- Introducción
- El crecimiento poblacional
- Historia es nombre de mujer
- La población
- Torre de Babel
- Los pueblos originarios de América
- Objetivo de la verdad
Toda causa tiene su efecto; todo efecto tiene su causa; todo sucede de acuerdo a la ley; la suerte no es más que el nombre que se le da a una ley no conocida; hay muchos planos de casualidad, pero nada escapa a la Ley".
(El Kybalion.)
Este enunciado originariamente fue un principio metafísico de carácter esotérico de dominio de iniciados, los mismos que mantuvieron a las masas en la ignorancia a pesar que la escritura ya se había inventado y los primeros filósofos lo habían discutido. Con el advenimiento de la era moderna y la masificación de cultura este enunciado revolucionó las ciencias y el mundo.
En el principio de la humanidad el conocimiento a los primeros hombres se dio "por revelación" y su transmisión a las generaciones siguientes se dio vía oral a través de los patriarcas o mediante los más viejos de una tribu, quizás no porque se consideraban "buena onda" con los hombres del futuro, sino movidos por el amor a sus hijos y descendientes o por pretender la supremacía de una tribu sobre otra, pero "algo había que los impulsaba a actuar de esa manera".
De muchos testimonios escritos al respecto, considerados sagrados por varios pueblos, la revelación más conocida y sustento del mundo occidental es la Biblia.
Evidentemente que cualquier revelación, real o supuesta, trajo consigo la interpretación y la aplicación a la vida de los hombres porque por ellos ocurrió, por la vida, por la humanidad presente y la del futuro, quizás como un instinto de la especie por sobrevivir en un planeta muchas veces hostil.
La Biblia propone una creación universal y una historia humana a partir de esta creación para el único ser racional del universo hecho a imagen y semejanza del Creador, última propuesta que las ciencias no han podido desmentir ni encontrar señales o evidencias de vida humana en fósiles o en otros planetas, a pesar que el concepto de universo durante los primeros milenios de civilización o de los patriarcas era muy limitado. A las ciencias le faltan eslabones para la cadena evolutiva que proponen de tal forma que el castillo que han construido para negar la Creación está basado en supuestos y probabilidades ajenos a métodos científicos. Se refugian en el remoto de los tiempos, el infinito del universo, en el azar o en la complejidad de los organismos vivos.
Un ejemplo de la inquietud humana por conocer el universo o "conquistar el cielo" como se entendía de los escritores sagrados es la narrativa de la "Torre de Babel", interpretación que fue evolucionando por generaciones durante el desarrollo histórico.
ADÁN, descrito como el primer hombre, entendió que para llegar al cielo tenía que comer algo y apoyado por su mujer Eva comió del árbol del conocimiento en el supuesto que ahí estaba la clave para llegar al cielo. Mediante la comida quiso transformarse mágicamente y ser como Dios.
CAÍN, un descendiente de Adán, optó por matar la competencia al igual que en la Edad Media pretendiendo que la Fe no podía con la materialidad de su interpretación de las cosas.
NOÉ no lo entendió nadie, apenas tres hijos y su mujer, salidos de una comunidad corrompida en la magia, la comida, el sexo, o el sensualismo en general. Durante ciento veinte años publicitó sus teorías sobre exterminio de la humanidad, pero nadie le siguió. Solución: había que empezar de nuevo y eliminar todo lo malo de una vez. El Diluvio vino en su ayuda.
BABEL planteó la idea que para llegar al cielo se hace mediante la construcción de obras, por lo tanto, mediante el esfuerzo, el trabajo y los inventos se dispusieron a levantar una torre para alcanzar al cielo.
ABRAHAM, quizás el primer soñador, propuso hacerlo mediante la Fe traspasada a sus hijos, para que por reproducción lograran alcanzar todo el planeta y actuar en consecuencia hacia un mundo de felicidad.
Los EGIPCIOS interpretaron materialmente la revelación, embalsamaron los cuerpos y los pusieron bajo grandes obras a prueba de diluvio y de fuego, ambos fenómenos experimentados por sus antepasados con trágicos resultados, y así esperar la resurrección en que creyeron.
MOISÉS reglamentó la Fe ante el crecimiento sostenido de su pueblo en una sociedad hostil, le dio leyes y aisló a su gente del mundo para servir de ejemplo. El resto que hiciera lo que le plazca.
Los PERSAS se creyeron dioses e impusieron todo por la fuerza, explotando el lujo y la fastuosidad para conducir a toda la humanidad, sólo que impusieron el camino errado porque al cielo no se llega por la fuerza, la violencia o la imposición.
Los GRIEGOS creyeron que su filosofía, el conocimiento y la gimnasia para conocerse así mismos serviría para alcanzar el ideal del ser humano.
Los ROMANOS no tenían filosofía propia, pero si la fuerza y todos los dioses del mundo para gobernar a toda la humanidad con el Dios que mejor ayudara a mantener su imperio.
Página siguiente |