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Mansilla y los límites de la conciencia burguesa

Enviado por Hugo Muleta


     

     

    1. Introducción

    Mansilla quiere representar la civilización como un estado artificial, como una pura domesticación de costumbres. Tiene una visión adolescente de la realidad, en la cual se siente inseguro con cada paso que da, no tiene asumido un lugar en el mundo desde el momento que resalta a cada rato su inconformismo con las convenciones, con los modelos de vida que propone la realidad de fines del siglo XIX.

    Tal vez, si se hubiese suicidado, esa actitud desafiante al sistema, ese petardismo constante en sus ideas, hubiesen robustecido los rasgos humanistas de las propuestas de comprensión hacia lo otro que aparecen en Una excursión a los indios ranqueles. Pero no, opta por no ensangrentar su amor propio, opta por eludir el fatal camino que le propone esta civilización "bárbara".

    La causa de su obstinado refinamiento, de que siempre vale la pena vivir, puede encontrarse en lo profundamente arraigada idea de capitalización de su imagen. Esta idea la tiene guardada en "los secretos más recónditos del corazón", lugar al que es difícil acceder (practiquemos el ejercicio de buscarlo en nuestro propio corazón). Tanto en las Causeries como en Una excursión a los indios ranqueles, cuando él comienza a vislumbrar que su imagen se desvaloriza, reacciona protegiéndose contra la dispersión de sí mismo.

     

    2. El sentido de la literatura de Lucio V. Mansilla

    Mansilla, a través de su literatura, se siente como la parte autora de un crimen y es por eso que apela a cada instante a la complicidad del lector. El llamado a la conciencia del lector es un artificio espectacular en procura de domesticarlo, y así lograr que su testimonio literario pase indemne como un fiel representate de lo que se denomina la tradición nacional.

    El se siente atraído a "pasar por lo que no se es", de ahí su definición categórica de que "el hombre se halla en lo exterior".

    Mansilla se disfraza todo el tiempo ante el público virgen que tiene en Una excursión a los indios ranqueles, goza más que nunca el ser objeto de observación, en aquel mundo bárbaro ningún "entre nos" es posible, y por fin tiene la ilusión de haberse encontrado a sí mismo, nada menos que como emperador de los ranqueles.

    Nada importa cuando logra estrechar al mínimo margen la distancia entre mundo real e imaginario, cuando la realidad se torna más nebulosa y más tambaleante nace su fantasía de haber llegado a algún sitio, tal vez al único sitio al que anhelan llegar todos los viajeros como él.

     

    3. El posicionamiento de clase

    Mansilla sufre por tener una memoria prodigiosa, ya que para él "el colmo de la felicidad consiste en no tener memoria". No resulta aventurero especular que su espíritu de indulgencia se ve fortalecido notablemente con la propuesta del olvido hasta llegar a comprender "cómo Torquemada pudo ser un hombre vituroso". Sin embargo, no logra vencer la desesperación de observar cómo su conciencia se va perjudicando, ya que es notorio que no consigue independizarla de su memoria.

    No es casualidad que prefiera tener un hijo fraile a militar, tal vez para redimir todos sus pecados. Además de conllevar un prestigio social natural, el llegar al papado puede implicar el gobierno sobre "millones de conciencias", y poder torcerlas a voluntad hacia el lugar que los intereses del poder dicten. Mansilla le da un valor jerárquico a esta voluntad que supera todos los amagues de resignación que puedan nacer de su persona. Aunque valora la indefinición como un producto de una gran riqueza de ideas, pone bien en claro a cada momento de qué lado, desde qué clase social actúa.

    Esta definición de Mansilla no implica la solución a los problemas morales que plantea, ya que para él "la elección es un acto fugaz". Sería cuestión de pesar en la balanza cuánta carga de conciencia deja cada vez que tiene que hacer una elección moral. Este campo de las elecciones morales es casi inabarcable, ocupa desde robarle las cartas al padre hasta pensar directamente en el suicidio.

    Parece definir todo en un juego de hipocresías que empiezan a circular en los distintos rincones de su conciencia hasta que vence una, una sola hipocresía que pueda dominar todos sus actos. El nos invita a su mundo para que nos introduzcamos en el propio, y ver las luchas que se producen en nuestras propias conciencias para percibir cuál impresión triunfa impulsándonos a actuar.

