Como un aporte cultural, a la ética y a la formación del gentilicio del funcionario. Para usted nuestro vigilante de tránsito
Enviado por Antonio José Suárez Rojas
Esta historia comienza en un precioso valle bordado en un verde esmeralda, un caserío de pocas casas custodiado por un sin numero de pinos que desafían las alturas queriendo tocar esa bóveda celeste que los bendice
Cerca hay un cruce de vías donde convergen los limites del Zulia y Trujillo en ese cruce una vía va para Mene Grande y Bachaquero la otra va para Agua viva en el estado Trujillo.
Cerca hay una estación de servicio y en su entrada esta nuestro amigo Patillero Pedro Juan Inocencio, ofreciendo sus frutas, ¡patillas ! ¡patillas! Grita su pequeño hijo Javier Enrique que le ayuda con febril entusiasmo, las ventas fueron candorosas
Pedro Juan y su hijo en cuanto baja el sol se disponen a regresar a casa cuando su hijo le dice ¡Papá! ¡Papa! Compremos pan para mi Mamá y mis Hermanos.
¡ Oye Papá! Hoy nos fue bien verdad
Papá, con gran entusiasmo le dice
Cuando lleguemos le decimos a Mamá que me haga carne picadita con arroz que tanto nos gusta a todos –Bueno hijo recojamos todo en el jeep y nos vamos a casita.
¡Ay hijo! Lo contenta que se va a poner Hermelinda, vámonos hijo ante que se nos haga de noche.
Y allí va ese jeep con toda su carga de alegría y esperanza de la familia en ese jeep va Javiercito que por ser sábado no va a la escuela y le ayuda a su Papá, compartiendo sus alegrías y más hoy que vendimos bastante patillas nos vamos para Agua Viva en el estado Trujillo, nos vamos a casita.
Mientras el jeep se desliza en la noche, comienza a acercarse a un puesto de tránsito denominado las palmas del estado Trujillo.
Donde la noche es serena el vigilante de transito en su puesto esta al acecho los vehículos se deslizan en fugaz carrera el hombre agudiza sus sentidos, ya su paciencia se agota, arquea sus cejas, agudiza la mirada, ejerce una muesca de odio, y se lanza como flecha, pito en boca tras la humanidad del conductor de un jeep destartalado, sin luces, apenas un cocuyo le destellaba. El vigilante ensaya una mirada dura, despiadada, como la de su superior, un sargento experimentado, de paso presuroso como aquel que lo ha pasado todo, de saberlo todo.
Ese Vigilante de Tránsito montado en el corcel de su inmaculada autoridad, como ave de rapiña tras su presa, clava sus garras de autoridad. ante la débil y desnutrida humanidad del humilde vendedor de patillas.
El conductor tiembla, los nervios brotan las palabras se entrecortan pues ya de antemano sabe las consecuencias del agresivo silbato.
A su vez el hombre con voz amenazante, con bastante fuerza de autoridad, exclama ¡buenas noche! Ciudadano le hace un maltrecho saludo militar y continuación en forma grave; ¡ sus documentos!
La postura es altiva, el caminar pausado, movimientos mecánicos acompasados.
Mientras tanto el conductor, por su nerviosismo, el sudor le resbala por su frente y todo el cuerpo. A toda prisa busca la cartera, pero los nervios lo hacen torpe, interrumpe de nuevo el funcionario con voz autoritaria, ¡licencia!
Y el chofer aun más nervioso la extiende ¡unmum! Pero estos sellos parecen que están al revés ¡oh! No señor vigilante se le juro que es nuevecito. Lo mira como verdugo al reo, y le dice, sígame, acompáñame a la oficina, el vehículo esta detenido y será remolcado al estacionamiento.
Seguidamente el funcionario se encamina al puesto de vigilancia, lo sigue el conductor tratando de igualarle el paso, mientras camina va arrastrando sus pasos pues de antemano sabe la suerte que correrá
¡Oh dios mío! Que mala suerte la mía tenia que conseguirme con este vigilante las ventas de esta semana me las van a quitar ¡ay¡ Hermelinda mi esposa, ahora como te compro las vitaminas que te receta él medico
¡hay dios mío los zapatos de Javiercito ahora como lo compro, ¡oh¡ como voy a comprar mas patillas si el compadre Nicolás ya no me fía
¡oh dios mío¡ ayúdame a ablandarle el alma a este vigilante para que no me quite toda la platica
¡oh dios! Mío mi familia.
