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Trabajo de S�ntesis entre Te�ricos y "Los Intelectuales en la Edad Media"

 

El siguiente trabajo se propone trazar una relaci�n entre la posici�n de Pedro Abelardo con respecto al problema de los universales, su giro hacia una subjetividad, visto en te�ricos, con su cr�tica a las instituciones, su humanismo y su influencia goliarda, aspectos que se extraen del libro de Le Goff.

En el siglo XII hubo un movimiento de intelectuales bastante particular, a cuyos miembros se los llamaba goliardos. Este movimiento (no era nada homog�neo ni organizado, sino que a quienes se los etiquetaba como pertenecientes a el compart�an caracter�sticas comunes) se distingu�a por ser un producto social causado por el crecimiento demogr�fico y de las ciudades, el nacimiento del comercio, y otros factores que trastocaron la estructura socioecon�mica feudal.

Los goliardos aparecen como los desplazados de este nuevo orden (en el anterior ni siquiera exist�an como movimiento social o intelectual). Pod�an ser de los m�s diversos or�genes de clase (campesino, urbano, noble) y por ende, sus aspiraciones sociopol�ticas eran tambi�n de las m�s diversas, a veces pod�an ser hasta contradictorias.

Una caracter�stica com�n a los goliardos era que su pensamiento y en consecuencia, su obra, era altamente "subversiva" y tem�ticamente, revolucionaria. Tem�ticamente revolucionaria porque algunos de sus obras tocaban temas que desafiaban a la moral tradicional y a las ense�anzas de la iglesia, como as� tambi�n la cr�tica social, temas como el vino, el amor, el juego, en fin, placeres de la carne.

Estas obras se volvieron un lugar com�n dentro de la literatura burguesa. Tambi�n planteaban ellos la creaci�n de una nueva moral, criticaban el hecho de que el noble sea noble desde nacimiento, y no por sus actos e intenciones.

Los goliardos eran duros cr�ticos de la sociedad en la cual viv�an. Criticaban con dureza y sagacidad a los personajes claramente comprometidos con ese orden sociopol�tico que los exclu�a: el clero, la nobleza, incluso al campesinado. Su blanco principal (y esto es probable que sea por influencia gibelina) es la figura que para ellos est� ligado mas estructuralmente al orden de las cosas: el Papa. Ahora se entienden mas claramente sus intenciones de una cultura laica.

No pod�an conciliar la idea de las aspiraciones terrenales y pol�ticas de la autoridad espiritual. Subyace aqu� una cr�tica al neoplatonismo (en tanto fue utilizado como separador de dos mundos, planteando que al mundo inteligible s�lo acceden los privilegiados de los estratos superiores de las sociedad, y que a este, el sensible, hay que dejarlo de lado, solo hay que utilizarlo como una v�a de salvaci�n para llegar al para�so, sin considerar a este mundo en si mismo, denigrando la materia �postura que los goliardos demostraron que criticaban duramente- y eliminando, en consecuencia, toda posibilidad de cr�tica al status-quo) que tambi�n se da en Pedro Abelardo.

Pedro Abelardo fue un cr�tico de las instituciones de su tiempo. Su enfrentamiento con San Bernardo y con la iglesia provoc� su desilusi�n con respecto a las instituciones cristianas. Incluso pens� en cruzar las fronteras geogr�ficas del cristianismo e instalarse del otro lado. La postura de Pedro Abelardo frente al matrimonio demuestra claramente su esp�ritu goliardo. En el siglo XII se produce toda una corriente antimatrimonialista.

Surgen tambi�n en los ambientes escolares teor�as acerca del amor natural, etc. La situaci�n entre Elo�sa y Pedro Abelardo se inserta en esta corriente apoyados por los goliardos. Se hace manifiesto el inter�s por los placeres carnales. A Pedro Abelardo, seg�n Le Goff "Su humanismo le exige que sea plenamente hombre. Por lo tanto, rehusa todo lo que podr�a parecer como una disminuci�n de si mismo".

�Hay aqu� relaci�n entre la postura abelardiana con respecto al matrimonio y su postura frente al problema de los universales? Si. Es un salto tem�tico bastante grande, pero nuestra idea es que la coherencia del pensamiento abelardiano es tal que en ambos casos subyacen los mismos supuestos y se abren similares perspectivas.

En la pol�mica sobre el punto de referencia de los universales, hab�a dos posturas principales enfrentadas; una de Guillermo de Champeaux, realista extremo, y otra de Rossellino de Compi�gne, nomimalista. El primero sosten�a una postura neoplat�nica, postulaba que hay esencias que determinan los particulares del mundo sensible. Postulaba que la esencia, al apoyarse en los particulares, se accidentaliza de diferentes maneras.

Hay que diferenciar entre accidentalizaci�n y participaci�n, ya que esta �ltima implica separaci�n. La cr�tica mas usual a esta postura es que tiende a multiplicar realidades (similar a lo que Arist�teles dijo sobre el platonismo).

Para la postura de Guillermo, la realidad estar�a en los individuos entre los cuales no habr�a diferencia de esencia, solo variedad determinada por los accidentes. Pedro Abelardo lleva esta postura al extremo para poder desacreditarla (por ejemplo, habr�a dos realidades en un individuo �la esencia y el individuo-, etc.). Rossellino propon�a que no existe nada mas all� de los entes particulares, que no existen esencias y que para los t�rminos universales su �nica consistencia material y/o existencial es la emisi�n de una voz que por convenci�n utilizamos para determinar un conjunto de particulares.

