La leyenda de Nahuelito, la bestia lacustre del Nahuel Huapi. Argentina (página 2)
Enviado por Fernando Jorge Soto Roland
"Fue el carnaval de los carnavales para los que fuimos chicos en aquella época. Don Primo, montado sobre un caballo y disfrazado de Martín Fierro iniciaba el desfile. Lo acompañaba un señor robusto que hacía las veces de doctor Vaccaro, y componían el cortejo otros expedicionarios. Luego reptaba el gran plesiosauro y, en la caja del camión, los chicos de Bariloche, disfrazados de caballeros y damas antiguas, japonesas y otras especies. ¿Qué chicos del mundo han viajado en plesiosauro?"[30]
La carroza se siguió utilizando en numerosos carnavales subsecuentes y, poco a poco, el inolvidable monstruo que representaba quedó asociado al lago Nahuel Huapi y a la ciudad de Bariloche.
Pero hubo que esperar un tiempo bastante largo para que el lago se convirtiera en el nido de la bestia. Recién en la década de 1970 empezaron a sucederse las denuncias sobre un extraño animal nadando subrepticiamente por sus frías aguas y, siguiendo el viejo libreto de los periódicos, todos veían bestias que semejaban plesiosauros. Los tiempos de Garret y Sheffield habían quedado atrás. Ahora, con la ciudad de Bariloche empezando a ser un incipiente centro turístico, los posibles testigos se multiplicaron.[31]
Entre 1978 y 1996, los medios anunciaron decenas de avistamientos, sin importar cuán fidedignos podían ser. La noticia vendía. El deseo de alteridad se mantenía incólume desde los días de la conquista. Todos querían ver cosas raras. Ser protagonistas de un suceso fuera de lo común. Y para ello, ahí estaba el gran lago como si fuera una gigantesca pantalla donde proyectar las fantasías.
La primera gran ola de avistamientos estaba en curso y como había que llamar a la bestia de algún modo, un periodista de Bariloche, Carlos Bustos[32]lo bautizó con el nombre de Nahuelito, imitando sin duda la costumbre escocesa de ponerle Nessie al monstruo del Lago Ness.[33]
No sonó bien al principio. "Nahuelito" resultaba un poco tonto. Demasiada ironía. Pero con el tiempo la ciudad se apropió de la bestia. La adoptó como hija legítima de la región. Se encariñaron con la idea y la explotaron comercialmente, en la medida de lo posible.[34] Tal vez esa sea la causa que explique porqué no la dejan morir, resucitándola cada tanto en las páginas de diarios y revistas.[35]
Lo que nosotros llamamos misterio es la imposibilidad de relacionar un hecho con una ley. Por ende, aquello que consideramos misterioso es el resultado de un proceso histórico-cultural de larga duración y en permanente cambio.[36]
Para los hombres del siglo XVI, por ejemplo, no había misterios. Menos aún para los de la Edad Media. Sin leyes claras, no existen; y las maravillas se vuelven parte de la vida cotidiana. Por lo tanto, el misterio sólo fue posible a medida que el universo era más y mejor conocido por la ciencia.
Pero siempre hubo una férrea resistencia a ello.
Millones de personas se inclinaron (e inclinan) por volver a un mundo sin misterios. Al menos es lo que parece. ¿De qué otro modo se entendería la inclinación a considerar tantas fantasías como algo "natural", sin que les tiemble el pulso a la hora de escribir historias descabelladas?
Goya dijo que "Los sueños de la razón engendran monstruos". Tal vez se haya equivocado y sea justamente al revés. Son las leyes, producto del racionalismo del siglo XVIII, las que han habilitado la emergencia de los cultores del misterio, negándolas o desconociéndolas; alimentando así la vigencia de un universo maravilloso, que se maravilla con elucubraciones que parten de sus propios deseos de combatir un universo cada vez mas desencantado.
