caducos compadritos
del alumbrado público,
-requintados candiles ya no alumbran al mundo.
Cantando se van cantando.
Chilló la carreta
de gitanos
jóvenes y ancianos,
que se paran sobre las manos
y adivinan la suerte.
Caravana-burla la muerte–
yo sentí que eran mis hermanos.
Llenarás de monedas de perdón
la pandereta de mi inquietud,
cuando no vuelva más a tu rincón.
Soy un gran pedazo de juventud.
Y amo tus ojos claros y divinos
pero me doy a los caminos
como una canción.
A los caminos oscuros o triunfales,
con el malabarismo de los saltos mortales
del monito funámbulo que hay en mi corazón.
El reloj de Bereford
Los patios del museo de Luján
han detenido el tiempo
para refrescar a las generaciones de ahora.
Yo me descubro como ante mi abuelo
ante los patios de Luján.
El péndulo del reloj de Beresford,
guillotina al deseo inglés
todavía extendido en los rieles que hieren
todos los horizontes de mi patria.
Patios que desmenuzan
luz de estrellas mojada
en las rejas aun estalladas de besos.
En donde el manco Paz leía
las Vidas Paralelas y hacía jaulas de pájaros,
y un hombre en Buenos Aires acaparaba
gustosas vidalitas y puñales airados.
Patios donde aún se oyen aires
estilos criollos flotando en el ambiente
y en cuya ternura arrugada de escaños
desembocan todos los ponientes.
Ríos del tiempo de hoy al mar de ayer.
De esta piedad criolla en un rincón
cupo la cobardía de un virrey femenino,
y aquí el cepo apretó la garganta angustiada
y abortó en un rugido que pudo ser canción.
Rieles que hieren todos los horizontes de mi patria,
Luján es una herida que todavía sangra.
La Calle del Paso de la Mula
La mosca cautiva bajo la campana de vidrio
y el niño que juega porque el sol es bondadoso.
Fíjate como, igual que hoy, igual que ayer, igual que
mañana.
nuestro vecino pasa, recoge su botella de leche,
arroja al suelo el boleto del subterráneo
y sacando el reloj penetra a la casa, a su vida de todos
los días,
igual que ayer, igual que mañana, igual que siempre.
Sólo los puentes, esas piedras cargadas de secretos,
seguirán por los siglos sobre el río pensativo del
tiempo.
Nosotros nos quejamos de morirnos tan pronto.
Vivimos ya una muerte piadosa, tanto
que hasta esperamos morirnos una tarde.
La esquina adonde van a acostarse los ómnibus.
Un hombre que pregunta una dirección vaga.
Un muchacho que entra silbando al mingitorio.
El afiche del jabón Cadum, ¿sabes?
-el niño que posó tiene ahora cincuenta y dos años
y Toribio, Toribio Sánchez que nos hizo reír allá
abajo,
se emborracha con él todas las noches.
Nuestro vecino se levantará con el alba
y nosotros, nosotros estaremos aún desvelados
leyendo cuatro cosas, hablando cuatro cosas,
solos, solos, en la íntima isla de los abrazos.
Somos jóvenes y viviremos en otra calle, en otra
ciudad.
Fíjate, todos los paisajes nos hacen pequeños.
Estarán allí siempre. La esquina
adonde van a acostarse los ómnibus.
Los puentes. El afiche del jabón Cadum.
La mosca cautiva bajo la campana de vidrio
y el niño que juega porque el sol es bondadoso.
Vinos y licores. Comisarías. Ostras Claires y
Portuguesas.
El colchonero.
Sobre las catedrales,
Sobre la guerra
Le digo que los hombres no pueden levantar catedra-
les tan hermosas como éstas, porque ya Dios es algo con-
quistado. ¿Quién realizará un hermoso vitraux, parecido
siquiera al más simple de la catedral de Chartres, si ya la
música se ha encargado de inutilizar la función del vitraux?
Los hombres de ayer, los que decoraron Nötre Dame
de París con la fervorosa estrella de tono azulado, debieron
conquistar a Dios para nosotros y se esforzaron en construir
catedrales góticas para acercarse a él. De este esfuerzo nació
la expresión más pura de aquel tiempo: la Sainte Chapelle,
donde queda bien la sombra del rey San Luis y donde los án-
geles que no pudieron llegar al cielo vienen a refugiarse dán-
dole un color especial en el crepúsculo.
Los hombres de Europa hablan todavía de la guerra.
Europa es un soldado dormido sobre su mochila.
