Crear, y al crear ser creado (Loureiro, int: 3)
GUSDORF
En la década de 1880 era derecho de los patricios el escribir su autobiografía. Eran las vidas de estos lo suficientemente interesantes como para poder ser contadas y, al contarlas, podían crearse ellos mismos y, de esta manera, inventarse. La autobiografía es pues parte de la propia invención y, por lo tanto, no puede ser corroborada, y de esta manera, no se puede distinguir lo real de la ficción.
Cané reconoce este grado de ficción en la introducción de Juvenilia donde plantea: "A veces me complazco en hacer biografías de fantasía para alguno de mis condiscípulos, fundándome en las propiedades del carácter y sin saber si aún existen. ¡Cuánta matemática, cuanta química y filosofía inútil!" (1993:6). Estas biografías son las historias de los fracasados, los que por alguna u otra razón quedaron fuera del cuadro de honor de la patria, "el otro" muy presente en la autobiografía de Cané.
De la misma construcción quedan exceptuados aquellos condiscípulos que no forman parte de la misma, es a ellos a quienes Cané les dedica parte de su ficción; de esta manera, los saca de oscuridad del anonimato para llevarlos a la luz de su escrito. Sin embargo y apela solamente a nombrarlos por sus apodos "Binomio" o por su condición de vida "el bohemio" por lo que las sombras siguen cubriendo a aquellos que no se unieron a su "marcha ascendente" (Cané, int. 1993,9); en otras palabras, no tenían espacio en su memoria pues no tenían espacio dentro de su clase.
Las autobiografías de los autores argentinos del siglo XIX cumplieron la función de construir a los mismos personajes públicos, pero, a diferencia de Sarmiento, por ejemplo, Cané no necesitaba de la misma para su carrera política, ni tampoco forjarse como mentor ideológico, como lo hizo Alberdi. Cuando escribe Juvenilia tenía treinta y un años y cumplía funciones como ministro plenipotenciario en Europa, por lo tanto, no necesitaba de la invención pública, ya que el personaje Cané ya existía.
El propósito era re – crear a su propia clase a través del anecdotario infanto – juvenil de su estadía en el Colegio Nacional Buenos Aires, que a través de su formación positivista, (de la mano de Amadée Jacques) le daría el sustento ideológico para realizar su rol de clase dirigente, una educación que sirviera para mesura, más que para el cambio revolucionario; como lo confirma el fragmento de "En viaje" (Cané 1881 – 1882) citados por Pezzoni: "Reformar lentamente, evitar las sacudidas de las innovaciones bruscas e impremeditadas, conservar todo lo que no sea incompatible con las exigencias del espíritu moderno; he aquí el único programa posible para los americanos." (Pezoni, 12 – 1989; 21).
Tras la caída de Rosas, contra quien su padre había luchado, cambia el marco teórico en la Argentina del siglo XIX; si bien la autobiografía continúa siendo un eje central de los escritos de la época y la construcción del estado nación se había concentrado, era necesario marcar el rumbo a seguir. Los autores de la década del "80, en su mayoría pertenecientes a las clases acomodadas, son autobiógrafos que utilizan una hibridez genérica donde la autoficción se mezcla con lo real. Es cierto, en toda autobiografía existe un grado de ficción, pero, como cite anteriormente, las escritas durante la primera mitad del siglo eran constructivas (ya sean políticas o ideológicas) mientras que las post – rosistas pueden considerarse constitutivas (de clase y de proyecto de país). son bien distintos en su construcción los escritos autobiográficos como Recuerdos de provincia o Mi vida privada que se pasa toda en la República Argentina a los que nos proponen Juvenilia o Aguas Abajo.
Élida Lois es Autobiografía y Autoficción en la escritura del último Alberdi sostiene con respecto a la autoficción:
El término "autoficción" designa un tipo de "escritura del yo" que se sitúa en las fronteras de la autobiografía y se cuela por los intersticios de diferentes géneros discursivos, y convierte realidades en ficción incorporando una estrategia de relaciones complejas entre el autor real, autor implícito y narrador. (2010: 23).
Como el pasado del autobiógrafo no revela más que una figura borrosa presente en el recuerdo, la reconstrucción del mismo, como así también los hechos acaecidos – cuando incluso el mismo autor ya es la misma persona que cuando escribe el texto; en el caso de Cané, un simple estudiante secundario – la autobiografía no puede mostrar los hechos tal cual fueron sino una adaptación a los nuevos ojos del autor. De este modo, el personaje es presentado tal como el autor imagina que debe haber sido – o como él quiso que fuera – y no como fue en realidad ni como era visto por los ojos de los otros.
Ahora bien, como en una autobiografía el autor se crea a sí mismo, ese yo protagónico no existiría sin ese texto, o sea, hay invención y buena cuota de ficción en la construcción de este personaje por lo que la autobiografía como tal podría no existir como género; Loureiro en "Problemas teóricos de la autobiografía" cita a Eakin quien a través de la psicología defiende el género "pues "el acto autobiográfico" es un modo de "autoinvención" que se practica primero en el vivir y que se formaliza en la escritura" (Loureiro, 4).
A partir de todo lo dicho hasta aquí: ¿Es posible que la autobiografía pueda considerarse dentro del género de la novela?
