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Resumén de María de Jorge Isaacs. (página 2)

Enviado por Amira J. Köllrich


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Al día siguiente debía ir a la hacienda, y su hermana le pidió que lleve a Juan Ángel, debido a que su madre estaba enferma y él seguramente querría verla. Efraín aceptó.

Escuchó que su padre lo llamaba y fue hasta donde este se encontraba. Vio que María estaba con él. Anselmo le preguntaba a su hija "adoptiva" si aceptaba casarse con Efraín una vez que hubiese vuelto y ella dijo que sí. Luego, le pidió que le comentara al chico las condiciones que había establecido. La primera era que estudie mucho y la segunda era que se vaya lo más contento posible. La tercera la estableció María y era que nunca deje de amarla.

Efraín llegó con Juan Ángel a la hacienda y vio a Feliciana, la madre del negrito, echada en la cama. Había empeorado y no le quedaba mucho de vida. Fue entonces que Efraín recordó una de las historias que le contaba a él y a sus hermanas cuando eran pequeños.

Magmahú era un soldado de los ejércitos de Achantí, una nación poderosa de África, que por su había recibido todos los honores y riquezas como regalo del monarca.

En una de las batallas contra las tropas inglesas, Magmahú comprendió que iba a ser derrotado porque muchos de sus soldados habían muerto y muchos otros estaban asustados. A pesar de eso, se preparó para luchar, aún sabiendo que iba a morir.

El rey vio la situación de su ejército y pidió la paz, los ingleses la aceptaron con condiciones que los beneficiaban sólo a ellos por lo que desde entonces el monarca no volvió a confiar en él. Magmahú decidió exiliarse, pero antes de esto decidió cortar las cabezas de sus esclavos y arrojarlas a un río, en ofrenda a su dios. Entre ellos Sinar, cuya noble estirpe solo era conocida por Nay, hija de Magmahú.

La chica sintió gran admiración por él desde que el chico se convirtió en su siervo. Ella prometió pedirle por su libertad a su padre, porque sabía que él extrañaba sus tierras.

Un día Sinar le mostró a ella el camino a su tierra y le dijo que la llevaría con él y que sería su reina, y que nadie se interpondría en su misión, pero Nay dijo que debían hacer las cosas bien porque ella no quería fallarle a su padre.

Cuando llegó la batalla contra los ingleses, en la que Magmahú se exilió, Sinar le suplicó que lo llevara y le aseguró que le iba a luchar con todas sus fuerzas. Magmahú lo llevó y en ella Sinar perdió su brazo. Nay se dedicó a curarle las heridas, pero un día su padre le contó la resolución que había tomado de abandonar sus tierras y de sacrificar a sus esclavos para calmar la ira del dios. Nay se desmayó el escuchar esto y Magamahú se enojo al darse cuenta que su esclavo amaba a su hija, por lo que decidió enfrentarse a él. Pero Nay consiguió impedir ese enfrentamiento.

Entonces los tres partieron de esas tierras. El valor y el esfuerzo de Sinar y Magmahú fueron muy útiles en la nueva tierra donde se encontraban.

Un día mientras Nay se bañaba en un lago vio a dos extranjeros blancos llegar, traían un cadáver con ellos, y pidieron a Sinar permiso para enterrarlo. Los extranjeros venían de Francia y pensaban que no iban a tener problema en enterrarlo en tierras Achimis. Sinar les dijo que en la tribu había alguien con más poder que él y que era a aquella persona a quien debían preguntarle.

Los extranjeros les contaron como habían llegado hasta ahí y el monarca de la tribu le concedió permiso para enterrar el cadáver, tarea que se realizó con ayuda de Sinar y otros esclavos.

El jefe de la tribu de Kombu Monez hizo una celebración en honor al casamiento de Nay y Sinar. Después de largas horas de festejo, la mayoría se quedó dormida, pero despertaron en medio de la noche porque estaban siendo atacados. Muchos murieron y muchos se convirtieron en esclavos; Nay estaba entre estos últimos. Los prisioneros fueron llevados en barcas y a Nay no se le permitió que se acercara a Sinar durante el viaje.

Cuando el grupos de prisioneros que viajaba con Nay y la misma Nay llegaron a tierra, fueron atados y los llevaron a una casa donde los recibió una mestiza llamada Gabriela y una hombre blanco irlandés llamado William Sardick. Este no estaba muy contento con los esclavos recibidos, pero sí con Nay porque era muy hermosa.

Sardick era un hombre ya que poseía minas de oro y exportaba pieles, cacao, sales, armas, entre otras cosas de valor. Estaba por partir a África a trabajar y Nay le suplicó que la llevara, con el objetivo de buscar a Sinar. Sinar le dijo que sólo si prometía amarlo la llevaría.

Después de un tiempo, Nay pudo aprender a hablar castellano gracias a Gabriela y acordó con sus dueños que el hijo que estaba esperando no sería un esclavo. La criolla le dijo que su hijo recién podría ser libre a los 18 años.

Un joven inglés que pasaba por el lugar pidió hospedaje en la casa de Sardick. Traía con él una nena de 3 años. Eran María y el padre de Efraín. Anselmo, que sabía que la importación de esclavos estaba prohibida, decidió comprar a Nay y a su hijo para luego dejarlos en libertad. Pero en esos días, llegó un norteamericano y sintió una enorme admiración por la belleza de Nay. Debido a eso le ofreció a Sardick una notable cantidad de dinero por Nay y este la aceptó. Sin embargo, la chica se enteró que en donde la llevaban su hijo sería un esclavo y le pidió a Anselmo que la compre o mataría a su propio hijo. Así fue, auque luego la dejo en libertad. Le dio la posibilidad de elegir quedarse o de irse con él y su hija, y eligió irse con ellos porque le había tomado mucho cariño a la nena.

Feliciana empeoraba y el médico dijo que moriría esa noche. Lo único que hacía era repetir en sueños el nombre de Sinar, su esposo.

Finalmente, a la noche murió.

 

 

 

Autor:

Amira J. Köllrich

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