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Mis camelias (página 3)


Partes: 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8

ésta fue una de las enfermedades de Paula cuando era aún bebé, la primera, fue por eso que nos alarmamos tanto, o yo, por lo menos. Ver nuestro bebé con los ojos llenos de lágrimas, con dolor de oídos, sin sonreír e batir los brazos, como siempre hacía cuando nos veía, con los mocos[48] colgando de su nariz, era una simple catástrofe Más tarde, estábamos habituados a los resfriados, a las otitis, y otras enfermedades que pasaron a ser el hecho  cotidiano de nuestras vidas. Vidas pasadas entre el aire caliente de la casa y el aire frío del exterior. No existe país que no haya estado  la familia Iturra, que no pasara a ser el símbolo de enfermedad e ir al médico, era una constante procesión, un calvario para todos. Los médicos ya no crían en nosotros. No olvido el día en que una médica de nuestro centro de salud, surgery en inglés, me gritó: "There is not one single day in the week that we do  not  have an Iturra amongst us. Either you do not know how to take care of your children, or you are hypochondriacs". Como es evidente, salí avergonzado y comenzamos a tomar cuenta de las niñas nosotros mismos. Comenzábamos a aprender. Estábamos habituados a ir al médico por todo o por nada, especialmente por tener médicos dentro de la familia. Debo decir también, que entre la burguesía chilena, ir al médico, era parte de la clase social: los más pobres del país, estaban siempre enfermos, los más ricos, era…  elegante, era una forma de distinción. Los chilenos viven con el médico y los profesionales fomentan esta dependencia, porque así ganan mucho dinero. No hay conversación que no haya tenido en Chile, en que no se hable de médicos, de enfermedades, es una dependencia cultural, que nos parece natural. En Europa es al contrario: de lo que se trata en este Continente Viejo, es libertar a las personas de su adicción preferida, la consulta médica, o de su tema habitual, enfermedades, así como de enseñar a todos como las personas deben tratar su cuerpo. Es un problema social para los Estados Europeos que, recientemente, en el Siglo XXI, han comenzado a hacer de las farmacias un sitio privado y muchas de las medicinas  son vendidas en los supermercados, como otro producto comestible. He leído sobre esto en el texto citado al pié de esta página[49].

No resisto lanzar un reto, en esta parte de mi texto sobre nuestras hijas, que estamos a volver para atrás en la vida social. En estos días que escribo este texto, celebramos 34 años de un Portugal sin dictadura. Sólo que no es en la enfermedad o en la salud, es en el tratamiento de nuestras personas. En el Siglo XVIII, el filósofo escocés, Adam Smith[50], había escrito un libro sobre un texto denominado: Una encuesta sobre la razón y las causas de la riqueza de las naciones, que se intitula en inglés, de la forma referida en la nota de pié de página. La obra abre así   lo que hoy en día es denominado la teoría liberal de la economía, es decir, una competencia entre los seres humanos para ver quién era más rico, al saber invertir su dinero en bienes que rindan más bienes y como era obligación del ser humano trabajar para  progresar él propio y así hacer progresar a su país.[51]. Karl Marx[52] usa mucho el libro de A. Smith[53], para discutir el concepto de mercancía, de dinero, de plusvalía, especialmente de acumulación, acumulación primitiva y el concepto de que és el dinero invertido lo que produce dinero, o la fórmula conocida como MDM1= MDM2, así como émile Durkheim[54], de ideología Socialista en su interacción social y en su ciencia de Sociología, combate el texto y a la ideología liberal, al decir, en sus tesis de doctorado de la Escuela Normal de París, después libro, al decir que Smith se había engañado al no decir que la riqueza viene del trabajo, lo que Durkheim encuentra, pero que existe, dentro del trabajo que reproduce a la sociedad, una división social entre todos sus miembros, división no sólo entre la Propiedad de los bienes que crean riqueza, bien como en las habilidades de cada miembro de la sociedad para aportar bienes, según su propia forma de contribuir, con su habilidad, a la creación de bienes de consumo y bienes de producción, idea retirada de los volúmenes de Karl Marx, El Capital, ya citado antes. Todos ellos concuerdan en el hecho de que para reunir capital, es necesario trabajar en los bienes de producción y reproducción de otros, y que el cuerpo del individuo, como el de su familia, debe estar sano para que no les sea descontados los días sin trabajo, en esos años sin Seguro Social Obligatorio, apenas con la Mutualidad[55] que los obreros habían creado para defenderse en caso de necesidad y sobre la cual Durkheim se extiende largamente en su libro sobre la división social del trabajo, que después Mauss[56] iba a desarrollar y comparar en su texto sobre sociedades por él denominadas, arcaicas. 

Grande vuelta que he dado en este texto que narra historias de vida. La cuestión debatida es que, hoy en día, la salud es tan importante como era antiguamente, para poder trabajar y ganar la vida. Era, talvez, ese el motivo de nuestra preocupación por la salud de nuestras hijas, por causa del neoliberalismo actual, en las ideas sociales, necesitar de gente sana para poder trabajar. Hoy en día, en el siglo XXI, adherimos, lo queramos o no,  a las ideas del Siglo del feudalismo, muy basado en las ideas del neo-liberalismo Freedmanista, analizado por mí en muchos libros. Pero no puedo dejar de reproducir un texto net, que habla claramente del mundo en el cual vivimos: "Hoy vamos a recordar la figura de una persona que nos dejó recientemente: Milton Friedman. No quiero engañar a nadie, yo no soy ese tipo de personas que piensan que debe hablar bien de alguien por el simple hecho de habernos abandonado. Lo único bueno que se puede decir de este señor es que ganó el premio Nóbel de economía en 1976, pero creo que esto habla peor de este premio que bien del personaje, claro que eso, contado así, no es más que una mera opinión. Hablar de Friedman es hablar de la "escuela de Chicago" ya que él fue su máximo exponente y sus teorías económicas guiaron a gobiernos como el de Richard Milhous Nixon, Margaret Thatcher, Ronald Reagan y Augusto Pinochet, que bajo sus auspicios borraron todo rastro de política económica keinesiana. En pocas palabras, Milton Friedman es el padre del neoliberalismo económico que promulga la diferenciación social entre los sometidos a las multinacionales y un mundo pario que no merece ningún respeto. Por supuesto que esto no se formula así en sus teorías. Friedman, y en general la escuela de Chicago, retorna a las ideas esenciales de Adam Smith, sin embargo, la teoría de la mano invisible se fue desmoronando conforme evolucionó la globalización. Tarde, muy tarde se descubrió la máxima de que "la riqueza ni se crea ni se destruye, sólo cambia de manos". Cuando no tenía un conocimiento global los mercados se autorregulaban y compensaban solos, pero ahora vemos que para producirse esa regulación debe crearse un nuevo flujo de recursos mercantiles desde otro lugar que descompensan en origen y a su vez se regula con recursos de otro lado, etcétera. Los flujos de compensación se globalizan, pero cuando en un punto se concentran varios flujos de compensación, se produce una crisis, esta crisis impide que los recursos de compensación fluyan de la forma necesaria y eso extiende la crisis de mercado en mercado buscando una mano invisible que los compense y si esa mano no llega aparece una crisis global. El mejor ejemplo de este tipo de crisis fue el de los "tigres asiáticos" y en el fondo de esta crisis el error de la escuela de Chicago. La teoría neoliberal no es una teoría real, lo cierto es que no es más que una burda excusa para que las grandes empresas puedan seguir sus formulas fagocitarías de mercados. El neoliberalismo se resume en una frase: "lo que es bueno para la empresa es bueno para todo". Creo que la palabra Irak ya lo dice todo. Pero el neoliberalismo olvida también la parte más trabajada del discurso de Adam Smith cuando intenta definir en que consiste la mano invisible. Según Smith la mano invisible es producto del egoísmo de los mercados, no dejaba de fascinarle como una ciudad como París (enorme ya en aquella época) se autoabastecía con productos que, en ocasiones, venían desde muy lejos. Smith explicaba como algunos comerciantes eran capaces de traer los recursos desde muy lejos en busca de su beneficio económico… París era el mercado. Pero en la actualidad quien comercia son las grandes empresas y el egoísmo no está en ese ser jurídico e impersonal, sino en sus ejecutivos y accionistas. Ahora el mercado ya no se abastece de lo que este necesita sino que el comprador debe aceptar lo que a las empresas les produzca mayor beneficio. Cualquiera puede decir que los mercados tienen más variedad de productos de los que ha habido nunca, pero si nos fijamos esto es una falacia, lo que realmente tenemos es una enorme variedad de productos elaborados con un número de productos muy reducido y , entre tanto, gran variedad de productos base están desapareciendo. Un ejemplo claro: hace cien años se producían cerca de diez mil vegetales comestibles, en la actualidad a duras penas llegamos a trescientos. Así pues, en la sociedad empresarial de hoy día, los movimientos económicos se mueven bajo los dictámenes del egoísmo de directivos y accionistas. Pero podemos eliminar a los accionistas ya que el pequeño accionista no cuenta, solo cuentan los grandes que a su vez vuelven a ser empresas y, por tanto, dominadas por otros ejecutivos. Esto convierte a esos ejecutivos en los seres más poderosos del mundo, sin embargo, eluden las responsabilidades que ese poder implica. En los años setenta, el neoliberalismo paternizó a unas multinacionales verdaderamente poderosas e irresponsables y el mundo cambió hasta que la crisis del petróleo le puso freno. Para sobrevivir (la empresa era la única importante) las empresas de la época despidieron empleados a manta… solo una gran empresa japonesa de ámbito tradicional plantó cara a esa tendencia: Toyota. Toyota mantuvo a sus empleados a pesar de perder casi todo su mercado, cosa que tiene merito especial porque la automoción fue uno de los mercados más afectados. Cuando a finales de esa década la OPEP accedió a aumentar la producción, las empresas de automoción tardaron en recuperar su ritmos de producción, salvo Toyota, que en nueve meses paso del quinto al primer lugar entre las empresas japonesas de automoción y del dieciocho al tercero en el mundo, fue entonces cuando accedió a fabricar vehículos Honda en sus factorías, salvando a esta compañía que, poco tiempo después, inició su expansión por todo el mundo. Pero si hablamos del triunfo de una empresa no neoliberal también podemos hablar del fracaso de grandes empresas neoliberales en el sentido puro y duro: ENRON y Pan-Am. Pero no todo en Milton Friedman fue neoliberalismo. Partiendo de su crítica a Keynes explicó los efectos inflacionistas de la sociedad del bienestar, sin embargo, en lugar de intentar compensarlos, prefirió atacar directamente al estado del bienestar preconizado la ley de la oferta y la demanda libre. Fruto de esta teoría Gran Bretaña desmontó su sistema de seguridad social por otro más parecido al norteamericano en manos privadas. Originalmente los británicos salieron beneficiados con el cambio al eliminar las corruptelas funcionariales, pero en la actualidad, años después, sufren la eliminación paulatina de servicios para mantener el beneficio que la empresa privada exige. Friedman también actualizó la teoría cuantitativa de la moneda y defendió un sistema socialista de impuestos donde el que más ganaba debía aportar mayor porcentaje a las arcas del Estado para pagar un sistema social, esto es algo que el nuevo neoliberalismo más salvaje no ha seguido y es algo que el denunció, porque su máxima aportación a la economía fue la aportación de ideas y teoría para salvar las crisis económicas y ya hemos visto como la espiral egoísta es la fuente principal de estas crisis. Pronto sabremos si su muerte abre la puerta a un neoliberalismo más salvaje o el retorno a las economías sociales. Porque Milton Friedman, a pesar de su avanzada edad, era escuchado por todos los líderes de la economía mundial y su desaparición traerá cambios en las políticas económicas de las naciones más poderosas así como en la OMC, el FMI y el BM.

