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Mis camelias (página 4)


Partes: 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8

De certeza que Alice Miller[109] debe tener alguna idear sobre éstos comportamientos, como el analista de Gloria tenía, el psiquiatra chileno exilado como nosotros, Martín Cordero, me explicara un día: él me dijo, Raúl, cuando las mujeres opinan, es mejor que tengan razón, porque son muy porfiadas, ellas siempre ganan, pero si las amamos, ya no importa. Y era verdad. Yo amaba a mi mujer y la dejaba hacer como entendía. Como a nuestras hijas, hoy en día, ya adultas, que hacen como entienden y cuando entienden ahí donde los papás no debemos intervenir, pero si intervenir en el momento que parece necesario, de acuerdo a las costumbres que, para nuestros hijos de hoy en día, adultos como son, es la menor intervención posible de sus padres. Los hijos adultos de hoy, no son como era en nuestro tiempo de juventud. En nuestro tiempo de padres nuevos, precisábamos mucho de los nuestros, como ya he narrado. Pero ahora, con un nuevo tipo de economía, con un nuevo tipo de liberalismo económico, los hijos adultos y sus hijos, en cuánto más solos, mejor para ellos. Por lo menos es lo que refieren, o mejor, definen una amiga y comadre, la Bibliotecóloga Mariana Giacaman Valle[110] y una de mis hermanas, la analista Blanca Iturra  Redondo[111]. Las dos, que saben mucho sobre la infancia, un mal de familia me parece, opinan que cuando más rápido cortemos el cordón umbilical que nos une a nuestros descendientes, es mejor para nosotros como adultos mayores y para nuestros descendientes.

En parte, debo reconocer, tienen razón, porque si los adultos mayores entramos en la vida de nuestros descendientes, dos hechos pueden pasar. El primero, es que no permitimos el crecimiento de nuestros hijos, para que puedan, a su manera, ser  mamá y papá[112], o padres, si no pensamos en sacerdotes, o como se dice en Chile, los papás, o, aún más, el posesivo mis papás. Cada vez que hablo con uno de nuestros colaterales, dicen "mi mamá", y les habo recordar que somos muchos y que, hasta donde yo sepa, todos hijos de los mismos ancestrales. Hay la forma pituca[113] de decir: la mamá, el papá, palabra derivada de las formas mapudungún de hablar castellano en Chile.

El segundo punto, es que pasamos a criar hijos otra vez, y de forma peligrosa, porque esa tercera generación pertenece a un grupo de la generación que, como decía mi mujer hace pocos días, después de cuarenta años de vivir fuera de Chile, ni ella entiende. Me pasa lo mismo a mí. Cuando voy a Chile, hay una frase que me costó entender y, más que nada, aceptar, esa frase que yo decía en niño: "no me gusta, no quiero", ahora se dice: "yo, no hehtoi ni ahí, ¿te fijái?". La H que he puesto antes y en el medio de la palabra, es la forma moderna de la llamada pituquería, porque la s es aspirada o forma afectada de ser, porque no apenas se dice la frase, bien como se mueve una mano de arriba para abajo y se hace una mueca con la boca, y el te "fijaí, es lo que yo diría: ¿te das cuenta?, o aún, ¿te fijas?.

Si en las palabras, éstas son apenas un ejemplo, tenemos diferencias conceptuales y sabemos, como he definido, después de ardua investigación en otro libro mío, que las palabras hablan, las palabras hablan lo que se siente y lo que se piensa. Si yo pienso en socialista, nuestras hijas, hoy en día piensan, en neo liberalismo necesariamente. Como ya definí en otro texto mío, para mi periódico, vivimos en una era globalizada de la economía y la economía, derivada de las ideas de la cultura, como lo digo, de forma extensa, en un libro mío de 2003, que tiene ese título, de que la economía deriva de la religión, ya citado antes en este texto, y de que la religión en otro libro mío de 2006, es la lógica de la cultura, seamos creyentes o no, somos de ideas cristianas y nuestros descendientes, depende: si es ritual, o si es el día a día. Por lo que, yo diría a Mariana Giacaman Valle y a Blanca Iturra Redondo, que el cordón umbilical está más de lo que cortado por que somos de etapas culturales, es decir, de hábitos y costumbres diferentes. Quién me da la razón, sin saber él, evidente, es Karolus Woitila, conocido como Ioannes Paulus Pp II o Juan Pablo II, Papa Católico[114], el cuál, como comento en la nota al pié de página, mandó a confeccionar un Catecismo que había sido comenzado en el Concilio Vaticano II, en 1962, convocado por Juan XXIII o Angelo Giuseppe Roncalli, que no lo terminó, por causa de muerte. Su Sucesor, Giovanni Montini o Papa Paulo VI, lo continuó y lo cerró en 1965. No hubo ningún resultado por escrito, excepto las Actas, que, talvez, no interesen al lector. En 1978, Karol Wojtila  quiso juntar dos memorias y se mandó llamar Juan Pablo, la síntesis de los Papas anteriores. Pero eso es Historia Eclesiástica. Todo lo que me interesa a mí, es la lógica común usada por Wojtila para atraer fieles a su iglesia. Así despenalizó una serie de actos, referidos por mí en otros textos, como la masturbación, el amor de personas del mismo sexo, a quienes aconseja castidad, así como convocar encuentros de jóvenes católicos, la Iglesia Romana pagaba los viajes, y el predicaba sobre no cometer abusos sexuales, como él llamaba a hacer el amor antes del matrimonio, porque el acto sexual era una creación divina para dar hijos en la tierra a la divinidad. Es suficiente leer el artículo 2215, citado en extenso en la nota de pié de página anterior, para saber como había un concepto de lógica común. Porque una cosa es lo que el Papa Romano dice, otra es lo que la gente hace. No dudo que hay muchas personas devotas que siguen al pié de la letra lo que aprenden en el Catecismo. Pero, la mayor parte, hace lo que entiende. Hay la obediencia católica a las ideas en general, pero hay más respuestas culturales que respuestas de fe. Es posible saber de esa realidad cuando hacemos trabajo de campo entre los católicos y sabemos, por la forma de vivir de ellos, que la unión sexual comienza desde muy temprano. Cómo he dicho en otros textos míos, ¡ Ay de quién, en la pubertad, sea aún virgen!  El hecho sería considerado una vergüenza social. Esta vergüenza social me hace recordar una historia anecdótica. Iba en el tren desde mi casa hasta Lisboa, en los años noventa del siglo pasado. Esos años dónde yo era muchas veces solicitado para ir a la televisión; un joven me reconoció, se acercó a mí, y me preguntó como podía enamorarse – había visto mi programa anterior con Paula Moura Pinheiro en el Canal 2, cuando debatía con médicos, escritores y analistas, sobre la sexualidad de la juventud- En ese programa mi opinión había sido que los jóvenes enamoraban en la cama, desde el comienzo. Este señor nuevo me preguntó, sobre la base de mi programa, cómo era posible enamorarse. Mi respuesta fue breve: hay que seducir. Su otra pregunta rápida, era que como era seducir. Bueno, le pregunté cuántos años tenía y si había o no enamorado antes, su respuesta fue también breve: veinte y, no, nunca he enamorado. A seguir, su explicación: cada vez que me propongo a las niñas, les pido ir a la cama, y ellas no quieren. Respondí que me parecía evidente, porque seducir es hacerse amar, y si el sexo resulta, muy bien. él no dejaba de hablar, porque yo no paraba de caminar, ya estábamos fuera del tren. Su intención resumió, no era enamorar, era casarse para ir a la cama, porque el hecho de fornicar[115] era pecado y no se quería condenar. Entonces le dije: mastúrbese, así, brutalmente. Brutalmente me respondió que yo lo quería condenar. Mi respuesta fue: le recomiendo leer el Catecismo del Papa, porque como me parece que Ud. es Católico Romano, creo que lo va a entender. No me quería creer. Me hice un tiempo y lo llevé, casi como un papá a su hijo, hasta la librería de las Hermanas Paulistas, pedí prestado un diccionario y busqué el artículo conveniente, el 2352, en el parágrafo denominado Las ofensas a la castidad[116]. Es evidente que fue necesario explicar el texto al joven que todo lo que entendía era su deseo de placer sexual. No creía lo que yo decía, lo dije que le preguntara a su Párroco, que, según mi entendimiento, también se masturbaba o tenía mujer o hombre, como he visto en muchas de mis incursiones al trabajo de campo en sitio. Para acortar este largo relato, quería resumir un hecho breve, ¡por lo breve que el hecho es! El joven estaba satisfecho y rápidamente me dijo, me voy, y se fue, y dijo a dónde y a lo que iba: a un restaurante, para en el baño… y… masturbarse… recuperando así el tiempo perdido, porque iba a tener un placer postergado sin, necesariamente, irse al infierno.

Lo que el joven no sabía, eran dos cosas, talvez. La primera era decir que la masturbación hace parte de la vida de las personas desde el cuarto mes de gravidez de la madre hasta tarde en la vida. Hay diversas formas de auto excitación. Los bebés en el vientre de su madre, si seguimos los estudios de Wilfred Bion[117], ese fiel discípulo inglés de Melanie Klein, la excitación de la libido comienza ya en  la ingestión del líquido amniótico de la madre. Fue probado por Bion en el libro antes citado, y comentado por los autores citados en nota al pié de página.[118]No apenas Bion, el propio Sigmund Freud había comenzado su experiencia del analices de la libido y de las experiencias de masturbación en su libro de 1905, editado en Viena de Austria y publicado ese mismo año en Londres, texto en el cual refiere que la zona anal es parte de lo que él denomina zona erógena por estar situada "convenientemente cerca de zonas sexuales que despiertan la libido", forma de hablar muy elegante, porque en su tiempo no se podía decir mucho más sobre la sexualidad.[119]. En el texto de Didier Anzieu[120], aparece en el auto análisis que Freud se hizo a sí propio, como podía inducir sueños con eyaculación, especialmente cuando su mujer le pidió nunca más entrar en ella porque tenían muchos hijos. Fue la época que Freud comenzó  a tener los denominados "sueños mojados" y a enamorarse de su cuñado, el hermano de su mujer, como he narrado ya en otros textos

Lo que sí es que, si el cordón umbilical es la afectividad y la emoción, allí Mariana Giacaman y Blanca Iturra tienen razón. Hasta un cierto punto. Existe en la lógica de la cultura, especialmente en el Torah[121] o Biblia Judaica, un conjunto de ideas sobre los sentimientos de los que Sigmund Freud retiró sus ideas sobre el psicoanálisis, y el Talmud[122], que reglamenta la vida sexual judaica. Entre su saber médico y religioso, Freud y Karl Jung, como Melanie Klein, escribieron textos ya citados, especialmente sobre la libido, el mayor placer del ser humano, que el Talmud restringe para orientara a las personas. Es por eso que Jacques Lacan[123] reformuló,  entre los años 40 y cincuenta del Siglo pasado, la teoría psicoanalítica. Entendió que las palabras hablan y fue a buscar información a la Ciencia de la Antropología con Lévi-Strauss, mi antiguo patrón, y a la semiología, con los estudios de  Sausure.

