Cuando hablamos de trabajo, es importante considerar como parte implícita la evaluación, entendiendo a esta como la comparación entre dos magnitudes, es decir, alcanzar un equilibrio entre los objetivos pretendidos y los objetivos logrados realmente.
En la educación se considera a la evaluación como la etapa final del currículo, en donde además se debe considerar a la conducta del alumno como parte de este proceso.
La evaluación de la conducta es también una buena referencia en el grado de conocimiento alcanzado si consideramos que "todo conocimiento debe generar un cambio de actitud"
Algunas ocasiones se utilizan de manera indistinta tres términos a los cuales se les atribuye erróneamente un mismo significado: evaluación, valoración y medición.
Por medio de la evaluación se permite un juicio con respecto a ciertos valores; la valoración es el nivel que se alcanza en relación a las conductas esperadas, mientras que la medición es la escala de orden de acuerdo a lo que saben o pueden hacer los alumnos.
La evaluación es también una guía (ya que nos da los datos necesarios) que nos permite tomar acciones concretas con el fin de corregir o mejorar nuestro accionar dentro del proceso educativo.
Esta puede ser medida de varias formas :
Cuantitativa
Objetiva
Cualitativa
buscando siempre un mayor aprovechamiento y permitiendo analizar la influencia de los diversos factores que intervienen en el proceso educativo (medio familiar, programa, grupo, etc.).
Para que la evaluación tenga existo debe reunir por lo menos los siguientes aspectos, es decir debe ser:
Continua: proceso por medio del cual se permite hacer valoraciones periódicas, durante el procedimiento para alcanzar una meta final, con ello se está trazando y realizando nuevas valoraciones, más fáciles y factibles además de realistas, dándonos la oportunidad de detectar a tiempo pruebas que nos indiquen el progreso o la falsa ilusión de que todo va por buen camino y que al final de cuentas nos de un mal resultado. Con la continuidad se evita el fracaso de objetivos y se está al tanto en todo momento del proceso para llegar al final con éxito.
Coherente: para alcanzar un objetivo, los medios deben ser acordes al procedimiento, pues no es válido ni factible que un procedimiento erróneo nos conduzca a una meta acertada.
Comprensiva: la valoración es tan necesaria para la conducta inicial, como para los resultados finales, pues si ella es imposible saber si se ha operado algún cambio en la conducta. En este aspecto debe tomarse en cuenta: la situación sociocultural; evaluación de los progresos; integración y experiencias del aprendizaje; motivación; interés; liderazgo; metas del grupo; etc.
Objetiva: generalmente la evaluación tiende a ser poco objetiva, pues no se sigue un proceso para darle objetividad real, puesto que únicamente se basa en la valoración subjetiva de especialistas que emiten un juicio de valor propio y no un instrumento que demuestre un valor objetivo real. En cuanto la evaluación sea cuantitativa y objetiva será mucho mayor.
Valida: para que la evaluación adquiera validez deben emplearse mecanismos de medición adecuados como los tests, la elaboración de estos, debe ser cuidadosa y acorde a los objetivos específicos que se pretenden alcanzar.
Valoración
Conforme se van incrementando los medios educativos, son más las personas involucradas en la evaluación, especialmente en la valoración y medición. Inclusive los mismos estudiantes están, evaluando y valorando los cambios de conducta de sí mismos y los demás; pero es el profesor al que se le considera el indicado para señalar el cambio de conducta, especialmente en el área cognoscitiva; dándole oportunidad al alumno de evaluar su propio aprendizaje(proceso activo).
Como hemos venido mencionando, la medición y otros tipos de valoración juegan un papel importante en la motivación del aprendizaje y en el propio aprendizaje. los resultados determinan lo que los maestros enseñan y cómo lo enseñan; lo que los alumnos aprenden y cómo lo aprenden. Se debe tener siempre presente que son las metas y objetivos los que determinan la valoración; y no la facilidad de la valoración la que determine los objetivos.
Exámenes
Uno de los grandes problemas en la mayoría de los exámenes, es que no se formulan los objetivos, sino que se detalla el contenido; y es imposible evaluar, ya que no se puede hacer una valoración sin saber lo que hay que valorar ; para que sea factible, hay que establecer objetivos, sin embargo en esta fase no se pueden realizar; pues la labor del docente es valorar y emitir juicios sobre las conductas observables, y la organización e integración de experiencias que han desencadenado dichas conductas. Los conceptos de validez son importantes en lo que se relaciona a los exámenes; y no se debe dar excesiva importancia a ellos pues no habría distinción entre evaluación y medición; todo depende del uso e importancia que se les dé. No quiero decir que los exámenes sean destituidos completamente ya que es muy importante incluirlos en la evaluación; pues son valiosos instrumentos de valoración si se les utiliza adecuadamente
La evaluación y otras fases del currículum
A la evaluación debemos considerarla como una fase formal en el proceso del currículum (la última fase completa), ya que requiere un nuevo estudio de las metas y objetivos que se tenían. La selección y valoración para saber hasta donde se han alcanzado son fases complementarias; ya que la valoración desempeña un papel muy importante en la selección de metas próximas y objetivos específicos ya que proporciona datos que ayudan a seleccionar las experiencias y el contenido; e indica la disposición por parte del individuo o del grupo.