Siéntese ciudadano, dice el jerarca sintiendo que dominaba la situación, él articula (tal de la ley) dice y no me interrumpa por lo tanto usted a violado la ley de transito terrestre en él articulo 66 y todos los demás artículos por no tener cauchos nuevos, luces en buen estado y todo lo demás por lo tanto el vehículo (ese jeep) destartalado será remolcado al deposito de INNT hasta tanto no reúna las condiciones para circular ¡pero! Exclama Pedro Juan. ¡Silencio! Ciudadano déjeme terminar, porque le estoy elaborando una boleta con una multa para que la pague al banco.
¡Pero! Señor fiscal, hoy es sábado, ese no es mi problema,
(Pedro Juan) se hundió en lo mas profundo del sillón queriendo desaparecer; Recordando a su dulce mujer cuando le decía Pedro Juan hoy es tu día el sol brilla de lo más lindo y hace mucho calor y los clientes compraran tus patillas ¡hay Pedro Juan! Que el señor te bendiga porque el mercadito se nos acabo los zapatos de tus hijos hace tiempo que están rotos ¡dios te bendiga! ¡ Pedro Juan!
Fue sacado de sus pensamientos cuando entro otro vigilante con un estupor altanero, oscilando su corpulenta obesidad blandiendo orgulloso sus brazos para que todos los presentes pudieran admirar sus tiras de sargento;
Tiras obtenidos hacia mucho tiempo tanto que el mismo no lo recuerda.
Tanto que eso fue en la época de la dictadura pero yo soy el sargento, toma la gorra y la hace circular en la mano y en tono grave y autoritario dice ¿cuál es el caso del ciudadano aquí presente? Y mira inteligentemente a su subalterno.
Infringiendo la ley ¡mi sargento! ¡Infringiendo!
¿Cómo? Otra vez no estuvo aquí el sábado pasado
y quitándose los lentes para limpiarlos, observa de reojo al detenido a su vez se coloca los lentes pudiendo observársele una sonrisa tenue pero satisfactoria.
Ya ve lo que dijo el sargento que de suerte estas el sargento te tiene simpatía ya esta casi te vas.
Seguro señor vigilante, cuanto se lo agradezco le va a quedar agradecido, dios se lo pague.
Pasaron largas horas y Pedro Juan espero sentado apaciblemente, pero su rostro mostraba la viva imagen de la tragedia vivida.al fin entro otro vigilante y le dijo en tono seco. Si arreglo con el distinguido se puede ir.
Verdad señor ¿me puedo ir? Claro y se pueden llevar el jeep, gracias señor, muchas gracias.
¡Pero! Ayúdenos a empujar el jeep, por favor, le dice el hijo de Pedro Juan al vigilante, ¿Papá ya prendió? ¡Sí!
Y se fue Pedro Juan pensativo, humillado, con la más profunda pena arrastrando en su alma. ¡Oh dios mío! Como permites que pasen estas cosas, en esta mi Venezuela bonita.
¡Papa! ¿Qué té pasa? ¡Porque estas tan triste!, ¡Que te hizo ese funcionario que te puso tan mal!, ¡Papa!
Sabes papá que la maestra dice que un funcionario sirve, protege, orienta a un ciudadano y su vez el ciudadano le debe respeto con una gran consideración ya que él luce su uniforme con orgullo, honor y con una gran rectitud actitud que lo hace un ciudadano muy distinguido porque ejerce el don de la justicia lo cual lo convierte en una persona noble.
¡Mira hijo! Eso que dice la maestra no pasa de ser una teoría escrita en los libros, porque la realidad es otra hijo,
escúchame bien este consejo practico para tu vida hijo y díselo tu mismo a tus hermanos, óyelo bien hijo mío, jamás confíes en un Vigilante, Policía, Guardia Nacional pues la experiencia me ha dicho que los funcionarios tanto civiles como militares, cuando se te acercan es para perjudicarte hijo, cuídate de ellos no te acerques mas de lo necesario sigue sus instrucciones hasta que te puedas alejar de ellos ¡pero!,
También te digo hijo que en lo largo de mi experiencia siempre hay excepciones, pero muy pocas y siempre son de personas capacitadas.
¡Bueno hijo! Presta atención a lo que te dice la maestra, estudia, capacítate, por si algún día llegas a ser uno de ellos puedas cambiar el rumbo de las instituciones por una Venezuela mejor.
Estudia y estudia mucho porque en la medida que nos capacitemos, vamos fortaleciendo la tan ansiada democracia.
Pero hoy hijo aunque vamos aporreados todavía nos alcanza para tu carne picadita con arroz.
Antonio José Suárez Rojas
Nacionalidad: Venezolano.
Profesión: Transportista de Mudanzas
Mérida – Venezuela.