El cordón umbilical es difícil de cortar. Todo el análisis que he hecho hasta ahora, tiene como base la relación familiar, la fidelidad a la mujer con quién uno se casa y tiene hijos, ese don difícil de guardar porque la libido es parte importante de nuestra fisiología. No apenas la fidelidad, bien como el cultivo de la familia. No me parece claro que los encuentros entre parientes muy llegados, se corten. Creo que es una relación social nada agradable entre los seres humanos. Aún cuando yo no crea en la existencia de una divinidad, creo firmemente en la capacidad para crear lazos de relación profundo entre ascendientes y descendientes. Estoy seguro, después de haber investigado mucho, de que las ideas religiosas, si son parte de la lógica de la cultura, acaban por ser la base de la felicidad y del desarrollo de las emociones. No es en vano que Françoise Dolto[124] haya escrito los textos psicoanalíticos de los Evangelios, porque ha encontrado en ellos, los oficiales y los prohibidos, como el de Judas Iscariote, bien como en los no reconocidos como el de Tomás, el Apóstol de duda, y otros escritos no reconocidos como fidedignos por la Iglesia Romana, por no ser de personas que hayan estado cerca del llamado Hijo de Dios hecho hombre. Sin embargo, Paulo de Tarso, el denominado San Pablo, era un ciudadano romano que existió casi cien años después de la muerte de Cristo y, como era ciudadano romano y sabía escribir, escuchó la historia de Jesús de sus discípulos, las tradujo del arameo, la lengua de Cristo, para el  latín, que era hablado en toda Europa y las envió como cartas, llamadas Epístolas, que en latín quiere decir carta, a los varios grupos romanos que se convirtieran al cristianismo. A pesar de la distancia en años, era conveniente para la Iglesia Romana tener un ciudadano romano a predicar. La solución fue simple: se creó un milagro, Cristo habría aparecido a Pablo de Tarso[125] y le habría dicho ¿por qué me persigues? Y, ante el terror de esta aparición, Pablo de Tarso habría ido a hablar con los discípulos y se habría convertido.

Françoise Dolto, una católica devota, cuando se hizo sicoanalista, de inmediato escribió varios libros sobre la infancia y el mal que causaba en ellas las historias de cuentos de hadas que era la catequesis. Como dice en el libro referido, ha descubierto un psico drama en las historias del catecismo, que asustan a los niños y retiran de ellos el deseo libidinal, normal en todo ser humano. No es en vano que en el filme de Ang Lee, El Secreto de Brokeback Mountain, se diga: "El amor es una fuerza de la naturaleza[126]", ese amor negado en los Evangelios, porque la vida en la tierra no es la normal, lo normal es la vida en el cielo que, para ganarlo, es preciso ser casto, puro, santo. Es decir, una contradicción entre la verdad de la naturaleza y la verdad revelada a los Apóstoles, que, como se dice siempre, es un misterio al que solo se accede por la fe, agregando, como dice la misma Biblia Musulmana, llamada El Corán, que la fe mueve montañas, si Alá no viene a Mohamed, el Profeta a quién le habría sido revelado el libro por su Dios, Alá, va a la montaña. Y fue. Cuando volvió, por no saber leer ni escribir, le dictó la Revelación a su hija Fátima.

El crecimiento de nuestras hijas estuvo lejos de estos temas, por lo que no es necesario desprenderse del cordón umbilical, ellas ya lo han cortado…  ¡hace… tiempo!

6. – Una reivindicativa.

Desde el día de su nacimiento, hasta donde mi memoria alcanza, de  nuestras dos Camelias, una de ellas era prácticamente la heredera de mis objetivos de organizar Sindicatos. Solo sabiendo la ley, es que ella podía reivindicar esa organización. En su tierna infancia, saber de la ley era mucho. O lector puede apreciar las dificultades si lee la nota al pié de página, que es para Políticos, Dirigentes, Abogados, Sindicalistas y Unión de Sindicatos.[127] No sólo reivindicaba sus derechos de hija, como he relatado en el capítulo anterior, lo que reivindicaba eran derechos de ser una hija especial. Había otras leyes, que, si en esa edad tan joven pudiera leer, iba a apreciar más, como los Derechos de la Infancia, legislado por la ONU[128] Una hija mimada, una hija con mejor tratamiento que su hermana mayor. En fin, quería siempre mimos del papá y de la mamá y, cuando no los tenía, se enojaba e inventaba algún tipo de enfermedad o de indignación. Había esa terrible competencia con su hermana mayor que, como tenía más conceptos e ideas por haber comenzado a vivir y a entender casi seis años antes que ella tenía otros recursos: sabía danzar, tocar la flauta, inventar piezas de teatro, en las que Paula era siempre el personaje central. Estas ideas de Paula, de ser central, me hacen recordar mi propia infancia, época pasada ya hace muchos años. Como tenía muchos hermanos y los hijos de las empleadas de casa, disponía de un contingente de seis personas para hacer obras de teatro, en las que, normalmente, yo era el personaje central. Las piezas de teatro eran escritas por mí, muy centradas en mi  ego, piezas, en consecuencia, egoístas, dónde yo quería ser siempre el bueno de la película.. Después de siete años de psicoanalices, mi analista me hizo pensar que no era falta de cariño, era apenas una competencia para, entre tantos como éramos, no pasar desapercibido. El problema central de mi infancia, era el hecho de ser responsable por los más pequeños de esta familia aglomerada de niños. No sólo los de casa, como los primos que nos visitaban porque sí y porque no. Vivíamos en una quinta muy aislada, lejos de la ciudad y con playa exclusiva. Un lujo que hoy no existe. Lo que me hace recordar otro hecho, ese regalo que el papá quería hacerme, un automóvil, con la condición de llevar y traer a mis hermanos muy temprano  de mañana y traerlos de vuelta a las horas convenientes para ellos. Regalo que nunca acepté, era muy pesado, éramos de diferentes edades, teníamos horarios diversos y la alegría que siempre tenía de almorzar en casa de las hermanas de mi madre con mis primos, o de mis amigos, se esfumaba al quedar a cargo, más una vez, de niños que yo debía cuidar, de nuevo. Eran los hermanos y el hijo de una hermana de nuestra madre, que vivía con nosotros. Y la alegría que yo tenía de ir en lo que en Chile se llama micro, es autobús de las siete de la mañana que mi padre había proporcionado para los hijos de los trabajadores de su empresa y las señoras de algunos de ellos, que trabajaban en la vecina ciudad de Valparaíso. Señoras que eran mi delicia, siempre hablábamos, me contaban historias de sus familias, ese placer de madrugada que no quería perder, especialmente con la compañía de nuestro primo Marcelo. Era una armonía sin narración. A la vuelta, tarde ya, me acompañaba mi amiga del alma, la Irmita que estudiaba en el colegio donde nuestra madre estudió, las monjas de María Auxiliadora, muy cerca de mi colegio. Era la nieta de una grande amiga, Rosalba Mella, que, por causa de la muerte de los padres de mi Irmita, forma muy chilena de referir un nombre en Chile, es siempre en diminutivo, porque su nombre real era Irma Ramírez Mella, pero en Chile diminutivos y apodos son muy comunes. Irma y yo hablábamos todo el camino de vuelta a nuestro sitio de Laguna Verde, donde ella vivía con Rosalba y su hermano Jorge. Halábamos sin parar, hasta el punto de enloquecer al chofer del bus de estudiantes. Ellos no podían llamarme la atención, yo era el hijo del patrón, a pesar de que, en esos tiempos, ni me daba cuenta de las diferencias sociales. Especialmente porque mi Irmita me enseñaba matemáticas y castellano. Con ella hicimos teatro de verdad en Laguna Verde y en un teatro de Valparaíso, como he narrado en otro libro mío. Rosalba tenía solo un problema, para curar su soledad y la muerte de sus descendientes, que curaba con lo que podía. Muchas veces iba a casa de ella y me decía mi Irmita que no me podía atender porque, su madre, como llamaba a Rosalba, estaba con dolor de cabeza. Más tarde en la vida supe de éste problema, a nadie conté, pero lo hablamos con Irma y la apoyé lo más que podía. Una amiga del alma ni se denuncia ni se abandona. Si la gente, como dicen por ahí, supiera de las enfermedades de Rosalba, su reputación iba a quedar por el suelo y podría perder el trabajo de cuidar de nuestras casas, que tanto necesitaba para pagar a los Salesianos, las Monjas de Irmita, los Padres del Colegio Salesiano  de su hermano Jorge. Eran, como se dice en Chile, personas de buenas familias y la Abuela Rosalba se propuso en  dar la mejor educación a los dos. Irmita ayudó, dando explicaciones en la noche, al volver del Colegio, más tarde de la Universidad, donde se formó en Profesora de Lengua Castellana. Irmita tenía ese don de transmitir el saber a otros, ese definido por mí, el proceso de enseñanza e aprendizaje, en hoyitos textos míos. Yo aprendí con ella, y, para pagar esa grande deuda del saber, nuestro padre le dio empleo a su hermano Jorge en la Industria que él mantenía en Laguna Verde.

Nada de esto pasaba con nuestras hijas. Eran ideas de Paula, siempre la Reina, y Camila, su esclava. Esta relación, que era apenas una representación, le hacía mal a Camila. Gloria y yo nada dimos, cada una estaba en su derecho, pero aplaudíamos de forma igual a la creadora y a su fiel seguidora que, muchas veces, se dormía esperando entrar o en ballet de Scherezade del  compositor ruso Nicolai Rimsky-Korsakov[129], esa música aprendida de nosotros por tanto oírla, Gloria adoraba esa música y fue ella que la instiló en la mente de nuestras hijas. Cuando Camila se dormía, ¡válgame Dios si alguien la despertara! La rabia duraba días. Ya adulta, Camila era siempre le última en despertar. Adoraba acostarse muy tarde y dormir toda la mañana, cuando era posible. Parque en la Universidad de Sussex, donde estudió, debía estar muy temprano en clase, como en París, en La Sorbonne, Universidad que debía asistir para completar su curso de Ecología de cuatro años. Ir a París a estudiar, era parte de la formación de una investigadora que debe andar siempre en otros sitios para salvar especies de árboles en extinción, como ya he narrado antes.

Camila siempre tuvo un trato especial. Por causa de mal entendido entre su madre y yo, tuve un día, que salir de casa, para que las niñas no sufrieran lo que nosotros sufríamos. éramos muy adultos para colocar es fardo tan pesado en las emociones de nuestras hijas. Fue necesario que yo saliera de casa y Gloria comenzara a trabajar como Arquitecta de Interiores en una Empresa fuera de la ciudad de Cambridge. Las famosas enfermedades de Camila comenzaron a desaparecer. Sin embargo, cuando estaba realmente enferma, era ella que quedaba en casa y recibía al médico que su madre llamara para atenderla. Ese tratamiento especial, se lo ganó sola. Fue una hija especial, sea porque se cuidaba sola, o porque para entretenerse leía dos libros al mismo tiempo. Nunca olvido esos días que pasaban conmigo en Portugal: Camila ni veía el campo de la aldea de São Joao do Monte, que yo estudiaba en las partes altas de Portugal: estaba siempre con sus dos libros a leer, leer, leer[130]. Siempre nos acompañaba mi amiga del alma, mi colega en la docencia, que estaba en mi grupo de investigación Maria José Beca Maranhão[131]No dejaba de reír y de tentar presentarla a los vecinos de la aldea, esa amiga casada sin hijos, que prácticamente adoptara a las nuestras como hijas suyas. Vivíamos en la Villa de Nelas[132], en una casa antigua arrendada por mí, y Maria José, en casa de amigos enfrente de la nuestra, la casa del Barón de Nelas, los Pais de Brito[133]. En cuanto ella usufructuaba de la riqueza de los Barones, yo sufría la pobreza de mi vecino y amigo, el Duque de Bragança[134], candidato a la corona de Portugal, si la República pudiese fallar, como en Francia Durante el Siglo XIX.