Errores de la evaluación
Buscando un concepto, tenemos que evaluar significa recoger y analizar sistemáticamente una información que nos permita determinar el valor y/o mérito de lo que se hace, para facilitar la toma de decisiones con el fin de aplicar lo aprendido.
A través del proceso educativo en donde forzosamente utilizamos la evaluación, muchas veces recae en situaciones erróneas, de su uso, algunas de las cuales menciono a continuación:
La subjetividad inoperante ó cuando evaluar equivale exclusivamente a valorar: Cuando la evaluación se toma de manera superficial, únicamente con la finalidad de dar un valor (que la mayoría de las veces es relativo) al proceso, se carecerá del elemento principal e indispensable que nos permite proponer, mejorar e identificar causas y efectos para profundizar en el por qué de un resultado.
La sacralización del número o cuando evaluar equivale exclusivamente a cuantificar: La confusión de que evaluar consiste en otorgar un número, parece ser una forma generalizada en el proceso educativo, incluso administrativamente es mucho más importante (y obligatoria) reportar una evaluación cuantitativa, que cualitativa, con todos los agravantes que conllevan ese aspecto.
La unidireccionalidad o la evaluación como legitimización de unos pocos: La propuesta de evaluación de un programa solo son emitidas por los autores de éstos; sin tomar en cuenta ningún otro aspecto, como la ejecución de los mismos.
El valor de lo absoluto y lo relativo de este valor: La cuestión de lo absoluto es improbable por lo que en este caso el valor relativo cuenta más.
La diferencia en la interpretación de los criterios: Al momento de llevarse a cabo el proceso de la evaluación los criterios tomados en cuenta son muy diferentes y varían de una persona a otra; de una actividad a otra, de un grupo a otro, de un lugar a otro, por lo cual es muy importante estudiar estas variables, reconociendo sus diferencias y tomándolas como una aportación importante al momento de un consenso.
Todo en el mismo saco o la confusión en los niveles de evaluación: La evaluación no debe tomarse en cuenta como un aspecto más de una globalización, puesto que los programas pueden adecuarse a las diferentes circunstancias al momento de su aplicación, lo cual implica variación en objetivos, y por ende, una evaluación acorde a ellos.
La recogida de datos compulsiva: Si bien es cierto que la recopilación de datos favorece una mejor evaluación, también es cierto que excederse en datos que no significan nada, desvirtúa a la evaluación misma, por lo cual se debe ser selectivo en la recogida de estos y tomar solo aquellos que nos aportan información para mejorar un proceso.
La tiranía de las investigaciones experimentales: La evaluación debe ser un proceso práctico, por lo cual debe aplicarse la metodología adecuada, dejando a un lado el método científico experimental, puesto que su importancia radica en aportar soluciones a un programa que realizan un estudio minucioso del proceso.
Cuando evaluar equivale a cubrir el expediente: Al momento de evaluar debemos tomar en cuenta la importancia que este proceso tiene para el mejoramiento de nuestro trabajo y no tomarlo como un mero requisito administrativo, confundido con un número.
Conclusión
La evaluación no ha venido cumpliendo su función en el proceso enseñanza-aprendizaje debido principalmente al uso erróneo que los docentes hacemos de ella, puesto que en la mayoría de las veces se confunde con la calificación de un alumno y no como un proceso básico en la educación.
Cuantas de las veces creemos que con calificar a un alumno estamos cubriendo el proceso de evaluación. Otorgamos un numero y nos conformamos con ello, sin querer darnos cuenta que ese numero no refleja mucho de lo aprendido por el alumno y muchas veces pone de manifiesto un retroceso en nuestra labor docente.
El realizar adecuadamente el proceso de evaluación requiere un estudio minucioso de todo lo realizado en un ciclo escolar y poder así darnos cuenta que objetivos se alcanzaron, cuales se deben modificar y cuales hay que reafirmar.
Debemos evitar caer en el errores que ya se mencionaron y lo que es aun peor evitar convertirla en una amenaza, en un arma contra nuestros alumnos cuando por evaluar, nos concretamos a aplicar un rigorista examen, los calificamos y valoramos su conducta con el único fin de darle un numero.
Autor:
Mtro. Enrique de Jesús Nava Gómez
TOLIMAN, JALISCO, SEPTIEMBRE DEL 2013