niños y adolescentes.
Recuperado, 1, noviembre, 2014 de http//www.cop.es/colegiados /
gr00777.
-Roca, M.A., Vega-Vega, R., y Zaldívar, D. (2004).Psicoterapia General. La
Habana: Félix Varela.
-Vega-Vega, R. (1989). Psicoterapia Infantil. La Habana: Universitaria.
-Zaldívar, D. (2007).La intervención psicológica. La Habana: Félix Varela.
Autor:
Dalena Caridad Hernández Urbay
(Lic. en Psicología)
Gernier Rojas Carrazana
(Dr. en Medicina)
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