Cuando se estudian "casos" como los de Nahuelito, el Yeti, Nessie, Mokele-Mbembe, Bigfoot y otros crípticos (como se los llama), más que en los monstruos deberíamos fijar la atención en los autodenominados criptozoólogos que los investigan. Y para eso es indispensable recrear el marco cultural, el contexto histórico, la época, en la que éstos se desenvolvieron.
Es lo que tratamos de hacer en las líneas precedentes.
El caso de la supuesta criatura del Nahuel Huapi es por demás interesante.
Desde los protagonistas que inauguraron la historia, hasta las laxas bases epistemológicas que imperaban en la zoología y paleontología de entonces, todo confluye a que se dieran las condiciones para que la bestia se hiciera presente, desatendiendo las opiniones críticas de algunos especialistas.
Era como si a principios del siglo XX el misterio no hubiera asentado sus reales con la contundencia que tiene hoy en día. Haciendo posible argumentos que, en boca de autoridades académicas, serían hoy impensables en los mismos ámbitos de aquellos días.
Hipótesis como la defendida por Florentino Ameghino (que creía en perezosos gigantes vivos) constituirían un fenómeno extraño, a menos que se persiguieran objetivos ajenos a la cordura, lucrar con temas que atraen a millones de adoradores de monstruos, o simplemente buscar fama. Es lo que han hecho muchos autodenominados criptozoólogos.
Pero no siempre están presentes los móviles crematísticos.
Los espíritus románticos suelen apartarse del camino que lleva al mero lucro. Al defender "teorías" extravagantes muchas veces no ansían ganancias materiales sino, simplemente, sentirse diferentes frente a una ciencia que llaman "oficial", viéndose a sí mismos como modernos herejes. Incomprendidos. Perseguidos. Burlados. Y se enorgullecen por eso. Se sienten más cercanos a Galileo Galilei. Claro que a Galileo quien los juzgó no fue la ciencia, sino la iglesia. De todos modos, el sentirse víctimas les genera un extraño placer. Y hasta cierta identidad.
Ante a cualquier cosa extraña que flote en el lago, los medios reaccionan con rapidez.
No dejan escapar ninguna oportunidad; ya sean fotos, filmaciones de mala calidad, testimonios o huellas misteriosas. No importa cuanta verdad haya, o no, en todo eso. Lo importante es llenar páginas, ocupar espacios de televisión, captar la atención de la gente, siempre predispuesta a noticias asombrosas. Porque si de algo estamos seguros es el asombro siempre vende. Es un bien con demanda en alza. Irreprimible. Seductor. Una oferta segura. El negocio perfecto, no sólo en cuestiones criptozoológicas. El fenómeno se da en otras áreas, incluso en la política. Queremos ser asombrados. Deseamos imaginar otro mundo posible. Uno en el que los monstruos viven y caminan por la Tierra, como lo hicieron hace más de 60 millones de años. Por eso los filmes y los libros que tratan la temática son tan exitosos y, al mismo tiempo, catalizadores de aventuras asombrosas e imposibles para un simple mortal.
La obra de Conan Doyle es un buen ejemplo al respecto, especialmente la gran novela de aventuras, El Mundo Perdido (1912). Su influencia en el imaginario fue enorme. Miles de personas sintieron el impulso de viajar al Amazonas en pos de ese universo detenido en el tiempo.
Todos los lugares inaccesibles se convirtieron en escenarios de aventuras extraordinarias, capaces de catapultar a cualquiera hacia la fama y el reconocimiento. Lugares donde escapar de lo cotidiano y zambullirse en un universo de novela (literalmente).
Lejos. Cuanto más lejos mejor.
Cuanto más inhóspito y aislado, el lugar se llena de potencialidades; complementadas por los argumentos de los textos de ficción. El cóctel es atrayente y la Patagonia reunía muchas de esas condiciones sensacionales: inmensidad, soledad, lejanía y desconocimiento. No había que esforzarse mucho para creer que "cosas raras" fueran posibles en esa remota región. Aquella estepa infinita ha sido (y sigue siendo) el hogar de fantasías imposible de erradicar (monstruos, extraterrestres, templarios, ciudades perdidas y hasta el mismísimo Adolf Hitler, fugado de Europa, según el mito periodístico, tras el fin de guerra.
