- Ética del arte válido e inválido
- Juan Pablo II, un Papa retardatario
- Un patriarca inválido y prepotente
- Un Cristo renovado e irreverente
- Conclusiones
"Lo importante no es moralizar, sino reflexionar".
Hans Küng.
Prolegómenos
¿Por qué un artista como Jiménez Deredia (Costa Rica, 1954), confeso admirador e investigador de las cosmogonías precolombinas costarricenses, opta por realizar un monumento al más alto jerarca de la iglesia católica para "donarlo" a la curia metropolitana? ¿Por qué el alcalde de de San José y el municipio metropolitano privilegian este tipo de monumentos religiosos y no otras acciones artísticas urbanas "laicas", como la muralística de Carlos Tapia, por ejemplo? ¿Por qué, si de monumentos religiosos se trata, no se erige uno a Monseñor Víctor Manuel Sanabria, gran reformador católico apegado a la doctrina social de su iglesia, impugnada por el Papa Juan Pablo II?
Las preguntas surgen luego de la instalación del monumento a Juan Pablo II en el costado noroeste de la Catedral Metropolitana de San José, Costa Rica. El conjunto escultórico, en mármol blanco (de Carrara, Italia), de 4 metros de alto, 2,35 de ancho y 1, 75 de fondo, asentado en una plataforma circular y con un costo cercano a los 115 millones de colones, según el periódico La Nación (11 de agosto, 2006) "aportados por la municipalidad y la empresa privada" con el respaldo de la arquidiócesis de San José, muestra al pontífice católico con un báculo en forma de cruz y su mitra, acompañado de una niña y de una mujer que se apoya en él para levantarse.
Al tratar de responder aquéllas cuestiones decidí confrontar el mencionado monumento con la escultura Cristo de Leda Astorga (Costa Rica, 1957). Producida en el año 1988 en formato pequeño y en concreto sobre madera, fue realizada en tamaño natural (2 metros de alto, por 2 de ancho y 80 centímetros de fondo, aproximadamente) en el año 1994 con motivo de la invitación de la artista a la Bienal de Arte de La Habana, Cuba. Vaciada en resina poliéster y empotrada sobe una cruz de madera y metal, pertenece a la colección personal de la autora para quien no tiene precio ya que "no se vende ni se dona".
Ética del arte válido e inválido
En un mundo sojuzgado por múltiples opresiones, interesa subrayar la ética de la gratuidad frente al cálculo, el interés, el beneficio, el éxito y el negocio. La premisa es que no se debe hacer negocio con lo gratuito, con la creación artística: el lucro no es el fin, sino un resultado, dice el profesor estadounidense en promoción Peter Drucker (Hans Küng, Proyecto de una ética mundial, Madrid, Editorial Trotta, 1992). Atendiendo al decálogo que propone la ética del teólogo español Juan José Tamayo (Extraído el 5 de noviembre del 2006. http://www.adital.com.br/site/noticia.asp?lang=ES&cod=15349-60), o de teólogos latinoamericanos como Leonardo Boff (Ética planetaria desde el gran sur. Madrid. Editorial Trotta, 2001), se vislumbra la incompatibilidad entre Dios y el dinero en una sociedad globalizada donde se compagina fácilmente la fe con la creencia en ídolos, o la adoración a la divinidad mercantil, al "oro del becerro", prácticas contradictorias con la prédica cristiana de compartir los bienes.
El artista y crítico de arte mexicano Ramón Almela, caracteriza las prácticas y funciones de la actividad visual-significativa en nuestras sociedades de acuerdo a su compatibilidad ética (Arte válido y arte inválido. Conformación en el arte actual de un criterio crítico basado en la ética. Extraído el 31 de octubre del 2006. http://www.criticarte.com/Page/file/art2003/ArteValidoInvalido.hgtml). Franqueamos una suerte de "impasse" en la reflexión filosófica e histórica, en el terreno del arte los conceptos se tornan ubicuos ante el imperio de la imagen y la tecnología liviana, como en el "net.art". Vivimos una especie de "imagosfera". Todo es válido, no hay un canon establecido, a no ser la ambigua, "multicultural", posmoderna y globalizada marea creadora, amparada a un nihilismo mercantilista en un "nicho" de todos, mejor dicho, de pocos, de nadie.
Para Almela el "arte válido" se compromete con la nueva realidad social y tecnológica global como detonador de nuevos significados, planteamientos y reconsideraciones de la realidad: arte como filosofía, como etnografía, como documento-denuncia y como fenómeno colectivo. El "arte inválido", en cambio, responde a criterios enraizados en una etapa histórica anterior pues está preocupado por estéticas ("poéticas") formales y sometido por objetivos de mercado y de lujo, sea, de "éxito". Almela se plantea la estructura de la obra de arte desde una tríada de conceptos que se relacionan mutuamente: BELLEZA, CONSUMO, ÉTICA.
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