Introducción
Conoció el hombre a Eva, su mujer, la cual concibió y dió a luz a Caín, y dijo: "He adquirido un varón con el favor de Yahveh". Volvió a dar a luz y tuvo a Abel su hermano. Fue Abel pastor de ovejas y Caín labrador. Pasó algún tiempo, y Caín hizo a Yahveh una oblación de los frutos del suelo. También Abel hizo una oblación de los primogénitos de su rebaño, y de la grasa de los mismos. Yahveh miró propicio a Abel y su oblación, mas no miró propicio a Caín y su oblación, por lo cual se irritó Caín en gran manera y se abatió su rostro. Yahveh dijo a Caín: "¿Por qué andas irritado, y por qué se ha abatido tu rostro? ¿No es cierto que si obras bien podrás alzarlo? Mas, si no obras bien a la puerta está el pecado acechando como fiera que te codicia, y a quien tienes que dominar". Caín dijo a su hermano Abel: "Vamos afuera". Y cuando estaban en el campo, se lanzó Caín sobre su hermano Abel y lo mató.
(Génesis, 4, 1-8) (FIN DE LA CITA)
La figura bíblica de Caín caracteriza la peculiar psicología del primogénito, celoso del hijo segundo a quien considera como un "intruso", un rival, un enemigo a quien hay que combatir. El psicólogo francés Charles Baudouin, el primero en usar el término Complejo de Caín, escribe: "El niño al que le cabe en suerte un hermanito o una hermanita, reacciona primero, muy generalmente, con unos celos desmedidos y de carácter completamente animal, que subsisten luego, latentes y más o menos bien reprimidos. La hostilidad del menor frente al mayor aparece como una réplica natural a dicha hostilidad". Según Freud, la rivalidad existente entre los hermanos sería la base de la justicia. "El instinto gregario se va formando sólo paulatinamente como efecto de las relaciones entre hijos y padres y como reacción al sentimiento de celos con que el hijo mayor empieza por acoger la intrusión del hijo menor. El primogénito descartaría de muy buena gana al segundón para separarle de los padres y despojarle de todos sus derechos; pero en presencia del amor que los padres manifiestan por igual hacia todos sus hijos, y ante la imposibilidad de mantener a la larga dicha actitud hostil sin perjuicio para aquellos mismos que empezaron por adoptarla, acaba por operarse una identificación entre todos los hermanos y se constituye un sentimiento de comunidad que sufrirá en la escuela su desarrollo ulterior. La primera exigencia que nace de esta reacción, es la de justicia, de trato igual para todos". (Ensayos de Psicoanálisis).
Desarrollo
Para el psicoanálisis, el complejo de Caín no es más que una proyección del complejo de Edipo, producido por el desplazamiento hacia el hermano del odio hacia el padre. Por ello, "los hermanos nacen ya enemigos", decía en su libro "El alma infantil y el psicoanálisis" el ya citado Dr. Baudouin, pero justamente pone el ejemplo de Víctor Hugo, quien desde los primeros años de su vida estuvo dominado por el afán de igualar y sobrepasar a sus hermanos mayores (para mayor ironía, el mayor de los tres se llamaba Abel), lo que venía a dar la razón a Adler y su doctrina, para el que lo verdaderamente importante es el "instinto de poder", es decir, ser el primero en todo (en el cariño y atención de la madre, en inteligencia, en tener más juguetes).
El milenio anterior, pienso, debió traer sabios días finales. Debió darnos días llenos de crecimiento y cierta madurez espiritual que nunca llegaron. Todavía hoy, en el nombre del mismo Dios, pero tan solo porque se pronuncia en idiomas diferentes a uno y otro lado de la frontera, un pueblo humilla, condena, desaloja y extermina a otro: cristianos contra musulmanes en los Balcanes, protestantes contra católicos en Irlanda, musulmanes contra judíos en Israel, hindúes contra musulmanes en la India, y así, todos contra todos, matan y mueren supuestamente, por Dios. Sin siquiera imaginarlo, ostentan el mismo, repetido y antiquísimo dolo de Caín. El odio y la violencia sintetizan los sucedáneos de la envidia, el rencor y la culpa, siempre en relación o en presencia de la imagen padre-madre, en fogosa competencia por su amor. Llámese Padre a Dios, o al padre, o a la madre o al padrino, al profesor, al Rey o al Presidente de la República. Se repite la historia bíblica, al calco.
Desde la terminación de la última guerra mundial -llamémosla guerra caliente– han sido frecuentes en los medios de comunicación los términos de guerra fría para designar un estado de belicosidad cercano a la agresión, aunque sin utilizar armas de fuego y de "convivencia pacífica". Para muchos autores, la familia constituye también un campo de batalla entre los hermanos que la componen, unas veces caliente ¡cuántas bofetadas se dan, si son pequeños o cuántas broncas tienen, si son mayores! y otras fría (no se hablan, no quieren salir juntos). Hay también temporadas de convivencia pacífica en las que todo parece ir sobre ruedas y, cómo no, momentos de amor y fraternidad plena, que muestran que son hermanos y se aman mutuamente. Porque el amor triunfa y prevalece, siempre. Al respecto, Erich Fromm afirma: "El amor es unión con alguien o con algo exterior a uno mismo, a condición de retener la independencia e integridad de sí mismo. Es un sentimiento de coparticipación, de comunión, que permite el pleno despliegue de la actividad interna de uno. La experiencia amorosa elimina la necesidad de ilusiones. No es necesario hinchar la imagen de la otra persona, o la de mí mismo, ya que la realidad de la coparticipación y del amor activos me permite trascender mi existencia individualizada y al mismo tiempo sentirme a mí mismo como portador de las fuerzas activas que constituyen el acto de amor." (FIN DE LA CITA)
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