Buscamos sensaciones fuertes y hoy el turismo las ofrece a raudales: escalando montañas, internándose por senderos selváticos, participando en safaris (fotográficos) o explorando lugares abandonados, incluso hoteles y mansiones supuestamente encantadas. Millones de seres humanos son capaces de desembolsar grandes cantidades de dinero en pos de la adrenalina que los saque de sus oficinas, escritorios y departamentos. Aún cuando esa aventura sea un simulacro virtual (Disneylandia, por ejemplo).
Pero cuando eso no es posible, una buena historia leída en un diario o vista en un programa de televisión, puede servir de sucedáneo. Y en esos casos, como sucede con Nahuelito, ya no importan los errores, los falsos recuerdos, las pareidolias o los fraudes.
FJSR
Autor:
Fernando Jorge Soto Roland*
[1] V?ase: Whittal, Austin, Monstruos de la Patagonia. Una gu?a erudita sobre sus gigantes, duendes, criaturas lacustres y bestias m?ticas, Zagier & Urruty Publications, Ushuaia, Argentina, 2011. Es, sin dudas, el mejor y m?s documentado libro sobre el tema. El autor tiene, a su vez, una interesante y muy rica p?gina de Internet en la que se compilan nuevos trabajos de investigaci?n, debates y teor?as: Una gu?a de los monstruos y criaturas misteriosas de la Patagonia. Disponible en Web: http://patagoniamonstruos.blogspot.com.ar/ . Por su parte, Carlos Fern?ndez Balboa, autor de Estudio Preliminar. Genio y figura de Clemente Onelli. Un gringo singular, que prologa la quinta edici?n de Trepando los Andes, escrita por el mism?simo Onelli, tiene una pormenorizado an?lisis sobre ?El caso del plesiosaurio? que vale la pena consultar. Asimismo recomendamos los siguientes art?culos disponibles en la Web: Ashton John, Los viajeros ven cosas extra?as. Disponible en Web: http://www.turismoruta40.com.ar/nahuelito-ruta-40.html . El plesiosaurio de Mart?n Sheffield. Disponible en Web: http://www.barilochesemanal.com.ar/noticias/el-plesiosaurio-de-martin-sheffield_231 . Mu?oz Aspiri (h), Jos? Luis, Clemente Onelli (1864-1924).?El criptozo?logo?. Disponible en Web: http://nomeolvidesorg.com.ar/wpress/?p=1654 . El excelente trabajo titulado Sexton Blake versus Nahuelito. Disponible en Web: http://www.quintadimension.com/content/sexton-blake-versus-nahuelito . El art?culo de AAP, El Monstruo del Lago Epuy?n. Disponible en Web: http://www.appnoticias.com.ar/desarro_noti.php?cod=4494 . El singular libro Carlos Rey (que mezcla en un relato de ficci?n la pormenorizada recopilaci?n de documentos extra?dos del archivo del Museo de la ciudad de San Carlos de Bariloche) Nahuelito. El misterio sumergido, Editorial Caleuche, Bariloche, 2007.