Sobre esta postura Pedro Abelardo afirma que "son avaros en realidades pero generosos en nombres". Hay que rescatar el porqu� de sus cr�ticas, ya que tiene cosas en com�n con esta postura (Pedro Abelardo toma la "parte destructiva" de Rossellino para con Guillermo); Pedro Abelardo crit�ca esta postura ya que si no se pueden universalizar los entes (de un modo que no sea arbitrario) no se puede construir un conocimiento acerca del mundo sensible.

Pedro Abelardo, al realizar su cr�tica al sistema de Guillermo de Champeaux, destruye el sistema agustiniano que hab�a sido de gran importancia durante siglos. Pedro Abelardo destruye el concepto de rationes agustinianas al afirmar que no hay una realidad que sea universal. Al desmantelar este esquema ( sobre lo siguiente no estamos diciendo que fue adrede y consciente) tira abajo uno de los cimientos de la estructura ideol�gica que era la del platonismo que desvalorizaba el mundo sensible y que hab�a legitimado la estructura social, pol�tica y econ�mica durante los �ltimos siglos. En la postura abelardiana acerca del problema de los universales, afirma que solo existen particulares que se nos presentan en determinado estado o condici�n, status.

Es a partir de c�mo se nos presentan las cosas que generalizamos, no es de modo arbitrario, es una convenci�n pero que se basa en c�mo se presenta la res. Esta visi�n de la realidad es, realmente, un cambio enorme. Al plantear el conocimiento y la relaci�n sujeto-objeto en base a c�mo se presenta el objeto y c�mo lo recibe el sujeto, Pedro Abelardo un avance filos�fico enorme. Al afirmar que no hay realidades universales, separadas o no, que determinan los particulares, est� destruyendo toda la tradici�n neoplat�nica precedente.

Se diferencia, adem�s, con Agust�n en que para este el universal est� contenido en el intelecto divino, mientras que para Pedro Abelardo se encuentra en la ratio humana. Lo universal esta dentro del sujeto particular.

Pedro Abelardo revaloriza el mundo sensible contrariando a toda la tradici�n precedente, permitiendo una ciencia del mismo ya que es como este se nos presente que nosotros conceptualizamos t�rminos universales. Se aleja as�, junto con Anselmo, de la idea de Dios como interviniendo constante y directamente en el mundo sensible.

Respondiendo a la pregunta que nos formulamos mas arriba, ahora podemos agregar que en ambos casos se perfila la cr�tica (o la posibilidad de esta) a las instituciones tradicionales.

Adem�s, as� est� revalorizando lo subjetivo por sobre lo (supuestamente) objetivo. Esto se encadena con otro salto revolucionario que da Pedro Abelardo.

En Pedro Abelardo se conceptualiza un supuesto medieval fuertemente arraigado, que es el de la conciencia en los actos morales. Durante toda la edad media, las acciones se habr�n juzgado de modo externo, es decir, sus actos eran juzgados de modo objetivo. Pero hete aqu� que �Qu� es bueno y qu� es malo y qui�n lo decide? Aqu� surge el problema.

Son las instituciones y los altos cargos eclesi�sticos (a quienes los goliardos criticaban duramente por denigrar los placeres corporales) quienes se atribuyen el poder de elaborar leyes e imponer castigos sobre cuestiones morales, se creen (y con claros intereses pol�ticos y econ�micos) los representantes incuestionables de Dios y eso hacen creer a la gente.

Pero como ya mostramos que la filosof�a abelardiana abre la posibilidad (y en algunos casos la hace) de criticar a lo instituido, con el tema del pecado, Pedro Abelardo hace hincapi� en el pecador, en la intenci�n del sujeto agente mas que en el hecho mismo. Se preocupa por la subjetividad, en lo que est� dentro del individuo, su interioridad. El problema que surge es que as� se corre el riesgo de caer en el otro extremo: no poder juzgar los actos reales de la gente, ya que lo que importa es la intenci�n.

Este tema tiene relaci�n con un aspecto del esp�ritu goliardo (no quiz� en los aspectos concretos, pues si en cuestionar los juicios que se establecen contra los hombres que gozan de los placeres corporales y el concepto tradicional de pecado), con sus intenciones de fundar una moral natural basada en el hombre y su naturaleza y no en los preceptos de las instituciones mantenedoras del statu-quo. No hay que olvidar que Pedro Abelardo era un humanista que prefiri� dedicarse al pensamiento antes que a la guerra; no en vano lo llamaban el caballero de la dial�ctica.

Otro ejemplo es el de su choque con San Bernardo, donde este �ltimo querr� aplastar por medio de la violencia al mundo musulm�n, mientras que Pedro Abelardo tenia una postura mas conciliatoria, buscaba lo humano com�n a las tres grandes religiones monote�stas.

Concluyendo, vemos como el esp�ritu goliardo, un sentimiento profundamente humanista y un estilo agresivo se conjugan en Pedro Abelardo para dar lugar a un fortalecimiento de la subjetividad, una critica a las instituciones tradicionales y a las postulaciones de entes superiores al hombre, ya que parecer�a que intuye que las estructuras pueden coartar el desarrollo del hombre y del individuo como tal. Pedro Abelardo fue un gran ejemplo del intelectual y su esp�ritu que, utilizando el m�todo dial�ctico, a�os despu�s se corporativizaria en las Universidades del siglo XIII.

 

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