APéNDICE

Aunque algunas personas con poder pretendan, desde hace mucho, hacernos creer que la libertad económica es buena ,lo que es una falacia. Como también es un engaño el término liberal en Europa. Véase la matización, dado que en el viejo continente y en el nuevo no significa lo mismo. Mientras en Europa es la tendencia económica que promueve la liberación de los mercados, en América se refiere a las personas de mentalidad abierta, por lo que siendo poco estrictos, podríamos decir que son definiciones antagónicas. En Europa, ese liberalismo sería algo similar al libertarismo, pero sin sus matices anarquistas. Esa es la razón de utilizar el término neoliberalismo acuñado, creo, por Georges Soros. La libertad de mercados implica la libertad para establecer monopolios y la libertad para que el que tiene más dinero imponga sus normas, por eso los mercados deben estar regulados. De hecho existen muchos grados de liberalismo, pues bien, la escuela de Chicago estaría con aquellos más alejados de las ideas de Keynes y de Galbraith. Esta escuela ha dominado la economía mundial desde finales de los sesenta, pero a raíz de la crisis de los tigres asiáticos y el fracaso de su aplicación en Argentina, se ha iniciado un proceso de crisis. En trabajos recientes se ha demostrado que muchos de los trabajos de esta escuela y en especial de Friedman estaban realizados en un proceso inverso, es decir, primero se ideaba lo que se quería hacer y luego se creaba un estudio en el que se demostraba la validez de esas acciones, si algo fallaba después, siempre se podía culpar a factores externos. Eso pudo servir para Rusia y Argentina como explicación, pero cuando China se negó a seguir los consejos del FMI y contrato a sus propios economistas (la mayoría keynesianos) y salió fortalecida de la gran crisis asiática, el castillo de naipes neoliberal se vino abajo. En nuestro país hay grandes seguidores de Friedman, a pesar de las evidencias, pero además tienen un poder político y sobre los medios de comunicación tan grande como para censurar las teorías que no les son afines. De hecho en España existen grandes economistas de raíces socialdemócratas pero que tienen verdaderos problemas para publicar sus trabajos, mientras entidades como FAES publican los trabajos, incluso inacabados o probadamente erróneos, de "economistas" neoliberales. Respecto a los parias… quienes ha visto un paria gobernando una empresa de alto nivel, la oligarquía dominante tiene asegurado esos puestos, si quieres dejar de ser paria solo puede ser servil adlátere de segunda".

Publicado por Khamykhaze en 12:38  [57]

Decía yo, grande vuelta he dado, por causa de nuestras hijas estar enfermas muchas veces durante el año. Sabíamos como cuidarlas, pero no curarlas… ¡antes supiéramos! Porque si las supiéramos curar, estaríamos ciertos y seguros de tenerlas siempre con nosotros.

Para seguir una cierta cronología, es necesario decir que la época del neoliberalismo había comenzado[58]. Nuestras hijas nacieron en la época previa a la denominada globalización de la economía[59], es decir, cuando la teoría que orienta nuestras inversiones y nuestro mercado de trabajo, pasa a ser, mas una vez, de autoría de los propios propietarios de los medios de producción, que se apoderan cada vez más de la circulación de los bienes. No es extraño encontrar propietarios de empresas de teléfonos celulares que no sean también dueños de mercados. La riqueza, en la globalización, como había sido debatido por Marx en su libro histórico El Capital, ya citado y referido antes, se concentra cada vez más en las manos de una minoría. No es extraño que haya acontecido la ya referida guerra contra los Sunitas de Irán, cuando Saddam Hussein[60] quería controlar el petróleo, para su familia y amigos, de Irán, Irak y otros sitios del Golfo Pérsico y así dominar el mundo al ser propietario de una empresa única de la fuerza motora de las empresas, de la alimentación y del resguardo del frío y otras necesidades básicas. Al camino salió de inmediato otro controlador del petróleo del mundo, los Estados Unidos de América, y la familia que, para dominar el petróleo, conquista la Presidencia de la República Norteamericana, La familia Bus y sus aliados se han apoderado de todo el petróleo al conquistar Irán por guerra y mantener allí sus tropas, deshiladas permanentemente por los Sunitas y los Shiitas, con apoyo de los propietarios de petróleo Árabes del Golfo Pérsicos. Encontró aliados poderosos en Europa, como el Gobierno de Gran Bretaña[61] y de Alemania, "colgados" a los Norteamericanos para tener un costo de vida más barata, lo que resultó en la  caída  del Primer Ministro Blair y del Partido Demócrata Alemán. Pero la Alianza comienza a caer, como está referido en el texto on line, referido al pié de página[62] La impopularidad de Bush hijo es muy grande en el mundo entero.

éste es el mundo dentro del cual nuestras camelias deben vivir y criar a sus hijos. Es, también, la razón por la cual nos preocupábamos tanto de su salud, sabiduría e inteligencia, bien como de cultivar su espíritu aventurero y de saber de ciencia. Ellas iban a vivir en un mundo permanentemente en cambio, como yo lo había pensado y escrito en mi tesis en la Universidad de Edimburgo[63].

La primera enfermedad de nuestras hijas, parece ser del cuerpo, pero, al llegar a esta parte de la historia de ellas, pienso que era más social de que biológica. Las biológicas existían y grandes sustos tuvimos con la adquirida por Paula en Vilatuxe, Galicia, esa de una meningitis viral, adquirida dentro de los establos de vacas, donde jugaba con sus amigas y que nos la iba matando. O la de Camila, una neumonitis, que la llevó al Hospital, cuando Gloria y yo paseábamos, para enamorar un poco, en París. Mal supimos la noticia, volamos al primer avión y corrimos a Cambrige. Lo que será narrado en el Capítulo siguiente.

Este quería acabarlo apenas con una idea: la enfermedad social causada por el capitalismo y la corrida a la guerra para ganar apoyo en inversiones y alianzas con otros países, deseosos de riquezas que no tienen, pero que, con el poder de las armas, podían tomar. Es la mayor enfermedad que ellas tuvieron que vivir, explicada por nosotros de la forma más calma y simpática posible, para la edad de ellas: Paula tenía 9 meses a su llegada a Londres primero y desde allí, a Edimburgo. Camila, tres, a su llegada a Londres, para ir a Sussex y Cambridge, dos sitios que, mas tarde, serían la base de su saber y su trabajo y de su reproducción.

Queda para el próximo recuerdo.

4. – Necesidad de agua

Este recuerdo de necesidad de agua, nace de un problema que tuvimos con una nuestra Paula de un año, cumplidos en nuestra casa de 7 Carelton Terrace. Tuvimos muchas visitas para esa celebración. ¡Era el primer año de vida de nuestra primogénita viva! Había otro antes, Diego, que se perdió. La fiesta debía ser grande. Era, para nosotros, una grande celebración. La habíamos esperado con la desesperación de los padres que pierden el primogénito, ella era ahora nuestra primogénita y única hija en esos días. No solo hija, como una dedicada compañera de familia, no teníamos a nadie en Escocia, excepto esta familia de tres, un pequeño brote de nuestra familia alargada. Pero [64]también habíamos hecho familia, con los amigos de la alegría, los Gáudio, ya narrados antes… No sólo ellos, eran también Peter y Diane Wass, nuestra casi familia. Peter era el orientador de mi tesis en la Universidad de Edimburgo, gran amigo mío, me confiaba sus intimidades  y vice-versa.  Era una gran amistad que nos unía que, por estar ya narrado en otro libro mío, no digo nada más. Excepto talvez que hay una cierta manera británica de amar a los amigos, que pasa muy cerca del deseo. Era lo que acontecía entre Peter y yo. Definidos heterosexuales como éramos, él quería que siempre me sentara a su lado en su automóvil, tocaba mis piernas o me tomaba de la mano, y, a veces, hasta me daba un beso en la mejilla. Cuando fuimos a la Universidad de Liverpool, para un curso de Ciencias de la Educación durante una semana, no había noche que no viniera a mi habitación, se sentara sobre mi cama y hablábamos, hablábamos por la noche dentro, y bebíamos de una botella de güisqui que yo había comprado. Conversaciones excitantes sobre ciencia, sobre las culturas de otros pueblos, sobre cómo amábamos nuestras mujeres, los amigos y sobre nosotros mismos. Era casi una relación homosexual, satisfecha apenas con conversaciones y referencias a las formas homosexuales de ser de… otros. Esa forma de cariño, aún cuando era muy permitida, era casi un permanente flirteo masculino. Los dos amábamos a nuestras mujeres y hablábamos de ellas, lo que sólo acontecía cuando estábamos solos. Era una  amistad con amor, cariño, confianza, seducción ética e intelectual. Ese cariño íntimo entre hombres. Los Wass eran convidados permanentes de nuestra casa, no podíamos estar sin ellos, iban siempre iban a visitarnos, las conversaciones improvisadas se alargaban y comían con nosotros. Como acontecía con los Gáudio. Los Wass, para retribuir nuestros encuentros en Carelton Terrace, nos convidaban a su cottage en las, por ellos llamadas, High Mountains, o cerros altos o montaña, al lado del único lago que es denominado como tal, el Lake of Mantith[65]. Gloria y yo nos reíamos, habituados como estábamos a las grandes montañas de la Cordillera de los Andes, especialmente el monte Aconcágua[66], con los Gáudio, cuando también iban a esos paseos. Ellos también reían de las Altas Montañas Escocesas. Ellos eran de Argentina, compartíamos la misma Cordillera de Cumbres Altas, la de los Andes. Pero, por respetar a los Wass, solo contábamos la historia de la Cordillera, sin reírnos de sus Tierras Altas. Quién hacía más bromas, era el propio Peter, que bien sabía como eran las montañas de Chile y Argentina. Sin embargo, estaba orgulloso de tener un sitio tranquilo y reposado en el único lado del Reino de Escocia[67]. Eran días lindos y agradables, en la primera de la juventud de todos nosotros, con hijos pequeños a llorar en las noches, sin embargo: el de ellos, el pequeño Pete de Diane e Peter, Santiago de los Gáudio, y nuestra Paula.

Esa Paula que causó todos estos comentarios que desgarran el texto, como puedo apreciar. Celebramos ese día 26 de Junio su cumpleaños, convidamos a todas las persona antes mencionadas, con la presencia de esa santa Señora, mi suegra Doña Amanda. Ella no hablaba inglés, pero Peter y ella se entendían a las mil maravillas, cada uno en su lengua. El día del aniversario fue muy celebrado, con comidas especiales que mi suegra sabía hacer y que Paula no comía aún, por ser muy pequeña.

Ese ser pequeña, fue lo que causó que la noche acabara en el Hospital de urgencias del Royal Victoria Hospital [68] 

 . Había comida la típica comida de bebé, filetes de pescada congelados y mojados en harina de pan, que ella gustaba tanto. En el medio de la noche, nos despertó con vómitos que no paraban. No había taxis, tuve que correr a casa de los Gáudio y pedir a Ricardo que nos llevara, lo que hizo de inmediato, tan alarmado como nosotros. Mal llegamos al Hospital, lo primero que hicieran fue llenar una ficha de inscripción. Enervado como estaba, no hablé, grité que la niña debía ser atendida primero y que después íbamos llenar la ficha. Como nadie me oía, tomé a Paula de los brazos de su madre, entré a la sala de urgencias y pedí un médico de inmediato. Detrás de nosotros venía la enfermera, a la que mandé a buena parte: Paula era para ser la primera atendida, envuelta y todo como estaba en su frazada amarilla, que, como ya he dicho antes, ella llamaba yagua,  y los papeles serían llenados y firmados después. ¡Conseguí! Paula y Gloria entraron a la sala de urgencias, la niña estaba deshidratada, precisaba de agua, precisaba de suero, precisaba de ser hidratada. Nuestra hija  había sido muy esperada, era nuestra y debíamos tomar cuenta de ella y salvarla a correr. Nunca he olvidado esa noche de locos que vivimos. Quedé en el Hospital con ella, Gloria fue con Ricardo y vino a substituirme al día siguiente. Paula quedó en el Hospital algunos días. Cuando volvimos con ella a casa, había perdido varios quilos. Gloria, en su prudencia, me pedía para me calmar, le pregunté si ella estaba calma, confesó que no, pero supo como  mantenerse serena, por lo menos exteriormente. Esa serenidad yo no sabía encontrar, esa calma recuperada cuando llevamos a la pequeña de vuelta a casa y comenzó a comer de nuevo, vorazmente. Como cuando era bebé y tuvo su primera enfermedad, no me separé de ella un instante. De hecho, Paula, en pequeña, tuvo enfermedades violentas, que precisaban de mucho agua siempre, como esa meningitis que solo podía ser tratada con penicilina y mucho suero, mucho, mucho, suero. Desde muy pequeña, Paula tenía nuestras vidas suspensas de un hilo.

