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En torno al individualismo (página 2)


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Más que relaciones, lo social es hoy una cadena de interacciones que se producen entre subjetividades que funcionan como artefactos orientados esencialmente hacia la adaptación.

También lo social termina siendo un artefacto en este juego de principios de acción y reacción en donde la subjetividad se ha vaciado de contenidos trascendentales como: ideología, metafísica, sentido, etc. Meros efectos residuales de los rendimientos de un aparato de producción y consumo que no sólo es de productos materiales y servicios sino fundamentalmente de signos y de subjetividad.

Individualización del yo como respuesta a la disolución de lo social

En el plano de las relaciones entre verdad y subjetividad, en la vida cotidiana, este fenómeno ha significado la emergencia de un proceso de individualización de la verdad a niveles subjetivos

En todo caso este estado de ánimo o posición asumida como individual será siempre el producto del aparato mass – mediático cuya función como estructura productora de subjetividad es estratégica para esta fase de desarrollo post-capitalista.

El concepto de la subjetividad como dispositivo individual (telespectador-consumidor pasivo) que implica como condición estructural la disolución de todo tipo de identidad (tanto individual como colectiva) encuentra arraigo en una situación de comunicación en la que lo que predomina no es un orden de interrelación sino de inter-reacción.

Respuestas adaptativas a señales-estímulos que son procesados de acuerdo a programas mass-mediáticamente establecidos y no por subjetividades-memorias vinculadas a tradiciones étnicas, culturales en general, que permiten la interpretación de la experiencia, sino por un dispositivo funcional que es en lo que ha devenido la subjetividad (tanto individual como colectiva).

En el contexto de estas estructuras de interacción, la comunicación adquiere el carácter de un proceso de yuxtaposición de individualidades muy egocéntricamente e híper – narcisisticamente orientadas hacia un sí mismo cada vez más primario y elemental.

Un hombre auto-egocéntrico al decir de Morin (1998) que se constituye como subjetividad en tanto máquina deseante que vive permanentemente frente al "espejo" sin la capacidad de reconocerse críticamente en el otro dominante y del poder.

Este plan de máquinas en que se constituyen las relaciones sociales implica bien como causa o efecto la muerte de la subjetividad como espacio de condensación de las relaciones sociales y por tanto de lo social.

Se trata de un proceso de desocialización y deculturación del yo y de la subjetividad en general que está produciendo una sociabilidad regresiva y egocéntrica.

La sociedad contemporánea representa a una época con muchos avances en lo tecno-científico, en la lucha a favor de la democracia y los derechos humanos, en la importancia del papel de la mujer, etc. No obstante hay un morbo que carcome fuertemente los cimientos de esta civilización.

Más allá de las desigualdades sociales, la pobreza, la crisis de valores y toda la cadena de flagelos que azotan a la civilización contemporánea, es la banalización y frivolización de la vida lo que a mi modo de ver las cosas, constituye un cáncer que hace metástasis en todas las estructuras del espíritu de esta civilización. La política como simple espectáculo mass-mediático, el consumismo convertido en religión de la época (con sus ritos, sacerdotes, templos, etc.), el hedonismo o búsqueda compulsiva de placer; y en el fondo del alma de la gente, una sensación profunda de fastidio y aburrimiento.

Venezuela: una sociedad "light"

Venezuela, se ha venido convirtiendo en esa sociedad Light (ligera) que nace como producto de la combinación de varios factores: esa falta de sedimentación cultural producto de tanta inestabilidad, tantas guerras y tanta violencia; la llegada del petróleo que impidió que terminara de echar raíces una cultura tradicional y finalmente la presencia de un proceso civilizatorio mundial que conocemos como globalización montada sobre el predominio de los medios de comunicación.

La globalización, nuevo proceso civilizatorio, ha arrasado y pulverizado cualquier resto de memoria cultural, volviéndonos aún más desarraigados que antes.

Este síndrome del "vacío cultural" y el "desarraigo" genera también un vacío en lo más profundo del espíritu que nos vuelve cada vez más superficiales, sosos y ayunos de cualquier sustancia desde el punto de vista espiritual y cultural.

Unido a esto, el surgimiento de vastos espacios de incultura, anomia y marginalidad cultural, son cada vez mayores. Desde patrones de comportamiento totalmente anárquicos y caóticos, sobre todo en el campo de lo cívico y la ciudadanía, hasta la entronización cada vez más fuerte de la violencia en todos los tejidos sociales de una sociedad que como la nuestra pareciera no tener pasado, ni futuro, sino el "eterno presente" de la inmediatez, el pragmatismo radical como estilo de vida, la visión cortoplacista, el encerramiento en el sí mismo individual, doméstico y grupal, sin que me importe para nada lo que puede estar pasando afuera y sobre todo, el materialismo vulgar de los valores del consumismo.

¿Qué pasa que a medida que se incorporan mayores avances científico-tecnológicos y educativos, nuestra sociedad parece volverse más primitiva, más primaria y más bárbara, y sobre todo más autista (egocéntrica)?

El surgimiento de un fenómeno que pudiéramos denominar como "primarización de la conciencia", nos está convirtiendo en gente cada vez más primaria, más primitiva; pero sobre todo más insulsa, plástica y sin ninguna densidad en nuestras estructuras de conciencia.

El carro estacionado donde nos dé la gana, la botella de refresco tirada por la ventana del automóvil, esa necesidad de meternos con nuestro carro por donde sea, aunque eso involucre circular por las aceras, etc., constituyen la carta de presentación del venezolano o guayanés contemporáneo.

El surgimiento de los medios de comunicación como referencia central (sobre todo la TV), una vez que los actores políticos y sociales se evaporaron de la escena, tiene mucho que ver con la proliferación de esta "ideología de la nada" que se ha venido convirtiendo en el paradigma hegemónico en la vida cotidiana porque genera un prototipo de "conciencia promedio" que se parece mucho a lo que la TV vende como el modelo de democracia y de comportamiento que mejor se adapta a estos tiempos, ante el fracaso en la construcción de una democracia sustantiva.

Gustos, lenguaje, manera de vestir, información, maneras de pensar, etc., conforman todo una manera de ser que se encarna en la "subjetividad" del hombre masa contemporáneo y que al final no construye nada que valga la pena desde el punto de vista social y cultural.

Es un detritus cultural, un residuo burdo ideológico-cultural, que queda después de haber cernido todo lo que quedaba de sustancia en el cedazo. Las motivaciones y valores de esta "anticultura" o "infracultura" tienen que ver con el celular que tiene más funciones y es más barato, el carro que desarrolla la mayor velocidad, la mejor ropa de marca, el refresco mas Light, la última dieta para rebajar, el mejor look.

Un discurso político que parece una grabación por lo repetido y cansón, un gran bostezo y unos políticos que más parecen actores del "espectáculo mediático" en el cual se ha convertido la política. Una TV que más bien parece un inmenso programa de idiotización de la gente; hecho por idiotas, para fabricar idiotas en masa. Grandes masas de población que se mimetizan con todo, más que imitar, porque imita quien tiene identidad, pero este síndrome significa la pérdida de identidad en sentido significativo. Lo peor de todo esto es que el sector social a quien más permea este proceso, es la juventud. Es la juventud el estrato donde mejor encontramos esa manera de pensar, de sentir y de comportarse.

 

 

 

Autor:

Doctor Francisco Rodríguez

franciscorodriguez50[arroba]cantv.net

Universidad de Oriente-Venezuela

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