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 familia real, con sus bienes, que eran muchos, todos confiscados y pasados a la categoría de patrimonio nacional. Ese Duque, Príncipe de la Beira, antes de casar y al tener un hijo pasa a ese hijo, como es el caso hoy, como he narrado en estas páginas título que se da al sucesor del Rey o Príncipe de la Corona, equivalente al título de Príncipe de Gales de la Monarquía Británica. La de Portugal, la Monarquía cayó al ser asesinado el Rey Carlos de Bragança[135] y su heredero, el Príncipe de la Corona Luís Filipe,[136] en 1908 como se dice Felipe en portugués, e instaurada la República de Portugal el 5 de Octubre de 1910[137], confiscando bienes de nobles y retirando tírulos. Nuestras hijas, habituadas en Cambridge a andar con príncipes y condes, no se interesaban en esta aristocracia rural y trataban a todos por el nombre y los obligaban a hablar en inglés, lo que ellos no sabían y respondían en francés. Así comenzó mi vida de políglota y traductor. Hasta que nuestras hijas, de tanto venir a Portugal y, más tarde, Camila, a las Islas de Brasil, como está narrado antes, Cairu, una isla del archipiélago con el mismo nombre, enfrente de la ciudad  de San Salvador da Bahía, como ya he dicho en el primer Capítulo de este libro. Allí pasó un mes completo, sin teléfono y sin la, hoy necesaria caja electrónica que se llama  Internet[138], porque une y comunica a todo el globo terrestre con correo e información. En Cairu plantaron cien árboles para hacer violines y, ese teatro aprendido con Paula en sus historias representada después de comer -en Gran Bretaña se cena muy temprano, a las seis de la tarde, para que la familia tenga un tiempo para ella, para crear vida doméstica, para unir a las personas que tienen lazos de sangre y que crecen juntos porque los británicos estiman que sin esa domesticidad, es imposible ser feliz y trabajar con rendimiento,  también porque en las Islas Británicas se piensa que la mejor educación está en la casa, por eso se investiga mucho en todo tipo de vida doméstica y cada casa tiene una Visitante Social que ayuda a los matrimonios jóvenes a cuidar a sus hijos y cuidan que no haya desavenencias entre los papás y entre éstos y sus hijos. Nosotros tuvimos una, especialmente porque éramos extranjeros y su deber era que entendiéramos como era la vida en Gran Bretaña, pero al encontrarse con nosotros, una familia cuidadosa y bien estructurada y con muy buena información para criar hijos y ser pareja, Julia Napier, el nombre de nuestra Asistente, pasó a ser nuestra amiga de casa e integró el Comité de Chilenos  Refugiados. Ella presidió el Comité durante varios años. Entretanto, Camila, ya en la Universidad, aplicó su saber teatral doméstico y el aprendido en su Facultad de Ciencias de Ecología, en Sussex, para montar sus propias piezas que ensayaba con los habitantes jóvenes de Cairu. La infancia se reproduce en la vida adulta, con excelentes resultado, si la infancia no es herida emocionalmente por los adultos, por transferir sus problemas a los hijos. Fue en el período de tristeza de mi mujer por haber perdido dos hijos antes de nacer, que fue necesario separar un tiempo a la familia, ella ir a trabajar a otra ciudad y yo hacer el papel de mamá y papá al mismo tiempo, por un corto período de nuestra historia familiar. Creo que aprendimos mucho de los pocos amigos, adultos responsables de su casa y de sus hijos, especialmente de Leonardo Castillo y su querida mujer Patricia Burns. Ellos me ayudaran mucho al cuidado de nuestras hijas, y, más tarde, a su madre, mi mujer, cuando fue necesario salir de casa para reponer su estabilidad. Estoy seguro de que mi comportamiento muy dedicado a la vida académica y muy machista, contribuyó para esta separación, siempre estimada breve y por un tiempo. Nunca ha existido una separación real, ni hemos  estado realmente lejos los padres, Gloria y yo, porque nuestras hijas primero, y nuestros nietos después nos han unido mucho. Es verdad que ha existido una serie de perturbaciones y malos entendidos, porque es tradicional en Chile pensar los  hombres machistas como yo, tienen siempre amantes con las cuáles, a diestra y siniestra, traicionan a sus mujeres. ¡Bueno! En mi caso, por ser encontrado muy atrayente- en Portugal una colega me dijo un día en la Universidad que yo era el hombre más requistado de la Universidad, es decir, perseguido o buscado por las mujeres. Es evidente, era joven, sabía como comportarme sin seducir, era de Alta Patente Académica, Doctor de la Universidad de Cambridge y otras tonterías que parecían importantes a muchos. En Cambridge, mi familia, hasta el día de hoy,  me ha adjudicado una serie de amantes, que si esas señoras lo supieran,  no lo iban a poder creer… Aún si yo estuviera enamorado de ellas, serían amores imposibles, eran y son Catedráticas con maridos e hijos, algunas hoy en día han sido elevadas por la Reina de Inglaterra al rango de Pares, que para los hombres es Lord o Sir, y para las mujeres es Dame, todos ellos son creados Barones o Baronesas en cuanto estén vivos.

Siempre desgarro los textos. Estaba narrando la vida de Camila como reivindicativa y sus extraordinarios éxitos en su trabajo, y quería decir que fue en esos tiempos, que ella aprendió a navegar en un kayak, sola, e iba entre la isla y el continente, o visitaba las islas vecinas para enseñar a la población como plantar los árboles necesarios para fabricar violines, como los árboles denominados pau-brasil[139], y el mogno[140], que sirven para fabricar violines Stradivarius y pianos Stenway. Creo que quién puede explicar mejor es nuestra propia hija, en una entrevista concedida para la BBC  en Brasil, por lo que voy poner al pié de página parte de los problemas que ella estaba a resolver.[141] Hasta en la denominada Internet, en el motor de pesquisa Google, aparece Camila y lo que hace para Flora y Fauna, dónde hoy en día ellos, Camila y Felix, trabajan, en nuestra Universidad de Cambridge. Un desarrollo de sus talentos que no esperábamos, no por falta de inteligencia en su persona, muy reconocida y respetada por nosotros, sus papás, para lo que siempre la animábamos y nos preocupábamos de sus estudios.   Simplemente  porque estábamos más interesados en su persona, celebrando sus triunfos  y animando su investigación, pero muy centrados en su felicidad y oyendo siempre lo que era su vida amorosa. Nunca me olvido ese día de los años 90, cuando me llamó para decirme que estaba muy enamorada de un estudiante norteamericano y que había hecho lo posible para seducirlo, pero que no resultaba. Le propuse que lo llevara a dar una vuelta por el lindo bosque de la Universidad de Sussex y que le digiera lo que sentía por él. Me respondió que no era propio de una mujer declarar su amor, eran los hombres los que debían hacerlo. Mi respuesta fue inmediata, Camila tú está triste, hoy en día mujer o hombre puede proponerse y nada pasa, excepto que debes estar preparada para un no. Tenía la intuición que sería un no, porque Camila ya me había contado que él tenía su enamorada en los Estados Unidos, pero que pensaba que él no la amaba. ¡Determinación y sentimientos que no piensan, de una mujer enamorada! Mi respuesta fue rápida otra vez: hay solo una cosa que no puedes guardar y esa es que si no hablas, él se va, tú vas a Paris y vas a quedar siempre con la duda, es mejor salir de ahí, para no sufrir el resto de tu vida con esa duda. Y ella lo hizo, expresó sus sentimientos y su colega de clases le dijo que se sentía muy honrado con esos sentimientos, pero que él quería casarse con su enamorada, le hizo cariño, le dio un beso, la convidó a un café y Camila quedó satisfecha. Se había roto el encanto. Debo confesar que nosotros quedamos aliviados, ella tenía apenas 19 años y era muy temprano para sufrir de amores. Ese no apagó la pasión transitoria de nuestra hija más joven. Como también siento la obligación de decir, que aprendí de ella las respuestas que se deben dar todas las veces que yo mismo recibía declaraciones de señoras que se interesaban por mí: aprendí a decir que me sentía honrado, que respetaba sus sentimientos pero que no podía enamorarla porque ya estaba comprometido y enamorado de mi mujer, en eso tiempo, la madre de nuestras hijas, ya había jurado fidelidad a esa Señora que era mi placer cumplir y que me era difícil, imposible también, enamorar otra vez a las personas nuevas en mi vida. Fue una especie de premonición. Nunca resultó ninguna relación fuera del matrimonio. Tengo, en mi estudio, una enorme cantidad de fotos colgadas en marcos en las paredes, todas ellas de Gloria joven, Gloria a andar a caballo en Laguna Verde[142], fotos de nuestras hijas, de mis padres y abuelos y fotos tomadas a mí cada vez que era entrevistado por la televisión que venía a entrevistarme en nuestra casa de Portugal. Es casi una veneración, como se dice en inglés, un worshipping[143] He usado pocas notas de pié de página para respetar y honrar, es decir, dar honra a la memoria de mi familia, esa familia siempre soñada por mí. No olvido una tarjeta de Navidad dibujada por la entonces mi prometida, dónde aparezco yo muy alto y flaco, de traje y con corbata, a abrazar a mi novia de esos días, que tenía en sus brazos un niño pequeño, estaba embarazada de otro, con mi mano derecha a sujetar el Diploma de Abogado y con la izquierda, a dar la mano a uno hijo, que daba la mano a otro y éste, a otra, en total, ¡seis!. Por dentro, la tarjeta decía Felices Pascuas mi amor. Es esto lo que tú quieres, ¿no?, Bueno, ¡ ni lo pienses | Con amor, Gloria[144] Talvez sea interesante un comentario. Siempre pensamos que nosotros enseñamos a nuestros hijos y parece que nunca pensamos lo que los hijos nos enseñan a nosotros. Si observamos con atención, las experiencias de los hijos en su crecimiento y en las experiencias de ese crecimiento y desarrollo, los papás aprendemos si tenemos la humildad de reconocer que nos equivocamos muchas veces. El problema, otra vez, se coloca en la generación: nuestras ideas, hábitos y costumbres, cambian de una a otra generación. A veces los hijos piensa que somos mentecatos, que no sabemos pensar ni organizar  nuestras vidas y ellos quieren organizarlas. No solamente los hijos consanguíneos, también nuestros hijos intelectuales, que están a la espera de un lugar vacío para ascender. Todo lo dicho, no es acusación, es apenas observación participante, aprendida en mi Ciencia de Etnopsicologia, esas ideas creadas por mí, entre otras. Nuestros descendientes entienden y respetan, pero a veces piensan con lo que he denominado pensamiento globalizado. Es ahí que tenemos que dar un golpe en la mesa y decir: ¡esto es así, no es solo cómo tú piensas!. Porque hay muchos valores que se guardan y transmiten de una generación a la otra. Como el deber del silencio cuándo hay desacuerdos entre nuestros descendientes y sus parejas, o el valor moral y ético de amar, porque sí y porque no. Cuándo la afectividad se instala por la creación de hijos, y su crecimiento, no vivimos solo de recuerdos, continuamos a crecer juntos, respetando sin dudar un minuto la autonomía ganada por ellos y el saber aprendido por ellos a lo largo de la historia de su vida personal. No es por acaso que escribí el texto ya citado en nuestro periódico mensual, A Página da Educação, ese texto que voy a citar al pié de página[145]. Es allí donde defiendo los derechos de los más viejos, no de los adultos mayores como nosotros, sí los derechos de los más viejos que, después de vivir muchos años, acaban por regresar a la etapa infantil. Como ya he relatado, este texto y otros, son el resultado de mi trabajo de campo entre adultos viejos. Trabajo de campo en un Hospital en el que estaba nuestra madre con sus 90 años.

