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Antropología: Funcionalismo “Los argonautas del pacífico occidental” de B. Malinowski

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    Para empezar a analizar la corriente antropológica conocida como "Funcionalismo" (estudiada en este trabajo a partir de la lectura de Malinowski, sin dudas su principal exponente) es conveniente confrontarla primero con su predecesora, denominada "Evolucionismo". Según la concepción evolucionista la cultura se define como

    (…) aquel todo complejo que incluye el conocimiento, las creencias, el arte, la moral, el derecho, las costumbres y cualesquiera otros hábitos y capacidades adquiridos por el hombre en cuanto miembro de la sociedad.[1]

    Más que de un "todo complejo", Malinowski nos habla en su texto de un esquema preciso y claro, que naturalmente abarca todos los aspectos allí mencionados, pero del que además es parte integral el comportamiento del indígena, idea que parece ser dejada de lado en la definición anterior. Dice Malinowski, respecto de la actitud que debería adoptar el etnógrafo en la observación de determinado tipo de ritual:

    (…) cuando se observan los actos sobresalientes de la vida tribal, ya sean ceremonias, ritos, fiestas, etc., junto al simple esquema de los hechos, deben proporcionarse los detalles y la tónica del comportamiento (…).

    Es indudable que tanto desde el punto de vista sociológico como psicológico, y para cualquier problema teórico, la forma y el tipo de comportamiento es un hecho, un hecho relevante y se debe observar.

    (…) Eso le permitirá "situar" el acto en sus propias coordenadas dentro de la vida tribal, es decir, distinguirá si es excepcional o corriente, según se comporten los nativos de forma rutinaria o alteren por completo sus comportamientos.

     En función de la idea de componer este esquema y de considerar el factor comportamiento dentro el mismo, el autor propone ciertas condiciones y preceptos metodológicos para el trabajo de campo que tienen como centro buscar una labor absolutamente objetiva, que tenga un marco teórico como base, que distinga la observación de las conclusiones y que se fundamente certeramente en los hechos.

    El objetivo de este trabajo consiste en desentrañar las características de dicho método.

    Para el funcionalismo, la objetividad científica es un requisito indispensable en el campo de la etnografía. Malinowski dice a este respecto que la objetividad en el trabajo etnográfico se logra mediante la inserción total en la cotidianeidad de la vida del grupo a estudiar.

    A propósito, el autor aconseja tener un lugar donde guardar algunos víveres y que sirva de refugio ante cualquier adversidad, pero que este lugar esté lo suficientemente alejado como para impedir que el antropólogo se tome un rato del día para visitar ese "refugio" donde tomaría contacto con gente blanca ajena a la tribu.

    De esta manera, se logran dos cosas. En primer lugar, el antropólogo se acostumbra a la vida tribal y, del mismo modo, el grupo se acostumbra a su presencia. Así, el "blanco" no constituye un obstáculo para que la vida de la tribu se desarrolle normalmente. En segundo lugar, nos alejamos del hombre blanco y de sus ideas.

    Como dice el autor:

    Estaban llenos de prejuicios y opiniones tendenciosas inevitables en el hombre práctico medio, ya sea administrador, misionero o comerciante, opiniones que repugnan a quien busca la objetividad y se esfuerza por tener una visión científica de las cosas.

    La crítica inevitable que surge en el funcionalismo hacia el evolucionismo (corriente antropológica que previamente imperaba) es la que se realiza al etnocentrismo. El mismo pasa a ser reemplazado por el concepto de "relativismo cultural", que descarta la idea de que existen diferentes niveles de civilización, en lugar de lo cual hablaremos de formas distintas de organización.

    No debemos pasar por alto, sin embargo que esta nueva concepción también trae aparejada una intencionalidad política subyacente por parte del europeo (del inglés, para ser precisos) que consiste en gobernar al "otro" cultural desde una posición más impune y, por ende, más efectiva.

    Por otra parte, el papel del "antropólogo de sillón" es criticado por el funcionalismo. El mismo se basa no en la realización efectiva del trabajo de campo, sino en la observación de textos anteriores escritos por viajeros y cronistas sin reparar en  la cuestión de si estos textos son objetivos o traen una fuerte carga subjetiva consigo.

    Como dice Malinowski:

    Considero que una fuente etnográfica tiene valor científico incuestionable siempre que podamos hacer una clara distinción entre (…) lo que son los resultados de la observación directa y las exposiciones e interpretaciones del indígena, y  (…) las deducciones del autor basadas en su sentido común y capacidad de penetración psicológica

    La concepción del "antropólogo de sillón" del evolucionismo se manifiesta también al apreciar las "tres piedras angulares del trabajo de campo". Una de ellas consiste en colocarse en buenas condiciones para realizar el trabajo, es decir, no vivir con otros blancos, sino entre los indígenas.

    Dice Tylor en "La ciencia de la cultura":

    (…) un conjunto de salvajes es como cualquier otro". Cualquier museo etnológico puede demostrar hasta qué punto es cierta esta generalización. Examínese, por ejemplo, los instrumentos con filo y con punta de una colección; el inventario incluye hachas, azuelas, (…), y la mayor parte de ellos o todos, con sólo ligeras diferencias de detalle, pertenecen a las mismas diversas razas.[2]

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