Fue así la infancia de nuestra Paula. Infancia simpática y divertida, pero con muchas enfermedades. Simpática e divertida porque sabía reír y hacernos reír. Vivía mucho en el medio de nosotros, sus padres y amigos, en Escocia y en Inglaterra. En Galicia, su vida pasó a ser diferente. Tenía muchas amigas de su edad que hablaban su lengua. Los períodos en Londres y en Edimburgo fueron siempre muy cortos para aprender la lengua celta del inglés escocés. En Edimburgo tenía acompañantes adultos o niños pequeños que aún no sabían hablar. La conversación de los adultos es supuesta ser una manera de transferir ideas y palabras. Nuestras conversaciones eran siempre de palabras duras, bien pronunciadas, pasando rápidamente de una a otra lengua con facilidad. O hablábamos en inglés, o en castellano, pero con hablantes del castellano que pronunciaban de otra manera. Hablar con los Gáudio, era una forma casi imposible para ella de aprender, los acentos están colocados en otros sitios. Fuera de ellos, no había nadie más que hablara nuestra lengua, excepto nuestra amiga arquitecta Jean Laing, hija de padre escocés y madre chilena.

Creo que cometí un error con Paula. Siempre fui de la opinión de que a los niños se les debía hablar como se habla con los adultos, con palabras llenas y bien pronunciadas. En ese tiempo de mis veinte y lgunos años, aún no había descubierto lo que hoy denomino la mente cultural[69]. Hubiera sabido esto antes, Paula habría aprendido a hablar mucho antes. En la realidad de la vida social, existe lo que se denomina el baby-talk, o forma de hablar como bebé, de parte del adulto, que imita palabras dichas por un niño o niña pequeños. Ese hablar de bebé, o hablar de guagua[70], como se denomina a los bebes en Chile, es muy practicado por los adultos cuando ven a una criatura nueva. Son sonidos que nacen de la emoción, del cariño, no de conceptos o definiciones o explicaciones. Pienso, por lo que he visto en mi vida, de que los adultos mayores lo practican con más frecuencia que los adultos jóvenes. Ese mimimimi, poipoipoipoi, o decir a una bebé: Tá? Nohtá, repetidas veces, tapándose la cara con un pañuelo o escondiéndose detrás de una silla o mueble, y aparecer de repente, hace que el niño-niña se rían y entiendan las palabras por la mímica de la acción. Hoy en día, muy al contrario de lo que era mi opinión antiguamente, hasta recomiendo que se hable de esa manera con los niños. En mi arrogancia paterna, pretendía que nuestra hija hablase como "debía ser", desde su más tierna edad. Recuerdo, y si yo no recuerdo bien, Gloria me corregirá, que Paula comenzó a hablar apenas a los nueve meses de edad, apenas con sones emitidos por ella. Típico era: "papapapa", o, jugar en silencio con sus muñecas, entrando y saliendo de nuestra sala, su casa encantada, donde solo ella existía con sus bebés, dándoles de comer, alimento que ella también engullía, imitando a su madre a darle de comer, comiendo su madre también. Era una pequeña muñeca ella misma, siempre vestida en trajes de lana azul oscuro, esa especie de uniforme que Gloria había tejido para ella en su máquina de tejer en Chile, hechos para crecer junto con ella, heredados más tarde por Camila.

Eran días lindos y tranquilos en nuestras dos casas sucesivas de Edimburgo. Cuando Paula comenzó a aprender a hablar y jugar, a los casi dos años de edad, le gustaba salir sola al patio de enfrente de nuestra segunda casa de Edimburgo, en Carelton Terrace, nos mandaba entrar dentro de casa para no tener personas para testimoniar sus juegos, especialmente a sus padres, llamaba a las personas que pasaban por la calle, con su pequeña voz, diciendo: "Hey, Mister, look…", se bajaba los calzones y les mostraba su gordo trasero a los puritanos presbiterianos escoceses que pasaban por la calle. Nosotros, los papás, muertos de la risa, la veíamos en estas actividades eróticas para su edad y no sabíamos muy bien si era correcto o no. Quien mandó allí fue ella. Cuando finalmente, un día, se despojó de los calzones y se levantaba la falda para mostrar su vientre, pensamos que era necesario distraerla. Nunca la avergonzamos o castigamos, siempre le dábamos una alternativa para ella realizar. Normalmente, dulces o comida. Porque, aún  delgada como ella era y es hoy en día, era muy buena, como se dice en el chileno castizo, muy buena, repito, para el diente[71]. Con la comida, la distraíamos de sus naturales juegos con otros seres humanos que ella no conocía. Hubo, sin embargo, un día en que tuvimos que encerrarla en casa con una cierta fuerza. Había pasado una señora muy presbiteriana, que tocó el timbre de la casa y nos dio una lección de que a los hijos había que criarlos de otra manera. La lección la oí yo, pedí a Gloria y Paula para entrar dentro de nuestro departamento y fue un debate de casi una hora. Fue preciso pensar de nuevo antes de permitir a nuestra hija exhibir su cuerpo enfrente de las personas. No fue difícil, duró esta tendencia una semana y después, se olvidó. No era difícil olvidar, ella no recibía azotes en las nalgas, que excitan a los niños pequeños, como comenta Alice Miller en una de sus obras[72] y comenta Tom Johnson  en su texto que cito al pié de página[73]. Nuestra hija no era castigada, no era batida en parte alguna de su cuerpo, por lo que se sentía libre de exhibirlo. No estoy, con esta frase, a aconsejar castigos, pero sí, educación. Normalmente, los analistas tratan de los problemas y no enseñan como  los padres se deben comportar con sus hijos, de forma habitual y por costumbres culturales cada país. Ahí, los Etnopsicólogos estamos en ventaja, al comparar las varias formas de comportarse con los niños entre las diversas culturas del mundo, los más nuevos  de nuestra generación. Castigar[74] es difícil, pienso yo, pero es aún más difícil, criar a la infancia de forma de darle a entender lo que pasa en la vida real. Por otras palabras si castigar es difícil e me parece una infamia de los adultos, es más difícil, sin embargo,  formar el pensamiento, tentar organizar esa cabeza nueva que está a comenzar a adquirir conceptos, ese receptáculo denominado por mí mente cultural, bien como saber transferir pensamientos positivos para estructurar los sentimientos de los pequeños.

Talvez, una digresión no haga mal. Los niños son como las plantas que necesitan ser regadas. El problema de todo jardinero es saber cuánta agua debe ser colocada en cada planta y qué plantas deben de ir al lado de las otras para que las plantas que precisan de mucho agua no maten a las que precisan de poca, o las que precisan de mucha, no ahoguen a las otras. Ser jardinero, es un saber delicado, normalmente adquirido con experiencia y con práctica. La diferencia entre plantas y niños, es muy grande. Para criar plantas, se puede experimentar; para criar niños, experimentar es un peligro muy grande. Es por eso que todo padre nuevo necesita el apoyo de los más viejos de la familia, que ya tienen pasado por el proceso material y ritual, de enseñar niños, de criar. La creación de nuevos seres es un problema sujeto a debate. Y, de hecho, el debate está siempre en abierto. Como ya comenté antes, saber ser papá y mamá, es un saber que se adquiere con el tiempo, con la experiencia. Hay grupos de padres que se juntan solo para debatir la cuestión de cómo educar a los descendientes, porque los analistas, decía antes, solo apuntan el dedo a los problemas de los pequeños. Hasta el día de hoy, todo lo que he leído, está lejos de ser una premonición, una orientación. A quién más consulto, es a Alice Miller, o Mélanie Klein y, como es evidente, Sigmund Freud. Nunca quedo satisfecho con lo que dicen. He llevado los textos de ellos para mis estudiantes de Etnopsicologia de la Infancia y discutir los asuntos con esos adultos que son padres y que también estudian. Las experiencias son diversas. No hay padre o madre que no haya sido siempre muy bueno con sus hijos, ninguno confiesa la forma de ser que tienen con sus hijos. Entre los autores de nuestra plaza intelectual, a quién más he leído es a mi amigo, como estimo yo, Daniel Sampaio[75], y al psicólogo de la infancia, Eduardo Sá[76]. Los títulos de sus obras revelan de inmediato su manera de abordar los asuntos de enseñar. O la Socióloga de la Infancia, Maria Manuela Ferreira. Es decir, tenemos en casa una cantidad de personas que dedican su tiempo a las formas  tradicionales de enseñar y que, no contentos con esa investigación, comparan sus formas de analizar el presente con las formas de vida del pasado. Esa comparación, diría yo, es casi obligatoria, no por metodología, bien como porque el crecimiento de la infancia obliga a comparar, están siempre a cambiar, a mudar para formas diferentes. Hablaba aún hoy con un amigo, que ha sido un fiel amigo y discípulo, Ricardo Vieira, con una inmensa obra sobre Antropología de la Educación, y refería que interrumpía su trabajo de dar aulas, para ir a buscar a su hijo Pedro de 10 años al Colegio, y tomar onces juntos-lanchar os dois, decía él- un ritual que lo alivia de la sobrecarga de trabajo que tiene todos los días. Sin saber, Ricardo Vieira me estaba a dar una idea de que hay rituales entre padres e hijos que hace bien para los dos, cumplir siempre: es el único momento del día que tienen para convivir y hablar de otras cosas que no sea trabajo. Esta digresión tiene que ver con nuestra propia experiencia de criar a nuestras hijas. Una forma de indicar esa educación, es haber escrito, hasta ahora, sobre sus enfermedades y sus formas de relacionarse con otros. Pero hay mucho más que aprendimos al criar nuestras hijas. Una de las más importantes era nunca castigarlas, al mismo tiempo que inventábamos juegos para que comieran su comida: era siempre ese avión que aterrizaba en su boca, con la cuchara llena de comida, lo que las hacía reír y olvidarse de la "lata", como es dicho en chileno normal, de tener que masticar, estar sentada tanto tiempo en la silla con esa pequeña mesita al frente. Las dos niñas, en sus diferentes edades, hacían lo mismo, trataban de salir de la silla con mesa. Camila era campeona para escabullirse por debajo de es pequeña mesa, no sé cómo, porque era muy fuerte y gorda: tuvimos que aceptar el hecho y pasó a comer a la mesa con nosotros. Ciertamente, ella quería comer con todos, Paula tenía ya seis años y comía con los papás, Camila debe haber sentido que era excluida de la reunión familiar al comer sola y después, dormir la siesta. Con el tiempo, aprendimos que la niña comía mejor en el medio de todos, en la mesa familiar, hasta que aprendió la "maña" de querer comer sola, lo que demoraba mucho las comidas. Paula comía muy rápido para ir a jugar con sus amigas, pero si Paula salía de la mesa, Camila también quería y el almuerzo siempre acababa con una Paula muy aburrida sentada en la mesa a la espera de que su famosa hermana acabase de comer. Fue como Camila aprendió que podía controlar a la familia y demoraba su comida para nos tener a todos juntos al lado de ella. Nuestra salvación, como siempre, fue la llegada de la abuela Amanda, que tenía el placer de sentarla en su falda, hablar en pequeñito, como si fuera otra niña, y en decir: "Mi linda, mi cariño, huainecita[77], mi reina" y otras palabras dulces- forma de hablar que pasó a ser nuestra para pacificar a nuestro indómito retoño- palabras todas que hacían la delicia de nuestra pequeña hija, que trataba a la abuela, a su vez, como un juguete, lo que Doña Amanda aceptaba, adoraba ser besada y recibir cariños de su nieta, esa novedad para ella, en los días que nos fue a visitar a Vilatuxe, en Galicia. Siempre llena de regalos, de historias, de mimos, nuestras hijas la adoraban. Lo que mi suegra no adoraba, era la casa en la cual vivíamos, casa de aldea, hasta que se acostumbró, como mi mujer, que hizo de la casa un paraíso. Creo que de las más de treinta casas en que hemos vivido, la de Vilatuxe debe haber sido la mejor, la más calma, la más acogedora. Gloria estaba serena y feliz, la familia aparecía, su madre, su prima María Teresa, hija del tío Higinio, con nuestros amigos de Uruguay, el psicólogo  Jorge Fernández y Nelly, su mujer. Más tarde,  fue la llegada de mi hermana, su marido y su pequeño bebé, Blanquita, Miguel y Alejandra de tres meses. Para Camila fue una sorpresa ver en casa un bebé tan pequeño, era su muñeca viva. Esa Camila quién, como he narrado en otro texto, andaba siempre tras de mí, lo que yo adoraba. Si Paula en pequeña en Edimburgo, andaba tras de su madre, ella en Vilatuxe, siempre estaba detrás de su Dad. O papá, dependía del sitio que estuviéramos para nos recordar la lengua que hablábamos. Para Paula, sin duda, yo era el "papaíto", forma de referir al padre en la lengua luso-galaica, que rápidamente aprendió en Galicia, junto con esa forma española de hablar castellano, como he contado ya.

