El duelo ha sido definido como el proceso individual que vive alguien posterior a la pérdida de algo. Es una respuesta instintiva, que implica un crecimiento psicológico que lleva a la evaluación de los valores y la filosofía. Kavanaugh* describió siete etapas experimentada por el sobreviviente: shock, desorganización, cólera, culpa, soledad, alivio y restablecimiento.
Este shock es por lo general extremo y a menudo acompañado de negación e incredulidad.
Ocurren sensaciones de ahogamiento, falta de aliento y de agotamiento, y las reacciones emocionales varían desde un plano impenetrable a un grito histérico. Describen que es un sentimiento de cómo que el mundo fue detenido de repente. Una vez que recibieron la información inicial, por lo general, los padres quedan en un estado que no son capaces de escuchar más palabras.
Los padres entonces pasan a una fase de desorganización, acompañada por confusión, angustia e incapacidad de tomar decisiones.
A menudo, debido a su autoimagen o la imagen de la sociedad, de la masculinidad, el padre, por lo general no comparte su experiencia de forma mutua, con la intención de proteger a su esposa.
Hasta la segunda fase, la muerte parece ser algo irreal para los padres. Luego ocurre como una vuelta a la realidad, siendo reconocida la muerte, lo que provoca rabia y hostilidad. La culpa generalmente acompaña a esta fase, hacia el final de esta fase, las madres comienzan a aislarse emocionalmente, anhelando el bebé. Este proceso de culpa y aislamiento puede durar meses, hasta que llegue el de alivio y restitución.
Los sueños y los memorias sobre el bebe, comienzan a dar espacio para pensamientos del presente y proyectos futuros, la desesperación disminuye y los padres otras vez pueden disfrutar juntos y con otros.
Se deben considerar variaciones individuales y que las familias pueden ser influenciadas por los factores culturales y religiosos en los que están insertos. Por lo tanto los profesionales, frente al diagnóstico de duelo, deben evitar respuestas estereotipadas.
El duelo en diferentes culturas
En los sistemas sociales tradicional los hombres prefieren la acción directa, como buscar ayuda, mientras las mujeres prefieren acciones indirectas como llorar cuando está la necesidad de ayuda. Las madres parecen expresar más las manifestaciones del duelo y por más tiempo.
Los seres humanos reaccionan a eventos vitales con la ayuda de los rituales, estos son usados para expresar que algo significativo ha pasado, la comunicación no-verbal es característica de los rituales, cuando una persona pierde la habilidad de hablar, es más simple actuar.(Bolton 1995).
Las tradiciones comunitarias del duelo ayudan a las personas a identificar y expresar sus emociones de un modo que es aceptado en la comunidad. El funeral de un hijo es un momento decisivo en el duelo de las madres. Organizar el funeral conlleva un gran trabajo, pero la realidad y la situación del final de la vida se vuelve aparente solo después del funeral.
El duelo también puede tener aspectos positivos, puede significar una oportunidad para madurar y descubrir nuevas dimensiones en la vida.
En nuestra sociedad, es común que el dolor que sigue a la muerte sea ocultado detrás de "puertas cerradas" de la unidad familiar o como memorias dentro de la propia mente de la persona.
La información educativa puede ayudar a validar lo que se experimenta y reducir la ansiedad relacionada con la frecuente pregunta, "¿Es normal sentirme de esta forma, luego de lo sucedido?. Como la concentración y la comprensión pueden estar disminuidas en este periodo, es provechoso proporcionar el material educativo, tanto verbalmente como por escrito, esto permite a sobrevivientes referirse a la información cuando sea necesario.
En las fases tempranas el médico debe ser un informante compasivo y comprensivo, considerando que los padres necesitan saber la causa de muerte de su bebe de forma rápida para aliviar los sentimientos de culpa. No es bueno aconsejar tener otro bebe en esta fase, hay evidencias que señalan que no es óptimo volver a engendrar un niño 6 meses antes de la muerte, puede provocar un duelo complicado más que un consuelo. La indicación ideal es derivar para evaluación y terapia psicológica, pero los médicos, enfermeras y asistentes sociales no son las únicas fuentes de apoyo; el clero, grupos de apoyo y consejeros de pérdida también son de gran ayuda.
Los síntomas son típicos para al menos el primer año, sobre todo cuando la fecha del aniversario de 1 año de la muerte se acerca. Contrariamente a la creencia común que los sobrevivientes de 1 año deberían sentirse mejor, la mayoría de la gente se siente peor en el aniversario de 1 año, porque les recuerda el acontecimiento que causó la pérdida de su ser amado (Clements y Henrio,2001, 2002; DeRanieri et al., 2002).
Los síntomas de duelo típicamente duran un año, pero pueden seguir en el segundo año y todavía ser considerado como normal. En acontecimientos que recuerdan la pérdida como la fecha del cumpleaños o el aniversario de la muerte se exacerba la sintomatología.
Si los síntomas interrumpen las actividades de la vida diaria o dañan la salud física o mental, pueden requerir intervención. El empleo de drogas, alcohol, y violencia no puede ser considerado como normal dentro del proceso, y alguien que presente tal comportamiento debería ser derivado para una evaluación adicional y posible intervención (Clements y Henrio, 2001, 2002; DeRanieri et al., 2002).
La curación interior ocurre con el tiempo. Los padres pueden reconocer que ellos completaron el proceso cuando se ven reinvirtiendo su vida. La pena es un proceso, no un punto final.
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Autor:
Dra Perla David
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