Se despertará protestando al encontrar frío y desabri-
do el puchero y blasfemará al retirar sus pesadas botas del
fango de la trinchera.
Alguien fue a hablar con un ministro ruso, y éste le
contestó: Amigo mío, lo único que ahora me interesa es la
escenografía.
He visto bayonetas asomando de la tierra y he pensa-
do en los esqueletos que las sostienen exactamente como
quedaron cuando estallaron los obuses.
Pero en Francia me dijeron:
He aquí un hermoso monumento.
¿Qué podremos hacer nosotros para reconstruir este
antiguo templo?
Un cristo de palo, arrinconado entre un montón de es-
combros, meditada, con la sien agujereada por una bala.
¿Qué iremos a conquistar para renacer? ¿Qué nos falta
por conquistar?
Y comprendieron que el porvenir se les escapaba de las
manos.
Alguien podría decir: yo les incito a conquistar el por-
venir, como a un juego de niños, en la escuela, cuando to-
dos los juegos se han agotado, y surge uno, desconocido y
simple.
1Recorre la ciudad, sin un rumbo fijo, y se siente atraído por lo que hay en ella. Se produce por un stock que tiene el poeta sobre la nueva realidad que constituye la ciudad moderna. Especialmente por la muchedumbre, ya que se deja de lado lo privado y coloca a los poetas dentro de dos opciones: unirse o huir de ella. A su vez por la utilización de la primera persona del singular establece un registro autobiográfico, a través de un pacto ficcional con su modelo extratextual, el hombre de carne y hueso que escribe el poema.
2Una parte de algo es imaginada como el todo al que representa o forma parte.
3Uso de la primera persona del singular y verbos de la misma persona que hacen referencia a un sujeto. Este no es normal porque utiliza un lenguaje con metáforas, pero actúa como si lo fuera.
4Se da a partir de un quiebre en el contexto que produce obligatoriamente el transito de un significado literal a otro no-literal que afecta a los componentes de una frase, marco. Pero se focaliza en un foco, un lexema o lexemas que producen esto y por ello deben ser reinterpretados para poder restituirlos por otros.
5No se produce una ruptura en el contexto sino que el discurso o la frase permite una lectura literal y otra no literal. Ambas lecturas comparten un esquema básico de relaciones. Sin embargo no es indispensable que todos las relaciones entre una y otra lectura se correspondan totalmente, basta que estas sean parciales.
6 Un verso de extensión indeterminada, sin rima, que se mantiene únicamente por su ritmo.
Citas
a GONZÁLEZ TUÑÓN, Raúl. El Violín del Diablo Miércoles de Ceniza. Bs.As, La Rosa Blindada, 1973. Pág 21.
b GONZÁLEZ TUÑÓN, Raúl. El Violín del Diablo Miércoles de Ceniza. Bs.As, La Rosa Blindada, 1973. Pág 33.
c GONZÁLEZ TUÑÓN, Raúl. El Violín del Diablo Miércoles de Ceniza. Bs.As, La Rosa Blindada, 1973. Pág 130.
d GONZÁLEZ TUÑÓN, Raúl. La Calle del Agujero en la Media Todos bailan. Bs.As, Seix Barral, 2005. Pág 16.
e GONZÁLEZ TUÑÓN, Raúl. La Calle del Agujero en la Media Todos bailan. Bs.As, Seix Barral, 2005. Pág 38.
Libros
DE MONTELEONE, Jorge. "La invención de la ciudad Evaristo Carriego y Baldomero Fernández Moreno", en Historia crítica de la Literatura Argentina, V. Buenos Aires, Emecé, 2000.
GONZÁLEZ TUÑÓN, Raúl."Antología Poética". Madrid, Visor, 1989.161 págs.
GONZÁLEZ TUÑÓN, Raúl."El Violín del Diablo Miércoles de Ceniza". Buenos Aires, Rosa Blindada, 1973.156 págs.
GONZÁLEZ TUÑÓN, Raúl."La Calle del Agujero en la Media Todos bailan". Buenos Aires, Seix Barral, 2005.159 págs.
"Literatura: Géneros literarios y escuela clásicas antiguas".Colección Biblioteca del conocimiento. Sol90, Chile, 2005. 47 págs.
REINZ DE RIVAROLA, Susana."Predicación metafórica y discurso simbólico", en Teoría y análisis del texto literario, Hachette, Buenos Aires, 1995. 200 págs.
Autor:
María Sol Obes
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