Muchas veces los hijos jóvenes, olvidan de que el adulto mayor no es un adulto viejo, es sólo más viejo que ellos, que, en estos días, no es ningún escándalo. Especialmente si nuestra mente está entrenada para pensar, escribir, enseñar, asociar ideas e investigar nuevas hipótesis. Somos los intelectuales los que más duramos. Nuestra madre estaba formada en matemáticas y lenguas, pero su mayor trabajo siempre fue administrar una casa con mucha familia y servidumbre[146], como he narrado en otro libro mío. Nuestras hijas, que pertenecen a otra cultura, piensan siempre que no somos capaces de organizar nuestras obligaciones y quieren que vivamos como ellos viven, forma de vida fundamentalmente diferente a las nuestras. Necesitamos de nuevos libros, de distracciones en filmes en DVD, música en CD y otras harturas que ellos aún no acumulan. Creo que el secreto está en ganar el respeto de nuestros descendientes desde su edad más tierna, sin desviarnos un milímetro de nuestra ética, para no ser culpados de no saber el todo y la nada de la vida. Es apenas una idea.

Iba quedando atrás una idea, que mi mente de investigador no descansa si no la entiende ya. ¿Por qué en Chile la Navidad es también llamada Pascua, si la Pascua es, en Europa, ese origen de la hoy América del Norte y de la América Latina, Pascua es la conmemoración de la muerte y resurrección del denominado verbo encarnado, Cristo? Parece que la Navidad es llamada Pascua, en Chile, por causa de una flor que nace en esa época[147]. La flor es llamada Pascua en la Cordillera de los Andes, y en Chile es también llamada Corona del Inca[148]

Gloria, mi mujer, nuestra hijas Camila y Paula, sus maridos y descendientes, ya pueden saber en qué país de luchadores anda este papá, marido y abuelo. Es mi orgullo contar la Historia de Portugal a otros, porque, en mi caso, la sé de memoria. Nuestra reivindicatoria Camila ya tiene una base de apoyo para sus luchas y para consolarse, ella e Felix Ilsley, nuestro yerno, de lutos temporarios, que es el propósito de este texto. No deseo, ni por eso, que nuestra hija pase a ser como esa hermana de nuestra madre, su abuela paterna Florentina Maria Redondo de Iturra, nuestra tía Ana Luisa, que lloró a su primera hija que nació y falleció de inmediato, Pilar, que tiene una tumba especial y que la tías ha llorado siempre. Ni por el caso de haber tenido más cinco hijos después, se consoló de la pérdida de Maria del Pilar, o Pilarcita como todos la llamaban. Es claro como el agua para mi, que una madre sufre por un hijo perdido, porque los hijos somos para entrar en la eternidad mucho después de nuestros padres, y mucho más, que la entrada en la eternidad de los abuelos. Es evidente que el dolor de nuestros descendientes es grande, porque hasta los abuelos perdemos a Ben. Puede ser que siempre lo recuerde, pero, como dice mi comadre Mariana Giacaman Valle y mi hermana Blanquita, o cortamos el luto, otro tipo de cordón umbilical, o nos sería imposible nunca criar a los hijos que, estoy muy seguro, vendrán después.

El dolor es un luto que se lleva en el alma y que cuesta mucho pasar. Pero si ponemos atención a la historia narrada y citada por mí en este capítulo, vamos a saber  que el mundo está hecho de nacimientos y muertes, de asesinatos e instauraciones de sistemas de acción social. La obligación de nosotros, los padres y abuelos, es poner en el camino del futuro a nuestros  hijos y nietos. La fidelidad al hijo que vive en nosotros se mantiene intacta. No es substituible, como ese gran enigma de la historia, cual es la fecha de nacimiento de Ludwig van Beethoven[149], porque hubo un primer Ludwig en 1769, que murió. Al nacer un año después otro varón, le pusieron el mismo nombre, lo que ha traído a los historiadores grandes confusiones. Esa historia puede ser leída en la cita al pié de página. La historia de Ben puede ser leída en los días tristes que han pasado pero, que estoy cierto, no volverán a acontecer. Especialmente en el caso de Camila y Felix, personas humanas de respeto y reverencia, que han ido a un sitio solos para consolarse entre ellos. Antiguamente, el luto era en familia, hoy en día, especialmente en las culturas europeas, hay la tendencia a la soledad y aislamiento. Dicen por ahí, como gusto referir, que es un error. Lo he visto en la madre de mis hijas, que sufrió hasta la depresión, con la pérdida de dos hijos nuestros, el primero en Viña del Mar, Chile, el segundo en Edimburgo, Escocia. Hasta no hacer un análisis psicológico de regresión, ella sufrió, pero, en su buena cabeza, supo bautizarlos y darles nombres y enterrarlos. Así recuperó. Ojalá nuestros descendientes hagan lo mismo. Les hemos dado varias alternativas para aliviar su tristeza, pero los padres mayores, que ya no podemos tener hijos, no conocemos las nuevas técnicas que hay para resolver casos de embarazos sin fruto. Pero, como dice el dictado popular: no creo en brujas, Garay, (apellido común de los denominados rotos chilenos),  pero de que las hay, las hay. Dictado chileno de entre los muchos, que aparecen en la página electrónica que cito al pié de página.[150] Es decir, que nosotros los padres de Camila no creemos en milagros, pero hay esas nuevas tecnologías que harán que nuestra hija, hecho el luto, tendrá muchos Ben con Felix, nuestro yerno.

Quizás, esta idea también la anime, al saber de mujeres fuertes. Camila adoraba a la Reina Madre de Gran Bretaña, que conoció en sus ocho años y nuca lo ha olvidado y la ha visto otra vez. Cuando Inglaterra estaba a ser bombardeada por los nazis alemanes, La Reina Elizabeth Bowes-Lyon de Windsor[151], nunca abandonó su casa de Buckingham Palace, donde acompañó a su marido Bertie o Jorge VI, el Rey, aun cuándo su casa fue bombardeada dos veces, ni abandonó a su pueblo y, hasta los 101 años de edad, vivió públicamente para los ingleses. Después de los bombardeos en el Palacio, ella iba, elegante como siempre y a las horas debidas, a visitar sus súbditos, especialmente los más pobres,  el East End de la ciudad. He visto en películas que guardo conmigo, como ella preguntaba a las personas si su casa había caído o no, ellos decían que sí, ella respondía: estamos iguales, partes de mi casa-nunca dijo Palacio-, ha sido atacada y tenemos que vivir y comer, como Uds. en la misma habitación. Es tan verdad, que Hitler, en un discurso público en Alemania, dijo un día que su peor enemigo en las Islas Británicas no era el ejército, era la Reina María  de Inglaterra. Lección para todos nosotros, como una mujer, Gloria en un caso, la Reina Maria en otro, esa amiga de nuestros tíos paternos y por afinidad, Embajadores en Londres, le daban fuerza. Esa fuerza de Gloria y de Elizabeth que debe pasar, en su crecimiento duro, para Camila y Felix.

Volviendo a la niñez de Camila, su crecimiento transcurrió sin mayores tropiezos. Solo los naturales de la vida, en la que hay felicidad y amargura, descanso y trabajo, dinero y escasez, muerte y vida, amigos y gente que no gustamos. Amores, muchos, hasta encontrar su perfecto compañero, Felix Ilsley. Hoy, cuando escribo estas notas, ellos hacen su luto en una playa cerca de la ciudad de Barcelona, pero siempre a mirar para el futuro. Es una vida, de momento, triste, pero que se debe recuperar como todos hacemos: con mucho trabajo y amor. Es lo que estos padre interesados esperan de ellos. Ben no es substituido, pero otros hijos harán de sus vidas lo que siempre desearon: paz y armonía.

6. – Una reivindicativa.

Desde el día de su nacimiento, hasta donde mi memoria alcanza, de  nuestras dos Camelias, una de ellas era prácticamente la heredera de mis objetivos de organizar Sindicatos. Solo sabiendo la ley, es que ella podía reivindicar esa organización. En su tierna infancia, saber de la ley era mucho. O lector puede apreciar las dificultades si lee la nota al pié de página, que es para Políticos, Dirigentes, Abogados, Sindicalistas y Unión de Sindicatos.[152] No sólo reivindicaba sus derechos de hija, como he relatado en el capítulo anterior, lo que reivindicaba eran derechos de ser una hija especial. Había otras leyes, que, si en esa edad tan joven pudiera leer, iba a apreciar más, como los Derechos de la Infancia, legislado por la ONU[153] Una hija mimada, una hija con mejor tratamiento que su hermana mayor. En fin, quería siempre mimos del papá y de la mamá y, cuando no los tenía, se enojaba e inventaba algún tipo de enfermedad o de indignación. Había esa terrible competencia con su hermana mayor que, como tenía más conceptos e ideas por haber comenzado a vivir y a entender casi seis años antes que ella tenía otros recursos: sabía danzar, tocar la flauta, inventar piezas de teatro, en las que Paula era siempre el personaje central. Estas ideas de Paula, de ser central, me hacen recordar mi propia infancia, época pasada ya hace muchos años. Como tenía muchos hermanos y los hijos de las empleadas de casa, disponía de un contingente de seis personas para hacer obras de teatro, en las que, normalmente, yo era el personaje central. Las piezas de teatro eran escritas por mí, muy centradas en mi  ego, piezas, en consecuencia, egoístas, dónde yo quería ser siempre el bueno de la película.. Después de siete años de psicoanalices, mi analista me hizo pensar que no era falta de cariño, era apenas una competencia para, entre tantos como éramos, no pasar desapercibido. El problema central de mi infancia, era el hecho de ser responsable por los más pequeños de esta familia aglomerada de niños. No sólo los de casa, como los primos que nos visitaban porque sí y porque no. Vivíamos en una quinta muy aislada, lejos de la ciudad y con playa exclusiva. Un lujo que hoy no existe. Lo que me hace recordar otro hecho, ese regalo que el papá quería hacerme, un automóvil, con la condición de llevar y traer a mis hermanos muy temprano  de mañana y traerlos de vuelta a las horas convenientes para ellos. Regalo que nunca acepté, era muy pesado, éramos de diferentes edades, teníamos horarios diversos y la alegría que siempre tenía de almorzar en casa de las hermanas de mi madre con mis primos, o de mis amigos, se esfumaba al quedar a cargo, más una vez, de niños que yo debía cuidar, de nuevo. Eran los hermanos y el hijo de una hermana de nuestra madre, que vivía con nosotros. Y la alegría que yo tenía de ir en lo que en Chile se llama micro, es autobús de las siete de la mañana que mi padre había proporcionado para los hijos de los trabajadores de su empresa y las señoras de algunos de ellos, que trabajaban en la vecina ciudad de Valparaíso. Señoras que eran mi delicia, siempre hablábamos, me contaban historias de sus familias, ese placer de madrugada que no quería perder, especialmente con la compañía de nuestro primo Marcelo. Era una armonía sin narración. A la vuelta, tarde ya, me acompañaba mi amiga del alma, la Irmita que estudiaba en el colegio donde nuestra madre estudió, las monjas de María Auxiliadora, muy cerca de mi colegio. Era la nieta de una grande amiga, Rosalba Mella, que, por causa de la muerte de los padres de mi Irmita, forma muy chilena de referir un nombre en Chile, es siempre en diminutivo, porque su nombre real era Irma Ramírez Mella, pero en Chile diminutivos y apodos son muy comunes. Irma y yo hablábamos todo el camino de vuelta a nuestro sitio de Laguna Verde, donde ella vivía con Rosalba y su hermano Jorge. Halábamos sin parar, hasta el punto de enloquecer al chofer del bus de estudiantes. Ellos no podían llamarme la atención, yo era el hijo del patrón, a pesar de que, en esos tiempos, ni me daba cuenta de las diferencias sociales. Especialmente porque mi Irmita me enseñaba matemáticas y castellano. Con ella hicimos teatro de verdad en Laguna Verde y en un teatro de Valparaíso, como he narrado en otro libro mío. Rosalba tenía solo un problema, para curar su soledad y la muerte de sus descendientes, que curaba con lo que podía. Muchas veces iba a casa de ella y me decía mi Irmita que no me podía atender porque, su madre, como llamaba a Rosalba, estaba con dolor de cabeza. Más tarde en la vida supe de éste problema, a nadie conté, pero lo hablamos con Irma y la apoyé lo más que podía. Una amiga del alma ni se denuncia ni se abandona. Si la gente, como dicen por ahí, supiera de las enfermedades de Rosalba, su reputación iba a quedar por el suelo y podría perder el trabajo de cuidar de nuestras casas, que tanto necesitaba para pagar a los Salesianos, las Monjas de Irmita, los Padres del Colegio Salesiano  de su hermano Jorge. Eran, como se dice en Chile, personas de buenas familias y la Abuela Rosalba se propuso en  dar la mejor educación a los dos. Irmita ayudó, dando explicaciones en la noche, al volver del Colegio, más tarde de la Universidad, donde se formó en Profesora de Lengua Castellana. Irmita tenía ese don de transmitir el saber a otros, ese definido por mí, el proceso de enseñanza e aprendizaje, en hoyitos textos míos. Yo aprendí con ella, y, para pagar esa grande deuda del saber, nuestro padre le dio empleo a su hermano Jorge en la Industria que él mantenía en Laguna Verde.

