- Teología y Filosofía ¿son dos mundos distintos?
- Teología y Filosofía: ¿Son dos mundos inmersos?
- Teología y Filosofía ¿Por qué deben relacionarse?
- Conclusión
Teología y filosofía ¿Son dos caminos paralelos para comprender la realidad? o ¿Son dos mundos distintos?
Introducción
En la disertación doctoral en filosofía de Luis Eduardo Cantero, comienza planteándose algunos puntos claves que generan conflictos, entre Teología y Filosofía, para El La filosofía comprende una investigación fundamental de la naturaleza de la realidad y del pensamiento humano relacionado con ella, y en vista de que la teología cristiana se ocupa de la naturaleza de Dios, la humanidad y la creación humana, puede parecer inevitable que la teología encontraría expresión en las categorías filosóficas del día.
Parece que, en la historia de la teología cristiana, desde Tertuliano hasta Karl Barth, siempre ha existido una línea que ha desconfiado, o sospechado, de cualquier vínculo positivo entre la teología cristiana y los descubrimientos de la filosofía.
No obstante, aunque los teólogos cristianos tienen razón de cuestionar cualquier cosa que pudiera dañar o comparar el carácter distintivo de la fe, y aun cuando a veces los esfuerzos de los filósofos se han inclinado hacia tales compromisos, no hay nada intrínseco en la filosofía que vaya en contra de la fe cristiana, y hay mucho que le pueda resultar de beneficio.
Aun aquellos que vituperan la filosofía pueden hallarse haciendo uso de algunos de sus conceptos en su teología sistemática. Si el teólogo sistemático o pastoral no ha de limitarse en estas actividades a una repetición literal de un pasaje de la Biblia, invariablemente se verá obligado a adoptar, y adaptar formas de pensamientos filosóficos actuales con el fin de investigar más profundamente, o explicar algún aspecto de la fe. Este es el proceso de la fe que busca entendimiento, en la frase enfática de Anselmo. El objetivo de este artículo, es comprender que la filosofía y la teología son dos caminos paralelos que le sirve al ser humano que quiere comprender su realidad, que quiere hallar respuesta a preguntas difíciles como ¿Qué somos? ¿Existe Dios? ¿Si Dios existe por que sufrimos?…
El teólogo evangélico se encuentra bajo dos concepciones que no se reconcilian fácilmente. La primera es la creencia de que las preguntas conceptuales básicas deben tener respuestas. Dios es, probablemente, o eterno o sujeto del tiempo.
La otra concepción es que frecuentemente parece que la Sagrada Escritura es imprecisa respecto a esas cuestiones. De hecho, la situación es aun más compleja que esto, porque mucho del lenguaje de la Biblia es figurado y simbólico. Además, de semejante relación positiva y acomodada entre la filosofía y la teología es posible discernir otras dos relaciones de gran influencia en la historia, de una clase menos positiva.
El argumento filosófico se basa solamente en la razón, apelando a las normas lógicas deductiva e inductiva. Pero, también razón ha llegado a tener un significado normativo: aquello que una persona le parece ser razonable en un momento particular. De esa manera, Descartes llegó a sostener que debía creer solamente lo que se percibe con claridad y exactitud, entendido por el discernimiento y la intuición racional.
Tal racionalismo, como llegó a llamarse, llevó a Descartes a la conclusión de que podía dudar de todos los sistemas religiosos, pero no de la existencia de Dios. De manera paralela Locke sostenía que sólo es razonable creer aquello de lo que nos informa la experiencia del sentido, o lo que hace probable.
Aunque tales apelaciones generales a la razón son atractivas, porque a ninguna persona le gusta parecer irrazonable. No obstante deben contemplarse con reservas. El peligro teológico que presenta el racionalismo es el de ser a priori respecto a la teología, en lugar de permitir que los datos de la revelación hablen de acuerdo con sus propias condiciones. Tal peligro se acentúa aun más en el caso de aquellos enfoques de la teología evangélica y el método teológico inspirados por la Ilustración.
Aquí no se trata solamente de que la razón fije límites para la revelación, sino de dar nueva forma a toda la teología evangélica de una manera racional, y desechar activamente aquellos elementos que no se adapten al patrón.
Un ejemplo notable es Kant, quien negó sobre las bases filosóficas la posibilidad de conocer a Dios por medio de la razón o la revelación, pero sostuvo que la existencia de Dios tiene que postularse sobre bases morales. Por lo anterior, afirmamos que la fe no exime a nadie del ejercicio de la razón, sino todo lo contrario, lo exige. Lo que el creyente reclama tocante a la filosofía es una razón más informada, que no excluya a priori los postulados de la fe, frente a una razón desinformada que rechaza por sistema los contenidos de la fe. En este caso el punto de discusión no sería entre fe y razón, sino entre fe y racionabilidad, que como la lógica, puede ser la mayor enemiga de la verdad.
Entonces, la relación correcta entre fe y razón, entre revelación divina y ciencia humana, entre conocimiento científico, filosófico y conocimiento teológico o religioso es como la vieja guerra colombiana donde nunca termina de hacer las paces por el carácter temporal del descubrimiento de las partes. Recientemente Donald Bloesh "resucitó este debate con un resultado bastante pobre. No le ha ayudado para nada el estilo aforístico que usa en toda su obra" Al respecto nos dice:
Mantengo que cada filosofía representa la racionalización de una falsa teología, y que la verdadera teología necesariamente excluye la filosofía. No sus problemas, ni tampoco su lenguaje, sino su concepción del cosmo, sus afirmaciones metafísicas. En contraposición a Tillich, creo que la teología y la filosofía no son simplemente dos caminos paralelos de entender la realidad, sino que cada una se refiere a dos realidades fundamentalmente distintas… la relación entre teología y filosofía no es de correlación, sino de conflicto y contradicción. Nada más lejos de la verdad.
Teología y Filosofía ¿son dos mundos distintos?
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