Philippe Lejeune en "El pacto autobiográfico" analiza las distintas cualidades del género que nos ocupa y considera que la diferencia principal entre lo autobiográfico y la novela personal, radica en la situación del autor ya que en la misma, aunque pueda haber novela en primera persona, el uso de la misma no envía necesariamente al autor.
Por su parte, Elisabeth Bruss en "Actos literarios" cita a Tinianov en On Literary Evolution:
La novela que parece ser un género completo que se ha desarrollado en y por sí mismo durante siglos, resulta ser no un todo completo sino cambiante. Sus cambios materiales de un sistema literario a otro [ ] no podemos [ ] definir el género de un trabajo si está aislado de un sistema. Por ejemplo, lo que se llamó una oda en los años 1820 fue etiquetado así por Fet a partir de características diferentes a aquellas que solían definir una oda en los tiempos de Conmosov.
(Bruss, 65).
Entonces, ¿se puede distinguir la autobiografía de la novela autobiográfica? Para Lejeune no hay diferencia, ya que los métodos que utiliza la autobiografía para ser convincente al lector, la novela sencillamente puede imitarlos. Ahora bien, como señala en autor:
en el momento en que la englobamos en el texto, con el nombre de autor inscrito en ella, disponemos de un criterio textual general, la identidad del nombre (autor – narrador – personaje). El pacto autobiográfico es la afirmación en el texto de esta identidad y nos envía al nombre del autor sobre la portada. (Lejeune 52 – 53).
El público de Cané, si bien como señala Pastormerlo no es público que lee folletines, supera a su círculo de amigos íntimos. Hijo de un patricio que quedó en la historia de la Argentina y en su "cuadro de honor", que intentó escribir su novela pero nunca lo logró; ya que fue sorprendido por la muerte unos días antes de que Miguel ingresara al Nacional Buenos Aires y comenzara la historia que nos compete, la misma puede leerse como una continuidad de su vida y de su historia, ahora en manos de su hijo. El escrito que como padre no pudo realizar en vida, nace a partir del momento de su muerte.
¿Qué lee entonces el lector de autobiografías y como distinguirla de la novela?
La primera goza de gran parte de ficción en su relato y la segunda puede tener gran parte de realidad en su texto (por ejemplo, la novela testimonial); esa relación entre una y la otra, ese espacio confuso entre ambas es donde el lector – según Lejeune – crea el "espacio autobiográfico". (59)
Bruss a su vez afirma que no es tan preponderante el estilo o la construcción del texto en cuestión, sino, cómo el lector los toma. "Alrededor de cualquier texto", afirma, "hay implícitas condiciones contextuales; los participantes implicados en transmitirlo y recibirlo" (64) por lo que un acto literario debe ser identificable en sus papeles y propósitos y debe tener un grado de estabilidad en la comunidad de lectores y escritores.
Para concluir, podemos decir que Juvenilia es la obra que caracterizó una década donde quedaba atrás la lucha política de construcción nacional para afianzar la constitución de un proyecto de país que continuó por muchos años.
Este joven Cané, que venera la autoridad de Jacques, escribiría pocos años después su autobiografía demostrando es esa distancia que el hombre de treinta y un años y con una importante carga pública también fue travieso, pero, que a pesar de sus travesuras y sus fugas del internado, se ajustaba perfectamente a los criterios formados sin intentar siquiera mínimamente cambiar la esencia de algunos de ellos.
Carga Cané esta historia de ficciones con el objeto de dejar en claro su propósito: "Es necesaria la disciplina que solo se acepta en la infancia [ ] la emulación constante y la ingenua curiosidad." (1993: 78).
El análisis teórico que hemos abordado deja en claro de la autoficción y su necesidad para la construcción del personaje del autor. Juvenilia es la literatura que hace su aporte en la construcción de una ideología que llevó a esas varias décadas infames que le han tocado vivir a nuestro país. Esa es su construcción.
Bruss, Elisabeth, "Actos literarios" La autobiografía y sus problemas teóricos, Suplementos XXIX, Barcelona, Anthropos.
Cané, Miguel, Juvenilia, Sociedad Comercial y Editorial Santiago Limitada, Santiago, Chile.
Lejeune, Philippe, "El pacto autobiográfico", La autobiografía y sus problemas teóricos, Suplementos XXIX, Barcelona, Anthropos.
Loureiro, Ángel, "Problemas teóricos de la Autobiografía", La autobiografía y sus problemas teóricos, Suplementos XXIX, Barcelona, Anthropos.
Pezzoni, Enrique, "Miguel Cané, Lucio V. López: las estrategias del recuerdo", Babel, diciembre de 1989.
También fueron consultados para la realización de esta monografía los siguientes textos:
Molloy, Silvya, "Una escuela de vida: "Juvenilia" de Miguel Cané", Acto de presencia. La escritura autobiográfica en Hispanoamérica, Fondo de la Cultura Económica.
Pastormerlo, Sergio, Juvenilia de Miguel Cané: historia de un escritor fracasado, Cuaderno Angers, La Plata, Universidad de la Plata, 2001.
Pietro, Adolfo, "Los hombres del 80, literatura y optimismo", en La literatura Autobiográfica Argentina, Buenos Aires, EUDEBA, 2003.
Autor:
Claudio Adrián Ariño