Nada de esto pasaba con nuestras hijas. Eran ideas de Paula, siempre la Reina, y Camila, su esclava. Esta relación, que era apenas una representación, le hacía mal a Camila. Gloria y yo nada dimos, cada una estaba en su derecho, pero aplaudíamos de forma igual a la creadora y a su fiel seguidora que, muchas veces, se dormía esperando entrar o en ballet de Scherezade del  compositor ruso Nicolai Rimsky-Korsakov[154], esa música aprendida de nosotros por tanto oírla, Gloria adoraba esa música y fue ella que la instiló en la mente de nuestras hijas. Cuando Camila se dormía, ¡válgame Dios si alguien la despertara! La rabia duraba días. Ya adulta, Camila era siempre le última en despertar. Adoraba acostarse muy tarde y dormir toda la mañana, cuando era posible. Parque en la Universidad de Sussex, donde estudió, debía estar muy temprano en clase, como en París, en La Sorbonne, Universidad que debía asistir para completar su curso de Ecología de cuatro años. Ir a París a estudiar, era parte de la formación de una investigadora que debe andar siempre en otros sitios para salvar especies de árboles en extinción, como ya he narrado antes.

Camila siempre tuvo un trato especial. Por causa de mal entendido entre su madre y yo, tuve un día, que salir de casa, para que las niñas no sufrieran lo que nosotros sufríamos. éramos muy adultos para colocar es fardo tan pesado en las emociones de nuestras hijas. Fue necesario que yo saliera de casa y Gloria comenzara a trabajar como Arquitecta de Interiores en una Empresa fuera de la ciudad de Cambridge. Las famosas enfermedades de Camila comenzaron a desaparecer. Sin embargo, cuando estaba realmente enferma, era ella que quedaba en casa y recibía al médico que su madre llamara para atenderla. Ese tratamiento especial, se lo ganó sola. Fue una hija especial, sea porque se cuidaba sola, o porque para entretenerse leía dos libros al mismo tiempo. Nunca olvido esos días que pasaban conmigo en Portugal: Camila ni veía el campo de la aldea de São Joao do Monte, que yo estudiaba en las partes altas de Portugal: estaba siempre con sus dos libros a leer, leer, leer[155]. Siempre nos acompañaba mi amiga del alma, mi colega en la docencia, que estaba en mi grupo de investigación Maria José Beca Maranhão[156]No dejaba de reír y de tentar presentarla a los vecinos de la aldea, esa amiga casada sin hijos, que prácticamente adoptara a las nuestras como hijas suyas. Vivíamos en la Villa de Nelas[157], en una casa antigua arrendada por mí, y Maria José, en casa de amigos enfrente de la nuestra, la casa del Barón de Nelas, los Pais de Brito[158]. En cuanto ella usufructuaba de la riqueza de los Barones, yo sufría la pobreza de mi vecino y amigo, el Duque de Bragança[159], candidato a la corona de Portugal, si la República pudiese fallar, como en Francia Durante el Siglo XIX.

Familia real, con sus bienes, que eran muchos, todos confiscados y pasados a la categoría de patrimonio nacional. Ese Duque, Príncipe de la Beira, antes de casar y al tener un hijo pasa a ese hijo, como es el caso hoy, como he narrado en estas páginas título que se da al sucesor del Rey o Príncipe de la Corona, equivalente al título de Príncipe de Gales de la Monarquía Británica. La de Portugal, la Monarquía cayó al ser asesinado el Rey Carlos de Bragança[160] y su heredero, el Príncipe de la Corona Luís Filipe,[161] en 1908 como se dice Felipe en portugués, e instaurada la República de Portugal el 5 de Octubre de 1910[162], confiscando bienes de nobles y retirando tírulos. Nuestras hijas, habituadas en Cambridge a andar con príncipes y condes, no se interesaban en esta aristocracia rural y trataban a todos por el nombre y los obligaban a hablar en inglés, lo que ellos no sabían y respondían en francés. Así comenzó mi vida de políglota y traductor. Hasta que nuestras hijas, de tanto venir a Portugal y, más tarde, Camila, a las Islas de Brasil, como está narrado antes, Cairu, una isla del archipiélago con el mismo nombre, enfrente de la ciudad  de San Salvador da Bahía, como ya he dicho en el primer Capítulo de este libro. Allí pasó un mes completo, sin teléfono y sin la, hoy necesaria caja electrónica que se llama  Internet[163], porque une y comunica a todo el globo terrestre con correo e información. En Cairu plantaron cien árboles para hacer violines y, ese teatro aprendido con Paula en sus historias representada después de comer -en Gran Bretaña se cena muy temprano, a las seis de la tarde, para que la familia tenga un tiempo para ella, para crear vida doméstica, para unir a las personas que tienen lazos de sangre y que crecen juntos porque los británicos estiman que sin esa domesticidad, es imposible ser feliz y trabajar con rendimiento,  también porque en las Islas Británicas se piensa que la mejor educación está en la casa, por eso se investiga mucho en todo tipo de vida doméstica y cada casa tiene una Visitante Social que ayuda a los matrimonios jóvenes a cuidar a sus hijos y cuidan que no haya desavenencias entre los papás y entre éstos y sus hijos. Nosotros tuvimos una, especialmente porque éramos extranjeros y su deber era que entendiéramos como era la vida en Gran Bretaña, pero al encontrarse con nosotros, una familia cuidadosa y bien estructurada y con muy buena información para criar hijos y ser pareja, Julia Napier, el nombre de nuestra Asistente, pasó a ser nuestra amiga de casa e integró el Comité de Chilenos  Refugiados. Ella presidió el Comité durante varios años. Entretanto, Camila, ya en la Universidad, aplicó su saber teatral doméstico y el aprendido en su Facultad de Ciencias de Ecología, en Sussex, para montar sus propias piezas que ensayaba con los habitantes jóvenes de Cairu. La infancia se reproduce en la vida adulta, con excelentes resultado, si la infancia no es herida emocionalmente por los adultos, por transferir sus problemas a los hijos. Fue en el período de tristeza de mi mujer por haber perdido dos hijos antes de nacer, que fue necesario separar un tiempo a la familia, ella ir a trabajar a otra ciudad y yo hacer el papel de mamá y papá al mismo tiempo, por un corto período de nuestra historia familiar. Creo que aprendimos mucho de los pocos amigos, adultos responsables de su casa y de sus hijos, especialmente de Leonardo Castillo y su querida mujer Patricia Burns. Ellos me ayudaran mucho al cuidado de nuestras hijas, y, más tarde, a su madre, mi mujer, cuando fue necesario salir de casa para reponer su estabilidad. Estoy seguro de que mi comportamiento muy dedicado a la vida académica y muy machista, contribuyó para esta separación, siempre estimada breve y por un tiempo. Nunca ha existido una separación real, ni hemos  estado realmente lejos los padres, Gloria y yo, porque nuestras hijas primero, y nuestros nietos después nos han unido mucho. Es verdad que ha existido una serie de perturbaciones y malos entendidos, porque es tradicional en Chile pensar los  hombres machistas como yo, tienen siempre amantes con las cuáles, a diestra y siniestra, traicionan a sus mujeres. ¡Bueno! En mi caso, por ser encontrado muy atrayente- en Portugal una colega me dijo un día en la Universidad que yo era el hombre más requistado de la Universidad, es decir, perseguido o buscado por las mujeres. Es evidente, era joven, sabía como comportarme sin seducir, era de Alta Patente Académica, Doctor de la Universidad de Cambridge y otras tonterías que parecían importantes a muchos. En Cambridge, mi familia, hasta el día de hoy,  me ha adjudicado una serie de amantes, que si esas señoras lo supieran,  no lo iban a poder creer… Aún si yo estuviera enamorado de ellas, serían amores imposibles, eran y son Catedráticas con maridos e hijos, algunas hoy en día han sido elevadas por la Reina de Inglaterra al rango de Pares, que para los hombres es Lord o Sir, y para las mujeres es Dame, todos ellos son creados Barones o Baronesas en cuanto estén vivos.