[2] V?ase: Chord?, Carlos, El Yeti y otros bichos. ?Vaya Timo!, Editorial Laetoli, Pamplona, Espa?a, 2007. Heuvelmans, Bernard, Tras la pista de los animales desconocidos, tomo 1 y 2, Luis de Caralt Editores, Barcelona, Espa?a, 1958. Landsburg, Alan, En busca de mitos y monstruos, Horizonte Plaza & Jan?s, Espa?a, 1983. Hall, Angus, Monstruos y bestias m?ticas, Editorial Noguer SA., Barcelona, 1976. Cohen, Daniel, La Enciclopedia de los Monstruos, Edivisi?n, M?xico, 1990. Aleman Berenguer, Rafael, Criptozoolog?a. Cazadores de Monstruos, Ed. Melusina, Espa?a, 2010. Colombres, Adolfo, Seres sobrenaturales de la cultura popular argentina, Biblioteca de Cultura Popular, Ediciones del Sol, Buenos Aires, Argentina, 1984. Gonz?les Jos? y Haylen, David, Criptozoolog?a, Edaf, Espa?a, 2002. Keel, John, Gu?a Completa de los Seres Misteriosos, Edivisi?n, M?xico, 1997. Soto Roland, Fernando Jorge, El Universo On?rico de la criptozoolog?a. Disponible en Web: http://www.escepticos.es/taxonomy/term/2068 . Pereda Suberbiola, Xabier y Bardet, Nathalie, El arca de No? de los seres extraordinarios. Una aproximaci?n a las manifestaciones exc?ntricas de las ciencias naturales: criptozoolog?a, futurozoolog?a y parabiolog?a. Disponible en Web: http://www.escepticos.es/book/export/html/2225 . Olmos, Ricardo, Monstruos y geograf?as imaginarias en la antigua Grecia. Disponible en Web: http://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=2543876 .
[3] Soto Roland, Fernando Jorge, El Universo On?rico de la criptozoolog?a. Disponible en Web: http://www.escepticos.es/taxonomy/term/2068 .
[4] V?ase: Boia, Lucian, Entre el ?ngel y la Bestia, Editorial Andr?s Bello, Buenos Aires, 1995.
[5] V?ase: Soto Roland, Fernando Jorge, El viajero rom?ntico. El siglo XIX y la experiencia sensible del viaje. Disponible en Web: http://www.edhistorica.com/pdfs/VIAJEROS_Ilustrados_y_Romanticos_siglo_XVIII_XIX_.pdf
[6] Falacia del experto: determinadas afirmaciones no pueden ser discutidas racionalmente porque se consideran avaladas por un supuesto consenso acad?mico. Con frecuencia, este consenso es m?s una invenci?n period?stica que una realidad, pero incluso aunque existiera, no justifica la clausura de ning?n debate. Es tan real el efecto que tiene la manera como una persona luce en su credibilidad profesional, que hasta a ese fen?meno se le ha dado un nombre cient?fico "la falacia del experto" y es que la existencia de este fen?meno demuestra que para bien o para mal, la apariencia puede ser igual o incluso en algunos casos hasta m?s importante que el conocimiento especializado o especifico en determinada ?rea. Pero, ?Qu? es la falacia del experto? El mundo en que vivimos es tan complejo, estamos inundados de tantos mensajes, im?genes, y sonidos permanentemente lo que hace muy dif?cil descifrarlo, es por eso que nuestro cerebro nos ayuda buscando algunas se?ales que nos permita interpretar de una manera ?gil y confiable una realidad. Dada esta necesidad, nuestro cerebro construye su percepci?n de lo que ve, usando unas ideas preconcebidas y nos hace confiar en aquellas personas que dan una imagen de estabilidad (El M?dico y su bata blanca, o el abogado que usa traje y corbata por ejemplo). Por lo tanto, confiamos mas en lo que nos dicen, porque el cerebro env?a un mensaje de confiabilidad por la interpretaci?n que le da, a la realidad que ve.
[7] V?ase: Heuvelmans, Bernard, Tras la pista de los animales desconocidos, tomo 1 y 2, Luis de Caralt Editores, Barcelona, Espa?a, 1958. Y muy especialmente: Whitall, Austin, Monstruos de la Patagonia. Una gu?a erudita sobre sus gigantes, duendes, criaturas lacustres y bestias m?ticas, Zaguier & Urruty Publications, Buenos Aires, 2011.
