Biografías de los miembros de la dinastía Borbón, la Casa reinante de España
Enviado por Darío Silva-D’Andrea
- Isabel de Borbón y Borbón, "La Chata", Infanta de España
- María de las Mercedes de Borbón y Habsburgo, Infanta de España y Princesa de Asturias
- Don Alfonso de Borbón-Dos Sicilias y Borbón, Infante Heredero de España, Conde de Caserta
- S.A.R. Don Carlos de Borbón-Dos Sicilias y Borbón-Parma, Infante de España, Príncipe de las Dos Sicilias y Duque de Calabria
- S.A.R. doña Cristina de Borbón-Dos Sicilias y Orleáns, Princesa de las Dos Sicilias
- S.A.R. doña María de la Paloma de Borbón-Dos Sicilias y Orleáns, Princesa de las Dos Sicilias, Archiduquesa de Austria
- S.A.R. don Pedro de Borbón-Dos Sicilias y Orleáns, Príncipe Heredero de las Dos Sicilias, Duque de Noto
- S.A.R. doña Inés de Borbón-Dos Sicilias y Orleáns, Princesa de las Dos Sicilias
- S.A.R. doña Victoria de Borbón-Dos Sicilias y Orleáns, Princesa de las Dos Sicilias
- Isabel Alfonsa de Borbón y Borbón-Dos Sicilias, Infanta de España y Princesa de las Dos Sicilias
- Doña María Teresa de Borbón y Habsburgo, Infanta de España
- Luis Alfonso de Baviera y Borbón, Infante de España
- José Eugenio de Baviera y Borbón, Infante de España
- Doña Cristina de Baviera y Messía, Condesa de Odiel
- Don Fernando de Baviera y Messía
- Doña María Teresa de Baviera y Messía
- Doña María de las Mercedes de Baviera y Borbón, Infanta de España
- Princesa María de la Paz Bagration-Mukhranskaya y de Borbón
- Príncipe Bagrat Bagration-Mukhransky
- María del Pilar de Baviera y Borbón, Infanta de España
- S.A.R. Don Gonzalo de Borbón Dampierre (Duque de Aquitania)
- S. A. R. Doña María Cristina de Borbón y Battenberg, Infanta de España, Condesa Marone
- Donna Victoria Marone Cinzano y de Borbón
- Beatriz de Borbón y Battenberg, Infanta de España y Princesa di Civitella Cessi
- Doña María del Pilar de Borbón y Borbón, Infanta de España y Duquesa de Badajoz
Isabel de Borbón y Borbón, "La Chata", Infanta de España
1851-1931
Un republicano la llamó "la infanta buena"; un artista, "la infanta mecenas"; en Segovia se la conoció como "doña Isabel de Segovia", y en la capital la consideraban "princesa de Madrid". Hasta en Argentina la acabaron denominando "madre del pueblo". Hija, hermana y tía de reyes, "la Chata" fue testigo de primera fila de casi cien años de historia de España. Le llamaban "la Chata" por la forma de su nariz, pero de una forma cariñosa, nunca despectiva. La infanta acabó apreciando aquel cariñoso apodo. El "¡Viva La Chata!" que gritaban todos a su paso cuando iba a los toros, dadas las circunstancias políticas, era muy de agradecer. Cuando murió, se produjo un gran impacto social y en los titulares de la prensa se lee "La Chata ha muerto", sin más datos identificatorios.
Efectivamente, la popularidad de la dos veces Princesa de Asturias, cinco años hasta que nació Alfonso XII y unos meses hasta que nació Alfonso XIII, era enorme. Lo fue siempre y por muchas razones, pero acaso la más importante es que habiendo nacido en el Palacio Real acudía a los mismos sitios que el pueblo llano: romerías, procesiones, verbenas, saraos, meriendas y, por supuesto, a los toros. Los madrileños la querían porque no se perdía una fiesta, porque presidió todas las organizaciones caritativas imaginables, porque vestía de forma llamativa y alegre, porque hablaba con cualquiera y porque, siendo de tan alta cuna, fue desgraciadísima en su vida particular. Esto siempre ha provocado la simpatía popular. Además tenía una cara fea y simpática.
Era la hija de la insulsa reina Isabel II y del consorte don Francisco de Asís, hermana mayor de Alfonso XII y tía de Alfonso XIII. Nació Princesa de Asturias, el 20 de diciembre de 1851, hija de "la reina Castiza", Isabel II. Era su segundo alumbramiento pero el primero, un niño, nació muerto. Casi dos días duró el parto hasta que su padre oficial, el rey consorte Francisco de Asís, la presentó públicamente en la ritual bandeja de plata, junto al presidente del Consejo don Juan Bravo Murillo. Cuando nació su hermano Alfonso se supuso que la niña le tendría celos, pero la verdad es que desarrolló pronto una disposición maternal y protectora que les hizo inseparables de por vida. Juntos y solos pasaron varios años y luego se les unieron más hermanos.
Además de sus evidentes inquietudes culturales, la Chata practicaba el golf, el patinaje, la equitación, el alpinismo. Hizo una excursión con Alfonso XII a los Picos de Europa, en 1881, que se recuerda bien porque se convirtió en la primera mujer que subía tan alto con aquellos ropajes de época. "Ella fue la más interesada", aseguró su biógrafo, "en mantener el protocolo en palacio, pero fue uno de los pocos miembros de la Familia Real que asegura que el amor del pueblo no viene dado, sino que hay que ganárselo, que había que trabajar por la imagen de la monarquía". Se casó con el príncipe Cayetano de Borbón-Dos Sicilias, conde de Girgenti, uno de los hijos de los destronados napolitanos. No hubo nunca amor, entusiasmo, y ni siquiera interés, entre Isabel y Cayetano. Se casaron el 13 de mayo de 1868, se fueron de viaje de bodas y en el extranjero les sorprendió la "Revolución Gloriosa" y el destronamiento de Isabel II. El desventurado marido, después de obsequiarla con unos ataques de epilepsia -enfermedad sobre la que nadie había advertido a la recién casada- y de tratar de arrojarse por un balcón, acabó pegándose un tiro en Lucerna, el 26 de noviembre de 1871. Con apenas 20 años, Isabel se quedaba viuda y en el exilio. Desde entonces se le tuvo justificada lástima.
Isabel estaba en edad de volver a casarse, pero el destinado a ser otro marido curioso, el archiduque Luis Salvador, no aceptó. Fue un personaje fundamental en la Restauración de su hermano Alfonso XII y regresó con él a Madrid en 1875. Así que se instaló en un palacete de la calle Quintana con tres damas de compañía, algún servicio y un par de gatos. Empleaba su tiempo en obras benéficas y en pasear por la calle, que acaso por la experiencia del exilio recorría con deleite. Gran amiga de la música, excelente pianista y hasta compositora a ratos, apadrinó a jóvenes talentos como Arbós. No fue bibliófila pero le gustaba la cerámica y los cacharros en general. Su mayor hazaña diplomática fue el viaje a Buenos Aires en el Centenario de la Independencia argentina, llevando la representación real. El periplo del buque Alfonso XII, una epopeya mundana de la época, contó con periódico a bordo que recogía las vicisitudes del encumbrado pasaje. En su biografía de "La Chata", Francisco Azorín recuerda que, al pasar el Ecuador, su alteza dio permiso para cambiar el atuendo por pijamas de seda. En Buenos Aires, el eufórico gentío estuvo varias veces a punto de aplastarla.
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