Siempre desgarro los textos. Estaba narrando la vida de Camila como reivindicativa y sus extraordinarios éxitos en su trabajo, y quería decir que fue en esos tiempos, que ella aprendió a navegar en un kayak, sola, e iba entre la isla y el continente, o visitaba las islas vecinas para enseñar a la población como plantar los árboles necesarios para fabricar violines, como los árboles denominados pau-brasil[164], y el mogno[165], que sirven para fabricar violines Stradivarius y pianos Stenway. Creo que quién puede explicar mejor es nuestra propia hija, en una entrevista concedida para la BBC  en Brasil, por lo que voy poner al pié de página parte de los problemas que ella estaba a resolver.[166] Hasta en la denominada Internet, en el motor de pesquisa Google, aparece Camila y lo que hace para Flora y Fauna, dónde hoy en día ellos, Camila y Felix, trabajan, en nuestra Universidad de Cambridge. Un desarrollo de sus talentos que no esperábamos, no por falta de inteligencia en su persona, muy reconocida y respetada por nosotros, sus papás, para lo que siempre la animábamos y nos preocupábamos de sus estudios.   Simplemente  porque estábamos más interesados en su persona, celebrando sus triunfos  y animando su investigación, pero muy centrados en su felicidad y oyendo siempre lo que era su vida amorosa. Nunca me olvido ese día de los años 90, cuando me llamó para decirme que estaba muy enamorada de un estudiante norteamericano y que había hecho lo posible para seducirlo, pero que no resultaba. Le propuse que lo llevara a dar una vuelta por el lindo bosque de la Universidad de Sussex y que le digiera lo que sentía por él. Me respondió que no era propio de una mujer declarar su amor, eran los hombres los que debían hacerlo. Mi respuesta fue inmediata, Camila tú está triste, hoy en día mujer o hombre puede proponerse y nada pasa, excepto que debes estar preparada para un no. Tenía la intuición que sería un no, porque Camila ya me había contado que él tenía su enamorada en los Estados Unidos, pero que pensaba que él no la amaba. ¡Determinación y sentimientos que no piensan, de una mujer enamorada! Mi respuesta fue rápida otra vez: hay solo una cosa que no puedes guardar y esa es que si no hablas, él se va, tú vas a Paris y vas a quedar siempre con la duda, es mejor salir de ahí, para no sufrir el resto de tu vida con esa duda. Y ella lo hizo, expresó sus sentimientos y su colega de clases le dijo que se sentía muy honrado con esos sentimientos, pero que él quería casarse con su enamorada, le hizo cariño, le dio un beso, la convidó a un café y Camila quedó satisfecha. Se había roto el encanto. Debo confesar que nosotros quedamos aliviados, ella tenía apenas 19 años y era muy temprano para sufrir de amores. Ese no apagó la pasión transitoria de nuestra hija más joven. Como también siento la obligación de decir, que aprendí de ella las respuestas que se deben dar todas las veces que yo mismo recibía declaraciones de señoras que se interesaban por mí: aprendí a decir que me sentía honrado, que respetaba sus sentimientos pero que no podía enamorarla porque ya estaba comprometido y enamorado de mi mujer, en eso tiempo, la madre de nuestras hijas, ya había jurado fidelidad a esa Señora que era mi placer cumplir y que me era difícil, imposible también, enamorar otra vez a las personas nuevas en mi vida. Fue una especie de premonición. Nunca resultó ninguna relación fuera del matrimonio. Tengo, en mi estudio, una enorme cantidad de fotos colgadas en marcos en las paredes, todas ellas de Gloria joven, Gloria a andar a caballo en Laguna Verde[167], fotos de nuestras hijas, de mis padres y abuelos y fotos tomadas a mí cada vez que era entrevistado por la televisión que venía a entrevistarme en nuestra casa de Portugal. Es casi una veneración, como se dice en inglés, un worshipping[168] He usado pocas notas de pié de página para respetar y honrar, es decir, dar honra a la memoria de mi familia, esa familia siempre soñada por mí. No olvido una tarjeta de Navidad dibujada por la entonces mi prometida, dónde aparezco yo muy alto y flaco, de traje y con corbata, a abrazar a mi novia de esos días, que tenía en sus brazos un niño pequeño, estaba embarazada de otro, con mi mano derecha a sujetar el Diploma de Abogado y con la izquierda, a dar la mano a uno hijo, que daba la mano a otro y éste, a otra, en total, ¡seis!. Por dentro, la tarjeta decía Felices Pascuas mi amor. Es esto lo que tú quieres, ¿no?, Bueno, ¡ ni lo pienses | Con amor, Gloria[169] Talvez sea interesante un comentario. Siempre pensamos que nosotros enseñamos a nuestros hijos y parece que nunca pensamos lo que los hijos nos enseñan a nosotros. Si observamos con atención, las experiencias de los hijos en su crecimiento y en las experiencias de ese crecimiento y desarrollo, los papás aprendemos si tenemos la humildad de reconocer que nos equivocamos muchas veces. El problema, otra vez, se coloca en la generación: nuestras ideas, hábitos y costumbres, cambian de una a otra generación. A veces los hijos piensa que somos mentecatos, que no sabemos pensar ni organizar  nuestras vidas y ellos quieren organizarlas. No solamente los hijos consanguíneos, también nuestros hijos intelectuales, que están a la espera de un lugar vacío para ascender. Todo lo dicho, no es acusación, es apenas observación participante, aprendida en mi Ciencia de Etnopsicologia, esas ideas creadas por mí, entre otras. Nuestros descendientes entienden y respetan, pero a veces piensan con lo que he denominado pensamiento globalizado. Es ahí que tenemos que dar un golpe en la mesa y decir: ¡esto es así, no es solo cómo tú piensas!. Porque hay muchos valores que se guardan y transmiten de una generación a la otra. Como el deber del silencio cuándo hay desacuerdos entre nuestros descendientes y sus parejas, o el valor moral y ético de amar, porque sí y porque no. Cuándo la afectividad se instala por la creación de hijos, y su crecimiento, no vivimos solo de recuerdos, continuamos a crecer juntos, respetando sin dudar un minuto la autonomía ganada por ellos y el saber aprendido por ellos a lo largo de la historia de su vida personal. No es por acaso que escribí el texto ya citado en nuestro periódico mensual, A Página da Educação, ese texto que voy a citar al pié de página[170]. Es allí donde defiendo los derechos de los más viejos, no de los adultos mayores como nosotros, sí los derechos de los más viejos que, después de vivir muchos años, acaban por regresar a la etapa infantil. Como ya he relatado, este texto y otros, son el resultado de mi trabajo de campo entre adultos viejos. Trabajo de campo en un Hospital en el que estaba nuestra madre con sus 90 años.

Muchas veces los hijos jóvenes, olvidan de que el adulto mayor no es un adulto viejo, es sólo más viejo que ellos, que, en estos días, no es ningún escándalo. Especialmente si nuestra mente está entrenada para pensar, escribir, enseñar, asociar ideas e investigar nuevas hipótesis. Somos los intelectuales los que más duramos. Nuestra madre estaba formada en matemáticas y lenguas, pero su mayor trabajo siempre fue administrar una casa con mucha familia y servidumbre[171], como he narrado en otro libro mío. Nuestras hijas, que pertenecen a otra cultura, piensan siempre que no somos capaces de organizar nuestras obligaciones y quieren que vivamos como ellos viven, forma de vida fundamentalmente diferente a las nuestras. Necesitamos de nuevos libros, de distracciones en filmes en DVD, música en CD y otras harturas que ellos aún no acumulan. Creo que el secreto está en ganar el respeto de nuestros descendientes desde su edad más tierna, sin desviarnos un milímetro de nuestra ética, para no ser culpados de no saber el todo y la nada de la vida. Es apenas una idea.

Iba quedando atrás una idea, que mi mente de investigador no descansa si no la entiende ya. ¿Por qué en Chile la Navidad es también llamada Pascua, si la Pascua es, en Europa, ese origen de la hoy América del Norte y de la América Latina, Pascua es la conmemoración de la muerte y resurrección del denominado verbo encarnado, Cristo? Parece que la Navidad es llamada Pascua, en Chile, por causa de una flor que nace en esa época[172]. La flor es llamada Pascua en la Cordillera de los Andes, y en Chile es también llamada Corona del Inca[173]

Gloria, mi mujer, nuestra hijas Camila y Paula, sus maridos y descendientes, ya pueden saber en qué país de luchadores anda este papá, marido y abuelo. Es mi orgullo contar la Historia de Portugal a otros, porque, en mi caso, la sé de memoria. Nuestra reivindicatoria Camila ya tiene una base de apoyo para sus luchas y para consolarse, ella e Felix Ilsley, nuestro yerno, de lutos temporarios, que es el propósito de este texto. No deseo, ni por eso, que nuestra hija pase a ser como esa hermana de nuestra madre, su abuela paterna Florentina Maria Redondo de Iturra, nuestra tía Ana Luisa, que lloró a su primera hija que nació y falleció de inmediato, Pilar, que tiene una tumba especial y que la tías ha llorado siempre. Ni por el caso de haber tenido más cinco hijos después, se consoló de la pérdida de Maria del Pilar, o Pilarcita como todos la llamaban. Es claro como el agua para mi, que una madre sufre por un hijo perdido, porque los hijos somos para entrar en la eternidad mucho después de nuestros padres, y mucho más, que la entrada en la eternidad de los abuelos. Es evidente que el dolor de nuestros descendientes es grande, porque hasta los abuelos perdemos a Ben. Puede ser que siempre lo recuerde, pero, como dice mi comadre Mariana Giacaman Valle y mi hermana Blanquita, o cortamos el luto, otro tipo de cordón umbilical, o nos sería imposible nunca criar a los hijos que, estoy muy seguro, vendrán después.

El dolor es un luto que se lleva en el alma y que cuesta mucho pasar. Pero si ponemos atención a la historia narrada y citada por mí en este capítulo, vamos a saber  que el mundo está hecho de nacimientos y muertes, de asesinatos e instauraciones de sistemas de acción social. La obligación de nosotros, los padres y abuelos, es poner en el camino del futuro a nuestros  hijos y nietos. La fidelidad al hijo que vive en nosotros se mantiene intacta. No es substituible, como ese gran enigma de la historia, cual es la fecha de nacimiento de Ludwig van Beethoven[174], porque hubo un primer Ludwig en 1769, que murió. Al nacer un año después otro varón, le pusieron el mismo nombre, lo que ha traído a los historiadores grandes confusiones. Esa historia puede ser leída en la cita al pié de página. La historia de Ben puede ser leída en los días tristes que han pasado pero, que estoy cierto, no volverán a acontecer. Especialmente en el caso de Camila y Felix, personas humanas de respeto y reverencia, que han ido a un sitio solos para consolarse entre ellos. Antiguamente, el luto era en familia, hoy en día, especialmente en las culturas europeas, hay la tendencia a la soledad y aislamiento. Dicen por ahí, como gusto referir, que es un error. Lo he visto en la madre de mis hijas, que sufrió hasta la depresión, con la pérdida de dos hijos nuestros, el primero en Viña del Mar, Chile, el segundo en Edimburgo, Escocia. Hasta no hacer un análisis psicológico de regresión, ella sufrió, pero, en su buena cabeza, supo bautizarlos y darles nombres y enterrarlos. Así recuperó. Ojalá nuestros descendientes hagan lo mismo. Les hemos dado varias alternativas para aliviar su tristeza, pero los padres mayores, que ya no podemos tener hijos, no conocemos las nuevas técnicas que hay para resolver casos de embarazos sin fruto. Pero, como dice el dictado popular: no creo en brujas, Garay, (apellido común de los denominados rotos chilenos),  pero de que las hay, las hay. Dictado chileno de entre los muchos, que aparecen en la página electrónica que cito al pié de página.[175] Es decir, que nosotros los padres de Camila no creemos en milagros, pero hay esas nuevas tecnologías que harán que nuestra hija, hecho el luto, tendrá muchos Ben con Felix, nuestro yerno.

Quizás, esta idea también la anime, al saber de mujeres fuertes. Camila adoraba a la Reina Madre de Gran Bretaña, que conoció en sus ocho años y nuca lo ha olvidado y la ha visto otra vez. Cuando Inglaterra estaba a ser bombardeada por los nazis alemanes, La Reina Elizabeth Bowes-Lyon de Windsor[176], nunca abandonó su casa de Buckingham Palace, donde acompañó a su marido Bertie o Jorge VI, el Rey, aun cuándo su casa fue bombardeada dos veces, ni abandonó a su pueblo y, hasta los 101 años de edad, vivió públicamente para los ingleses. Después de los bombardeos en el Palacio, ella iba, elegante como siempre y a las horas debidas, a visitar sus súbditos, especialmente los más pobres,  el East End de la ciudad. He visto en películas que guardo conmigo, como ella preguntaba a las personas si su casa había caído o no, ellos decían que sí, ella respondía: estamos iguales, partes de mi casa-nunca dijo Palacio-, ha sido atacada y tenemos que vivir y comer, como Uds. en la misma habitación. Es tan verdad, que Hitler, en un discurso público en Alemania, dijo un día que su peor enemigo en las Islas Británicas no era el ejército, era la Reina María  de Inglaterra. Lección para todos nosotros, como una mujer, Gloria en un caso, la Reina Maria en otro, esa amiga de nuestros tíos paternos y por afinidad, Embajadores en Londres, le daban fuerza. Esa fuerza de Gloria y de Elizabeth que debe pasar, en su crecimiento duro, para Camila y Felix.