Con todas estas personas aprendimos que no era difícil criar niños. Había que entenderlos antes y la comprensión venía sola desde esa mente cultural. Estoy seguro que la jovialidad de mi suegra Amanda, fue la que más nos enseñó a tratar a los niños, las niñas nuestras y a los otros: cariño, saber decir no en el momento cierto si hay un riesgo de caer o hacer una yaya[78], nunca corregir la forma de hablar, porque los niños adquieren vergüenza de hablar. Me hace recordar mi propia infancia, cuando mi padre un día me preguntara: "¿Para donde va, joven?. Distraído en mis cinco años de edad, respondí de forma muy chilena, en cuanto leía un libro: "P"allá" ¡Bueno! Mi padre me llamó y dijo: "¿Joven no sabe que se dice para allá? Para que no se olvide nunca, diga cien veces: para allá, para acá, y para que la lección no se olvide, cada palabra las debe decir moviendo la cabeza de derecha a izquierda". Rápidamente lo hice, estaba más interesado en acabar el libro que en castigos. Y, por hacerlo rápido, él, que contaba las veces que yo decía las palabras, al acabar, me dijo: "Bueno, bueno, ¿el niño es mañoso no?. Hágalo todo otra vez, pero con lentitud y calma. Perdí una hora de lectura de mi libro especial. Lección que no he olvidado en toda mi vida porque me enseñó cómo y por qué no se debe castigar a un niño de forma tan estúpida. Nunca lo hicimos con nuestras hijas. Era más una manera de saber criar.

Bueno, el desgarro del texto ha sido grande. Quería relatar de forma breve, lo que aconteció con Paula en Vilatuxe y nuestra fama de no ser padres que supieran cuidar a sus hijos. Nuestro médico estaba en Lalín, el Médico Jesús Tancredo, al que llevábamos a las niñas porque sí o porque no. El no se quejaba, recibía dinero… Pero un día dijo que ya estaba cansado de atender a nuestras hijas, no estaban enfermas y nosotros temíamos mucho. Ya con mi hermana en casa, llegó el día en que debía dar una conferencia en la escuela, en Noviembre de 1975, con ese frío terrible de las llamadas en Gallego Rías Altas, o la parte de la cordillera de Pontevedra, en dónde estaban Vilatuxe Parroquia y Lalín, Consejo. Paula tenía dolor de cabeza y de cuello y comenzó a subir su temperatura.  Fui informado de este estado cuando estaba a dar mi conferencia, que cerré de inmediato. Solicité a mi amigo Maestro, como llaman allí a los Profesores Primarios, para llevarme a Lalín, ese elegante y lindo y muy señor, Manuel Pichel González, casado con una linda muñeca, una de las varias niñas de ojos celtas, azules, pero muy deprimida  Maria de la Flor González, o Mariflor, como ella gustaba de ser llamada, de la casa de Barrosos, como son conocidas las persona por allí, por el nombre de la casa y no por el nombre de las familias propietarias o que las habitan. En otro texto, refiero la llegada de amigos míos a Vilatuxe, preguntaran dónde era la casa del Dr. Raúl Iturra, nadie sabía, la casa del Señor Iturra, también nadie sabía, exasperado ya, preguntó el jefe da la familia que nos visitaba, Milan Stuchlick, la casa de Don Raúl, también no funcionaba, hasta decir él, que era un señor con su mujer y dos hijas y que usaba pelo largo, amarrado como cola de caballo. ¡Ah!, Habrían exclamado todos, ¡la casa del Chileno! Y fue así que me ellos dieron con nuestro paradero, yo quedé a saber el sobrenombre por el cual éramos conocidos, ellos  encontraran nuestra casa y también recuperé mi nombre. Supe así también que las casas no son conocidas por el nombre de los propietarios o de sus habitantes, bien como por una característica diferente, que destaque al individuo de ese conglomerado sitio llamado aldea, donde todos hacen las mismas cosas, al mismo tiempo. Los grupos precisan de saber las características individuales para diferenciar el día de la noche, el cielo del infierno, para desorganizar la rutina que los hace un colectivo de personas y no un grupo de individuos, como acontece o en las ciudades o en los medios donde el capital identifica rápidamente: quién tiene, quién nada posee. Esta forma de estructurar la identidad colectiva, había sido explicada a nosotros por varios, pero cuando se vive el hecho, es que, finalmente, se entiende. Así fue en nuestra primera visita de los años setenta, bien como en el  reestudio que hice en los años 90, mas exactamente en 1997[79]. Así conocí a los Medela, que en el reestudio me dieran albergue, y a ese mi amigo Manuel o Manolo, como se llama en España a los que poseen el nombre de Manuel, Manolo, esa metáfora de esquivar, como en la plaza de toros, una manolada, cuando se pasa el paño rojo en frente de los ojos del toro. Ese mi amigo, a quién siempre preguntaba yo si querían hijos o no, porque ya estaban casados hace muchos años. Su respuesta fue rápida: que querer tener niños, él adoraba, pero después, tomando mis manos, casi a llorar, me explicó que el horno de hacer niños estaba muy frío, motivo por el cual su semilla no cuajaba, una forma elegante de decir problemas íntimos que nunca hasta hoy, he revelado. Esa intimidad inexistente, era aliviada por mi amigo en otras relaciones en su Parroquia original de Anseán, limite de la nuestra de Vilatuxe e de sus familias. Eran primos directos y él pensaba ser ese el motivo para no tener hijos. Fue necesario que yo le  explicara que el matrimonio entre primos no estaba prohibido, que el Derecho Canónico había cambiado, como explico especialmente en un texto mío, editado en Gran Bretaña y traducido al francés, citación que hago para no dar tantas vueltas al asunto del casamiento y los hornos fríos[80]. La explicación hecha para ahorrar  que no era ese el motivo, sino más bien el otro, ese de la frialdad de su mujer. Me parecía también que andaban otros amores por el medio, pero, como la historia ano es mía, nada más digo.

Las emociones pueden ser muy frágiles y muy poco culturales, eventualmente. En una parroquia pequeña, devota de la Iglesia Católica, acontecen  relaciones conocidas por todos, pero nunca dichas o comentadas, o, entonces, comentadas en silencio con un picar de ojo y entre personas de confianza. Era el problema de mi amigo, quién normalmente desparecía un día entero y volvía a casa feliz y sonriente. Más de una vez lo acompañé a su aldea de nacimiento, y pude observar sus reacciones frente a otras persona, el fuego de su mujer se había apagado, llegué a la conclusión, porque el fuego de mi amigo ardía de otra manera, de una forma que él entendía y su mujer, no, ni quería saber. Del asunto nunca más hablamos, hasta encontrarlos otra vez en mi citado reestudio de la Parroquia de Vilatuxe, que a nada llevó, excepto a saber que Mariflor tenía una casa de lujo. Su madre había muerto, su padre estaba viejo y con la mente perdida. Mariflor usó su nuevo poder adquirido para realizar las obras que ella deseaba hacer en su casa. Bien me recuerdo del día en que nos enseñó, a Gloria y a mí, su casa por fuera, ella no aceptaba la realidad de ser de la vida rural y tener una casa de piedra. Gloria y yo nunca fuimos convidados a entrar, Mariflor admiraba la forma en que Gloria había arreglado nuestra casa rural, para nosotros una casa pobre, pero para ella, con el ansia de tener todo nuevo, todo pintado de blanco dentro de casa, paredes, techo, puertas color chocolate, rascuñadas  con un instrumento de metal, los manteles de mesa en batic", era una novedad para nuestra amiga. En mi reestudio, observé que había convertido la casa de piedra antigua, en una fortaleza preciosa y muy bien decorada, toda pintada de blanco mate, con cortinas de velo, sobre cortinas de blanco amarillo y el piso todo alfombrado con tejido de lana con pelos blancos. Era como entrar en una casa japonesa: yo me reía por dentro, estaba todo copiado de los gustos de mi mujer, de los que ella había anotado todo y así rehizo su casa. Me reía, decía yo, porque cuando llegué a almorzar, antes de saludarme, corrió y me dijo: "espera, espera, espera", agitando las manos, pensaba yo de alegría por ver, 24 años después, a un amigo íntimo. Pero, ¡ay de mí!, No, era para pararme en la puerta, descalzarme los zapatos, sucios como estaban con el natural barro de greda de la calle  siempre mojada por la eterna lluvia gallega, calzarme unas pantuflas, tirar mi poncho chileno, y, ¡señor lector, no puedo dejar de reír cuando escribo esto!, Sentí que era condicionalmente bienvenido. Mariflor había invertido su ardor en…  arreglos de casa aprendidos de mi mujer y sus elegantes amigas de Santiago de Compostela, que tenían casas de palacio… Cuando  Manolo llegó a almorzar, saludó con respeto pero con un ojear distante: había problemas en la escuela al quejarse los padres de los niños, estudiantes de Manolo, de no estar muy atento a su crecimiento, o que interfería mucho en el crecimiento de los jóvenes, quejas que causaban problemas para él y para los vecinos, que los habían aislado, porque el Maestro no sabía enseñar o sabía mucho y decía lo que no era conveniente y adecuado a esos jóvenes, y por el llamado nariz respigado de Mariflor, que no hablaba con sus vecinos. Después de una hora de almuerzo, dónde todo me era preguntado, volví a casa para descansar, mis hospedes Medela me contaron historias de esa pareja que, por simpatía para ellos, no cuento, para que el papel no se rasgue de tanta vergüenza. Fue esa historia que me llevó a diseñar mi propia pedagogía y mi relación con nuestras, como se dice en lengua luso-galaica, catraias o hijas. Fue lo que me hizo pensar que debe haber una cierta distancia entre las intimidades de los más jóvenes y las nuestras, aunque sean nuestros hijos.. Nos vimos dos horas, con un hombre muy envejecido, el padre de Mariflor, José Gonzáles, con el apodo de El Barrocal, que nos regalaba leña en los años setenta para calentar nuestra fría casa, visité la habitación del segundo piso, donde Manolo había sido segregado a una habitación solitaria, y nunca mas los vi. Esos amigos que, prácticamente, vivían en nuestra casa en los años 70, que nuestras mujeres salían juntas para Compostela e nosotros, para las aldeas que Manolo me explicara siempre. Talvez, era conveniente e adecuado decir que aprendí no apenas esas ideas de intimidad y distancia, bien como pensé que debía evitar amigos de conveniencia.