[8] V?ase: S?nchez Zinny, Fernando? ?La atareada vida de Ram?n Lista??En?La Naci?n?27-10-97. Y el libro: de Agostini, Alberto M. Treinta a?os en Tierra del Fuego,?Bs. As. Ediciones Peuser. 1956
[9] V?ase: Los animales prehist?ricos de los lagos del sur argentino. Disponible en Web: http://www.unifaweb.com.ar/modules/news/print.php?storyid=41
[10] Mu?oz Azpiri (h), Jos?, Clemente Onelli (1864-1924) El criptozo?logo. Disponible en Web: http://nomeolvidesorg.com.ar/wpress/?p=1654
[11] V?ase: El Plesiosaurio de Mart?n Sheffield, publicado en Bariloche Semanal. Disponible en Web: http://www.barilochesemanal.com.ar/noticias/el-plesiosaurio-de-martin-seffield_231
[12] Citada en: Rey, Carlos, Nahuelito. El misterio sumergido, Editorial Caleuche, Bariloche, Argentina, 2007, pp.5-6.
[13] Diario La Naci?n, jueves 6 de abril de 1922, P?g.3.
[14] Diario La Naci?n, viernes 24 de marzo de 1922, P?g.5.
[15] Diario La Naci?n, viernes 24 de marzo de 1922, P?g.5.
[16] Diario La Naci?n, viernes 24 de marzo de 1922, P?g.5.
[17] Rey, Carlos, Nahuelito. El misterio sumergido, Editorial Caleuche, Bariloche, 2007.
[18] Borgialli, Carlos, La Argentina Austral, N? 146, 1943. Carta de Onelli. Disponible en Web: http://webs.advance.com.ar/gavirati/GaleriaPersonajes/Onelli.htm All? se puede leer: ?(?)no sabiendo si se trataba de una broma o si realmente exist?a en la Patagonia un ejemplar salvado de las ?pocas prehist?ricas?, cuenta el director de la expedici?n Don Emilio Frey, quien agrega:??De todas partes me llov?an cartas y obsequios entre los que hab?a las cosas m?s notables: un tango ?el Plesiosaurio-, una caja de cigarrillos marca Plesiosaurio, l?pices hechos por los presos con la efigie del presunto monstruo (?)?.?Vea, che? tambi?n puede ser que me haya sido forzoso, para que se realice este nuevo reconocimiento, recurrir al extremo que supone la historia del plesiosaurio, sin cuya quimera no tendr?amos expediciones ni nada. En cambio, ahora ir?n miembros de la prensa del pa?s y del extranjero, acompa?ando a los expedicionarios, y se difundir?n las noticias de la Patagonia y sus maravillas, para tratar de que se forme hacia ella una fuerte corriente de turismo, de guapos hombres y capitales. La Patagonia es todav?a un pa?s de ensue?os para mucha gente, aunque ya es conocida por tierra de asombro y riqueza. Y si no, d?gase ?qu? m?s fant?stico hubo que buscando agua en sus ?ridas costas (?) se hallase (?) el petr?leo??. ?(?) se vienen ya del extranjero sabios, naturalistas y ge?grafos. Traen ansias de estudiarla para saber de ella m?s de lo poco que nosotros sabemos? y yo los esperar? que vuelvan con el hambre del viejo que fue su entusiasta explorador, porque desde que tuve la dicha de que el ilustre Pancho Moreno me mandara a conocerla, siempre la quise como si fuera m?a?. Esquel Bodas de Plata.
[19] Austin Whittall plantea la hip?tesis de que el propio Mart?n Sheffield se haya visto influenciado por la obra de Conan Doyle, que se public? (por entregas) en los diarios argentinos durante 1914 (Monstruos en la Patagonia, P?g.161).
[20] V?ase: Onelli, Clemente, Trepando los Andes. Un naturalista en la Patagonia argentina (1903), Ediciones Continente, Buenos Aires, 1904.
[21] ?l mismo reconoci? que su inter?s por el sur hab?a nacido como resultado de los libros de viajeros, que devoraba de ni?o, y obras de ficci?n como Los Hijos del Capit?n Grant de Julio Verne, publicada en 1868. V?ase: Fern?ndez Balboa, Carlos, ?Estudio Preliminar. Genio y figura de Clemente Onelli. Un gringo singular? en Trepando los Andes, Ediciones Continente, Buenos Aires, 2007, pp. 7-18.