Volviendo a la niñez de Camila, su crecimiento transcurrió sin mayores tropiezos. Solo los naturales de la vida, en la que hay felicidad y amargura, descanso y trabajo, dinero y escasez, muerte y vida, amigos y gente que no gustamos. Amores, muchos, hasta encontrar su perfecto compañero, Felix Ilsley. Hoy, cuando escribo estas notas, ellos hacen su luto en una playa cerca de la ciudad de Barcelona, pero siempre a mirar para el futuro. Es una vida, de momento, triste, pero que se debe recuperar como todos hacemos: con mucho trabajo y amor. Es lo que estos padre interesados esperan de ellos. Ben no es substituido, pero otros hijos harán de sus vidas lo que siempre desearon: paz y armonía.

7. – La flor crece y brota.

Había dejado a Camila en su crecimiento normal, con algunas ideas de su vida adulta, que fue necesario adelantar para explicar su crecimiento y sus deseos de reivindicar lo que le parecía injusto. No he abandonado a Paula que tenía otras maneras de reivindicar. Nuestras dos Camelias eran especiales. No estoy seguro si llamarlas Camelias[177] o Orquídeas[178], esas dos lindas flores que tengo en mi estufa fría, o pequeña casa para guardar las flores y protegerlas de sol y de la lluvia. Como el lector puede entender, es una metáfora[179] porque son las flores más lindas del mundo, y nuestras hijas, son las niñas más lindas del mundo, para nosotros y para muchas personas. Si desvío los ojos para la izquierda de mi secretaria, donde escribo, veo una foto de Camila, una foto linda que le fue tirada un día cualquier, por una señora que de una revista inglesa, en la ciudad de Brighton, cuando ella cursaba Ecología en la Universidad de Sussex. Ella preguntó por qué quería tomar una foto de ella, y la señora respondió, porque es linda y tiene aire de princesa, ese mismo aire con que era reconocida por la familia de mi amiga del alma y colega en el Laboratorio de Antropología del Collége de France, Marie-Elisabeth Handman, en Paris. Es verdad, tiene un andar muy seguro, un porte altivo y es de una grande amabilidad con todas las personas. Esa foto de los años 90 del Siglo XX, nunca me ha abandonado, como todas las otras de mi familia pequeña y de mi familia extensa. Así como colecciono flores para me distraer, voy guardando también  fotos para recordar. Para recordar lo que amo a mi familia, que está lejos de mí, pero que vive en mis sentimientos y en las visitas que me hacen o que yo hago a todas ellas. La metáfora de Mis Camelias, viene del nombre de Camila, escogido por mi mujer cuando estábamos en Londres, con Paula, otra vez en el hospital, por haberse alimentado con comida que estaba fuera del plazo de validad. Más una enseñanza de nuestras hijas para sus papás, que no tenían la experiencia de ser progenitores. Había un bebé, por nombre, Camila. Gloria quedó tan prendada de la niña, que decidió poner Camila a su próxima hija, que aún no estaba creada, pero ¡acertó de lleno! Como es habitual en ella. Siempre sabe y, tengo la impresión, de que nunca se equivoca. No estoy a honrar a la madre de mis hijas, es apenas mi experiencia a lo largo de loa años en que hemos estado unidos, porque nos amábamos y, después, por las hijas que tuvimos y por los hijos que perdimos y, más tarde, por los nietos, vivos o muertos. Es lo que yo llamaría una mujer llena de fortaleza, serenidad y emprendimiento. Como se dice en Chile: una mujer con agallas[180] . He buscado todas estas alternativas porque no solo la madre de mis hijas es una mujer con agallas, nuestras hijas también lo son, y con mucha fortaleza. Supieron vivir bien el mundo sin familia que teníamos y lucharon tenazmente para conquistar lo que son hoy en día, cada una en lo suyo, que paso a narrar. Sin dejar de hacer un comentario antes. Los hombres latinos no sabemos confrontar mujeres con agallas, mujeres fuertes, como las que he tenido en mi familia: mi suegra Amanda, mi mujer, nuestras hijas. Rápidamente entramos, por así decir, en coma.

Este hecho de mujer con agallas, es muy típico de Paula. Nunca olvido el día de Navidad, cuando ya estudiaba ciencias para prepararse para ser psicóloga, en su preparación preuniversitaria, denominado Hills Road Sixth Form College[181], paso previo para entrar, con más saber especializado, a su Universidad de Sheffield, en el Norte de Inglaterra. Tenía la fiesta de fin de año, a la cual debía asistir de traje largo y oscuro, era una fiesta de etiqueta. Era una fiesta elegante. Pero como éramos, en ese tiempo, exilados sin recursos, ella tuvo que hacer el vestido, convertir un traje antiguo adquirido en lo que se denomina una feria libre o jumble sale, para vestir un traje adecuado. Era Navidad, estaba la familia junta. Cuando acabó de remodelar su vestido, faltaba una hora para ir. La vendía a buscar de automóvil, su compañero de fiesta, un compañero de clases. Estaba muy cansada ya: estudiaba y preparaba sus estudios en casa y hacía su ropa también. A pesar de todo, danzó toda la noche: quería divertirse, lo menos que podía querer una niña púber que trabajaba tanto. Durante el baile, su compañero le pisó el vestido, que cayó y dejó la parte alta del cuerpo… ¡al descubierto! Ella no se avergonzó, subió el vestido como si nada hubiera pasado y continuó su danza. La mejor defensa para quién, sin querer, hace una gafe… como si nada hubiera pasado. Se moría de la risa cuando lo contó al día siguiente. Claro que el precio fue caro: ella iba al baile con uno de los jóvenes que más admiraba, el mejor de su clase, ¡y lo perdió! Pero ganó otros, tantos, que perdí la cuenta. Nuestra hija Paula era una mujer de agallas. Pasábamos horas del día a dictarle textos desde un libro, para ella aprender a escribir sin faltas de ortografía. Cotejábamos texto oído y escrito por ella, con el libro que yo había leído, y corregía sus fallas, faltas que no siempre eran muchas, pero que existían. Era evidente que existían, porque se estaba a formar y no sabía todo. Si supiera, era poco necesario ir a la educación de enseñanza superior. Estas instituciones han sido pensadas para preparar a los jóvenes para ser ciudadanos de saber intelectual y entregar alguna contribución a la sociedad civil. Paula estaba decidida a ser Psicóloga Clínica, para lo cuál debía asistir, después de los tres años en la Educación Superior, a estudiar solo Sicología en la escogida por ella, Universidad de Sheffield. Había sido aceptada en varias Universidades que tenían Sicología en sus planes curriculares. Me preguntó si debía ir a todas las entrevistas, mi respuesta fue rápida y sintética: Hija, a todas. Así aprendes lo que son las entrevistas, comienza por la que menos te parece, comparas los currículos, aprendes a decir lo que ellos pretenden de ti y te preparas para la que te parece mejor. Normalmente, los jóvenes británicos hacen un interludio entre la preparación para la Universidad y su entrada en ella. En 1989, Paula lo hizo y se transfirió a Chile, como miembro de Amnistía Internacional, para visitar a sus primos consanguíneos, presos por la dictadura que había en Chile en esos años, como he narrado en otros textos míos. Lo que vio no le agradó y fue su última decisión para hacerse sicóloga. Así lo hizo, fue entrevistada por todas las Universidades, como he dicho antes, fue aceptada en todas y ella escogió Sheffield[182], por dos motivos. El primero,  me pareció más emotivo: estaba lejos de casa… de la cual ya estaba aburrida. El segundo y, para mí, el más plausible y lógico, era el de ser la Universidad más experta en Sicología Clínica de la Infancia. Había un año común para las varias especialidades, y dos de especialización en Clínica, años en los cuales comenzaba ya a tratar de clientes, o pacientes como son llamados por las ciencias que curan las persona, física o emocionalmente. Palabra que siempre tengo luchado en contra, por ser una palabra que coloca al ser humano en una situación especial, descatalogado de entre los otros. O, también, subyugadora de las personas hipocondríacas[183], que siempre adoran estar enfermas siempre enfermas, y que sus conversaciones giran siempre en torno de sus enfermedades y de lo bueno que son sus médicos, cuál la mejor receta y cómo ésta le había hecho tan bien. Normalmente, los peritos en cuidados de seres humanos, recetan placebos[184], esas píldoras que están hachas de… azúcar, pero que el hipocondríaco piensa que es lo mejor que hay y ¡las recomiendan! Personas que piensan que el centro de la vida es su salud siempre deteriorada. Hasta donde mi larga experiencia me dice, son seres humanos que nada más tienen que hacer en el mundo, excepto estar siempre preocupados de ellos y cuentan y cuentan sus enfermedades hasta el cansancio de los que oímos. Normalmente, personas que no saben trabajar: persona habilidosa, nunca deja de trabajar, aún cuándo tenga gripe.

No tengo abandonado a Paula. Todo lo que tengo escrito hasta ahora, tiene relación con ella. En mi sentimiento de papá, creo que, hasta el día de hoy, hay otros factores que llevaran a nuestra hija a formarse en Sicología. Talvez el primero sea su creencia de que yo las había abandonado a una edad muy temprana. Lógicamente ella sabe que no es así, pero emocionalmente aún vive el castigo que se ha dado a sí propia cuando pensó, en sus quince años, que me habría ido de casa porque ellas pedían mucho y yo tenía que trabajar más para satisfacer sus pedidos. En esa edad hizo una crisis de anorexia[185], esa enfermedad material, real, pero fabricada para llamar la atención cuando una persona se siente traicionada o abandonada. Quien la mejoró fue mi cuñado, el psicólogo Miguel Toro, exilado también en Gran Bretaña y a trabajar en la Universidad de Southampton, marido de mi hermana Diplomada en Análisis Psiquiátrico, con grande éxito también en su actividad de profesora de esa Universidad. Los dos salvaran a nuestra hija, que, hasta el día en que escribo estas palabras, piensa que la dejé sola. Siempre me ha dicho que la casa conmigo, era otra cosa: llena de gente, con juegos de mojarnos con agua que llevábamos del baño a las escaleras de los tres pisos, esos días que Gloria no gustaba por ensuciar la casa que ella debía limpiar. Mi respuesta era siempre la misma: ¡Mujer, así adelantamos trabajo, es solo secar y queda limpio! Limpieza que hacíamos nosotros, más bien yo, nuestras hijas eran muy mimadas, siempre que estaba con ellas, hacía la comida, limpiaba las alfombras, lavaba las paredes. Hasta que inventé el juego de las competencias: quién hacía todo más rápido, dejaba la casa más limpia y las paredes blancas. Todo lo que era juego, era un placer para ellas, especialmente con el papá, que las divertía, mientras la mamá, que a veces jugaba, imponía el orden que yo no sabía organizar dentro de casa: para las cosas serias, estaba el Departamento, mis estudiantes Para mí, estar en la casa era sólo alegría, adoraba jugar con nuestras hijas. Gloria imponía el orden, yo hacía oídos sordos.