Bien, el desgarro del texto ha sido grande. Aún no he llegado al relato final de la meningitis de Paula. O, talvez, quiera evitarlo. Me siento… culpable…  El trabajo era mío y quién estaba a pagar por la investigación, era nuestra hija mayor, porque Gloria ya estaba habituada a nuestra forma de vida en la aldea y no quería irse de vuelta al Reino Unido, en  el día en que debíamos partir. Es evidente que la enfermedad de Paula atrasó la partida. Pero no causó alegría en ninguno de nosotros el hecho de demorarla, por causa del motivo de la tardanza. Aún más, debíamos partir porque, como he narrado en otro libro mío, tenía un  pasaporte temporal, de corta duración, dado por el ciudadano Español, Cónsul de Chile en el Puerto de Vigo, por simpatía para nosotros, perseguidos como estábamos en todo el mundo, por la Dictadura de Chile. El Cónsul que había sido Republicano en sus tiempos, otorgó una visa de dos meses, en Noviembre de 1975, que expiraba a finales de Enero de 1976. Y la enfermedad de Paula fue en Noviembre. Nos sentíamos acosados por todos los sitios. Cuando reparé en la enfermedad de Paula, fui de inmediato a nuestro pedíatra de Lalín, quien nos dijo que no debía ser nada. Yo insistí mucho, relaté con el mismo fervor que había hablado en el Hospital de Edimburgo sobre el envenenamiento alimentar de Paula, pero un tuve éxito, el médico ya estaba habituado que por todo o por nada, estábamos en su consultorio. Me dijo que me fuera a casa o llevara a la niña, a las dos, porque si era lo que yo decía que parecía ser, una meningitis, había peligro de contagio para nuestra hija más pequeña. Repliqué de inmediato que por causa del frío, no las podía llevar a la calle, él, irónico, dijo que si era como yo decía, mucha fiebre, la nieve haría bajar la temperatura. Como no tenía alternativa e era un Viernes y los médicos no trabajan durante el fin de semana, me sentí desesperado y las fui a buscar. El médico las revisó, dio su diagnóstico y decidió, en su médica sabiduría,  que la niña tenía solo un catarro con otitis. Nada contento, volví con ellas a nuestra casa de la aldea. Esa noche fue en vela. Paula paseaba sonámbula por la casa, con nosotros sin saber qué hacer. Después, comenzó a dormir y tenía el cuello tieso. De madrugada, ese Sábado que nunca olvidaré, fui a correr al médico, ya estaba a preparar todo para volver a su casa de Compostela, pero al oír mi relato, dijo: "Bueno amigo, yo lo llevo, su casa, me queda en el camino a Santiago". No abrí la boca para que no se fuera a arrepentir. En vista de mi silencio, él fue cantando y yo, muy herido con todo, ni lo miraba. Bajamos en casa, entró, mal vio a la niña en la cama, la auscultó y dijo: "Joder, Ud. tenía toda la razón, parece ser meningitis, el problema es saber el tipo, si es de bacteria o de virus y sólo será posible saber si vamos a la Clínica y es allí analizada. Hay dos tipos, la que mata y la que lesiona, es decir, de batería o de vírus". Yo tenía todo, excepto dinero. Pero nuestra hija, como hace cantare Mozart en su Ópera Cosi fan tutte[81] que las personas amadas por nosotros, valen un Perú, es decir, una referencia a la estimada riqueza de oro de la hoy República del Perú. No pensé ni un minuto, pregunté cuál era la mejor Clínica de Compostela. Era, por supuesto, La Rosaleda, la mejor y la más cara. Pero los padres no nos fijamos en gastos en estos casos, por la que a La Rosaleda, nos dirigimos de inmediato. Para no quedar solos, llamamos a nuestros amigos Xosé Manuel Beiras y, en ese tiempo, su mujer, Teresa García Sabell. Corrieron a la clínica. Xosé Manuel decía: "Es que no es posible, no puede ser. La meningitis es endémica en Galicia y justo tenía que acontecer a la familia más sacrificada, mas entregada a la investigación de campo, eso que nosotros nunca hemos podido hacer", y, con desesperación, se paseaba por los corredores en cuanto la niña era examinada, agarrando la cabeza con dos manos. De padre sufriente y acongojado, tuve que pasar a ser amigo que apoyaba, marido que apoyaba, paciente que apoyaba a un médico arrepentido por no haberme creído a tiempo, por haber desconfiado de nosotros. Ese apoyo me salvara de perder la cabeza y de entregarme, yo mismo, a la desesperación, porque, desesperado, eso estaba yo. Sabía también que un padre que pierde la cabeza nada puede hacer, ni salvar a su hija, que era lo que pretendíamos. La meningitis había sido adquirida por Paula en sus costumbres de jugar con sus amigas entre las vacas de los establos, o cortes, como se dice en luso galaico, y que los gallegos republicanos y contra Franco, aún vivo y dictador, hacían bromas: "Las cortes de Franco tienen…vacas y están llena de bostas". Tenía la esperanza de que fuera una meningitis bacteriana e no viral. La bacteriana es curable, la viral deja secuelas o mata.[82]. ¡Nunca en nuestra vida habíamos estado pendientes del color,excepto en el batic´ de Gloria, como esta vez, de una enfermedad! Si el líquido raquídeo era negro, entonces era viral y mata; si el líquido fuera blanco, era de bacteria, posible de curar de inmediato. Cuando Angel Pensado el médico salió del quirófano, donde estaba Paula, ese sitio que, en la infame práctica de los médicos no nos dejan entrar para estar con las personas que más amamos, dijo por suerte el líquido es de color blanco…  Como en el nacimiento de Paula, que no me fue permitido entrar al quirófano de dar a luz, como he referido en otros libros míos. Cuando Ángel salió, decía, venía aliviado: el líquido era blanco, era bacteria que, con penicilina sódica, podía ser curada. ¡Bueno, bueno, bueno! La niña estaba a ser salvada. Como es posible imaginar, no abandoné ni un momento a nuestra hija. Nuestra suerte era que mi hermana Blanquita, mi cuñado Miguel y la hija de ellos, Alejandra, de tres meses, estaban en nuestra casa de la aldea, para cuidar a nuestra Camila, que no podía entender en sus cortos año y medio de edad, lo que pasaba en casa, por qué los papás no estaban, especialmente su Daddy, o así lo quiero recordar yo y así quiero pensarlo. Gloria dormía en casa de los Beira, ese nuestro hogar en Compostela, y yo, en el Hospital. Cuando Paula estaba mejor, fui de inmediato a Vilatuxe para traer a la más nueva, Camila…  quién… no quería ir. ¡Ella adoraba estar con sus recién conocidos tíos! Tuve que dejarla en su santa libertad, lo que era menos un peso para nosotros.  No sabía lo famosos que éramos, pero, como siempre se dice, los amigos se conocen en la cárcel y en las deudas, agrego, y también en la enfermedad. Fue lo que pasó con nosotros, era un desfile de gallegos de Compostela y de Vilatuxe, para saber como estaban Paula y sus papás. Hasta dinero nos querían ofrecer… Especialmente nuestra amiga monja, Carmen Cervera, esa monja madrileña que, como relato en otro libro mío, me dijo que había dejado su Convento sin monjas, porque había hablado allí sobre nuestro internacional movimiento de Cristianos para el Socialismo. Agradecí el dinero, pero no lo acepté, antes pedí que, como era una persona creyente y de fe, que fuera a orar por nuestra hija, por causa de las posibles secuelas de la enfermedad[83].

Eran las consecuencias lo que más temíamos. Un problema es curar la enfermedad, el otro, lo que pueda suceder después. Esa era nuestra mayor preocupación. En esos días, lo más importante era mejorar a nuestra hija y no pensábamos mucho en el futuro. Más bien, no había tiempo para pensar: con una hija siempre a dormir, tres días sin conciencia, a tentar adivinar lo que decía, oír sus pesadillas, sus gritos día y noche, o por causa de la fiebre, o por causa de los dolores que causa la inflamación de las meninges, ese delicado tejido que envuelve el cerebro y la médula espinal. El problema nuestro era si hubiese o no consecuencias poco simpáticas. Los mayores problemas que causan una enfermedad, no son sólo las consecuencias directas de la enfermedad, pero sí los bien intencionados comentarios que acaban por meter miedo a quien tiene un brote de pasión, con esa dolencia. Los comentarios y los sentimientos de alerta ofrecidos gratuitamente por personas amigas, son, normalmente, la peor parte social de toda enfermedad. Nunca faltan las personas comedidas que nos dan consejos y no saben callar su boca. Desde que he sido padre de hijas que han tenido enfermedades causadas por virus o bacterias, he aprendido a visitar sin preguntar nada y esperar que las personas acongojadas hablen primero y, nosotros, callar lo más posible, hasta el punto de la descortesía. Quién tiene un vástago con una enfermedad grave, lo que menos desea oír son consejos de cómo tratar a la persona doliente. Para eso existen médicos. Nosotros, en La Rosaleda, teníamos los mejores. Pero en la aldea, mal aparecí yo, fui abordado por los vecinos que, prácticamente, me daban palabras de pésame, como si nuestra hija hubiera muerto. Por ser enfermedad endémica de la población, era, la famosa meningitis, una enfermedad social. Las personas tienen miedo de estar con nosotros, piensan que estamos contagiados y podemos transmitir la enfermedad.

Fue en esos días que aprendí que toda enfermedad puede tener dos aspectos: el biológico, y el social. El primero, es tratado por otros en el lugar que corresponde, en el hospital, sea la Clínica Miraflores en Viña del Mar, Chile, el ya referido de Edimburgo, en La Rosaleda en Compostela, Galicia, o Adenbrooks, en Cambridge, Reino Unido. Las personas saben, las personas pretenden saber los secretos de la de las dolencias. Nunca me olvido como Elida de Varela, llamada la bruja, vino a recitar plegarias e sahumerios cuando Paula estaba aún en casa, sin hablar y con mucha fiebre. Tenía toda la fe que recitar un Padrenuestro de atrás para adelante, o al revés, curaba no solo a las personas bien como a los animales. Cuando nuestro amigo y vecino Eduardo Fernández y Encarnación Ramos, su mujer, estaban a perder una causa de parto, la última persona a la que recurrieron, fue al veterinario, normalmente gratis, quien pagaba era la Empresa Nestlé, para quien ellos trabajaban en sus tierras y con sus vacas. Si para nosotros la enfermedad de Paula era un problema afectivo, Para Eduardo y Encarnación una vaca a morir era un problema de sobre vivencia: menos una vaca, y no podían vender todos los días los litros necesarios para mantener su trabajo en marcha, más una vaca, y no la podían mantener. Tenían lo que he llamado lo justo para su sobre vivencia como labradores Los "bichitos", como mi amigo Eduardo los llamaba, "los bichitos, Don Raúl, necesitan comidas especiales y sin esa comida, no dan leche. ¡Los bichitos son caros, Don Raúl… ! "[84]. Fue por eso que mandó llamar a Elida, él era católico romano y se ufanaba de serlo, pero tenía las formas de ser de lo que denomino en otros textos míos, ya citados en éste, la mente cultural. Elida trató con el Padrenuestro al contrario, y como la vaca no paría, al día siguiente estábamos ahí todos otra vez para rezar las letanías de San Antonio. Porque la falta de esa vaca causaba un problema financiero para ellos. Y del problema financiero, pasaba al problema emocional. Eduardo y Encarnación amaban a sus vacas, vivían de ellas, pero también vivían para ellas. Las sacaban a pastar en el fresco de la tarde, para limpiar las cortes de las vacas. Este trabajo de producir leche, les tomaba todo el día y todo el año. Para nuestros vecinos de Vilatuxe, los animales y los niños eran iguales, los trataban con el mismo cariño, aunque siempre observé que era más el cariño a las dadoras de leche, que el cariño a los niños. Es natural, los niños aparecían y era una mala inversión, las vacas eran compradas con el crédito que daba la empresa que era, para decirlo así, la propietaria de hecho de los animales y de la tierra.

