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Desmitificando la convergencia periodística

Partes: 1, 2

    1. Luces y sombras de la convergencia digital
    2. Convergencia desmitificada

    Cada cierto tiempo surge un debate acerca de la capacidad para renovar el periodismo de las empresas de comunicación y de los avances tecnológicos. A comienzos de los años 90, por ejemplo, la incorporación masiva de los ordenadores transformó las estructuras de las redacciones y propició el abaratamiento de los costes de producción y mayor flexibilidad en la elaboración de los diarios y de las noticias televisivas. A finales de esa década, Internet volvió a trastocar el ecosistema mediático, con la irrupción de nuevos actores, así como las posibilidades de documentación, actualización, narrativa multimedia e interactividad que aporta la red.

    De este modo, cristalizó una tendencia originada en los ámbitos de la ingeniería y de la informática: la convergencia, que no dejó a nadie indiferente. Tecnófobos y tecnófilos, periodistas y empresarios, plumillas y técnicos… todos se posicionaron a favor o en contra de esta estrategia, que irrumpía con fuerza en el horizonte de las empresas de comunicación, ya que, según avezados observadores, "transformaría radicalmente la forma de elaborar y distribuir los contenidos". En 2002, en un artículo publicado en Chasqui, analicé algunas implicaciones de la convergencia y la polivalencia para el periodismo audiovisual. Dicho artículo concluía así:

    Los defensores de la convergencia de las redacciones y la polivalencia de los periodistas, argumentan que el trabajo conjunto de los comunicadores redundará en informaciones de mayor calidad en los distintos medios. Sin embargo, no faltan quienes se muestran escépticos ante ambas estrategias y consideran que pueden conducir a un periodismo más barato y menos elaborado. Habrá que seguir observando esta interesante evolución para evaluar el alcance de estos cambios y su viabilidad.

    Han pasado casi cuatro años desde entonces y parece un buen momento para recapitular, sucintamente, acerca de cómo ha evolucionado la implantación de esta estrategia.

    Luces y sombras de la convergencia digital

    Un primer indicio es que, en los últimos dos años, la moda de la convergencia de redacciones ha perdido fuelle. Según la base de datos sobre convergencia elaborada por el Poynter Institute (Florida), el número de alianzas multimedia superaba el centenar en octubre de 2003. Desde entonces, esta base de datos no ha sido actualizada. Al menos ya no sigue siendo una panacea que se vende en los foros profesionales, como la "gran revolución del periodismo mundial".

    También se ha rebajado el tono de optimismo exacerbado que exhibían en los Estados Unidos los apóstoles de la convergencia entre 2000 y 2002. Las experiencias de algunas empresas norteamericanas, en especial el Chicago Tribune y Media General en Florida, se convirtieron en auténticas campañas de marketing para promocionar las innumerables virtudes de la convergencia. En este contexto, abundaban los planteamientos hagiográficos, como el de la periodista Cory Bergman en 2001:

    Los periodistas más exitosos del mañana informarán sin fisuras a través de cualquier medio: televisión, radio, prensa y la Web. Puedes llamarlo la nueva raza, "los superperperiodistas": comunicadores listos, muy trabajadores, que se esfuerzan al máximo para conseguir lo mejor de cada historia.

    Tampoco faltan afirmaciones categóricas, que encuentran eco en las palabras de Tanner y Duhé en 2005:

    Es evidente que la totalidad de la industria mediática está sufriendo cambios que van a provocar un auténtico seísmo, debido a la convergencia de medios y a la adopción de la nueva tecnología por parte del público.

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