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El valor estratégico de la geografía

Enviado por Douglas Ifrán


Partes: 1, 2

    Monografia del Mes

    1. Algunos elementos del nuevo escenario educativo
    2. Los impactos de la ciencia, la tecnología y los medios de comunicación
    3. Los ejes que debe tener una reformulación de la enseñanza de la geografía
    4. currículo. Aportes de lo geográfico
    5. A modo de síntesis

    1. Algunos elementos del nuevo escenario educativo

    Considero que todo problema debe, en primer lugar, ser situado en su contexto. Sólo así, es posible iniciar el camino de su superación. La ciencia en la actualidad se ha apartado progresivamente del paradigma positivista de la ultra-especialización que implica aislar el objeto de estudio, para manejar la necesidad de estudiar los hechos en su interacción con contexto donde se verifica. Incluso en el terreno de la producción de punta ya se ha superado el esquema del trabajo en serie, tal como la satirizara Chaplin en "Tiempos Modernos".

    En consonancia con todo ese impulso que busca consolidarse en un nuevo paradigma, la educación, debe ser encarada en la globalidad del escenario social. Cada parte de ella debe ser  ubicada en coordenadas histórico-sociales concretas, en que se desenvuelve y nunca desde un ángulo que la aísle de su entorno.

    Lo anterior nos lleva a considerar la complejidad que porta ese fenómeno social llamado educación. No hay lugar a falsas y esterilizantes simplificaciones. Hemos pues de seguir la máxima de ver el árbol, pero también el bosque y analizar el primero en su interacción con este.  

    Un primer paso en un largo y complicado camino consiste en no confundir educación con enseñanza y mucho menos reducir la discusión y el análisis de lo primero a las fronteras marcada por aulas y currículos. Si bien esto en el discurso aparece como claro, no siempre en el plano de los hechos y los discursos está tan nítido. Reducir lo educativo al plano de la enseñanza implica dejar de lado el peso de todos los mecanismos de que se vale una sociedad para transmitir su capital cultural.  Hemos de aceptar, pues, como premisa inicial que la educación pasa por las aulas pero no se reduce a lo que sucede en ellas.

    En un sentido práctico esto significa que nuestra labor como docentes, no es sino una de las tantas acciones que despliega, en este terreno, el grupo social. Iremos más lejos aún. Todo mensaje que emitimos, además de no ser "puro", plenamente objetivo y ajustado a la "verdad", es mediado por el conjunto de creencias sociales. Todo punto que integre el universo pedagógico, debe ser visto en la compleja trama de los hechos sociales. A su vez esto implica que en todo hecho social hemos de tomar en consideración la cuota-parte educativa que lleva. Aceptar la mediación de lo social en la acción de enseñanza tiene la trascendencia de explicarnos el por qué de los fracasos de recetas didácticas. Individuos, en contextos socio – culturales diversos, reaccionarán de diferente manera a un mismo mensaje. Como si ello fuera poco, al aplicar la "receta" lo hacemos fuera del tiempo original en que fuera concebido. En otras palabras las extrapolaciones de experiencias realizadas de modo mecánico, una suerte de "importación directa", deja de lado las dimensiones espacio – temporales – culturales concretas en que surgiera y que en última instancia confieren significación y pertinencia a aquella.

    A lo expresado hemos de añadir que a la educación hay que visualizarla en tres grandes dimensiones básicas que no podemos obviar: reproducción, mediación y proyección. Cada una tiene en sí mismo un valor estratégico que no siempre apreciamos en toda su extensión.

    Los mecanismos educativos construidos por las diferentes sociedades cumplen la tarea de reproducir un determinado capital cultural, seleccionado en coordenadas históricas específicas y que lleva en su seno determinado esquema de poder (no limitado este solo a su expresión económico). Junto a ello viaja un determinado capital sígnico que conforma la subjetividad del individuo y del propio grupo. Lo que C. Jung denominó como inconsciente colectivo, esa matriz que constituiría una parte vital de la identidad de los agrupamientos humanos, tendría acá su raíz. A diferencia de lo que pensaran los miembros de la corriente reproductivista de los años "70", esta faz no debe ser concebida únicamente como un mecanismo perverso de recrear una determinada relación de poder. La reproducción social es algo que va más allá de ello, sin que ello signifique dejar fuera los problemas del poder y la relación dialéctica que señala A. Gramsci entre coerción y consenso. Atender a esta realidad obliga a atender las palabras de José P. Barrán:

     "En historia hay que aguzar mucho el oído par percibir la voz de los humildes; ellos no dejan casi testimonios escritos pues hasta en eso los sectores privilegiados lo son, en su presente y en su capacidad de modelar la imagen que la posterioridad tendrá de su pasado."[1]

    Esta mirada puede ser llevada a los diferentes campos del saber y lo geográfico no escapa a ello. Por tanto sobre esta base es necesario reformular los mensajes vertidos dentro de los marcos de la enseñanza, no como un problema de programas, sino algo mucho más profundo. Es necesario abordar la discusión de todos los elementos que rodean eso que se denomina "currículo oculto" y poner en evidencia los elementos de poder que están detrás de las decisiones que se toman en la selección.

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