[22] Entre los diarios y revistas que participaron en la construcci?n del monstruo estuvieron involucrados: The Chronicle Telegram (Ohio), Toronto Globe, Le Petit Journal, Pucky Magazine N? 21, New York Tribune Sunday, The Union Jack Librery,
[23] Diario La Naci?n, viernes 24 de marzo de 1922, P?g.5.
[24] Rey, C., op.cit. P?g. 77.
[25] Nota: Austin Whittall, indagando en un trabajo de geolog?a escrito por Roberto Miro en 1967, descubri? que la Laguna Chulta tiene varios nombres diferentes: Laguna de las Mercedes, Shulten o Laguna del Plesiosaurio. Pero entre ?sta y la primera (seg?n los mapas actuales de la Web) hay varios kil?metros de distancia. Por lo tanto es pertinente preguntarse si Sheffield ten?a su puesto de caza ?en Chulta o en la laguna del Plesiosaurio que indica la cartograf?a de Internet? ?Cu?l es la verdadera laguna? Todav?a la respuesta definitiva est? por darse. Al final de cuenta parece que Onelli s? tuvo ?xito en embaucar a sus competidores. V?ase: La verdadera laguna del plesiosaurio de Epuy?n. Disponible en Web: http://patagoniamonstruos.blogspot.com.ar/2010/10/la-verdadera-laguna-del-plesiosaurio-en.html
[26] V?ase: Whittal, A., op.cit. P?g. 179.
[27] V?ase: Whittal, A., op.cit. P?g. 177. A
[28] V?ase: Nahuelito. Disponible en Web: http://criaturaslegendarias.jimdo.com/
[29] Primo Capraro se suicid? el 4 de octubre de 1932. La crisis de 1930 lo hab?a alcanzado. Para ver una breve s?ntesis de su vida v?ase: Ju?rez, Francisco, Hace 69 a?os se suicidaba Primo Capraro, en R?o Negro online. Disponible en Web: http://www1.rionegro.com.ar/arch200109/s30j09.html
[30] V?ase: Art?culo conmemorativo. Disponible en Web: http://www.telam.com.ar/notas/201407/71270-nelly-frey-de-neumeyer-bariloche.html
[31] Bariloche estuvo aislado y lejos de todo hasta mediados de la d?cada de 1930. Viajar hasta el por entonces pueblo era una odisea. Reci?n en 1934 lleg? el tren, pero hubo que esperar a comienzos de la d?cada de 1970 para que un camino de asfalto comunicara a Bariloche con Buenos Aires. Para una mayor informaci?n sobre los inicios de Bariloche como villa tur?stica v?ase Pastoriza, Elisa, La Conquista de las Vacaciones. Breve historia del turismo en la Argentina, Edhasa, Buenos Aires, 2011, pp. 173-188.
[32] V?ase: http://www1.rionegro.com.ar/viajes/lugar.php?id=79
[33] V?ase: Seres m?ticos y legendarios de la ruta 40. Disponible en Web: http://www.turismoruta40.com.ar/nahuelito-ruta-40.html
[34] Actualmente la ciudad de Bariloche posee un parque tem?tico que lleva el mismo nombre del famoso plesiosaurio y constituye una importante fuente de ingresos durante las temporadas de vacaciones. V?ase en Web: http://www.interpatagonia.com/bariloche/parque-tematico-nahuelito.html
[35] Uno de los ?ltimos reportes (en tanto escrib?a este trabajo) es del mes de febrero de 2015. Disponible en Web: http://www.elcordillerano.com.ar/index.php/actualidad/item/23792-toman-foto-del-nahuelito-cerca-de-la-aduana
[36] V?ase: Wooton, David, Lucien Febvre y el problema de la incredulidad moderna, Editorial Biblos, 1991. Adem?s de: Febvre, Lucien, El problema de la incredulidad en el siglo XVI. La religi?n de Rabelais, Uthea, M?xico, 1959.
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