No me fue, extraño, en consecuencia, que Elida, sin ser llamada, apareciera en nuestra casa para "desembrujar" a Paula y curarla. Lo que ella hacía era tan convincente, entraba en trance y pedía para que el dolor y la enfermedad pasaran para ella y que la niña, como la vaca enferma, sanaran. Dirán que comparar una hija con un animal es una tontería, yo diría que no, la naturaleza es todo y una misma cosa, seres humanos y animales se confunden, unos dependen de los otros. El problema era que Paula no era "útil", porque su padre no tenía vacas para cuidar, donde Paula, si mejoraba, fuera necesaria. La forma de cuidar a la infancia estaba enredada con la forma de tomar cuenta de los animales. Estaba todo unido, era una forma recíproca de comportamiento: los "bichitos" daban el dinero para alimentar a la familia, la familia, por su parte, cuidaba de los animales de los que dependían para comer y vestirse. ¿Que todo era una ilusión? En cierto modo, o de cierta manera. Porque ellos pagaban impuestos por las tierras y los animales productivos, pero quien administraba todo era la empresa suiza que les compraba, o no, dependía de la oferta y la demanda, esa famosa ley definida por el referido Adam Smith, que apenas la constató y retiró de la actividad comercial de la realidad británica y de otros países con influencia en el comercio de ultramar.

¿Es ésta la meningitis de Paula? Era parte. Las vacas, como en la India, eran sagradas, los niños un poco menos. Las vacas criaban bacterias y virus que los niños, y a veces, los adultos, contraían como enfermedad. Pero, como eran animales mimados y el pan de la casa, las vacas eran más importantes que  Los seres humanos dependían de ellas. Nunca olvido el día en que con mi viejo amigo Eladio Fernández Ferradás, a quién yo había ayudado a tramitar su jubilación y me quiso pagar muchas pesetas por el trabajo hecho a máquina por mí y que no acepté, ese mi amigo y yo, estábamos a conversar. Pero, como con cualquier vecino mío, la conversación iba siempre para las vacas. Ese día de 1975, estábamos a pastorear un  vaca, amarrada por una cuerda al pescuezo para que no comiera donde  no debía. Lo que no debía, era comer en la hierba de la finca, o belga en portugués, por pertenecer a otros vecinos, derecho muy respetada entre los gallegos que tanto habían sufrido para ser propietarios desde el Siglo XIX en adelante. Pero, como estábamos a conversar, nos distraíamos y la vaca iba a comer en la finca de otro, lo que no era permitido, era un robo castigado con falta de reciprocidad en los trabajos. La devoción no es solo porque el animal da dinero, lo que a Eladio no le faltaba, es también porque la vaca, como después entendí, es el símbolo de la paz entre los gallegos.[85]. La devoción a las vacas es tan grande, que me impedía obtener todo lo que yo quería saber para saber de la historia de la aldea, de la memoria viva más vieja de la Parroquia, que entre él y su mujer Margarita Dobarro, componían. Eran mis mejores informantes, especialmente a las horas de almuerzo, esos almuerzos de los Domingos, donde los cuatro Iturra íbamos a la casa más pequeña de la aldea, en el lugar da La Carretera, donde vivíamos. Casa pequeña para albergar a tanta gente: Eladio, Margarita, su hijo Luis y la mujer de él, María de la Fé  y los, en ese tiempo, cuatro hijos de ellos. Esa Margarita Dobarro Silva, que venía de la aldea vecina de La Varela, donde su hermano mayor, Serafín, había heredado la mayor parte de la tierra con todos los "bichitos", un Serafín que era uno de los mejores productores de leche del sitio. Ese tipo de herencia que Margarita, aún lúcida, aborrecía y hablaba mal del sistema, al decir que eran todos iguales, todos hermanos, todos hijos del mismo padre y madre, en fin, todos iguales, deberían heredar también de forma igual, pero por le ley de costumbre cultural del patruciado, ya explicada antes, toda la tierra y todos los bichitos, habiendo heredado ella apenas un cuarto de hectárea de tierra, lo que ella no perdonaba de tal manera, que amable y dulce como era, no se hablaba con su hermano. Conversación que estaba siempre, hasta en nuestros almuerzos de los Domingos, casi todas las semanas. Todo el mundo sabía que Margarita, en su casi setenta años, era una especial hospede, mientras más gente dentro de su casa pequeña, más feliz ella quedaba. Conseguía llevarla al tema de las familias de la Parroquia, pero, apenas tocábamos el tema de quién había adquirido tierra y cuánto y cómo, ella sabía muy bien quien era patrucio  y quién había emigrado para comprar. Y, Serafín, su hermano, salía otra vez al baile de las familias, como si fuera su obsesión… No podía olvidar ni perdonar a su familia.  Todo lo que yo quería obtener era información sobre historias de vida, sobre las familias, y no podía: o era siempre interrumpido por las quejas de Margarita, o por la preocupación de Eladio de pastorear su única vaca. Es necesario decir que las mujeres, excepto nuestra vecina, Maria de las Nieves Arca Taboada, por ser la mayor propietaria de tierras en la Parroquia, tienen un papel muy secundario entre la población. La Ley del Patruciado, ya definida por mí en este texto, como en otros libros, definía quién sería cabeza de familia, especialmente por corresponder a él o ella, heredar la mayor parte de los bienes. Era su deber administrar la llamada compañía familiar gallega, para que a nadie le faltara nada, para que ninguno de ellos quedara pobre o mal parado. Compañía familiar, es una empresa, ya definida por mí en este texto y en otros citados[86]. Eladio no sólo cuidaba de que no comiera dela la hierba del vecino, bien como decía que no tenía necesidad de vacas, pero el problema era lo qué podía hacer sin una vaca en casa, porque estos "bichitos", como Eduardo Fernández y otros decían, todo les daban el apodo de "bichito", un nombre cariñoso, esos bichitos, decía Eladio, solo traen paz a la casa.

O ciertas intranquilidades. Todo era administrado por la denominada Compañía Familiar Gallega, formas de trabajo muy antiguas pero redefinidas recientemente[87], por lo que, como digo al pié de página, la lucha de Margarita era casi imposible, especialmente en una sociedad de vínculos masculinos, donde la persona cabeza de familia es, generalmente, un hombre, denominado El Cabezoleiro.

Así fue como, poco a poco, me fui enterando de costumbres por mí antes desconocidas, bien como por varios de mis colegas de la Universidad de Compostela, que precisaban de agua, de mucho agua, para poder engullir el bolo de la realidad que les presentaba, de su sociedad y que nuestras hijas sabían de memoria, tanto había entrado en ellas las formas de ser de la cultura gallega.

Vamos a ver lo que eso valió para su crecimiento. Comenzamos a usar agua en Escocia y continuamos en… Vilatuxe o Villa del Tojo, esos arbusto que, junto con el llamado de Giesta[88], que tiene flor amarilla, son enterrados durante un año, con bosta de vaca, para podrecer, usando el resultado  como abono natural para la tierra que se va a cultivar.  Pero hay también el arbusto Xesta[89], más usado para el cultivo de la tierra, porque no es venenoso como la Gesta.

Es de estas formas y maneras que fuimos aprendiendo a vivir entre extraños, que, al final, eran todos nuestra familia. No era solo amistad, era cariño de cada generación a la suya. Es así como Paula y Camila, con su prima Alejandra, crecieron juntas y, hasta el día de hoy, son como hermanas.

Fue así también como adquirí muchos discípulos de Galicia, los mejores doctores de hoy, ya catedráticos varios de ellos, y que aprendí ese derecho a la igualdad reclamado por Babeuf en el Siglo XVIII. Los habitantes de Vilatuxe y los de Escocia eran muy clanicos. Nosotros, pasamos, hasta el día de hoy, a ser parte de ese clan, con los mejores amigos del alma. Nunca más fuimos extraños. Somos… familia.

5. – El Crecimiento.

Es más de que conocida esa idea cultural, de que los hijos no escogen a los padres que tienen[90]. Esa idea está en todos los pensamientos, especialmente entre los hijos de familias con problemas domésticos dentro de casa. Cuando crecen, se apartan de sus padres para tener vidas autónomas e independientes. Esa idea es casi un proverbio, especialmente en los países latinos, donde los papás están siempre detrás de los hijos, cono si ellos aún no hubieran crecido, como si no fueran ciudadanos autónomos, con soberanía. Ser padre o madre, sin embargo, no es sólo una relación biológica, es una relación social. Esa relación que define de quién se es hijo, cual la situación social, los interdictos y prohibiciones para casar, para hacer hijos, para los deberes de alimentar a la descendencia, de educarlos y cuidarlos en cuanto no son autónomos. Es un hecho social, del tipo definido por Durkheim en 1893[91], en su texto conocido como la División Social del Trabajo. Hecho social, pero también legal[92], como  he referido tres líneas atrás. Es casi redundante decir hecho social y también legal, porque si no hubiera una relación social entre quienes pueden casarse y quienes no, quienes pueden casar con quien y con quien no, no sería un hecho social, que debe ser legislado, como el propio Durkheim refiere en su texto de 1893 y yo comento en varios de mis libros. 

De hecho, la relación entre padres e hijos es una relación de Derecho, ese juego de palabras que gusto usar, entre hecho y derecho, como es el juego de ser padres y tener obligaciones con los hijos, que pueden ser muy pesadas muchas veces. Al comienzo, es el romance de la paternidad de dos enamorados que se quieren profundamente y que, como resultado de su pasión, nacen niños que se enferman, que lloran, que tienen que ser operados, o que, cuándo crecen, acaban por tener dificultades en la manutención de su familia, familia hecha siempre por medio de una relación contractual, al estar definida no apenas en el texto citado del Código Civil, como también en los textos de varias religiones, consideran sagrados, es decir, respetables y deben ser obedecidos.

Creo que, antes de pasar a los comentarios de los textos, querría hacer un comentario sobre el hecho de la paternidad. Normalmente, las personas amamos tener hijos que nos llenen de alegría y sean nuestra paz en el día de ellos tener su descendencia. Siempre he pensado que el estatuto de abuelo-abuela, es el mejor galardón para un padre y una madre que se han preocupado con sus hijos de todas las maneras posibles y con todas sus energías, que deben aceptar las reglas que nos imponen cuando los descedientes están a criar a sus propios hijos. Lo que menos desean es intromisión de sus adultos del día de ayer, los viejos del día de hoy, porque lo que para nosotros los adultos mayores es una delicia, para los nuevos jóvenes adultos acaba por ser una imposición, o, pero aún, una intromisión. Recuerdo, cuando yo era adulto joven, haber impuesto leyes de visita a nuestra casa a mis padres y a mi suegra. Mis padres tenían la costumbre de entrar en la casa de sus hijos casados, cuándo querían y a su conveniencia. Es necesario confesar que nunca venían con las manos vacías, siempre había regalos, como mi mujer y yo hacemos hoy, al visitar la casa de nuestros hijos y los hijos de ellos. Hoy en día, puedo advertir que era una intromisión en la vida de los que nos tenían criado con  grande esfuerzo y mucha paciencia. Quién me enseñó a hacer como debía ser, fue la madre de mi mujer: siempre estaba presente, de forma discreta, casi en silencio, siempre a ayudar en los quehaceres domésticos, cariñosa con sus nietas, sin nunca interferir en nuestra especial forma de educación, con mucha gente en casa, con visitas de las amigas de nuestras hijas y con un profundo sentido de la maternidad. Ese sentido de maternidad que la acompañó hasta su último día, heredado por sus hijas y sus nietas.