En el tiempo que Paula, años después, comenzó con su bulimia se exhibía, una de las características de esta disfunción alimentar-social.  Tenía el placer de mostrarme como comía apenas pan con lechuga y vinagre, muy raramente. Comía y reía cuando comía enfrente de mí, para mostrarme que era una persona importante e interesante. Fue mi mayor tristeza que así pensara y sintiera, tristeza que tuve que curar en un prolongado psicoanálisis de diez años, entre otras tristezas de la vida. Sea Paula, sea yo, quedamos curados. Sin embargo, me cuenta las horas que yo llamo, las veces y solo puedo hablar con sus hijos cuando tiene gusto y gana. ¡Paciencia! La vida no es ni ha sido una felicidad eterna y pago por mis culpas atribuidas, ya narradas.

Acabada la Universidad de Sheffield, se trasladó a Portugal para hacer un Diploma en Sicología Clínica en el Instituto Superior de Sicología Aplicada, el ISPA, que era lo que ella más quería. Estuvo conmigo casi tres años, mi mujer la visitaba y Camila también. Acabado el Diploma, comenzó a ejercer su profesión en el puesto clínico estatal del barrio lisboeta de Miraflores, donde trataba pacientes drogados bajo la orientación de, en esos tiempos, mi amigo Alfredo Frade[186], y su mujer Lurdes  Tuve que pagar un precio por los favores hechos a Paula, al orientar la tesis de Licenciatura para el ISPA, de su nueva mujer, Lurdes. Alfredo Frade trataba a personas drogadas, que no era lo que Paula quería. Por eso, más tarde, cambió para trabajar para el Estado portugués  en el denominado barrio de lata Casal Ventoso, en el cuál ella entraba como y cuándo quería. Era una niña joven y sin miedo. Yo quería saber cómo era ese famoso Casal Ventoso, donde la droga era traficada, ese tráfico con la complicidad de la policía, del cuál vivía la población. Fue en ese sitio donde Paula encontró su camino dentro de la Sicología, era la que trataba de los niños abandonados por sus padres. Como hace hoy, ya casada y con hijos, en el Hospital de Utrecht, después de haber trabajado en el de Ámsterdam. Paula trabaja con hijos de inmigrantes y tiene especial cuidado en habituarlos a vivir dentro de una cultura tan diferente a la suya.

Pero eso fue después. Cuando observé que Paula se comportaba como los Portugueses, le pedí que se fuera para el sitio que quisiera y buscara lo que fuera más conveniente. Así fue que la fleté desde Portugal y paró en Holanda. Hasta el día de hoy.

Un día, en Ámsterdam, en la casa que compartía con su colega de universidad, el economista Stephan van Rhee, leíamos los periódicos en inglés en busca de trabajo para ella. Aparecía un aviso del Hospital de Ámsterdam de que necesitaban una sicóloga, de preferencia sin mucha experiencia, para ser formada en el Hospital, en cuánto atendía a sus pacientes. Paula decía, voy o no. De inmediato su colega y yo saltamos y dijimos: no vale la pena esperar, es mejor ir, si resulta, tienes trabajo, si no resulta, continuas a trabajar en tu proyecto estatal contra la droga[187], que era un proyecto que le ocupaba apenas parte de su tiempo, ganaba poco, podía estudiar e ir a sus clases, todas dictadas en Neerlandés, o Holandés, como es llamado comúnmente. Paula estaba poco animada y dijo: yo voy, si el papá me acompaña. Dije que sí, fui con ella ese mismo día, pero su naturaleza autónoma la llevó a decirme que era mejor ir sola y que yo la esperara en la estación de trenes. Como padre muy interesado en el crecimiento de sus hijas, de inmediato dije que sí, si así ella lo quería y no di ninguna instrucción, porque ya era una mujer adulta. En mi entender, ella sabía lo que hacía y si no quería que el papá estuviera en todos los sitios, como es evidente me quedé en la estación. Dijo que en media hora estaba de vuelta, me sonreí y respondí que seguro que iba a ser más tiempo. Como es habitual en mí, pedí en inglés – el Neerlandés lo vendría a balbucear más tarde, cuando Paula casó y ella y su marido Cristan van Emden[188], nos dieran dos hermosos nietos Tomas Mauro, hoy con siete años, y Maira Rose, con cinco en este minuto. Ese día, como  yo estaba cierto, esa premonición que tenemos los padres de hijos en crecimiento, pasaron casi dos horas y Paula no volvía. Bebí otro carioca de limón, con la receta de su confección explicada por mí, en inglés,  hasta que a las cinco de la tarde, desde la dos y media que yo esperaba, Paula apareció toda contenta y muerta de la risa. Reía tanto, que no podía hablar contar como había sido la entrevista. La entrevista había sido seria, pero muy amable, casi una chacota[189]… Esa palabra castellana, muy usada en Chile que

Utrecht[190], solo se hablaba de familia, para, como dice ella, no ensuciar la casa con problemas de trabajo. Además, yo pagaba su matrícula en las Universidades, pero ella pagaba sus estudios con su trabajo en el Hospital, más una mujer de agallas, como ya he definido antes, dentro de la familia. Paula no sabe lo que me hace falta, lo que la necesito, el placer que me da hablar con ellos. En mi caso, me he encontrado una excelente madre, con la cuál solo puede hablar cuándo no interrumpo su vida familiar, lo que me parece muy razonable. Gloria hace lo mismo, solo habla con Paula cuándo ella  la llama por teléfono. Esa excelente madre, solo me permite hablar durante el fin de semana, con ella o nuestros nietos. Es el problema de las culturas diferentes: yo soy latino, un padre que gusta cobijar, como las gallinas, a sus hijos y nietos bajo sus alas, porque necesita de sus hijos y nietos. Ella, antes muy británica y hoy, muy holandesa, solo permite hablar durante el fin de semana, y con ella, nuestros nietos tienen la orden de no atender el teléfono.

La vida no está hecha de quejas, también de alegría y saber. Especialmente cuando se tiene una familia tan delicada y dedicada, como nuestra pequeña familia. Este orgullo de hija, estudió lo que quería en dos Universidades de Holanda, que he aprendido a llamar Nederlands[191] .

Una de las Universidades en las que estudió Sicología Clínica, fue la denominada Vrije Universiteit[192], que en Castellano sería la Universidad Libre o Liberta de ataduras que orienten su currículo, como comenta en la nota al pié de página que existe en Ámsterdam y Bruselas. Los estudios de Sicología están basados en las descubiertas de Burrhus Frederick Skinner[193], el creador de la teoría analítica del conductismo, que experimentó primero con palomas, antes de aplicar su teoría en seres humanos. La idea de Skinner es que la conducta humana está condicionada por la cultura, la educación, el medio ambiente, la lengua que se habla y otros factores, enseñados en la Universidad Libre, y que están citados en la nota al pié de página. En síntesis, la teoría de Skinner, que he aplicado varias veces en mi vida de Etnopsicólogo, define el comportamiento humano como  resultado de un condicionamiento conductual, lo que probó durmiendo en una tina de baño dos horas, acostándose siempre a las 10 de la noche, durmiendo tres horas, trabajaba otra vez a las tres de la mañana y adormecía a las cinco de la madrugada, a las diez de la mañana otra vez, y así durante el día todo. Su triunfo era que el ser humano podía controlar su mente, condicionándola. Así vivió hasta los 86 años, con una mente lúcida y activa, abatida por la enfermedad terminal de leucemia. Skinner no tuvo muchos seguidores porque no trataba de las emociones, pieza fundamental de las teorías de Freud y Lacan, para el psicoanalices.

Fue este tipo de teoría que nuestra Paula estudió, durante su crecimiento y que aplica a todo ser humano, incluyendo su familia en casa y los lazos externos, como sus padres, y tíos. Es por eso que el día en que me llamó fuera del horario estipulado para anunciarme el problema de Camila y su bebé en útero, dijo: Dad siéntate primero (Dad, sit down, please) lo que yo no hice, porque de inmediato tuve una premonición, resultado de mi propio condicionamiento: Camila embarazada, Paula a llamar en un día de semana, dije de inmediato: It"s about Camila, ¿isn"t it?. Intrigada, preguntó cómo es que yo sabía. Le dije que saber, nada sabía, pero que ser papá da una premonición. Ella relató el caso brevemente, llamé de inmediato a Gloria que estaba en Chile para que no fuera a llegar sin estar advertida. Pero, ella ya sabía, como me contó mi cuñada María Eugenia. Camila había llamado a la mamá esa mañana para advertir que no todo estaba bien con su embarazo. Gloria no sabía los detalles, por lo que, al día siguiente, calculé las horas, la llamé y le conté la historia, que ya sabía porque Camila y Felix estaban con ella. Los comportamientos condicionados tienen límites, que se llaman devoción, amor, cariño, dedicación, amistad, pasión, todos los afectos que Skinner tuvo casi de gratuidad[194] Esa forma de vida que, entiendo, todos pueden tener, si son disciplinados en su trabajo y tratan su cuerpo como es mejor, tengan o no sus propios medios para vivir una vida sana y organizada.

Así entiendo a nuestras hijas, especialmente a Paula, quién, en mi observación, tiene solo tres amores en su vida: su marido, que no es conductista pero es holandés, es decir, disciplinado por el hábitat luterano y calvinista en que vive, y sus dos hijos, que han aprendido otra forma de vida con sus padres. No piensan en sus padres, nosotros, los abuelos, que somos de una generación diferente y de una cultura latina, el reverso de la medalla de los europeos del Norte. Tuvieron la suerte de tener padres disciplinados, nosotros, los abuelos, que sabemos tratar de nosotros como adultos mayores que somos. También el conductismo ha servido a nuestra hija Camila y a su compañero Felix Ilsley para aliviar el dolor que les ha causado, en su crecimiento, la entrada en la eternidad de su primer hijo. Suerte de ellos también, porque los abuelos disciplinados no han querido interferir en las vidas de ellos. Debo confesar, sin embargo, que siempre estuve al lado de ellos y a saber sus noticias, por mis amigos de toda la vida, Leonardo Castillo y Patricia Burns. Con Gloria no podía contar porque decía no saber nada, especialmente el día de la operación de nuestra hija. Allí las teorías de Skinner fallan. Patricia decía que no iba a llamar a Camila y no llamó, aun cuando estaba muerta de deseos de apoyar, pero ella misma reconoció que el mejor apoyo, en este nuevo crecimiento de Camila, era dejarla sola con el padre de su hijo y con Gloria, que de forma recatada y silenciosa, iba a casa de ellos, cansada como estaba por no haber entrado aún en el huso horario de Europa, después de seis meses en Chile en el huso horario chileno. Otro aspecto dónde falla la teoría, es en la relación de marido y mujer de Paula y Cristan, Paula decide, pero siempre pregunta antes a su hombre, quién está siempre de acuerdo con ella. La vida de ellos es de harmonía y paz. Es por eso que no soy muy bien recibido en casa de ellos, porque deshago la disciplina conductista de Tomas y Maira, nuestros nietos. Es casi como ver la relación entre el hijo de una enamorada del carácter Jerry Maguire[195] y el hijo de su enamorada. Enamorada que criaba a su hijo por los dictados de Skinner, teoría muy popular en los Estados Unidos. Alivia el peso de la carga de trabajo al levantarse a las seis de la mañana, trabajar hasta las tres de la tarde y dedicar su tiempo a su familia después, o a actividades culturales y deportivas.

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