    El desmesurado desarrollo intelectual de Mansilla es un gran aliado para mantenerlo a salvo de un enjuiciamiento histórico relacionado con su condición social. Por un lado, le otorga una utilización del lenguaje capaz de dar a entender lo que no quiere decir, por el otro, le abre caminos, amén de los viajes, para comunicarse con otras culturas y aprender del intercambio hasta con los elementos que ese mismo "desarrollo intelectual" le hace calificarlos de inmundos.

     

    4. Del dandismo a la fosa común

    Es conmovedor que en una instancia tan fatalmente definitoria como la posteridad Mansilla clame por ser arrojado "a la fosa común" –"allí estaré quizás en mejor compañía". Recién después de muerto parece dispuesto a claudicar y ser un humano más; mientras tanto, el presente explosivo le exige disimular sus inclinaciones humanistas para dedicarse a su particular dandismo. Este dandismo consiste en entretenerse y triunfar del lector alegando un cierto desinterés en la intención que relativiza el tiempo y el espacio que se dedica a sí mismo(hay cosas de las que nadie puede enterarse acerca de su existencia).

    En "El famoso fusilamiento del caballo" hay un pasaje que marca con claridad cómo reduce su sensación de remordimiento a la nada poniendo en primer plano la justificación de los medios para obtener el fin. Allí no hay desvíos de bondad que valgan, ninguna "impostura" logrará transigir con su conciencia militar y burguesa. Una consiste en mandar y obedecer para que la otra pueda acumular.

     

    5. La digresión como método

    Es destacable el esmero en cuidar que su lenguaje se vea enriquecido constantemente a pesar de tener cierto recelo de que las palabras puedan tener gran multiplicidad de significados. Ese maremágnum de interpretaciones no le preocupa, pues no resiente su método de la digresión al escribir (podemos imaginarnos que al hablar también). Al haber varias interpretaciones se facilita la prostitución de la opinión ajena y su egocentrismo resiste como la única interpretación valedera del mundo.

    El encierro en sí mismo necesita del amparo de la gran ciudad, un tópico permanente del mundo moderno. El aislamiento del hombre en la masa tiene como única interpretación posible una solución que brinda la muerte. En el caso de Mansilla, esa muerte tiene que ser exquisita, tiene que acreditar la dignidad suficiente para transportarlo al más allá.

    Otra esfera que atosiga la conciencia de Mansilla es la contención en las acciones que puedan hacerlo entrar en un territorio donde se agudicen potentemente sus sentidos. En Una excursión a los indios ranqueles trata todo el tiempo de esquivarle al alcohol y llega a mencionar sólo una vez que fumó un "tabaco" que le produjo los mismos efectos que el opio.

     

    6. La celda geométrica de la conciencia

    Como representante de la civilización se siente capaz de derrotar todos los obstáculos y repugnancias que le ofrezcan los salvajes, su viaje parece destinado a depurar todas las experiencias rayanas lo místico, rescatando un sentido puro que constituye la fundamentación de su literatura. En "El dedo de Rozas", entre líneas de puede leer que esa purificación está basamentada en el amor, que forma una vía de expiación al dolor provoca el vivir.

    Las experiencias "de viaje" que encara Mansilla (ver el mundo por debajo de las piernas puede ser considerada una de ellas) lo mantienen en un sector marginal de lo que es el prototipo del gentleman, y le producen una inevitable inquietud, ya que desorientan las pautas sociales a las que todo burgués debe atenerse. En este sentido, cabría preguntarse qué significa la alocución "hacer sociales". Su vocación de aventurero no encuentra cabida en la celda geométrica que resulta la estructura social a la que está aferrada su conciencia

    El viaje en Mansilla es un acto filosófico en donde su existencia navega entre la felicidad completa y la desgracia absoluta. Todo pasa y todo se acomoda a su conciencia. Una conciencia que se va cargando de penas en el camino y a la cual pretende acomodarse de inmediato como respuesta a la angustiante espera de la muerte.

     

    Hugo Muleta