Hijas y nietas que han aprendido a controlar las incursiones de sus padres, especialmente las mías, dentro de sus vidas de adultos, particular y privada. Particular, porque piensan de otra manera, piensan de forma británica: toda persona es autónoma, libre e independiente, especialmente si los padres son padres gallinas, que están siempre a querer saber lo que se pasa con sus hijos y con sus nietos, o quieren ayudar cuando no es necesario, como piensan y creen en su entendimiento de padres jóvenes. La madre de mis hijos aprendió rápidamente que era mejor dejar solos a los hijos y a sus descendientes y preguntar sólo cuando ellos llaman. Las preocupaciones de nuestros hijos, las hablamos entre ella y yo. Es decir, cuando ella quiere hablar, que ni siempre es el caso, por ser una mujer prudente. La madre de nuestros hijos ha pasado también, por el hábito y las costumbres, a pensar y actuar como la cultura británica manda, en lo que tiene mucha razón, de otro modo no sobreviviría en una cultura ajena a nuestros hábitos y costumbres, al nuestro tipo de pensamiento, que es eso mismo, como mi suegra, de tentar cobijar sobre sus alas a toda las descendencia. Los hijos lo quieren ser solo cuando buscan el afecto y el apoyo de su madre, porque nosotros, los padres latinos, seguimos dentro del montón de información de los que desean saber sobre el comportamiento, salud, aventuras y desventuras de nuestros descendientes. Los padres latinos, somos ¡montoneros! No es un movimiento, es otro hecho social, como está definido por Durkheim, citado antes.  Montoneros del tipo Manuel Rodríguez, el patriota chileno que he citado en otro libro mío, pero que no puedo resistir colocar otra vez dentro del texto, para que mis descendientes sepan quién era el héroe que ayudó a  consolidar nuestra independencia como colonia de la Monarquía Española en 1810-1819: Héroe militar Coronel Manuel Rodríguez Ordoíza

Su vida pública comenzó el 11 de mayo de 1811, al ser nombrado Procurador de la ciudad de Santiago por el Cabildo Metropolitano. El 4 de septiembre de 1811, fue elegido Diputado al Congreso por la ciudad de Talca. El 15 de noviembre de 1811, fue elegido Diputado por la ciudad de Santiago. El 16 de noviembre de 1811, fue nombrado Secretario de Guerra. La fuente de la información es el periódico del Sacerdote denominado el Padre de la Buena Muerte, Camilo Henríquez, fundador y Director del primer periódico chileno, La Aurora de Chile[93] . Era llamado de la Buena Muerte, debido a que la Orden de la cual era parte, estaba formada para asistir a los más enfermos, por un lado. Por otros, Camilo Henríquez se había librado de las investigaciones y reglas de comportamiento social mandadas por la Inquisición Española, de muy buena salud en la Colonia de Chile. La denominada Santa Inquisición, que, de Santa, solo tenía el nombre, porque mataba paganos de toda suerte, definiendo pagano como todos aquellos que no cumplían los mandatos que "La Santa" iba creando, esta Santa lo perseguía por causa de sus escritos subversivos y en pro de la Independencia de la Colonia, llamada en ese tiempo El Reyno- la palabra no es una falta de ortografía, era así que se llamaba la Colonia hasta su emancipación en 1810 y pasó a ser República, el  día 12 de fevereiro de 1818, en un acta firmada por el Director Supremo en el aniversario de la Batalla de Chacabuco, en que habían corrido con los españoles monárquicos. O'Higgins fue nombrado Director Supremo y, en el día 12 de fevereiro de 1818, primer aniversario de la Batalha de Chacabuco, declara formalmente la independencia de Chile, que se confirmaría con la victoria del ejército chileno en la Batalha de Maipú, el 5 de abril del mismo año. El original de este texto está escrito en portugués, pero lo traduje de forma libre, texto completo con copia del Acta,  en la cita de la nota al pié de página[94]

Había aún batallas para ganar y dejar el país libre de  conquistadores. Aún cuando la batalla de Chacabuco, llamada así por haber sido peleada en esa encuesta de la Cordillera de los Andes, parte chilena, había acabado casi con el ejército de los españoles, con la colaboración del General  argentino José de San Martín, quién estaba advertido de los movimientos de las fuerzas realistas que lo esperaban del otro lado de la cordillera, por los informes que le hacían llegar patriotas que permanecían en Chile, como Manuel Rodríguez y Camilo Henríquez entre otros, enviados personales y guerrillas locales que hostigaban a los invasores. La información  aparece en la ligación que cito al pié de página[95]: 

Pero aún había batallas necesarias de ganar. No es por acaso que el Acta de la Independencia hubiera sido redactada, escrita y proclamada en la, en ese tiempo, Villa de San Agustín de Talca, después de haber ganado las batallas contra las tropas realistas en los capos de fuera de la Villa, hoy ciudad, de  Lircay y de Cancha Rayada, en Talca, una batalla que los Chilenos iban perdiendo pero la intervención del pueblo de la Villa, y la llegada de refuerzos traídas por el General Freire, desde Concepción, salvó la Patria, como aún se dice en el lenguaje cotidiano de los chilenos, y Chile pasó a ser independiente. Salvar la Patria es usado como forma de hablar común cuando hay una catástrofe de cualquier tipo y se recupera lo perdido. Como ese día de los años 90 del Siglo XX, cuando perdí mi cartera con documentos y tarjetas de banco, en el terminal de buses que me transportaba desde Valparaíso hasta Talca. Llamé de inmediato por teléfono a mi hermana en Talca desde el terminal en que estaba y le pedí que mandara cancelar mis tarjetas. Para mi alivio, cuando dejé de hablar con ella, la cartera había sido encontrada por una señora que preguntaba: ¿De quién es esta cartera?. Bueno, mi alivio fue inmenso. Llamé de inmediato a mi hermana, que, sabiendo lo despistado que yo soy y lo cuidadoso con mis asuntos bancarios, aún nada había dicho al Banco, en ese Viernes de Enero de 1999, a las 12 del día. La llamé de nuevo, con mi hermana María de los Ángeles que me acompañaba, le dije. "Linda, ya la encontré", ella respondió: "Yo sabía, por eso no he llamado al Banco. Tú eres muy cuidadoso como para perder algo de tanta importancia. Salvaste la patria, hermano…"

Camilo Henríquez fue otro héroe de la Independencia de Chile. Como estas palabras son para mis descendientes, educados lejos de la memoria de  no puedo dejar de colocar dentro del texto, quién era Camilo Henríquez y cómo fue héroe de la Independencia de Chile. El texto, retirado de la información en línea, llamada Memoria de Chile, dice: Haciendo de la pluma una espada

Camilo Henríquez nació el 20 de julio de 1769 en Valdivia. A los catorce años de edad fue enviado a Lima (Perú) por sus padres, para que continuara sus estudios básicos. En esta ciudad estuvo bajo la tutela de su tío materno, el Padre González, quien lo matriculó en el convento regido por la Orden de San Camilo de Lellis o de la Buena Muerte. Fue durante los años de convento que Camilo Henríquez se consolidó como hombre de letras. En este lugar tuvo la posibilidad de conocer un mundo culto e ilustrado, además de tener contacto con hombres doctos y eruditos. Asimismo, fue allí donde asumió su discurso ideológico en pro de la libertad e independencia de las colonias del Nuevo Mundo. Regresó a Chile en 1810, motivado por el movimiento emancipador que se estaba gestando, deseoso de transmitir sus ideas revolucionarias. Se entregó por entero a la causa de la Independencia y escribió una de sus mayores obras a favor de la libertad: La Proclama de Quirino Lemáchez, en 1811. Ese mismo año, redactó otro de sus famosos discursos, Sermón en la instalación del Primer Congreso Nacional con ocasión de la inauguración del Primer Congreso Nacional en Chile.

Tras la llegada de  la imprenta a Chile en 1812, Camilo Henríquez fundó el primer periódico de la nueva nación independiente, la Aurora de Chile. [96]

Esta publicación fue la que colaboró a informar lo que pasaba en Chile, significó una decisiva herramienta para este hombre de letras, quien se desempeñó, tras ser designado por la Junta de Gobierno, como uno de sus principales redactores. Con la aparición de este primer periódico, el pueblo chileno pudo conocer los ideales republicanos de Camilo Henríquez, lo cual se evidenció desde la publicación del primer número, el 12 de febrero de 1813. Este número modelo, recibió el nombre de Prospecto, y en éste Camilo Henríquez señaló en forma clara los objetivos de La Aurora de Chile: construir los valores de la nueva nación chilena y configurar su identidad.

Esa Independencia ganada por nuestras descendientes en su edad adulta, que estamos  obligados a respetar.

Esta publicación no solo ayudaba a dar información, bien como era más una manera de entender lo que pasaba entre uno y otro lado de la Cordillera, ayudando así, Camilo Henríquez, a Salvar Patria.

Esta información no es toda mía, está retirada de varias fuentes de la historia  de la República de Chile en línea, que se encuentra en los sitios que voy a definir en breve. La Independencia de Chile no fue fácil de alcanzar. Al contrario, es hasta extraño que haya sido posible, porque había muchas derrotas y muchos desastres. Las fuerzas españolas sabían lo que debían hacer, las de los chilenos, ciudadanía creada apenas en 1829 por O"Higgins, antes de abandonar el poder y el mando y refugiarse en el Perú.

