Propuesta para desarrollar la motivación hacia la lectura extraclase en los estudiantes de la enseñanza secundaria
Enviado por Carmen E Tapia Sánchez
- Introducción
- La motivación y la motivación por la lectura
- Propuesta de actividades para el desarrollo de la motivación hacia la lectura extraclase
- Conclusiones
- Bibliografía
Introducción
Ninguna escuela "puede cubrir el desarrollo científico técnico en tiempo real y llevarlo a sus aulas, por tanto es de vital importancia que los estudiantes se formen sobre la base de saber qué hacer mediante la autogestión para insertarse de inmediato en el mundo cognoscitivo gigantesco que le espera al salir de las aulas"[1] (Dr. Tapia Sánchez, 2010). Por esta razón, la educación cubana ha iniciado y debe seguir desarrollando la idea de abandonar definitivamente la escuela exclusiva para dar paso a la escuela inclusiva; es decir, continuar el cambio de la escuela tradicional donde no todos los estudiantes pueden aspirar a alcanzar sus objetivos por una escuela donde haya posibilidad para los fines de todos. Acorde a la pedagogía convencional el modelo curricular cubano quedó enmarcado en la denominada modalidad rígida, lo que sin duda, llevó a que gran cantidad de educandos quedaran marginados en la búsqueda de una meta educativa superior al ser imposible para ellos vencer o superar los rígidos patrones de esta educación costumbrista apoyada sobre todo en el papel pasivo del estudiante y su capacidad memorística para reproducir los conocimientos.
Teniendo en cuenta entonces que las prácticas educacionales tradicionales (婠han propiciado un tipo de aprendizaje memorístico o repetitivo, es una necesidad indudable la aplicación de un nuevo modelo pedagógico así como un modelo curricular flexible que responda al objetivo de lograr, a partir de un estrecho vínculo entre lo instructivo y lo educativo, un profesional capaz de adaptarse a las exigencias y complejidades de la sociedad contemporánea, utilizar creativamente sus conocimientos en la solución de problemas prácticos a partir del desarrollo de habilidades para el pensamiento crítico reflexivo y para el uso de la información en la creación de nuevas teorías o ideas desde una óptica investigativa, basada en un modo de actuación autónomo y en el desarrollo de valores donde prime la sensibilidad y la solidaridad humana (Dr. Tapia Sánchez, 2010)[2].
La escuela cubana en el marco de su perfeccionamiento pedagógico actual ha tomado la certera ruta del currículo abierto o flexible donde se le ofrece supremacía al alumno sobre la base del respeto al proceso de maduración del mismo, sus intereses y cultura individual. Con ello, busca lograr una escuela para todos y, ¿Por qué no?, con todos donde los estudiantes sean capaces de trazarse metas y expectativas posibles de alcanzar de acuerdo a sus propias características e intereses.
Si como hemos venido exponiendo, la escuela se transforma progresivamente de un lugar para la transmisión de conocimientos e informaciones a un lugar para desarrollar la capacidad de producirlos y desarrollarlos; entonces, es innegable la necesidad de fortalecer, entre otros aspectos, la motivación por la lectura extraclase en los estudiantes.
En otras palabras, si la escuela actual manifiesta su inclinación hacia la dirección que se ha denominado como aprender para aprender, la lectura ocupará un lugar cimero en el establecimiento, desarrollo y fortalecimiento de esta dirección. Y la razón es obvia, la lectura constituye y lo seguirá siendo, la principal vía mediante la cual los estudiantes alimentan sus necesidades cognoscitivas en un mundo abarrotado de información normalmente conservada, ya sea por métodos tradicionales o con las nuevas tecnologías, para que sea leída por millones de personas. Mas, para lograr colocar la lectura en el nivel deseado es imprescindible no sólo la motivación hacia ella, sino también desarrollar hábitos y habilidades para que la misma brinde los resultados esperados y estos hábitos y habilidades deben ser construidos sobre la base de las diferencias individuales de los estudiantes.
Es decir, en esta búsqueda de habilidades y procedimientos que permitan a los estudiantes la construcción del conocimiento el lugar que ha de ocupar el profesor por hoy entonces es el de mediador que ha de guiar el pensamiento de los alumnos hacia metas apropiadas (Dra. Rinaudo et al., 1997)[3].
Le corresponde al docente dirigir la gestión del aprendizaje y enseñar a trazar acciones intencionales y conscientes en función de la autonomía del estudiante, en la búsqueda del conocimiento, teniendo en cuenta la diversidad de los educandos en cuanto a intereses, necesidades, motivaciones, influencia de factores sociales, personales, ritmos de aprendizaje, sentimientos, actitudes y valores entre otros aspectos esenciales. (婅l docente deberá trazar acciones para dirigir la gestión del aprendizaje del estudiante evitando la rigidez o el mecanicismo en lo orientado o planificado. Tendrá que desarrollar una competencia estratégica que le permita de forma dialéctica corregir, redirigir o adecuar su accionar en correspondencia con las necesidades reales de cada situación concreta, partiendo de un pleno conocimiento de las características fundamentales de sus estudiantes y propiciando su desarrollo hacia peldaños superiores (Dr. Tapia Sánchez, 2010)[4].
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