Chile entró en un período de inestabilidad, porque era muy difícil organizar un país habituado a ser gobernado desde afuera, Normalmente, la administración era hecha a partir de Madrid, con la intermediación del creado virreinato del Perú. No había experiencia de auto gobierno. Lo que existía era una manera de ser sometidos a las leyes no sólo del Reino de España, sino que también a lo que los condes y barones, o la aristocracia llamada criolla, mandaba, especialmente si esa aristocracia era capaz de mandar por poseer todas las tierras y los medios de trabajo y producción. La población nativa y la mestiza era mucho mayor que la población de propietarios. Siempre he dicho que Chile es un país de mestizos, solo que, me parece, nadie quiere creer. Como he dicho en varios libros míos, la Historia de Chile contada por Jaime Eyzaguirre[97] y por Francisco Encina[98], acaba por ser una vergüenza. Ambos aseguran en sus textos de que Chile es de Raza Hispánica, como está definido hasta en las Enciclopedias de todo tipo, entre las cuales la Wikipédia, escrita por alguien que ha pensado en lo que no debe y ha escrito lo que es más conveniente, pero nada adecuado, esas palabras mías definidas en mi libro del año 2000, O saber sexual da crianças. Desejo-te, porque te amo. Libro en el que defino el origen de Chile y de los chilenos, texto ofrecido por mí a las Universidades Chilenas, pero que nadie quiere traducir porque las persona estiman que son muy españoles. Como Eyzaguirre y Encina, cuyos nombres y prosapia indican de inmediato que no hay relación de sangre entre sus familias y los denominados criollos de Chile. Es como si el cordón umbilical a la, denominada en Chile, la Madre Patria, el Reino de España, aún no se hubiera cortado. Hasta existe un día especial, el 12 de Octubre de cada año, que es fiesta y día feriado, llamado el Día de la Hispanidad, desde 1971, porque hasta el Presidente Allende lo que se celebraba era el Día de los Descubrimientos, idea ridícula de celebrar la muerte de tantas etnias naturales del continente americano, desde México, duro, peor aún en el Perú, y en Chile, de la forma que he narrado y probado en otros libros míos. En ese día se conmemora el descubrimiento de lo que, en esos  tiempos del Siglo XIV, más precisamente en 1492, Cristóbal Colón denominó las Indias Orientales, que pasó a ser, aún en vida de Colón, América o las tierras de Américo Vespucio, un asistente del Descubridor, que tuvo la idea de hacer un mapa de toda lo que es hoy, América Latina. Lo de latina, es lo que no entendemos por qué, si los romanos nunca estuvieron en el llamado hoy, Nuevo Continente. Talvez el nombre haya sido inventado para separar los dominadores de los dominados, todos dentro del Nuevo Continente. Asunto que se puede pensar al saber que partes de lo que era México, como Texas y otras provincias, don hoy de los Estados Unidos de América y no de la República de Estados Unidos de México.[99] Ese  día de la Hispanidad, en mi manera de pensar, debía ser cambiado y mudado para otro tipo de nombre: el día de la esclavitud, el día de la invasión, todo, excepto el día de la Hispanidad. Ha sido cambiado también, en el caso de Chile, para el Dia de la Raza.[100]

No puedo olvidar cuando discutía con un señor que decía que se sentía muy Español, y yo, al ver su cara color de cobre, con un mentón cuadrado, muy típico de los Mapuche, le pregunté cuál había sido el oficio de sus padres y el me respondió, barqueros que guiaban barcos desde el río Maule hasta el mar, porque conocían toda la parte baja del curso del río: Dónde había bancos de arena, dónde se podía pasar sin peligro, dónde había rocas que debían ser evitadas, un tipo de saber que había encontrado yo entre el clan Picunche de la Etnia más conocida de Chile, los Mapuche. Es por eso que me pregunto qué celebraba en el día de la Raza, si los mismos chilenos hijos de nativos, se creen ser españoles y blancos. Siempre he dicho que mi gran pena es ser descendiente de Españoles y no tener nada en mi rostro que revele que soy diferente. En Chile no sólo se celebra el día de la Raza como día de España-como mi madre española decía a mi padre descendiente de vascos por muchos siglos: "Nosotros vinimos para tirar las plumas de tu cabeza, si no fuera por nosotros, aún andabas con plumas, como Lautaro, Colo-Colo, Galbarino…" Evidente era que lo hacía por simpatía. Nuestra madre era solidaria con las desgracias de los chilenos pobres, que eran muchos. Es esa batalla peculiar en Chile, quién es más blanco y más español… Peculiar, por la vergüenza de poder, eventualmente tener algún ancestro nativo en su genealogía.[101].

No es bien claro que es lo que se celebra en el denominado día de la raza, porque hay los que dicen Hispanidad, otros de Genocidio, otros de cuál raza, todos se preguntan por qué. Pero hay un asunto que es cierto: el día de la Raza fue creado por motivos políticos, que voy a citar[102]. Estoy cierto de mis descendientes, cuándo lean estas dudas del abuelo, en los hechos, las dudas del  Opa Daddy para los de Holanda, o Grand-Pa para los del Reino Unido o Inglaterra, como ese Reino Unido o Comunidad de Riqueza, en inglés Commonwealth, se dice en Chile, como si el Reino Unido fuera apenas Inglaterra, dejando fuera la autonomía de otro reino que está dentro de la Commonwealth, como Escocia, o el Principado de Gales, para mí el País de Gales, la aún en guerra y luchando por su autonomía, Irlanda del Norte, esa denominada Provincia de Ulster, que paso a dar pistas para que mis descendientes sepan dónde está y lo que en ella acontece,[103], los países del Canadá Inglés, Australia toda y otros territorios, como las Islas Malvinas de Argentina, denominadas Falkland Islands por los británicos, el morro ibérico o Giblartar, de soberanía británica. Para no incurrir en errores, voy a citar lo que se entiende por Reino Unido[104]. Es necesario definir también cómo y por qué este Estado  es parte de la soberanía del monarca inglés, esa comunidad de bienes,[105]entre la antigua Inglaterra de Isabel I de Windsor que conquistó el mundo, incluyendo a Escocia. Abandonada por su corte e sus apoiantes, Mary Stewart, o Maria Estuardo en Castellano, que había sido reina de Francia, antes de Escocia desde los 9 meses de edad, teniendo como Regente a un tío suyo, Robert de Bruce, fue escogida por Maria de Guisa, reina de Francia, para ser la mujer del Delfín o heredero de la Corona de Francia, Francisco II, muero muy joven de cólera, vuelve a una Escocia dividida entre protestantes y católicos. Fervorosa Católica, no sabe qué partido tomar y acepta la ejecución de católicos como de protestantes. Es obligada a casar, como cuenta la historia que, en parte reproduzco al pié de página[106]. La historia de la llamada Reina de los Escoceses, está narrada por Stefan Zweig[107], en un libro que leí desde niño y que, entre tanta mudanza de país, he perdido. Maria de Escocia fue acusada del crimen de adulterio con su Secretario privado, David Ricio, como consta en los libros de Historia[108].

Ha sido ese mi habitual desgarro del texto central, para indicar a mis descendientes para dónde mirar si quieren saber más. Porque el texto central habla sobre el crecimiento de nuestros descendientes y no he escatimado texto ninguno  para referir las historias más amadas por mí y que leía a nuestras pequeñas hijas siempre que podía, sólo que eran libros en inglés, la lengua que ellas debían hablar dentro de la vida social con interacción entre británicos. Solo la madre de mis hijas es quién hablaba siempre en Castellano, quedando así bilingües desde su más tierna infancia. Debe ser esa la razón por la cual, hoy en día, hablan tantas lenguas. Habitualmente, los colonizadores ingleses sabían apenas su lengua, hasta el día de hoy. Nuestros descendientes hablan el inglés sin ninguna dificultad, hijas, yernos y nietos.

 De alguna manera el crecimiento de ellas fue siempre muy apreciado por nosotros, sus padres. Muy cuidadoso, diría yo. Camila era la más difícil de educar. Como pasaba con una hermana nuestra, madre de cuatro, habuela de muchos más y bisabuela a los 45 años, que desde muy niña, esa hermana Flor María, inventaba enfermedades para no ir al colegio, Camila también: ¡hasta parecía genético! No había día que no tuviera rabia de ser despertada a las  siete de la mañana, para ir a su escuela, a media cuadra de casa. Siempre había un problema. Ya no sabía si creer o no. Normalmente, y contra la opinión de mi mujer, no le creía, lo que hacía de la ida a la escuela un suplicio que, con mucha paciencia, yo iba aguantando. Un día, dijo que no podía andar, que le dolía el estómago en la parte derecha del mismo y cojeaba. Quedé en la duda, pero no tuve  ninguna compasión y la llevé a la escuela. Fui llamado de inmediato desde la Escuela a mi Departamento de Antropología en Cambridge porque la niña vomitaba. Corrí en mi bicicleta, en esos jóvenes 33 años, legué a la escuela en medio minuto – en Cambridge es un amontonamiento de sitios de uso social, todas las estructuras convenientes, estaban al lado de la otra, eso sí, dentro de la Universidad. Al verla, estaba pálida y lloraba de dolor. Así de inmediato le llevé al Centro de Salud nuestro o Surgery en inglés, la vio nuestro médico y diagnosticó una apendicitis aguda que debía ser operada en ese mismo día y hora. En la bicicleta la llevé al Hospital de la Universidad, Addenbrook"s, donde, en el día y hora que escribo esta parte de este libro, ella también se encuentra, por motivos mucho más tristes y pesados, horas del luto de ella y su hombre, por la pérdida de un niño, noticia que espero saber a todo minuto, pero que me han prohibido preguntar porque interrumpo. Más un problema de las culturas diferentes entre padres e hijos: la lengua, el pensamiento, las ideas y las costumbres. Camila adulta, está sola a perder su bebé con su hombre, mi mujer es la paloma mensajera que me ha prohibido preguntar hasta ella no me decir alguna cosa, sin Dios ni Ley. Cuando era el padre joven que la llevó al Hospital y quedó internada, de inmediato llamé a mi mujer que estaba en trabajos en Norwich, ciudad cercana, pero distante de la nuestra. Llegó de inmediato, como buena madre que ha sido siempre, cuándo la niña estaba a ser operada. Lloró, traté de consolarla levemente, no may mejor alivio que llorar en esas situaciones, la acaricié para provocar más llanto, y esperamos, esperamos, esperamos. La operación era arriesgada y debía ser todo limpio porque el apéndice se había reventado. No puedo olvidar, dentro de su dolor, la mirada triunfante de Camila que me encaró y me dijo: "Wel, then, Dad, ¿was"nt I  sick?". Estaba orgullosa de su reivindicación. La tomé en mis brazos, a esa mi niña querida, la acuné y le dije que lamentaba tanto no haberla creído, que había colocado su vida en peligro y que lo lamentaba. Yo estaba deshecho, por no haber creído, pero sí por su enfermedad, que ella no entendía. Camila sólo quería tener razón y mostrar a su padre que era injusto con la hija. Al salir del quirófano, ese theatre en inglés, que en Castellano sería Teatro, el drama comenzó. La médica que la había operado me encargó que ese día solo podía beber agua y ser alimentada por suero. Cuando pasó de nuevo, tarde ya, me recomendó que debía caminar lo más posible para mejorar el período post operatorio. Al día siguiente la levanté de su cama de hospital temprano y caminó, para su disgusto. Ella estaba… ¡Enferma! Le hacía perder su gran triunfo sobre mí, ese creer ella que yo no tenía confianza en sus palabras. Mi mujer llegó más tarde y al verla caminar, se enojó y me dijo, Raúl. Por Dios, como te atreves, ¡la niña no está bien! Bueno, era lo que Camila esperaba, ese apoyo de enfermedad que su madre siempre le daba. Eran dos especialistas en la materia. Camila comenzó a cojear de inmediato y me lanzó una mirada muy perturbadora. Con mi calma habitual, expliqué a Gloria que la médica había dicho que debía andar para mejorar. Gloria dijo, qué saben estos médicos, si ni papás son. La tomó en sus brazos, la metió en la cama, comenzó a acariciarla y yo me separé con tristeza, la enfermedad iba a ser más prolongada de esa manera. La médica pasó, y dijo que hacía esa niña en la cama, si ya estaba sana. Por prudencia callé, no quería abrir brasas otra vez y le pedí que hablara con mi mujer. Ella, en su buena voluntad, la oyó, dijo, bueno si es así, yo la hago andar. Pero fue con su madre que anduvo, conmigo no quería nada, era la perfecta hija de una madre perfecta. Le entregué el turno a ella, me fui a buscar a Paula que había quedado en casa de amigos, la llevé a la nuestra y dejé a madre e hija regalona, por cuenta de ellas. Yo era un estorbo en dos sentidos: para ellas, y, lo que era peor, para la mejoría de nuestra bien amada hija. Y a en casa, la enfermedad de Camila se prolongó por muchos días. ¡Paciencia! Esa era nuestra realidad. Como la de hoy, que treinta años después, se repite. Voy a parar un poco. Es una forma de escribir sobre hechos pasados que me duelen profundamente. Frente a las mujeres de mi casa nunca tuve razón, ni antes, ni treinta y muchos años después. Mi ideal de familia estaba, como hoy, destrozada. Me había preparado toda la vida, para… nada… y la cosa ninguna, como acostumbra decir

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